WILSILOR XIII
El carro de mis vecinos.
Por Wilsi
Yo estaba feliz de que las cosas entre mi hermana y yo
estuviesen mejor. Claro, le ped� que no siguiera con los vecinos, pero me dijo
que era algo que necesitaba y que deb�a dejar las pajas y unirme al juego. Yo no
estaba convencida. Reconozco que la idea de tirar nuevamente con un hombre y de
estar con otra mujer, me excitaba profundamente, pero �y si me embarazaba? �O si
me pegaban una enfermedad? Siempre me he cuidado de esto, porque si el profe y
su esposa se tiraban a mi hermana, �por qu� no tirarse a otras chicas quien sabe
con qu� enfermedad?
Confieso que en el fondo, todos mis prejuicios no eran nada
en comparaci�n con el deseo de vivir mi vida y de gozar cada minuto. Creo que yo
no aguantar�a dos pedidas si me dieran la oportunidad.
Esa oportunidad estaba por llegar. Lor y yo camin�bamos por
el centro de la ciudad, luego de hacer algunas compras. Yo estaba vestida con un
pantal�n blanco a las caderas del tipo pescado, zapatos deportivos de color
rojo, medias blancas muy cortas, una camiseta corta y roja, una pa�oleta del
mismo color en mi mu�eca izquierda y cabellos sueltos; mi hermana, llevaba una
falda de color azul, sandalias y una camisa blanca manga corta, anudada por
delante y sus cabellos recogidos en dos trenzas.
Ambas nos ve�amos muy buenas porque las miradas y los
silbidos de los hombres eran impresionantes, como si fu�semos artistas o algo
as�. Las mujeres nos miraban algunas con cara de arrechera y otras con deseo.
Hasta los carajitos y los viejos, se enloquec�an al vernos pasar.
Llev�bamos muchas bolsas as� que nos cay� como anillo al dedo
el escuchar una corneta tras nosotras. Era el profesor, quien nos dec�a que nos
subi�ramos al carro.
-Pongan las bolsas atr�s y si�ntense aqu� delante- nos
sugiri�.
As� lo hicimos y yo termin� sentada en el centro y mi hermana
hacia la ventana. Est�bamos muy lejos de casa, pero el profesor dijo que nos
llevar�a hasta all�. Yo estaba un poco nerviosa, pues, aunque �l era muy atento
y nos preguntaba por la escuela y sobre que carrera �bamos a tomar al
graduarnos, yo solo pod�a pensar que ese era el carajo que se cog�a a mi
hermana.
Lor llevaba su brazo izquierdo sobre el asiento y alrededor
de mi cuello y su mano derecha jugaba sobre mis piernas de forma insinuante, lo
que no me parec�a extra�o luego de todo lo que ella y yo hab�amos hecho, pero no
pude evitar las miradas del profe (quien sab�a de la homosexualidad de mi
hermana, pero no de la m�a, porque Lor se hizo pasar por primeriza con ellos).
Cuando tomamos la autopista nos agarr� una cola inmensa y
todos suspiramos resignados, pues, salir de all�, nos llevar�a m�nimo una hora.
Ser�a un rato insoportable, especialmente por las mariqueras que mi hermana
estaba hablando y de lo comprometido que resultaban.
Yo apenas si dec�a alguna cosa y me re�a por lo bajo,
sinti�ndome tan inc�moda, que solo deseaba salir corriendo de all�. Lor estaba a
punto que se lo tiraba y yo estaba sudando mucho ya y sent�a que se me iba a
salir el coraz�n por la boca. All� estaba mi hermana, acarici�ndome con esa
saz�n propia de ella cuando est� empepada; yo en el medio, y al volante, ese
hombre al que vi la otra noche, desnudito en su cama, cogi�ndose a sus dos
mujeres.
-Oye, quiero agradecerte por llevarnos a casa- dijo Lor con
cara de p�cara-. Esas bolsas son muy inc�modas para cargar.
-No es nada, tranquila- afirm� el profesor amablemente.
-No insisto. Quiero agradecerte. Por llevarnos a casa,
desviaste tu camino y ahora estamos en esta puta cola.
-�Oye, esas no son palabras de una ni�a decente!- brome� el
profesor.
-T� sabes que no soy "una ni�a decente". �Entonces? �Te
agradezco?
-�Y como me vas a agradecer?
-Pues, t� solo qu�date tranquilo.
Ante mi asombro, mi hermana se ech� sobre mis piernas y puso
sus manos en la entrepierna del profesor, que no estaba menos asombrado que yo.
Enseguida la vi desabrocharle la correa, el bot�n del pantal�n, bajarle el
cierre y ante sus ojos y los m�os apareci� esa verga de casi 30 cms
perfectamente erguida.
Gracias a Dios los vidrios eran ahumados y el tr�fico estaba
casi detenido. Lor bajaba y sub�a su cabeza bajo el volante y yo apenas pod�a
ver de vez en cuando, su boca chupando el grueso palo. Estaba all�, echada sobre
mis piernas y se le ve�a sugestivo el tatuaje, emergiendo de la falda que se le
bajaba un poco para dejar ver tambi�n su pantaletica azul. Era todo un encanto
de mujer.
Yo estaba tiesa observando a mi hermana en su faena y
cruzando algunas veces mi mirada con la del profesor, que era de orgullo,
satisfacci�n, no s�. Lo vi cerrar sus ojos, gemir con un ronco clamor y mover
torpemente sus piernas cada vez que los carros avanzaban unos metros.
La cara del profesor era todo un poema y sent� que me dec�a
"Hazlo tu, carajita". Ganas no me faltaban, pero estaba tan nerviosa como si
nunca hubiese mamado uno. Bueno, jam�s uno de esas dimensiones.
Lor le baj� el pantal�n hasta las rodillas y vi como segu�a
mamando y pajeando al hombre, chup�ndole los huevos, hal�ndole el cuerito, y �l,
le acariciaba los cabellos a mi hermana�, los brazos y m�s de una vez le hal�
con fuerza la camisa, dej�ndole la espalda desnuda. Lor se ve�a linda,
apetitosa, especialmente cuando el profesor desliz� una mano, acarici� sus
caderas, sus nalgas sobre la falda y lo vi meter una mano bajo la tela.
La cola avanzaba poco a poco y yo ve�a a los otros
conductores muy pegaditos, como mir�ndonos. Pero no pod�an hacerlo porque los
vidrios eran oscuros por fuera. Lor llevaba all� por lo menos 15 minutos,
mamando y pajeando al profesor, hasta que este, empez� a gru�ir y a gemir m�s
r�pido y comprend� que iba a acabar. �l apret� el cuerpo y entonces gru�� y
gru�� hasta calmarse poco a poco. Deb�a haber botado toda su leche y, mi
hermana, seguro que se la hab�a saboreado toda.
Lor volte� su rostro hac�a m� y me dijo "�Quieres?", yo le
hice un gesto de que no, pero insisti�. Me salv� la campana de que la cola ya se
estaba disipando y el profesor deb�a acelerar. �l mismo se arregl� los calzones
y le agradeci� a Lor por el gesto.
-Oye, hermana- dijo Lor a�n con su cara de p�cara-, �me das
un beso?
-�No!- exclam� yo sintiendo que me estaba comprometiendo
mucho ya.
-Anda. S� que no eres lesbiana, pero puedes probar- minti�
para seguir su juego.
-�E-eso no est� bien, Lor!- mascull� un poco asustada.
�Verga, la muy co�o e� madre se las sab�a jugar muy bien! El
profesor nos miraba atento. Esperaba a que yo dijera que s� y a que aceptara
darme unos besos con mi hermana. �l pensaba que la primera vez de Lor fue con su
esposa y que yo nunca hab�a hecho algo as� y tampoco me hab�a acostado con un
hombre.
Su cara era de satisfacci�n y de victoria al verme rezongando
y a punto de dar el primer paso. Insulso, no se imaginaba que entre mi hermana y
yo, yo era la m�s lesbiana.
Seguimos el juego y entre ruegos y caricias, termin� dejando
que mi hermana acercara su rostro al m�o�, su boca� y sent� sus labios rozar los
m�os. En un segundo, los labios de ambas jugueteaban y las lenguas no tardaron
en hacer su juego. Su boca sab�a a semen y me excit� al saber que ese era el
sabor salado de ese hombre que nos estaba observando.
Me olvid� de �l y me dediqu� a lamer los labios, la cara y a
chuparle la lengua a mi hermana y sent�a en mi espalda, la fuerte mirada del
hombre, extasiado por ver a las dos hermanitas late�ndose imp�dicamente.
Yo estaba tan excitada ya, sobre todo al saberme observada
por ese carajo que pensaba que yo no ten�a esas inclinaciones y que era una
carajita boba. Goc� un mundo al dejar que Lor me estrujara las tetas sobre la
camiseta o que me apretara la entrepierna sobre el pantal�n. Ten�a dos opciones:
o me quitaba all� mismo los trapos que cubr�an mi cuerpo y dejaba que mi hermana
me amara o esperaba al llegar a casa.
En el punto de excitaci�n en el que yo estaba, la primera
opci�n era la m�s adecuada, pero not� que ya est�bamos a una cuadra de nuestra
casa. Diablos, ser�a en otra ocasi�n.
-Ustedes se ven como si ya lo hubiesen intentado, �me
equivoco?- dijo el profesor.
-S�, se equivoca, profe. Es la primera vez que hago esto y me
da� un poco de pena- contest� ruborizada.
-Es que lo hac�an tan bien.
-Como sea- dijo Lor-, yo solo he estado con su esposa y desde
hace d�as, le tengo ganas a Wilsi. Solo aprovechamos el momento.
-Bueno. �Nos vemos despu�s?- pregunt� el profesor.
-S�- contest� yo nerviosa-. Y disculpe.
-�Disculpe? �Por qu�?
-Dicen que hacer estas cosas en un carro, lo "empava".
-Ja-ja-ja. No creo en esas cosas, mi ni�a, m�s bien, si creo,
pero tengo mis formulas secretas para despojar al carro de esas energ�as
tan fuertes.
-�C�mo es eso?
-Cuando llego a casa, orino sobre los cauchos. Dicen que as�
se alejan las malas vibraciones. Es como un despojo.
-Si usted, lo dice.
Lor intervino y propuso algo que me paraliz� por un segundo:
-�Y que tal si ahora eres tu, Wilsi, quien le agradece al
profe por traernos?
-��Qu�?!
-Anda. Ser� divertido.
Lor trat� de convencerme por todos los medios, pero yo estaba
dura.
-No tienes que hacerlo si no quieres, mi ni�a- afirm� el
profesor.
Yo lo mir� titubeante y luego, dije:
-�Y quien dijo que no quiero?
Todos sonre�mos. El profesor aparc� el auto frente a nuestra
casa y yo, presurosa, me inclin� hacia su entrepierna. Describ� el mismo
procedimiento que antes hiciera mi hermana: le desabroch� la correa, el bot�n
del pantal�n, el cierre y baj� las telas hasta dejar nuevamente al descubierto a
la gruesa tripa que no tard� en devorar. Lo hice sin pre�mbulos porque ya
est�bamos estacionados frente a nuestras casas y solo ten�amos algunos minutos
antes de que la gente comenzara a hablar pajas.
Co�o, abr� la boca lo m�s que pude para que esa verga de unos
7 cms de � entrara por lo menos 10 cms y se la chup� con tanta maestr�a que
escuch� al carajo chillar varias veces que lo hac�a muy bien para ser la primera
vez.
-Aprende muy r�pido y capta todo con facilidad- contest� Lor
acariciando mi cabeza bajo el volante y jugueteando con mis nalgas-. Solo le
bast� darme una mirada para imitarme muy bien.
No s� si el profesor se trag� el cuento, pero yo si que me
estaba tragando parte de su verga y me excitaba cada vez m�s con las caricias de
Lor en mis caderas o en mi espalda. Con un pene como ese, cualquier hombre
estar� condenado a que no le mamen ni la mitad y menos a poder met�rselo hasta
las bolas a una caraja. Yo pens� en eso justamente: �qu� se sentir�a tener esa
vaina detr�s y hasta donde me lo pod�a meter?
Le lam� sus huevos velludos, le hal� le cuerito y lo baje�
con mi mano izquierda, pero el hombre nada que acababa. Yo, estaba cada vez m�s
excitada cuando mi hermana me tocaba las nalgas y me daba palmaditas en el culo.
Para entonces yo estaba en cuatro patas y solo deseaba ser cogida por detr�s,
pero no hab�a tiempo, as� que solo me conform� con seguir mamando hasta que
intu� que el tipo se iba a venir.
Me met� todo lo que pude y lo segu� masturbando con las dos
manos hasta que en medio de un gran temblor, sent� las primeras r�fagas de leche
en mi boca y pronto, tuve que tragar r�pido porque si no me ahogaba. Para
finalizar, lam� todo el cuerpo�, la cabecita�, quitando todo el excedente y
d�ndole una buena frotada para terminar de orde�ar al profesor.
Me levant�, bes� a mi hermana y le sonre�a al carajo que ya
se estaba arreglando el calz�n. Ambas chicas salimos del auto y sacamos las
bolsas. El profesor esta vez fue descort�s y no sali� a ayudarnos, porque si lo
hac�a, los transe�ntes o los vecinos chismosos pod�an ver el gran bulto que
todav�a se le marcaba en el pantal�n.
Eran las 5:25 de la tarde, as� que ten�amos al menos media
hora para pasarla bien mi hermana y yo. Un poquito antes de que pap� y mam�
llegaran, Lor y yo est�bamos en mi cama, d�ndonos duro y todo a nuestro
alrededor era un desorden de s�banas y ropas mal tiradas. Fue poquito el tiempo,
pero creo que como ya ven�amos empepadas, nos dimos el revolc�n m�s impetuoso y
rico de nuestras vidas.
Para mi hermana y yo, cada encuentro era especial y como si
siempre fuese el primero.
Esa noche quisimos escaparnos e irnos a casa de los vecinos,
pero pap� se qued� despierto hasta muy tarde haciendo no s� que co�os, y cuando
se fue a acostar, ya era casi de madrugada.
Al siguiente d�a, Lor y yo salimos a dar una vuelta luego del
colegio. Era algo m�s de la una y Lor recibi� una llamada a su celular. Era el
profesor que le preguntaba donde est�bamos y que si quer�amos pasar�a
recogi�ndonos. Ella acept� y nos dispusimos a esperar.
Mi hermana ese d�a llevaba puesto un pantal�n muy ancho de
color verde y una franela azul con un letrerito que dec�a "Moon ligh",
zapatos deportivos y un gorrito negro en la cabeza. Yo llevaba los mismos
zapatos del d�a anterior, medias cortas, un calz�n blanco con muchos bolsillos y
una franela de color negro con un ojo pintado en el pecho.
Cuando el profesor nos recogi�, Lor y yo nos subimos detr�s
porque su esposa iba con �l. Me dio un poco de corte porque yo no le ten�a
confianza. Nos pregunt� a donde quer�amos ir, pero nosotras ni pendiente, que
decidieran ellos. A la final tomamos direcci�n hacia la parte alta de la ciudad.
Mi hermana se inclin� hacia delante y comenz� a besarse con
Silfa. Se ve�an tan lindas y el profesor, de vez en cuando les echaba una mirada
de alegr�a o me miraba por el retrovisor. Silfa iba bastante formal porque ven�a
de una exposici�n en la universidad. Llevaba un pantal�n negro de vestir,
sandalias altas, camisa manga larga, chaleco y corbata.
Eran una mujer y una carajita late�ndose que daba gusto. Lor
aprovech� y pos� su mano izquierda sobre los pechos de Silfa. El beso era cada
vez m�s desaforado mientras mi hermana le iba desanudando la corbata y luego le
desabroch� uno a uno los botones de la camisa y comenz� a sacarle las tetas del
sost�n. Por Dios, esos eran unos senos envidiables y apetitosos.
Silfa quiso ponerse m�s c�moda, as� que reclin� su asiento un
poco hacia atr�s y as�, permiti� que Lor la siguiera besando y que le acariciara
las tetas. Me convert� en la propia voyeurista al ver a esas dos chicas am�ndose
de lo lindo. Mi hermana le lam�a y mamaba las tetas de Silfa y ella le
acariciaba su cabeza.
El profesor segu�a manejando y nos alej�bamos poco a poco de
la ciudad. Yo estaba cada vez m�s excitada y quer�a unirme al juego, pero no s�
por qu� co�os, siempre me coh�bo de dar el paso. Lor se ve�a linda all�, echada
sobre Silfa y con su cabeza hundida entre sus tetas. Tantas veces la hab�a visto
desnuda y hab�a gozado su cuerpo, pero verga, el ver como se le bajaba el
pantal�n y se le sal�an las pantaletas, me hac�a recordar una vez m�s todo lo
que ocultaban esos malditos calzones.
Lor volte� y me gui�� un ojo. "Ven", me dijo y me hizo
acercarme hasta donde estaba recostada Silfa. "Ch�paselas", me pidi� y me empuj�
la cabeza hacia esas madres de tetas perfectamente paradas. Carajo, sent� una
atracci�n inmensa hacia esa rosadas y turgentes esferas de carne.
Silfa me mir� fijamente.
-Hazlo- susurr�-. Ayer se lo mamaste a mi esposo, �verdad?
Pues, hoy �qu� te detiene hac�rmelo a m�?
Yo me sent� profundamente excitada al saber que esa mujer
estaba enterada de lo que el d�a anterior le hice a su marido debajo del
volante.
-Tambi�n s� que besaste a tu hermana- continu� Silfa-.
M�rame: �no te provocan mis tetas?
Definitivamente, decid� dejarme de pajas, si estaba en ese
carro, sabiendo que ellos tres se tiraban juntos, no era precisamente para tirar
piedras.
Baj� mi cabeza y me dediqu� a mamar por primera vez aquellas
tetas y a entregarme a la pasi�n con la esposa del hombre a quien la tarde
anterior le hab�a mamado el g�evo (no acostumbraba a decirle as� al pene,
pero, bueno as� le decimos aqu� en Venezuela y �Qui�n soy yo para ponerle un
nombre bonito?).
Silfa disfrut� de las bocas de mi hermana y yo, jugueteando
con sus tetas o en su boca. Le termin� de sacar la camisa y le acarici� su
abdomen plano. Esa mujer era muy hermosa. Las tres lo �ramos y eso era lo que
m�s le gustaba al profesor, porque �l solito, se estaba llevando el premio por
partida triple.
Llegamos a un mirador de donde se ve�a completita toda la
ciudad. El profesor sugiri� salir del auto y contemplar un rato la vista, pero
creo que nadie, ni siquiera �l mismo, se crey� la idea. En ese momento, todo el
mundo deseaba quedarse all� y pasarla bien.
Los besos y caricias fogosas no se hicieron esperar y se
form� la gran org�a en ese carro de asientos reclinables. El profesor se sac� la
ropa completa y yo, me ech� hacia delante para mamarle el g�evo otra vez. Lor y
Silfa segu�an bes�ndose y meti�ndose mano. El profesor me hal� y me sent� casi
sobre las piernas de su esposa y comenz� a acariciarme los cabellos a meter su
mano bajo mi franela y creo que le gust� que yo no usara sost�n.
Me levant� la cabeza y me dio un beso riqu�simo sin dejar de
acariciarme las tetas, bajo la franela o de apretarme la entrepierna sobre el
pantal�n. En medio de los besos, me desabroch� y me baj� los calzones dej�ndome
apenas en pantaleta. Fue intenso cuando me sent� sobre sus piernas y luego, de
hacerme a un lado la pantaleta, sent� como la cabeza de su pene comenzaba a
entrar en mi culo. Co�o, eso era lo que yo m�s anhelaba desde el d�a anterior.
Yo me apoyaba del volante como si estuviese manejando y
bajaba y sub�a dejando que se metiera gran parte del bicho. Carajo, yo pensaba
hasta donde pod�a entrarme tan descomunal falo, pero ese d�a constat� que si me
lo met�a m�s me iba a reventar. Volte� y vi como Silfa estaba quit�ndole a Lor
la franela y le mamaba las tetas. Me excit� el hecho de saberme cogida por el
esposo de esa mujer que estaba amando a mi hermana.
As� pasamos por lo menos media hora hasta que el profesor
reclin� un poco el asiento hacia atr�s, me levant� y me hizo sentarme frente a
�l. Me cogi� ahora por delante y yo sent� que a mi poncha no le cab�a tama�o
salchich�n. Mir� hacia a un lado y vi a Silfa, todav�a acostada en el mueble,
pero ahora sin pantal�n. Lor estaba acostada sobre ella y hac�an un rico 69. Lor
ahora estaba apenas en zapatos y con las rodillas en le sill�n, de manera que
estaba inclinada como a 45 grados de cabeza.
Me excit� verlas all�, pero ni por el carajo me iba a
despegar de ese hombre que, tom�ndome por las caderas, me sub�a y me bajaba,
clav�ndome en su pene. No s� si alg�n ruido se escuchaba en el exterior del
carro, pero all�, dentro, una griter�a, chillidos y berrinches ensordec�an
nuestros o�dos.
El profesor me acab� adentro y estuve un ratico, abrasada a
�l, pasando el momento; luego, me hizo cambiar con Lor y ahora era yo quien
participaba en el 69, mientras �l, se cog�a a mi hermana (ambos se pasaron al
asiento de atr�s y el profesor se la cog�a en posici�n de perrito y ella se
sosten�a en el asiento delantero, reclinado hacia delante). Yo mamaba por
primera vez la poncha salada y chorreante de Silfa y disfrutaba de su lengua en
la m�a y supongo, se lam�a toda la leche que su esposo me deposit� all�.
Poco despu�s, mi hermana estaba acostada en el asiento de
atr�s con los zapatos pegados del vidrio trasero y el profe, semi inclinado y
encorvado porque pegaba del techo, se la cog�a por delante o por detr�s
indistintamente. Los gritos de Lor me excitaban mucho y tambi�n los de Silfa,
que ahora estaba recibiendo una pajeada muy violenta de mis manos. De vez en
cuando yo la besaba y ella ahogaba sus gemidos en mi boca.
Era poco m�s de las cuatro, Silfa se arrodill� con las
piernas abiertas en los asientos delanteros, es decir, con una rodilla en cada
una y, su esposo, acostado boca arriba en el asiento trasero y con las piernas
hacia arriba, le mam� la cuca y m�s de una vez le lami� el culo. Lor y yo,
sentadas en los asientos de atr�s, nos dedicamos a mamarle el g�evo al profe.
Silfa gem�a de lo lindo y yo, le echaba un ojo para admirar
sus pechos desnudos, apareciendo entre el sost�n abierto o la camisa
desabrochada. Se ve�a tan linda all�, abierta para que su esposo le lamiera sus
jugos y con ese desbarajuste de ropas desarregladas, es decir, la camisa y el
sost�n, desabrochados y la corbata mal anudada.
Luego, se cambi� y le toc� a Lor dejarse mamar. Silfa y yo
lam�amos el grueso monumento y nos bes�bamos de vez en cuando. Yo lam�a los
huevos, ella mamaba; yo mamaba y ella lam�a los huevos o lo pajeaba. Mi hermana
chillaba y mov�a su pelvis sobre la cara del profesor y se ve�a linda tambi�n,
apenas en zapatos y medias.
Me toc� el turno a m� y me arrodill� sobre los asientos y
dej� que el carajo me mamara la poncha. Que delicioso fue aquello. En verdad que
�l era un dios con esa lengua divina. Yo goc� infinitamente de la lengua o los
dedos del profesor jorungando mi poncha o mi culito tembloroso; pero me dio
cierta envidia de ver que fue su esposa quien tuvo el privilegio de recibir su
leche y Lor, se chup� el resto.
Yo, por mi parte, segregu� tanto, mi propia leche, que dej�
la cara del tipo empapad�sima. Cuando �l se levant�, fui yo misma quien le lami�
todo el rostro para limpiarle mi miel.
Eran las cinco ya, cuando el interior del carro parec�a una
gran colchoneta, porque los asientos estaban reclinados y �ramos uno para
todas y todas para uno. Yo le mamaba la poncha a Silfa, Silfa a mi hermana,
mi hermana al profesor y este, a m� nuevamente. Nos turn�bamos y segu�amos
mam�ndonos. El carro ol�a a sexo y los gemidos eran atronadores.
Echadas sobre los muebles, mamando o dej�ndonos mamar,
besando o recibiendo caricias, las tres mujeres, sentimos como el hombre se
rotaba y nos cog�a equitativamente; un ratito por aqu�, otro por all�. Lo cierto
es que nos hizo muy felices y tanto Lor como yo, felicitamos a Silfa por tener a
un hombre as�.
-Es el hombre de todas- dijo Silfa.
-S�, pero es tu esposo y t� eres la legal- contest� yo.
-Tanto mi esposo, como yo, estaremos all�, siempre para
ustedes.
Eso era verdad, porque desde entonces, Silfa fue determinante
en nuestras vidas y, como ya saben, es ella quien ha puesto nuestras historias
en Internet.
De vuelta al pueblo, las tres chicas no paramos de besarnos y
de meternos mano hasta que llegamos cerca de donde viv�amos.
-�Por qu� detienes el auto aqu�?- pregunt� Silfa.
-Ustedes gozaron mucho bajando y yo solo me limit� a manejar.
Quiero una compensaci�n.
Pens� que solo quer�a que alguna de nosotras le diera una
mamada, pero no, quer�a un 69 y, la elegida fui yo.
Cre� que iba a reclinar el asiento y nos �bamos a acostar,
pero no, �l pensaba quedarse en su asiento. Se baj� el pantal�n y yo me ech�
sobre sus piernas. Luego, y ante mi sorpresa, me volte� y me puso patas arriba.
�l mismo, me desabroch� el calz�n y me lo remang� con todo y pantaleta por sobre
las rodillas. Yo estaba completamente de cabeza con las rodillas pegadas al
techo y me dejaba mamar por el hombre, a quien yo le estaba dando tambi�n una
rica mamada, aunque con dificultad por la posici�n.
No s� si era la forma, pero me excit� tanto estar as�
patas arriba que me vine rapidito y la chupada fue tan intensa que �l
tambi�n se vino. Mi boca se llen� de mucha leche y sent� que me estaba ahogando
por la dificultad de tragar, pero lo hice y logr� satisfacer a ese hombre tan
especial.
Ya era de noche cuando el profe arranc� el auto y yo,
acomod�ndome los calzones, segu�a besando a mi hermana o a Silfa. Creo que
hubi�semos seguido as� por muchas horas m�s, pero est�bamos muy retrasadas y
seguro mis pap�s estaban molestos.
Y as� fue. Cuando llegamos a casa, pap� y mam� nos formaron
un peo. Lor y yo tratamos de calmarlos, pero nada, nos recriminaban e hecho de
no haberles dicho donde est�bamos. Nos fuimos a nuestras habitaciones un poco
sentidas, pero contentas porque por nada del mundo cambiar�amos el placer de
haber vivido esa tarde en el carro de nuestros vecinos.
Wilsi
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