Relato: Maduro gordito y bonach�n... (2)





Relato: Maduro gordito y bonach�n... (2)


CITA EN LA LIBRER�A



A los pocos d�as, regres� a la librer�a porque el vendedor
de libros me hab�a citado en la puerta porque deseaba verme. Yo tambi�n fui
muy intrigado pues aquella tarde en que nos conocimos a trav�s del vejete,
quedamos prendados el uno del otro. Me hab�an gustado sus manos y su pecho
viril. Adem�s que besaba muy bien. No era mi tipo f�sico, porque me gustan los
madurones, pero �ste ten�a un encanto especial. A su vez, �l se hab�a quedado
entusiasmado con mi barriga y mis bigotes. Mientras lo aguardaba, mi
pensamiento se iba hacia su polla que yo hab�a mamado con gusto en el sof� de
la librer�a. Recordaba lo bien que me lo hab�a follado la tarde aquella y lo
bien que me foll� cuando me puse en cuatro patas en el sof�. Ten�a ganas de
sentir otra vez su polla dentro de mi culo. Ya estaba caliente en esa esquina,
mientras lo esperaba. Miraba el reloj a cada instante, d�ndome cuenta que ya
hab�an pasado m�s de diez minutos y �l no aparec�a. Ten�a tambi�n la secreta
esperanza de que apareciese el hombre maduro que tanto me hab�a gustado y con
el que me hab�a morreado tan a gusto. Quiz�s se hab�an encontrado antes y
estaban follando por all� cerca, en un piso vecino a la librer�a...


Me encontraba sumido en esos pensamiento, cuando veo venir
por la misma calle al alba�il de la tarde anterior, que hab�a subido por la
calle con el pantal�n manchado de cemento y el torso desnudo. Volvi� a mirarme
en forma provocativa como la vez anterior, llev�ndose una mano a su bulto. Se
qued� descaradamente mir�ndome en la esquina, repas�ndose su boca con la
lengua y mir�ndome de una forma descarada. Luego, se llev� una mano a su
pecho, sob�ndose un pez�n en forma disimulada. Aquella mano viril descendi�
hacia su barriga completamente lampi�a. Era un hombre de unos 52 a�os, muy
blanco y tipo rubio, con bigotes de color casta�o claro, de ojos claros y
piernas fuertes. Ten�a el cuerpo firme y dir�ase que ol�a a sudor.


En vista que el librero no aparec�a, me acerqu�
disimuladamente. El hombre ten�a una cara agradable. Me dijo que era obrero de
la construcci�n y que estaba trabajando precisamente en la obra enfrente de la
librer�a. Ya se hab�an ido todos los obreros y ya se iba. Me invitaba para que
lo acompa�ase dentro a buscar su ropa. Le acept� la invitaci�n y entramos por
un port�n a la obra, pasando por pozas de barro y escombros. Subimos por unas
escaleras hasta un tercer piso, todo regado de cemento y cubos. De pronto,
avanzamos por un pasillo y se meti� a una sala cochambrosa con una ventana
abierta a la calle, justo enfrente de la librer�a.


En un costado hab�a un jerg�n muy ancho. El tipo apoy� la
espalda contra los ladrillos y me extendi� los brazos. Yo, me acerqu� con
miedo. Le vi el bulto del pantal�n ra�do, su barriga blanca con el ombligo
delicioso y sus pechos enormes, muy blancos, con una ligera pelusilla rubia y
con unos pezones color chocolate que me llamaban a que los besara y chupara
con delectaci�n.


En el momento de acercarme, el obrero de la construcci�n me
enlaz� con sus poderosos brazos y comenz� a besarme en la boca con
desesperaci�n, buscando mi culo con sus manazas. Yo, segu�a bes�ndolo en la
boca, restregando mi cuerpo contra el suyo y empuj�ndolo contra la pared,
mientras nuestras lenguas se trenzaban con desesperaci�n. Nos magre�bamos a
base de bien, sob�ndonos con urgencia viril. Fue en ese instante que mi mano
baj� a su pantal�n, sob�ndole el bulto. Luego, mi boca se desliz� hacia abajo,
chup�ndole las tetas, luego la barriga y finalmente bes�ndole la polla a
trav�s del pantal�n. En forma nerviosa, mis manos tiraron del citur�n, bajaron
el cierre de la bragueta y buscaron ansiosas la polla que sali� inmediatamente
porque el alba�il andaba sin calzoncillos.


Mi boca se aplic� a succionar aquel miembro rosado y muy
grueso. Lo chupaba con ansiedad, mientras sus manazas me tomaban la cabeza y
me hac�an llevar el ritmo. Luego, con ternura me hizo subir. Yo regres� por el
mismo camino por donde hab�a venido, lami�ndole su barriga, sus tetazas, su
cuello salvaje y su cara sin rasurar hasta volver a succionar su boca,
meti�ndole mi lengua hasta la garganta. �l empez� a desabotonarme la camisa.
Comenz� tambi�n a chuparme las tetas, cosa que me causa un gran placer. Empec�
a gemir de dolor y felicidad. Mis ojos estaban en blanco. Me retorc�a de
placer. Luego, me quit� el pantal�n y fue �l quien se baj� para chuparme la
polla. Al parecer, a �l tambi�n le gustaba pues lo hac�a muy bien.


Est�bamos los dos completamente desnudos, abraz�ndonos y
bes�ndonos, cuando en eso, cuando sentimos ruido en la construcci�n. Alguien
hab�a abierto el port�n y sub�a las escaleras. El obrero se incorpor�
nervioso. Miramos hacia la puerta y vimos aparecer a un hombre maduro y
barrig�n con un casco y una porra en la mano. Era el guardia de seguridad de
la obra y patr�n del alba�il. Cuando nos vio, no dijo nada. Simplemente se
acerc� con gesto burlesco y con la porra empez� a recorrer el cuerpo del
alba�il de arriba abajo.


- As� quer�a verte � le dijo � Ya sab�a que tra�as aqu� a
hombres, pero quer�a verte con las manos en la masa � agreg� ri�ndose.


La porra le recorri� los pezones del obrero. Luego le roz�
con sorna el vientre abultado. Lo atrac� contra la pared y volvi� a subir la
porra hasta los labios. El alba�il abri� la boca y comenz� a lamer el palo
tieso, con una mezcla de miedo y deseo. Luego, el alba�il comenz� a follarse
la porra con la boca. El guardia de seguridad le sac� la porra que el alba�il
pidi� con la boca abierta y la lengua afuera. Pero el guardia lo hizo
voltearse y con la porra le recorri� la espalda. El alba�il le ofreci� el
culo, con las manos apoyadas contra la pared y el guardia le empez� a meter la
porra suavemente. Era una porra gruesa. Parec�a que se burlaba de �l. A medida
que la porra se introduc�a en el culo, m�s se quejaba el alba�il y m�s placer
parec�a que le produc�a esa tortura.


- Si no quieres que te despida por traer machos a la
construcci�n, vas a dejar que yo te folle � le dijo el guardia con su voz de
machote � Y t� � me dijo, mir�ndome � ac�rcate tambi�n.


Yo me acerqu� nervioso y pude ver que era un hombre bajo,
rechoncho, de piernas muy gruesas y barriga prominente. El t�o me gustaba un
mont�n. Ten�a unos 65 a�os y era un hombre muy bonach�n de cara y sonriente,
pero con poder. Se sac� el casco y dej� ver su pelo blanco, canoso. Luego tir�
el casco y la porra sobre el jerg�n y poni�ndome con la espalda apoyada a la
pared, comenz� a restregar su cuerpo contra el m�o. En ese instante, el
alba�il se gir� y empez� a masturbarse mientras ve�a c�mo su patr�n comenzaba
a besarme en la boca.


A mi me gustaba ese hombre barrig�n y canoso, a tal punto,
que mis dedos comenzaron a desabotonarle la camisa. Mis dedos palparon unos
pechos muy grandes de duros pezones. Mi boca ansiosa comenz� a mordisquearle
el cuello, las tetas y la barriga, recre�ndome en ella, mientras mis dedos
palpaban el bulto enorme de ese guardia de seguridad. Me hinqu� en el suelo
para que pudiese operar mejor. El guardia se apoy� contra la pared. Yo me puse
siempre hincado en el suelo delante de �l, mientras mis manos sacaban su
cintur�n met�lico y bajaron su cremallera. Luego, no pude m�s y le baj� los
calzoncillos para ver una polla enorme y deliciosa, muy gruesa y a punto de
estallar en leche sobre mi cara. Me apront� a follar esa polla con mi boca,
mir�ndolo hacia arriba para verlo bien.


De pronto, el hombre maduro me retir�. Termin� de sacarse
toda la ropa. Se acerc� hacia su inferior y de un empell�n, lo tir� a aquel
jerg�n. De un manotazo puso boca abajo al rubio aba�il y comenz� a trabajarle
el culo con la porra otra vez. A mi aquello me excit� mucho. Me gustaba ver al
alba�il quej�ndose de placer con la porra juguete�ndole en el ano. Yo me
acerqu� y mir� al guardia como pidi�ndole permiso con la mirada. El guardia me
sonri� y me bes� en la boca, para darme a entender que le hab�a agradado. Me
tom� la cabeza y me empuj� para que le comiese el culo con mi lengua al
alba�il, pero lo que en realidad yo deseaba era que el guardia canoso y
barrig�n me follara a mi y no al alba�il.


Fue en ese momento en que el alba�il se gir� y me tom� de
la mano, pidi�ndome que me acostara a su lado. Cab�amos los dos en ese jerg�n
muy ancho, cubierto por una s�bana vieja. Por fin pod�amos estar los dos
juntos, completamente desnudos, frente a frente, morre�ndonos la boca y
restreg�ndonos nuestras pollas. Me gustaba sobajearme en �l y hacer bollos,
mientras nos abraz�bamos. Ten�a un cuerpo delicioso, fuerte y suave a la vez.
Me mont� encima de �l, bes�ndole en la boca y tir�ndole los brazos hacia
atr�s, mientras el guardia pasaba su porra por mi culo. Yo me excit�
much�simo, implor�ndole que me follara. Pero el guardia se hac�a de rogar. Yo
me puse sentado encima del guardia para que me comiera la polla con la boca y
el alba�il me la comi� a base de bien. Luego, me volv� a poner encima del
alba�il, restreg�ndome bien a punto casi de correrme.


Luego, el guardia se acerc� a nosotros y mientras me
restregaba contra el cuerpo del alba�il que gem�a de placer, el guardia
comenz� a comerme el culo con su lengua.


- M�teme la polla � le dije, suplic�ndole.


Pero �l estaba impert�rrito, porque lo que deseaba era
follarse a su sub alterno. Me incorpor� del jerg�n y comec� a besarle en la
boca para tentarlo. �l se calent� y en forma violenta me hizo girar y me apoy�
contra la ventana. Mientras su boca me com�a el culo para follarme, el alba�il
se masturbaba en el jerg�n y suplicaba para que fu�semos a follarlo. Yo,
sent�a la boca de ese hombre barrig�n que me met�a su lengua por mi culo, como
prepar�ndome a follarme a base de bien, que era lo que yo estaba deseando.


Fue en ese instante que repar� en que all� al frente, en la
esquina, estaba aguard�ndome el vendedor de libros con su traje impecable y su
malet�n. Miraba con nerviosismo su reloj y luego miraba hacia todos lados. Yo
estaba con medio cuerpo fuera por la ventana de la construcci�n, con mis tetas
al aire. De pronto, el vendedor de libros mir� hacia arriba y me vio, sin
darse cuenta que ten�a en mi culo la boca de un hombre maduro, hincado en el
cemento, lami�ndome el ojete. Yo le hice una se�a al vendedor, indic�ndole el
port�n. �l dud� un instante. No sab�a si acudir o no. Pero el impulso fue m�s
fuerte. Empuj� la puerta destartalada, la asegur� con el alambre y subi� las
escaleras, gui�ndose por el instinto y el o�do. Nosotros con el guardia de
seguridad nos bes�bamos ahora apasionadamente cuando �l entr�.


El alba�il, al oir los nuevos pasos, se incorpor� en su
jerg�n. Fue entonces que el guardia de seguridad mir� al vendedor de libros,
de pie en el umbral. Comprend� que se hab�an gustado. El vendedor dej� el
malet�n en el suelo y se acerc� al guardia desnudo, palp�ndole la barriga y la
mata de vellos blancos alrededor de los pezones. Con sus manos, le agarr� la
polla y los huevos enormes que reposaban en las manos del vendedor. Luego,
comenzaron a besarse, mientras las manazas del guardia lo despojaban de su
ropa. Yo me un� y comenc� a besar al guardia en los morros y al vendedor que
me encantaba. Lo que m�s me gustaba era ver que disfrutaba de besar en los
morros a ese guardia de seguridad. �ste nos besaba a los dos,
desesperadamente, como si no supiera por cual de los decidirse para follar...o
ser follado.


Yo me hinqu� en el suelo y me puse a chupar ambas pollas,
mientras ellos se besaban. Cada polla era distinta. La del vendedor era muy
dura y larga, muy firme y rica. La del guardia era muy gruesa y larga tambi�n.
Era una verdadera morcilla que daban ganas de com�rsela con el culo. Fue en
ese instante que el guardia llev� al vendedor al jerg�n. Con un gesto, le dijo
al alba�il que se fuera de all� y sobre la s�bana vieja puso boca abajo al
vendedor de libros y comenz� a hacer algo que sab�a hacer muy bien: lamer el
culo. El vendedor de libros se quejaba y pidi� al guardia que se lo metiera.


- �M�teme esa polla! � gimi�.


El guardia esta vez no se hizo de rogar y le meti� la polla
gruesa en el culo empinado del vendedor que al instante empez� a jadear de
placer. Nosotros, con el alba�il comenzamos a besarnos de tan calientes como
est�bamos. Luego, nos acercamos al guardia que recibi� gustoso nuestros besos.
Estaba de pie, al borde de la cama, afirmado a las caderas del vendedor,
foll�ndoselo a base de bien. Nosotros comenzamos a besarle el ojete al viejo
que se calent� con nosotros y nos ofreci� su culo, mientras se follaba al
joven vendedor. El alba�il quiso vengarse. Se acerc� por detr�s al viejo y le
meti� su polla firme en el culo. Luego, lo empez� a follar con todo placer.
Yo, a su vez, bes� el culo del alba�il. Le met� mi lengua y me lo puse a
follar por detr�s, mientras le met�a la porra en su boca. El alba�il sent�a la
porra en su boca, su polla en el culo del guardia y mi polla en su culo. Era
un placer incre�ble


- No puedo m�s � dijo � que me corro.


Pero el que verdaderamente dirig�a el ritmo de la org�a era
el vendedor de libros que estaba all� debajo, movi�ndose acompasamante y
sintiendo el vaiv�n de tres machos foll�ndoselo.


- Te voy a sacar la leche con mi culo � le dijo al guardia
canoso que se lo estaba follando a base de bien.


El vendedor se mov�a que daba gusto, a un ritmo sincopado,
mientras mord�a una almohada. Daba la sensaci�n de que era �l el que nos
follaba a nosotros, a su propio ritmo, disfrutando de aquel �xtasis,
recibiendo la fuerza de tres machos detr�s suyo.


Fue entonces que empez� a quejarse con una voz deliciosa de
hombre caliente. Era un quejido largo y placentero. Estaba que se corr�a. Su
cuerpo se restregaba en el jerg�n, mientras el guardia barrig�n le daba
palmadas en las nalgas. El vendedor se quejaba. Nosotros nos dimos cuenta que
estaba a punto de correrse de puro placer. Yo aceler� el ritmo. Est�bamos a
punto de corrernos todos, cuando de repente, sin que lo esper�ramos, el
vendedor se retir� suavemente. El guardia no sab�a qu� estaba pasando. El
vendedor se incorpor�. Bes� al guardia en la boca como disculp�ndose. Luego
bes� al alba�il en la boca que lo estaba deseando. Se besaron y abrazaron a
base de bien. Y finalmente, el vendedor me tom� la mano y me llev� al jerg�n,
mientras el guardia y el alba�il miraban sin saber qu� pasaba.


Una vez en el jerg�n, el vendedor de libros me bes� en la
boca con toda suavidad de macho caliente. Me tendi� de espaldas. Se puso a
besarme las tetas. Luego la barriga. Finalmente la polla que la ten�a llena de
leche a punto de explotar. Luego se abri� de piernas como si fuera una tijera
y me meti� la polla viva hasta el fondo del culo mientras me com�a mi polla
con su lengua a la vez. El placer que yo sent� era inmenso. Nunca lo hab�a
sentido. Su cuerpo ven�a hacia mi y luego se retiraba. Yo sent�a placer en el
culo y en la polla al mismo tiempo. Sent�a la polla del vendedor en mi culo y
su boca foll�ndome la polla.


Mir� hacia al lado y vi algo incre�ble: el guardia se
estaba follando al alba�il en cuatro patas en el suelo. Mi mano ca�a a un lado
del jerg�n. El alba�il comenz� a lamerla como si fuera mi polla. Parec�a que
est�bamos todos juntos follando.


- Que me corro � dijo el guardia.


El alba�il me chupaba el pulgar y los dedos con
desesperaci�n, mientras gozaba la follada de su patr�n.


Yo mir� al guardia a los ojos, mientras sent�a la polla del
vendedor en mi culo. No daba m�s de placer. Mi polla estaba a punto de
estallar en la boca del vendedor, cuyas embestidas eran cada vez m�s intensas.
Yo sent�a un gran placer en mi culo. Sent�a que un animal me estaba follando a
base de bien.


- Sigue. Sigue � le imploraba.


Pero ya no pude m�s. Mi leche estall� en la boca del
vendedor, inund�ndolo con mi semen que sal�a con gran fuerza, en el mismo
instante en que �l me inundaba el culo con su leche.


- Ahhhhhhhhhhhhhh � grit� el guardia a nuestro lado,
mientras un chorro de leche caliente sal�a del cuerpo del rubio alba�il,
chorre�ndome la mano que �l se apresur� a lamer.


Nos quedamos un rato all�, en silencio. El vendedor me
limpi� la polla con su lengua. Luego vino el alba�il y el guardia que
aprovecharon tambi�n de chup�rmela un rato, limpi�ndome la polla con sus
lenguas. Luego, se tumbaron en el jerg�n. Nos abrazamos los cuatro, bes�ndonos
en la boca. Yo bes� al alba�il, mientras el joven vendedor lam�a la barriga
del viejo y lo morreaba en la boca. Luego, yo morr�e al viejo.


- �Nos vestimos? � propuso el joven vendedor � Tengo que
marchar.


- Vale � repuse.


- T� te quedas aqu� � le dijo el guardia al alba�il,
empuj�ndolo al jerg�n con la porra. � No he terminado contigo.


Nosotros, con el vendedor de libros, bajamos abrazados
aquellas escaleras de cemento, cruzamos las pozas de agua y nos quedamos un
rato en el port�n, antes de salir. Nos morreamos un rato, bes�ndonos con la
lengua. A pesar de que nos hab�amos corrido a gusto, nos apetecer�a estar un
momento m�s juntos.


- Me gustas � le dije.


- Y t� a m� � me contest� con su sonrisa p�cara � Un
montonazo...


- �Te parece que nos volvamos a ver?


- Est� bien � me contest� - Ma�ana, a la misma hora, en la
puerta de la librer�a. Te prometo que llegar� puntual...


- Te estar� esperando como ahora � le dije.


Nos dimos otro beso en la boca, abrimos el port�n y salimos
a la calle con una sonrisa.



P.D autor.- Este es el segundo relato que escribo y me
gustaria saber alguna opinion de quien lo lee, por saber si gusta y seguir
escribiendo mas... Espero vuestros comentarios y si eres un gordete tipo de la
historia y te gustan los tipos con el vendedor de libros no lo dudes
escribeme... POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO


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Relato: Maduro gordito y bonach�n... (2)
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