"EL TANGA ROJO"
Lo vi y me encant�. Simplemente iba paseando y apareci� ante
mi como por arte de magia. Aunque m�s que rojo, aquel tanga era de un suave
color granate. ��Y no ten�a costuras!!. Era fant�stico. No dud� en entrar a la
tienda y compr�rmelo.
Camino de casa no pod�a dejar de pensar en Jos� Mar�a...
estaba segura de que le encantar�a, porque yo jam�s hab�a tenido un tanga de
aquel color y... ��� vaya, que creo que estrenar ropa interior es un motivo de
fiesta !!!. bueno, ya es de imaginar el pase de modelo, las posturitas delante
el espejo y ante tu pareja y luego...
As� que iba ide�ndomelas para sorprenderle. Aquel d�a era
viernes por la tarde y casi iba siendo ya la hora de que mi marido saliera de la
oficina para volver a casa... �era perfecto!. Decid� ir hasta all�, entrar a su
despacho y mostrarle mi �ltima adquisici�n de lencer�a.
En menos de 15 minutos me plant� all�. Sub� a la 8� planta,
donde �l trabaja, y me met� en los aseos de mujeres para cambiarme y ponerme mi
tanga rojo. Al salir, despu�s de saludar a algunos de sus compa�eros de trabajo
� mi marido es el subdirector de la empresa -, me col� en su despacho. Antes me
tuve que librar de la pesada de Mariola, su secretaria, porque dec�a que �l
estaba muy ocupado y blablabla... �Habrase visto! �Desde cu�ndo una secretaria
puede tratar de impedir que una mujer entre al despacho de su marido!?
El caso es que entr�. Me lo encontr� hablando por tel�fono y
rellenando una serie de gr�ficas. Bah! Me sent� delante de su mesa de caoba y me
cruc� de piernas a lo Sharon Stone, echando la cabeza hacia atr�s, mes�ndome el
pelo... despu�s le mir� con cara de viciosilla calenturienta, pero...�l no me
mir�.
" Jos� Mar�a...que estoy aqu�... "
"Si, cari�o" � dijo tapando la horquilla el
tel�fono -, "enseguida estoy contigo."
Jos� Mar�a.
Jos� Mar�a y el trabajo. Me cas� con �l hace ya 3 a�os � ni
siquiera los hemos cumplido � porque era un arquitecto de lujo. Un poco mayor
que yo, eso s�: nos llevamos 16 a�os de diferencia. Yo tengo 29 y �l tiene 45,
pero es una fiera en la cama. Jam�s he deseado a otro hombre. Pero lo malo de mi
matrimonio es que �l tiene demasiado trabajo y yo... bueno, yo no estudi�, nunca
me gust�, as� que me ocupo de la casa. La verdad es que fue un milagro que un
hombre como �l se fijara en mi, no s�, es tan culto. Era amigo �ntimo de mi
padre, y as� nos conocimos, porque Jos� Mar�a siempre ven�a mucho a mi casa
desde que yo era una ni�a. Es un hombre encantador. Pero creo que es demasiado
ambicioso y apenas sabe disfrutar de la vida, de las peque�as cosas... de cosas
como mi tanga nuevo, por poner un ejemplo.
Permanec� un buen rato con los brazos laxos sobre los brazos
del sill�n (valga la redundancia), muy recta en la silla y con las piernas
cruzadas. Pero ni caso. Al rato colg� el tel�fono, se levant�, me bes�
ligeramente en los labios y, cogiendo su chaqueta, me anunci� que ten�a que
salir un momento a recoger unos planos, pero que le esperara all� porque
volver�a enseguida, que ten�a prisa y no s� que m�s historias.
Al verme sola en aquel enorme despacho no supe qu� hacer. Me
levant�, baj� las luces para tener m�s intimidad y me tumb� en el sof� como una
mu�eca rota. Lo cierto es que ten�a una postura bastante indecorosa para ir
vestida con mi carisimo traje de Armani, pero daba lo mismo, porque estaba sola.
Pas� tanto tiempo que me qued� dormida. Me despert� la puerta
del despacho al abrirse y cerrarse de nuevo. Yo estaba tumbada boca abajo � me
gusta dormir as� � , y creyendo que era mi marido quien acababa de entrar, me
incorpor� de tal suerte que me levant� la falda hasta la cintura y me puse a
cuatro patas, con lo cual le estaba dando una magn�fica perspectiva de mi
voluminoso y bien formado culo a mi esposo... tengo que decir que yo estaba de
espaldas a la puerta de entrada.
Al ver que mi marido no me dec�a nada, comenc� a ronronear
suavemente y le dije, melosa:
" Cari�o..., �vas a permitir que este culito pase
hambre?" � mientras me contoneaba insinuante...
Silencio.
Entonces, mosqueada, mir� hacia atr�s.
Y quien estaba all� no era mi marido, sino el director de la
empresa.
R�pidamente me puse de pie y me baj� castamente la falda, que
me llegaba a medio muslo. Era un chico joven; le calcul� que tendr�a unos
treinta y tantos a�os. Ten�a un cuerpo muy bien formado, tan atractivo con aquel
traje de chaqueta que luc�a, y la corbata impecablemente anudada... por un
momento, una idea me pas� por la cabeza, pero en seguida la descart�. ..�l era
el jefe de mi marido. O casi. Vamos, que yo nunca le hab�a sido infiel a mi
esposo, pero lo cierto es que hac�a tanto tiempo que no manten�amos relaciones
sexuales, tanto tiempo que no me dedicaba algo de tiempo, que me sent�a un poco
abandonada, olvidada; como si yo ya no le atrajera a mi marido...
Quiz�s dej� trasmitir inconscientemente esa sensaci�n, porque
me empec� a sentir desprotegida, en desventaja evidente ante aquel hombre casi
desconocido para mi. No fui capaz de controlar la situaci�n.
Y �l lo not�. No pudo ser de otra manera, pues su gesto viaj�
sin transici�n del asombro a la seguridad y sin transbordo.
"Mu�stramelo otra vez."
" �C�mo....?"
" Que me lo muestres de nuevo, princesa... tienes
un cuerpo tan hermoso... quiero verlo de nuevo. Mu�stramelo."
Me qued� parada, el coraz�n me comenz� a latir tan
violentamente y tan deprisa que me dio la sensaci�n de que se me saldr�a del
pecho en cualquier momento.
T�midamente me baj� la cremallera del costado de la falda y
dej� que resbalara hasta el suelo. Sal� de su circulo y le mir�. �l me miraba
serio y not� que se hab�a acercado a m�.
" Muy bien, princesa, ahora date la vuelta y
ag�chate sin doblar las rodillas, por favor."
Obedec�, desde luego. Ten�a una voz tan sensual que ni pude
ni quise resistirme. Estaba muy excitada, y m�xime pensando que mi marido podr�a
regresar al despacho en cualquier momento. Yo solo me hab�a acostado con dos
hombres en toda mi vida. No me importa admitirlo: con un novio que tuve en la
adolescencia, con quien estuve m�s de cinco a�os, y con Jos� Mar�a, mi marido.
Podr�a decirse que siempre fui una chica dif�cil... qu� paradoja pensar en eso
en el momento en el que un desconocido le pone a una cachonda.
Me sent� tan h�meda que imagin� mis flujos vaginales
desliz�ndose por el interior de mis muslos y me puse mala.
Entonces �l se acerc� a mi, se agach� y peg� su cara en mis
nalgas, cogi� con un dedo la parte de atr�s el tanga y, mientras lo sujetaba con
los dientes, busc� y me acarici� suavemente el cl�toris.
Yo me incorpor� un poco para apoyarme en la mesa del
escritorio, ya que sent� c�mo me comenzaban a flaquear las piernas. Estaba tan
caliente que ni me inmut� cuando me mordi� en la nalga derecha, a�n con la
cuerda el tanga entre los dientes. Yo estaba que me iba a dar algo, apenas pod�a
creerme la situaci�n en la que me hallaba, pero daba igual, ya no pod�a pensar,
ya solo pod�a sentir y entregarme al placer.
Me cogi� el tanga por los costados y me lo fue deslizando
hacia abajo lentamente mientras me pasaba la lengua por la rajita del culo,
hacia abajo. Cuando ya me lo hab�a quitado, me gir� y, al verle arrodillado, con
su cara a la altura de mi entrepierna, le cog� la cabeza y le hund� su rostro
sobre mi sexo.
�l me succion� con ansias, sediento, apret�ndome suavemente
con los labios, bes�ndome... le separ� de mi y me tumb� en el suelo. �l se ech�
sobre mi y, a�n vestido, me empez� a besar por el cuello, acariciando el
interior de mis muslos, hasta que yo ya no pude m�s y le supliqu�, entre
sollozos, que me penetrara.
Se quit� la chaqueta, los pantalones y los slips, y se qued�
con la camisa y la corbata, lo que me excit� sobremanera. Me penetr� con tanta
facilidad que casi me pareci� imposible, pues siempre me hab�a costado bastante
con mi marido, pero eso no impidi� que me doliera un poco, porque lo cierto es
que ni mi antiguo novio ni mi marido gozaban de un pene como aqu�l...era tan
largo, tan suave y tan ancho... A punto de llevarme al orgasmo le cog� con ambas
manos de las nalgas y me impuls� r�pidamente con mis caderas... hasta que llegu�
al �xtasis.
Permanec� con los ojos cerrados, respirando
entrecortadamente, como si el mundo me perteneciera y no me importara. Fue
entonces cuando o� un portazo, la puerta del despacho se acababa de cerrar. Abr�
los ojos y vi al director tumbado jadeante a mi lado y comprend� que mi marido
ya sab�a lo que acababa de ocurrir.
Me levant� trabajosamente, con los mis fluidos y los de �l
resbal�ndome por entre las piernas. Busqu� mi falda y me la puse. Busqu� mi
nuevo tanga rojo, tan bien estrenado y, cuando lo hall�, lo pens� mejor y, en
lugar de pon�rmelo, se lo tir� a la cara al director de la empresa de mi marido.
Mi esposo tendr�a que quedarse sin sorpresa.
La vida es dura.
Aliena del Valle.-