Relato: Los encuentros secretos de Mariana







Relato: Los encuentros secretos de Mariana

Los encuentros secretos de Mariana.


Me llamo H�ctor, aunque mis amigos me dicen �el jaiba�, soy
oriundo de Coatzacoalcos, Veracruz. Mi padre es un negro cubano que se cas� con
una mujer blanca mexicana. Yo hered� las caracter�sticas de la raza de mi padre.
Tengo ya treinta a�os viviendo en el Distrito Federal, desde que mis padres
llegaron a la capital por motivos del trabajo de mi padre. Yo ten�a diez a�os en
ese entonces y desde entonces llam� la atenci�n de las personas por mi color de
piel y mi tipo de pelo. Nunca hab�a sucedido algo como lo que voy a relatarles.
Esto pas� con una chica muy joven quien despu�s supe se llama Mariana.


As� fue mi primer contacto con Mariana: Esa tarde tuve que
llamar al servicio de emergencia de autom�viles. Alguna falla del auto hizo que
lo enviara al taller para su reparaci�n. Por la noche tuve que viajar en
microb�s para regresar a casa. Serian las 8:30 de la noche, la hora que mucha
gente regresa a sus hogares, cuando abord� el transporte. El microb�s estaba
casi repleto por lo que no alcanc� asiento. En la siguiente parada subieron m�s
pasajeros, tuvimos que recorrernos hacia atr�s varias personas quedando un poco
apretadas.


Yo qued� detr�s de una muchacha joven, de mediana estatura,
coloqu� mi portafolio en el hombro y tom� el pasamanos del techo del autob�s. En
la siguiente parada varias personas quisieron abordar el microb�s, no todas lo
lograron. Todos viaj�bamos muy apretados y as� ser�a por la pr�xima media hora.
La velocidad y forma de manejar del chofer, motiv� protestas de algunos
pasajeros. A los pocos minutos del trayecto, el movimiento del cami�n y el roce
de mi miembro con la parte superior de las nalgas de la mujer delante de m�
hicieron que mi pene se empezara a parar.


Quise retirarme de ah�, pero la verdad es que no hab�a hacia
donde moverse. La erecci�n aument� y sent� que ten�a el miembro muy duro sobre
las nalgas de la pasajera. Pens� que por lo apretado del viaje, la jovencita no
sentir�a nada. Repentinamente la chica, quien viajaba detenida de los pasamanos
de los asientos, se inclin� ligeramente mirando hacia el piso, pegando m�s sus
nalgas a m� cosa dura. Mir� el rostro de la chica, quien estaba indiferente,
seguramente no se hab�a percatado de mi erecci�n. Pude ver que era morena clara,
robusta, de cabello casta�o oscuro ondulado, atractiva, tenia unos ojos caf�s
claro hermosos, vest�a buena ropa y portaba un bolso colgado de su hombro,
tambi�n pude percibir el fino aroma de su perfume. Aunque no pod�a ver su
trasero, deb�a ser grande, as� lo sent�a por la forma en como se hund�a mi pene
en sus nalgas. Yo ten�a el saco del traje abierto lo cual ocultaba mi erecci�n
sobre su trasero.


En el resto de trayecto hac�a el intento de retirar mi verga
de esas nalgas, pero era imposible por lo lleno del veh�culo. Casi al llegar a
la terminal de autobuses, sent� una mano en mi verga, era la chica que intentaba
agarrarla, hizo varios intentos hasta que finalmente la tom� y la apret� tan
fuerte que me lastim�. En ese momento el microb�s se detuvo, se abrieron las
puertas y r�pidamente la gente comenz� a bajar. Quise disculparme de la chica y
aclararle que no era mi intenci�n, ella solo me mir� muy enojada y se retir�.
Tom� camino a la casa, apenado por la situaci�n.


Es verdad lo que H�ctor dice: Yo me di cuenta que �l estaba
detr�s de m� en el microb�s, pero no imagin� que fuera a terminar as�. Cuando
sent� algo duro cerca de mis nalgas y me di cuenta que era �l, vinieron a mi
mente todas las cosas que se habla de los negros, principalmente del tama�o de
su verga, quise jugar con �l y hacerlo sufrir un poco. En cada movimiento del
microb�s yo restregaba mis nalgas contra su miembro, el cual sent� que creci�
mucho, sin embargo, momentos despu�s la que estaba sufriendo era yo. Su miembro
se sent�a muy duro y grande lo que provoc� que me excitara. Claramente sent�
como mi vagina se mojaba y un cosquilleo intenso invadi� mi entrepierna. Cerr�
mis ojos y restregu� mis nalgas contra su verga concentr�ndome en imaginar como
ser�a tener esa verga en mis manos. Poco antes de finalizar el viaje, tuve ganas
intensas de agarrar esa verga, discretamente hice una mano hacia atr�s y la
agarr�.


Estaba dur�sima, apenas y la pod�a tomar con mi mano, en
parte por el pantal�n, pero definitivamente era gruesa. El sentir la verga en
mis manos, provoc� que me sintiera mareada por el orgasmo que ya ven�a. Tuve que
contener los gemidos, cerr� muy fuerte mi boca, apret� muy fuerte la verga y la
masturb� por encima del pantal�n al momento que lleg� mi orgasmo. Cuando me
estaba viniendo apret� la verga tan fuerte que hizo que el negro tratara de
quitar su miembro se ah�. Justo en ese momento el microb�s se detuvo y las
puertas se abrieron. H�ctor alcanz� a decir: Disc�lpeme se�orita, no fue mi
intenci�n��Lo dej� hablando, solo le mir� a sus ojos muy seria y ofendida,
diciendo en mis adentros: gracias por el orgasmo. Continu� el camino a casa
notando que el tipo se retir� apenado y cabizbajo cubriendo con su portafolio su
erecci�n.


-�Eres tu Mariana? � dijo mi mam� cuando abr� la puerta de la
casa.


- S�- le contest�.


-�Vente a cenar, ya est� la mesa lista?


- Nada m�s me cambio de ropa y voy.


Cerr� la puerta de mi cuarto y dej� mi bolso sobre la c�moda
para dejarme caer sobre la cama recordando lo que hab�a pasado. Me quit� la
blusa y los pantalones, al dejarlos sobre la silla, me mir� en el espejo del
tocador, todav�a estaba caliente, mis grandes tetas ten�an los pezones erectos y
la entrepierna de mi pantaleta estaba completamente mojada. Me quit� la panty y
la llev� a mi nariz para olerla. Aspir� profundamente sobre mi panty y me
recost� en la cama mientras con mi mano buscaba mi vagina que se estaba muy
caliente. Normalmente no me masturbo, pero esa noche me sent�a un poco
diferente.


Mi respiraci�n estaba muy agitada, sent�a que me faltaba aire
para respirar, era por lo excitada que me encontraba. Me acarici� suavemente mi
conchita, mis labios vaginales estaban muy sensibles por lo que mis caricias
resultaron deliciosas. Puse saliva en mis dedos y toqu� mi cl�toris, esto me
encendi� aun m�s, sob� mi cl�toris muy r�pido hasta que sent� que iba a venirme
otra vez. En ese momento me imagin� que ten�a yo otra vez esa verga en la mano y
la masturbaba, con esto lleg� mi orgasmo muy intenso, tuve que contener los
gritos al tener mi orgasmo porque se hubieran escuchado en toda la colonia. Cen�
y despu�s me puse a ver la televisi�n.


Como a los cinco minutos lleg� Roberto mi novio y se sent�
junto a m�, yo estaba como si nada, pero aun segu�a excitada. Como a las 10:00
de la noche, quedamos solos en la sala viendo el televisor. El no perdi� tiempo
y me dio un beso apasionado, al cual respond� de la misma forma. Como por
reflejo, puse mi mano sobre su verga y la sob� fuertemente, aunque en realidad
me imaginaba que era la verga del negro del microb�s. Roberto comenz� a levantar
mi blusa y sacar las tetas de mi brassier, bes�ndome y mordi�ndome los pezones,
cosa que el sabe me pone a mil.


Muy quedito, cuidando que no oyera nadie en la casa, me dijo:
�M�mamela Mariana! �M�mamela por favor! Yo obedec� como aut�mata, baj� el cierre
de su pantal�n y saqu� su verga. No se de qu� forma le mam� la verga a Roberto
que se vino luego luego. Como no me gusta tragarme el semen, escup� los mocos
que entraron en mi boca sobre su pantal�n. Roberto se fue poco despu�s. Yo
regres� a mi cuarto para dormir. No pod�a conciliar el sue�o, me hab�a quedado
caliente con las caricias de Roberto.


Hice intentos de dormir, pero ten�a esa sensaci�n de estar
so�ando a cada rato. En el sue�o, me ve�a desnuda en una cama blanca con muchos
velos colgando del techo y ten�a la verga del negro en mi mano masturb�ndola
mientras yo jugaba con mi vagina hasta que me ven�a. Despertaba y volv�a a tener
esa visi�n en mis sue�os. Estoy segura que otras lectoras han tenido este tipo
de noches, ya saben lo que se siente. Cuando despert� por la ma�ana, mis
pantaletas estaban completamente mojadas, parec�a que me hab�a orinado en la
cama. No supe si los orgasmos en los sue�os realmente los tuve. Me parecieron
tan reales, que seguramente as� fue.


As� fue mi segundo encuentro con Mariana: Una lluvia ligera
cay� justo cuando entr� a las calles de la colonia. La gente corri� buscando
guarecerse, baj� la velocidad de mi coche para no provocar alg�n accidente. De
pronto, me llam� la atenci�n el cuerpo de una mujer que hacia intentos por abrir
su paraguas, pude reconocerla por atr�s. Se trataba de la misma chica del
microb�s de hacia dos semanas. Como olvidar esas nalgas grandes, aunque la chica
se ve�a un poco gordita, con el uso de las zapatillas de tacones altos, sus
nalgas se ve�an fenomenales. Digo, no pensaba en cog�rmela, simplemente aclaro
que sus nalgas llamaban la atenci�n.


Pens� que ser�a buena oportunidad para pedirle disculpas.
Par� mi coche cerca de ella y me ofrec� a llevarla a su casa. Se sorprendi� al
verme, ante mi insistencia y debido que no funcion� su sombrilla acept� subirse
al auto. Se sacudi� el agua de su cara y cabello, note que su blusa estaba
mojada y por esto se le marcaban muy bien sus tetas y se transparentaban sus
oscuras areolas y los pezones que se ve�an muy grandes. Al verle sus tetas, mi
miembro se par� inmediatamente, era una reacci�n normal por ver los pezones a
trav�s de su blusa mojada. Creo que Mariana no se dio cuenta de c�mo me hab�a
puesto. Le ped� disculpas por lo ocurrido en el microb�s, explicando que no
hab�a sido intencional. Ella dijo que no hab�a problema, aunque parece que el
hecho de recordar el incidente motiv� que se enojara, su cara se puso roja y su
respiraci�n se agit�. Llegamos a su casa y nos despedimos luego de presentarnos
y saber que ella era Mariana.


As� sucedi� nuestro segundo encuentro, aunque debo decirles
que me sorprend� cuando lo vi, m�s que nada porque no lo esperaba, al recordar
lo que hab�a pasado con ese negro en el microb�s inmediatamente se moj� mi
vagina, me puso tan nerviosa que no pude abrir la sombrilla. Cuando sub� al
auto, sent�a como la tela de mi blusa lastimaba mis pezones que estaban erectos
como nunca. H�ctor observ� discretamente mis tetas y yo mir� disimuladamente su
bulto y me pareci� que creci� al poco tiempo que me sub� al coche.


Tal vez era mi imaginaci�n, lo cierto es que nada m�s de
pensar que ten�a la verga parada por m�, hizo que me pusiera completamente
caliente. Por fortuna llegamos a casa y ah� qued� todo, puesto que ya estaba
pensando en serle infiel a mi novio Roberto. Si hubi�semos tardado m�s en
llegar, me hubiera atrevido a pedirle que me ense�ara su vergota y no se que
cosas hubieran pasado. Cerr� la puerta de mi cuarto, pensando en �l: H�ctor que
vergota debes tener! Ya se imaginaran la masturbada y mamada que le di a Roberto
esa noche, pensando en la vergota del negro. Me sent�a un poco molesta porque
sab�a que estaba enga�ando a Roberto, al menos con el pensamiento.


El tercer encuentro: Era un s�bado poco despu�s del mediod�a.
Me dirig�a al centro de la ciudad cuando vi caminando a Mariana rumbo al sitio
de taxis. Me baj� del auto para saludarle y despu�s de saber que iba de compras
me ofrec� a llevarla. La dej� en Perisur, yo podr�a hacer mis asuntos cerca de
ah�, calculando que estar�a de regreso como en dos horas. Por lo cual quedamos
de vernos en una cafeter�a del centro comercial para regresar juntos. Llegu�
como quince minutos antes del tiempo previsto y a los pocos minutos lleg�
Mariana. Le invit� tomar algo y ah� estuvimos platicando, cada vez con m�s
confianza y de cosas m�s personales, hasta que decidimos regresar.


Una vez en el auto camino a la colonia, Mariana me mostr� las
zapatillas que hab�a comprado. Ella remarc� que eran del n�mero cuatro. Ella
hizo el intento de ponerse la zapatilla, pero era dif�cil por el espacio peque�o
y movimiento del veh�culo, sin embargo, el intento hizo que su falda se subiera
mostr�ndome sus hermosas piernas. Finalmente ella desisti� y me dijo: H�ctor te
puedo hacer una pregunta muy personal. Claro � le dije. Me pregunt�: �Es cierto
que los negros calzan grande? Le contest� ense��ndole mi zapato: Algo debe haber
de cierto, mira yo no soy muy alto y calzo del nueve y medio. Ella ri� al
momento que dec�a: No me refiero a eso, sino a lo otro (se�alando con sus ojos a
mi paquete). Su comentario me hizo tragar saliva por lo inesperado, era la
cuarta ocasi�n que una mujer me preguntaba directamente por el tama�o de mi
verga. Sobre todo porque no se conforman con decirles que es grande, lo quieren
comprobar y verla parada. Lo que me sorprend�a es que Mariana es mucho mas joven
que yo. Nunca pens� que ella me har�a esa pregunta-�Realmente lo quieres saber?
� le pregunt�.


- S�- contest� Mariana.


- Pues t�cala para que t� lo juzgues- le dije.


Sin m�s, Mariana estir� su mano para colocarla encima de mi
paquete, diciendo: No se siente que sea muy grande. Esperate un momento- le
ped�. Mariana acariciaba lentamente mi verga con sus dedos, notando como mi
verga iba creciendo con la erecci�n que ella me estaba provocando.
Inmediatamente ella coment�: �H�ctor! �Esta creciendo mucho! �S� esta grande!
�Ens��amela por favor, quiero verla! � lo sab�a.


-De veras quieres verla � le pregunt�.


-S�- me respondi� presurosa.


- Entender�s que aqu� no te la puedo mostrar. Podr�amos
chocar o meternos en problemas, Pero si gustas, podemos ir a un hotel � le dije
a Mariana.


-S� esta bien, vamos - me contest�.


- Entonces agu�ntate un poquito � le ped�.


Tom� rumbo a la calzada de Tlalpan y met� el carro al
estacionamiento del primer hotel que apareci� en el trayecto. Llegamos al
cuarto, nadie dijo algo. Pude ver que el rostro de Mariana demostraba excitaci�n
por su respiraci�n agitada y sus ojos medio cerrados. Se sent� sobre la orilla
de la cama y yo me par� cerca de ella.


En silencio, Mariana busc� mi verga por encima del pantal�n,
la acarici� lentamente y recorri� lo largo de la verga con sus dedos. Trat� de
tomarla, pero el pantal�n le imped�a hacerlo con libertad. �Est� muy dura! �
alcanz� a decir. Dirigi� sus manos a mi cintur�n y en segundos estaba bajando el
cierre de mi pantal�n. Sac� la verga de mi truza diciendo: �Que grande! �En nada
se parece a la de Roberto! Mi novio � aclar�. Y todav�a le falta crecer � le
dije. �Es m�s grande? � dijo Mariana incr�dula. Acar�ciala y veras que s� � le
respond�. Mariana la tom� con ambas manos con mucho cuidado, la comenz� a
masturbar lentamente observando como las venas de mi verga se llenaban de
sangre. Mariana la tocaba con delicadeza, subiendo y bajando sus manos por todo
el cuerpo de mi verga.


Mientras ella hacia eso, pude ver como sus pechos parec�an
hacer reventar la blusa por lo agitado y profundo de su respiraci�n. Mientras
ella segu�a agarrando mi verga con una mano, con la otra ella estaba removiendo
mi pantal�n y bajando mi truza para no tener ning�n obst�culo. Yo le desaboton�
dos ojales a su blusa y met� mi mano para sentir sus tetas por encima del
brassier. Sus pechos se sent�an suavecitos, segu� metiendo mi mano hasta
alcanzar y descubrir una de sus testas. �Que tetas tan grandes! Su areola era de
color marr�n con pez�n grand�simo.


Pellizqu� y torc� suavemente su pez�n, intent� tomar toda su
teta con mi mano, m�s no fue suficiente para agarrarla toda. Mariana exclam� un
ligero ay, diciendo: �Que verga tan grande tienes H�ctor! �Y que dura! Era
verdad que mi verga estaba muy crecida, seguramente a consecuencia que esa linda
muchachita la tuviera entre sus manos y por imaginarme que me la mamaria y quiz�
se la meter�a en su conchita. Ella pasaba su mano por todo el cuerpo de mi
verga, hacia movimientos de torsi�n con sus manos que hacia sentirme en las
nubes. Parec�a experta en el arte de masturbar vergas. Jalaba mi piel para dejar
la cabeza completamente libre y pon�a su mano sobre la cabeza movi�ndola de tal
forma que provocaba mucho placer.


Tom� suavemente con una mano mis huevos y apret� muy fuerte
mi verga. Mariana se subi� casi a la mitad de la cama, sin soltar la verga, por
lo que tuve que quedar de rodillas en la cama cerca de Mariana. Ella abri� sus
piernas, subi� su falda y se�alando su sexo me dijo: �Mira H�ctor como estoy de
mojada! �Es por culpa de tu verga! Comenz� a acariciar su concha con una mano y
la otra la manten�a masturbando mi verga. Yo la quise ayudar y estir� mi mano
para jalar su panty dejando su conchita descubierta. Ella inmediatamente se
comenz� a estimular su cl�toris y a acariciar toda su vulva, dici�ndome: Qu�date
as� �qu�date as� por favor! Me qued� inm�vil, viendo como Mariana acostada se
introduc�a un dedo en su vagina mientras masturbaba mi verga con su otra mano.
Era incre�ble la cantidad de l�quido que sal�a de su vagina, todos sus pelos
brillaban por lo mojado. A ratos se introduc�a un dedo en su vagina, el cual
sal�a escurriendo sus jugos y los embarraba en su cl�toris para estimularlo muy
fuerte. Sus labios vaginales se ve�an muy rojos y separados, riqu�simos. Cerr�
sus ojos al momento que aument� la velocidad de la masturbaci�n en nuestros
sexos.


Estaba respirando profusamente y gimiendo de placer cuando
alcanz� su orgasmo. Disfrut� mucho viendo y escuchando su forma de venirse.
Mariana abri� sus ojos y me dijo: �Que r�pido me vine! Es algo que quer�a hacer
desde hace tiempo. �No me creer�s que so�� que te agarraba tu verga mientras me
masturbaba! Inmediatamente le reclam�: Ya cumpliste tu sue�o, pero a mi no me
vas a dejar as�, �verdad? Claro que no mi negro, te voy a dar tu premio- fue su
respuesta y comenz� a quitarse toda la ropa. Yo hice lo mismo y cuando termin�
me volv� a quedar hincado a mitad de la cama. Las tetas de Mariana quedaron
balance�ndose al aire, puso sus manos en la cintura y dio una vuelta para
mostrarme su cuerpo. �Que tetotas y que nalgotas! Su pubis ten�a escaso vello
que permit�a ver perfectamente sus labios vaginales. Mariana abri� con sus manos
su vagina mostr�ndomela y diciendo: �Este es tu premio! �Pero primero d�jame
mamarte mas tu vergota! Ella hab�a quedado en el extremo opuesto m�o, gate�
sobre la cama buscando mi verga.


Fij� mi vista en esa cara delicadamente maquillada. El rojo
de su l�piz labial contrastaba muy bien con su piel morena �Como dese� que esos
gruesos labios estuvieran mamando mi verga! Mariana puso sus manos a los lados
de mi cadera y su boca sobre la cabeza de mi verga. Lentamente abri� su boca y
coloc� los labios sobre la cabeza de la verga, poco a poco la fue metiendo a su
boca. Pude sentir como chupaba la cabeza de mi verga al tiempo que su lengua se
mov�a muy r�pido por debajo de la cabeza. Ahhh! �Que sensaci�n tan rica! Mariana
levant� su vista hacia m�. Sus hermosos ojos color miel quedaron clavados a mi
mirada. Imagin� que Mariana tambi�n estaba disfrutando del sabor de mi verga.
Mariana se meti� otro poco de verga en la boca sin dejar de mirarme. Movi�
lentamente su cabeza hacia un lado y hacia el otro, haciendo m�s espacio para
meterse otro poco de verga en la boca. �Incre�ble, no pens� que Mariana pudiera
meterse tanta verga! Finalmente se detuvo, porque la verga le produjo la
sensaci�n de vomito.


Mariana sac� la verga de su boca y mir� el tanto que se hab�a
metido. Mariana parec�a no creer el pedazote que se hab�a introducido. Yo le
confirm�: �S� te cabe mucho Mariana! �Mira nada m�s hasta donde te la metiste!
Ella pudo comprobar hasta donde hab�a llegado por las marcas rojas de su l�piz
labial y su saliva en mi verga �Casi tres cuartos de verga se meti� en la boca!
Sin m�s, dirigi� r�pidamente su boca a mi verga y comenz� a mamarla con frenes�.
Uyy! �Que rico la mamaba! Tom� con una mano la base de mi verga, la masturbaba,
torc�a y mamaba al mismo tiempo.


�Que rico, de verdad que rico! Le dedic� especial atenci�n a
la cabeza de mi verga, d�ndole peque�as mordidas y resbalando sus dientes sobre
ella, alternando mamadas fuertes y suaves. Mariana se concentr� en la mamada, yo
a disfrutarla y ver sus nalgotas, que por la posici�n que ten�amos se le ve�a un
trasero enorme. Mariana estaba hincada con sus rodillas muy separadas, por lo
cual yo pod�a verle su culito y parte de sus labios vaginales. Los labios de su
vagina estaban muy abiertos e hinchados. Como mencion�, Mariana es gordita, as�
que sus gl�teos se mov�an mucho al ritmo que ella mamaba la verga. Estir� mis
manos y tom� sus nalgas. �Que nalgas tan suaves y ricas tiene Mariana! Y lo
mejor es que yo ten�a mucha nalga que agarrar.


�Que rica sensaci�n el estar acariciando sus nalgotas
mientras me mamaba la verga! Poco a poco acerqu� mi mano a su vagina y le met�
un dedo. Hurgu� con mi dedo en su vagina y provoc� que Mariana se contorsionara
por las caricias de mi dedo. Lo empec� a meter y sacar muy r�pido, hasta que
Mariana se sac� mi verga de la boca para gemir y gritar por el orgasmo que
ten�a. Yo presion� con mi pulgar sobre su culo y esto hizo que su orgasmo se
prolongara. Mariana levantaba m�s su cola para que yo le metiera m�s profundo mi
dedo. No dejaba de gemir y finalmente me masturb� la verga muy r�pido cuando
estaba terminando su orgasmo. Sin decir nada, Mariana me empuj� el pecho para
que yo me acostara en la cama, ella se subi� encima de m�.


Coloc� su vagina sobre mi verga y se dej� caer. Estaba tan
mojada y lubricada que mi verga la penetr� f�cilmente. Mariana abri� sus ojos
muy grandes e hizo �nicamente un �aahhh! cuando sus nalgas llegaron al tope.
Pas� su mano para atr�s de su cuerpo para sentir que tanto ten�a adentro y dijo
sorprendida: �Entr� toda! Yo no habl�, respir� muy profundo y dirig� mis manos a
sus gl�teos para levantarlos y dejarlos caer nuevamente sobre mi verga,
iniciando el mete-saca. Se sent�a ching�n estar agarrando esas nalgotas y estar
clav�ndoles la verga. Mariana mov�a su cabeza a todos lados, levant� sus brazos
por encima de su cabeza cruz�ndolos y movi� sus caderas hacia atr�s y adelante,
en pocos minutos, volvi� a repetir los gemidos caracter�sticos de su orgasmo.


Cuando termin�, dej� caer su cuerpo pesadamente sobre el m�o.
Yo quer�a terminar tambi�n, as� que comenc� a mover mi cadera, hacia arriba y
abajo, limando mi verga en la vagina de Mariana. Ella levant� un poco su cadera
para que mi verga pudiera salir completamente y se volviera a hundir en su
conchita. As� estuvimos un buen rato, coge y coge, los dos buf�bamos por la
fuerza que le pon�amos a la cogida. El pecho de Mariana qued� pr�cticamente
sobre mi cara, le comenc� a besar el cuello acerc�ndome poco a poco para mamar
una teta, le mord� suavemente su pez�n lo cual hizo ponerla al borde del orgasmo
otra vez. Al darme cuenta que esto la excitaba mucho, alterne sus tetas
chup�ndolas y mordiendo sus grandes pezones.


Mariana coloc� el dorso de su dedo �ndice en su boca y lo
mordi� para ahogar los gritos del orgasmo que estaba alcanzando. Yo tuve una
sensaci�n riqu�sima en mi verga, su vagina apret� fuert�simo mi miembro y
claramente sent� como los espasmos de su vagina aprisionaban y soltaban mi verga
queriendo exprimirla. Presion� mi cara contra sus tetas y apret� mis piernas al
instante en que tuve mi eyaculaci�n. Ella retir� su mano de la boca para gemir
prolongadamente mientras sent�a como me vaciaba en su interior. Mientras me
ven�a, mov�a muy r�pido mi lengua sobre un pez�n de Mariana. Hasta que ella
retir� mi cara de su pecho diciendo: �Ya! �Ya no puedo m�s! Se sali� de mi verga
y se acost� sobre la cama, su cuerpo estaba completamente ba�ado en sudor. Le
mir� dici�ndole: �Que rico coges mamacita! Su rostro sonri� levemente y as�
quedo sonriendo por un rato, Mariana estaba fatigada.


S�, as� qued� fatigada y con esa sonrisa, que era una mezcla
de satisfacci�n y preocupaci�n. Inicialmente me sent� contenta por el placer
recibido y por haber hecho realidad el sue�o que tuve con esa verga. Pero
despu�s, pensaba en la infidelidad hacia Roberto. �l no hab�a hecho nada que
mereciera esa traici�n. Ahora con qu� cara volver�a a ver a Roberto, sobre todo
que apenas una semana antes me hab�a entregado a �l. Ni siquiera entr� en
comparaci�n mi relaci�n con Roberto y la de H�ctor. Con Roberto me un�a el amor,
pues eso hizo entregarme a �l. Con el negro fue la debilidad de la carne. Que
como pueden ver fue muy, muy d�bil.


Estuve cogiendo con el negro, ocasionalmente por varios meses
hasta que dej� de llamarle. Nunca le am�, es m�s, nunca le di un beso en la
boca, ni trague su esperma, a pesar de que insisti� mucho. Lo que debo reconocer
es que me hizo sentir placeres que a mi edad eran desconocidos. Con Roberto
termin� mi relaci�n hace dos meses por motivos completamente ajenos a esto, �l
nunca se entero de mis encuentros secretos con H�ctor. Le ped� a Calixto ayuda
para contar mi experiencia y quitarme ese sentimiento de culpa por la
infidelidad a Roberto. No pod�a iniciar otra relaci�n con esa carga. Funcion�,
ahora me siento liberada y espero encontrar una relaci�n que me de amor y
satisfaga mi pasi�n sexual.


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Relato: Los encuentros secretos de Mariana
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