Hace unos a�os ocurrio algo en mi vida que puede parecer
una trivialidad a personas con una vida sexual m�s activa que la mia, o que
tengan la fortuna de vivir en una gran ciudad, pero que a mi me ha dejado un
recuerdo imborrable. Mi nombre... digamos que es Marta, y por aquel entonces
tenia yo 21 a�os, siendo estudiante de biologia en una peque�a universidad.
Estamos hablando de mediados de los 80, cuando aun no existian ni los moviles ni
internet...parece ya la noche de los tiempos. Como mis medios economicos no me
permitian un coche, y habia unos 25 kmts desde mi casa hasta el centro de
estudios, utilizaba a diario el tren para desplazarme.

Yo era por aquel entonces muy poco experimentada en
cuestiones de sexo, educada en una moral cat�lica tradicional. y como me tomaba
muy en serio esas cuestiones por aquel entonces, aun era virgen pese a tener
novio. Este me habia rogado muchas veces que, aunque quisiese yo llegar virgen
al matrimonio, y me repugnase la idea de acercar mi boca a su miembro, al menos
le masturbase, o permitiese hacer algo mas que sobarme por encima de la ropa y
besarme con lengua. Si, ya lo se, era muy mojigata, pero yo era asi, que se le
iba a hacer. En cuanto a lo fisico, digamos que siempre he pertenecido a ese
tipo de mujeres un poco rellenitas, que lucimos mejor con ropa de oto�o que con
minibikinis brasile�os, con algunos kilitos de mas, y siempre vigilantes ante la
celulitis. Claro que eso a muchos hombres les resulta muy atractivo, sobre todo
a los que le gusta "tener donde agarrarse". Tambi�n, por desgracia, atrae a
obsesos que no saben como son tus ojos... porque nunca han mirado tan arriba. Mi
orgullo es mi melena, de color casta�o claro, que siempre llevo suelta y bien
cepillada.

Lo que les voy a contar ocurri� un lunes por la ma�ana, en
que como tenia que preparar una exposici�n en clase de un trabajo hab�a tomado
el tren m�s temprano de lo habitual, tan temprano que no habia apenas gente, y
todos parecian sombras grises. Yo estaba derrengada, habia pasado toda la noche
preparando la exposici�n, y me moria de sue�o. Iba vestida con algo m�s de
cuidado de lo habitual, ya que iba a ser el foco de atenci�n de muchas miradas.
Una falda negra un poco sobre las rodillas, medias del mismo color, unas botas
marron oscuro de medio tacon, Sueter grueso de angora, y un abrigo del mismo
color que las botas.

Deje mis carpetas y libros en el asiento de al lado, y me
recoste con la cabeza apoyada en la ventanilla, sintiendo como el suelo me
invadia. No iba dormida, aunque poco me faltaba, y supongo que debia parecerlo a
ojos de los pocos viajeros que en esa hora compartian vagon conmigo. En una
parada intermedia note algo de movimiento, y sent� m�s que v�, que una persona
se habia sentado frente a mi. Yo iba tan a gustito que no me movi ni un
milimetro, con los ojos cerrados. Al poco me llego su olor, o mas bien el de la
loci�n para el afeitado que se habia puesto. Un olor viril, agradable, pero no
le di ninguna importancia. �Tenia tanto sue�o...!. Al cabo de unos minutos note
que el hombre se movia un poco, y mis ojos se entreabrieron un pelin, lo
suficiente como para verle entre mis pesta�as, sin que el se diese cuenta. Vi un
hombre de unos 35 a�os, con aspecto de obrero, pero bien aseado y correctamente
vestido, con tejanos y jersey. El movimiento lo habia causado al mover su
gabardina, que debia llevar en el asiento junto a �l, y colocarla sobre sus
piernas.

Me di cuenta de que aquel hombre se movia como si hiciese
algo furtivo, a la vez que su respiraci�n, aunque intentaba disimularlo,
denotaba que estaba excitado por algo... Me di cuenta de que se tocaba la
entrepierna sobre el pantal�n, con la mano oculta bajo la gabardina. Lo hacia
muy despacio, y de modo que resultaba casi imposible de percibir para las demas
personas que ocupaban el vag�n. Ademas estabamos en los asientos del fondo, y �l
miraba hacia la pared del vag�n, de modo que daba la espalda a los dem�s
pasajeros.

No me mov�, a la vez sorprendida y algo halagada... ese
individuo, a quien no conocia de nada, se habia sentido tan atraido por mi, que
al creerme dormida se la estaba machacando, delante mio... Eso caus� en mi
sensaciones como nunca habia conocido, un cosquilleo comenz� a recorrer mi
cuerpo, pero no me delat�. Me percat� de que al sentarme la falda se me habia
subido un poquito, no demasiado, pero si ense�aba mas pierna de lo que era
habitual en mi. Los ojos del desconocido bailaban entre mis muslos y mi pecho,
marcado por el jersey de angora. No parecia un obseso, ni un tipo peligroso,
entonces yo aun creia que los obsesos debian tener cara de vicioso, ir sin
afeitar, y tener los ojos enrojecidos y deformidades de tanto masturbarse. El
procuraba no delatarse, controlando su respiraci�n, y moviendose suavemente. Yo
le vigilaba, teniendo buen cuidado de no abrir mis ojos mas que lo m�nimo, para
poder entreverle a traves de las pesta�as.

No se porque motivo, queria que siguiese, deseaba que
continuase...hasta el final. Me sentia deseada, apreciada, bonita... Yo habia
tenido un incidente en una tienda de ropa para gente joven, cuando al no
encontrar ropa de mi talla recurr� a una dependienta, y ella me indic� que no
ten�an prendas "para gente como yo". Cuando eres joven, esas cosas te duelen. Y
ahora ese hombre, fuerte, bien arreglado, que aunque no tuviese demasiada
cultura no debia tener problemas en encontrar una hembra para pasar una noche si
lo deseaba, se masturbaba ante mi, prendado de mis piernas y mi pecho.
Aprovechando un momento en que las ruedas del tren chirriaron al tomar una curva
se baj� la cremallera, y con un movimiento rapido se sac� el miembro, que hizo
un bulto bajo su gabardina. Se qued� quieto, mirandome, probablemente a la
expectativa de si me habia percartado. Primero me quede quieta, pero luego ante
el miedo de que la cautela le hiciese parar, decid� hacer algo al respecto...

Es algo que me cost� muchos rosarios cuando se lo cont� a mi
confesor... Haciendome la dormidita, deje caer un poco m�s la cabeza, en un
angulo que daba la sensaci�n de que estaba frita, y que ademas me permitia
contemplarle con mayor disimulo... y me mov� un poquito en el asiento, como
hacen a veces las personas adormiladas en los transportes p�blicos, cuando el
cuerpo coge una mejor posturita para descansar... y al moverme ese poquito
ense�� un par de ctms m�s de pierna. Luego volv� a quedarme quieta, y deje que
la naturaleza de ese var�n bien constituido siguiera su curso. No tard�
demasiado en volver a tocarsela, esta vez sin el impedimento del pantal�n,
mientras su bien dotado pene se movia inquieto, como con voluntad propia,
mientras el tren recorria el campo entre dos estaciones.

Comenzaba a enrojecer su cara, debido a los esfuerzos que
hacia por contener su respiracion. Yo solte un gemidito en sue�os, como si
estuviese muy placidamente... como de hecho asi me encontraba. �l fij� la mirada
en mis muslos, embutidos en mis medias negras, lisas, y aument� un poco el ritmo
de sus manipulaciones. Yo mov� un poco mis piernas, la una contra la otra,
notando un calorcillo que se extendia... y notando algo de lo que solo habia
leido, a escondidas y temerosa de que alguien supiese que leia de esas cosas.
Humedad. Estaba mojando las bragas, y me estaba entrando una calentura tremenda
ante esa situaci�n... deseaba desesperadamente tocarme, apartar la tela de mis
braguitas y acariciarme, pero dadas las circunstancias no me atrev�a.

As� que permanec� quieta, mientras el rostro del misterioso
desconocido se volvia m�s rojo, y continuaban esas contracciones... Hasta que al
tensarse su cuerpo, y ver como se mordia los labios, supe que habia llegado al
climax, que su gabardina deb�a estar manchada de semen sobre su abdomen, y supe
que yo era la culpable, que a ese hombre le habia causado tal calentura que se
habia corrido ante mi, en esa ma�ana anodina de lunes. Permaneci� quieto durante
un par de minutos, y al llegar a la siguiente estaci�n se meti� el miembro
dentro de los pantalones, y disimulando lo mejor que pudo, se baj� en esa
parada, que nunca supe si era la suya.

Siempre se me ha quedado una duda... �que hubiese pasado si
hubiese bajado tras �l, le hubiese confesado que lo habia visto todo, y le
hubiese pedido algo mas?. Yo entonces, de todos modos, no me habria lanzado de
ese modo ni harta de vino. Asi que la ocasi�n pas� de largo ante mi. De todos
modos, la autoconfianza que despert� en mi, me sent� como el mejor de los
revigorizantes. Esa ma�ana me com� el mundo en mi exposici�n, y obtuve un
sobresaliente. Esa noche me masturb� hasta el final por primera vez en mi vida.
Y el viernes siguiente, para la sospresa de mi novio, le masturbe en el cine,
necesitaba sentir el tacto de un pene erecto, notar su leche sobre mi mano...
Si, ese fue un lunes mejor de lo habitual. Por cierto, nunca volv� a tomar el
tren tan temprano

NOTA IMPORTANTE: Por si alguno de ustedes no se habia dado
cuenta, esto es una FANTASIA. El autor se encontr� en su adolescencia en una
situaci�n similar, solo que la jamona treinta�era que estaba �dormida? frente a
�l no le incit�, y el que les habla se baj� del tren con un notable dolor de
huevos y caminando arrastrando la pierna. En el mundo real, ella se habr�a dado
cuenta, no se habr�a sentido en absoluto halagada, habr�a puesto el grito en el
cielo, a usted le habr�an detenido, las asociaciones feministas se lanzar�an
sobre usted como tiburones oliendo a chuleta, le habr�an caido mas a�os que al
que invent� Operaci�n Triunfo, y, eso s�, habria descubierto en la carcel el
autentico amor... ya se imaginan ustedes de que tipo.