Relato: Compartiendo a Rita



Relato: Compartiendo a Rita


Compartiendo a Rita




La noche se insinuaba como muy buena, con una temperatura
agradable y una suave brisa que esparc�a el aroma de los profusos rosales.



La enorme tienda blanca, desplegada como un inmenso pa�uelo
en el parque, estaba llena de gente. Quedaban pocos espacios en los que no
hubiese un grupo charlando animadamente, entre los que desfilaban ej�rcitos de
mozos entrenados que manten�an bien provistas de comida y bebida las mesas
distribuidas en toda la estancia.



Es que los Est�vez cumpl�an veinticinco a�os de casados y
para celebrarlo hab�an organizado un banquete pantagru�lico, un lujo que pod�an
darse gracias a su holgada posici�n econ�mica. Los invitados conformaban un
grupo heterog�neo en el que se contaban parientes, amigos y compa�eros de
trabajo, y a juzgar por la forma de comer, beber y conversar, todos ellos la
estaban pasando muy bien.



Bueno, casi todos.



Apoyado sobre una mesa de platos para servicio, Alberto
fumaba con actitud displicente. A decir verdad, estaba algo aburrido, y
respond�a a los saludos con una sonrisa mec�nica. Siendo el hermano menor de la
due�a de casa no hab�a podido eludir el compromiso, y all� estaba inmerso en un
gent�o que lo fastidiaba con su incesante parloteo. Se sent�a ajeno a lo que
suced�a alrededor y ni siquiera respond�a a las miradas interesadas con las que
muchas se�oras casadas devoraban sin disimulo ese tipo pint�n al borde de los
treinta y cinco.



Taciturno, Alberto demostraba una completa indiferencia por
bulliciosa multitud, y toda su atenci�n se concentraba en el ir y venir de una
sola persona: Rita, su deliciosa sobrina. La muchacha ten�a diecisiete a�os, y
era la hija menor de los Est�vez. Bonita como una mu�eca, de cabello largo
casta�o y ojos verdes, ten�a una figura estupenda que tan bien destacaban la
blusa sin sost�n, la falda corta y los tacones empinados que la mujercita luc�a
esa noche.



Como muchos otros, dando cada tanto largas pitadas a su
cigarrillo, Alberto se com�a disimuladamente con los ojos a su sobrina. Estaba
abstra�do, y por eso no se percat� de la presencia de un joven que se hab�a
parado a su lado y sonre�a divertido, sorbiendo tragos espaciados de champa�a de
la copa que ten�a en una mano.



"Mm . . . Esa no es la manera en la que un t�o deber�a
mirar a su sobrina, no?
", dijo el muchacho de repente. Alberto se
sobresalt�, y al girar la cabeza se encontr� con el rostro de Daniel, el novio
de Rita. Era un muchacho apuesto, alto y delgado, de unos 27 a�os, de cabello y
ojos negr�simos.



"Uh!. Mil disculpas", dijo Alberto con una media
sonrisa. "Se que es tu novia y adem�s mi sobrina, pero . . . .".



". . . pero est� para com�rsela" complet� el joven con
una enorme sonrisa.



"Vaya manera de hablar de la que puede ser tu esposa!",
dijo Alberto sonriendo ante el desparpajo del muchacho mientras apagaba la
colilla.



"Bueno, pero es que es la verdad, o no?. Y en cuanto a eso
de esposa . . . Se que tu cu�ado y tu hermana no me tienen mucha simpat�a, y
creo que los horrorizar�a la idea de verme convertido en su yerno. Bah!. La
verdad es que no me importa
", dijo el joven encogi�ndose de hombros. "Me
basta con ser el novio y disfrutar de los beneficios
.".



Alberto volvi� a sonre�r ante el cinismo del joven.



"Y son buenos los "beneficios", no?".



"Y que te parece", respondi� Daniel para agregar casi
de inmediato: "M�rala". Entonces, ambos hombres posaron su vista en la
adolescente, que un poco m�s all� charlaba con un cincuent�n.".�Ves esas
tetas?
", continu� Daniel. "Imagina el placer que da acariciarlas y
mordisquearlas. Y ni hablar de ese co�o de ensue�o; te aseguro que ver y sentir
como se hunde tu rabo en esa raja h�meda es un placer indescriptible. Adem�s,
as� como la vez, tan modosita, tan angelical, es una aut�ntica putilla viciosa;
la mama de maravillas, y tiene una agilidad sorprendente; no sabes con que
habilidad puede cabalgar sobre tu verga.
".



Alberto se movi� inquieto, e inconscientemente llev� su mano
a la entrepierna para acomodar el notorio bulto que se hab�a formado. Daniel lo
mir� de reojo y sonri�.



"No puedes decirme esas cosas as� como as�; eres un guarro",
dijo el t�o de Rita con voz ronca, la respiraci�n levemente agitada. Daniel
volvi� a sonre�r, sac� un atado de cigarrillos de su chaqueta y le ofreci� uno a
Alberto. El hombre acept� la invitaci�n, y mientras encend�a el pitillo con el
encendedor que Daniel ten�a en su mano le oy� decir al joven:



"Bueno, en todo caso, un guarro generoso.".



Alberto clav� su mirada en los ojos de Daniel con un gesto de
interrogaci�n en su varonil rostro.



"�Y eso que significa?", pregunt� con el cigarrillo
apretado entre los labios.



"Significa que a veces, me gusta compartir".



Alberto dej� escapar el humo de la pitada por la nariz, y sus
labios se estiraron en una mueca lasciva.



------



A pocos pasos de all�, ajena a la conversaci�n que la ten�a
como objeto, Rita trataba de deshacerse de un compa�ero de trabajo de su padre
que no cesaba de lisonjearla. El tipo era un baboso y empezaba a fastidiarla,
pero no quer�a ser descort�s. Fue entonces cuando descubri� a su novio en el
otro extremo del recinto y vio la oportunidad de escapar de su acosador. Alz� la
mano como si hiciese una se�a, se disculp� con el insistente sujeto dici�ndole
que el muchacho la llamaba, y despu�s de obsequiarle una sonrisa tan grande como
falsa se dirigi� presurosa hacia donde estaba su novio.



"Ay! Por favor!. Qu� tipo libidinoso!", dijo la
jovencita con un gesto de enfado cuando estuvo junto al muchacho. Despu�s,
d�ndole una suave palmada en el brazo le reclam� con fingido enojo: "Y t�,
que hac�as aqu� mir�ndome en lugar de rescatarme de las garras de ese baboso?
".



"Es que estaba admir�ndote, cari�o. Est�s bell�sima esta
noche
", respondi� Daniel con los ojos azabache brillando excitados.



"�De veras?". Rita sonri� complacida ante el piropo. "�Te
gusta como estoy?
". La mujercita agit� su larga cabellera, y una ola de
intenso perfume los envolvi� a los dos.



El hombre tom� del talle a su novia, y suavemente la arrastr�
hasta el otro lado de la mesa, en donde quedaban un poco ocultos. Luego llev�
sus labios a los de la muchacha, y mientras la estrechaba fuertemente contra s�
le dio un beso de lengua impresionante. Rita not� la abultada prominencia en la
entrepierna de su novio, y dej� escapar un involuntario gemido. Entonces Daniel
la apret� m�s a�n, y comenz� a besarle el cuello alternando con peque�os
mordiscos. Agitada, Rita intent� protestar.



"Quieto, que pueden vernos!":



Pero en lugar de hacerle caso, Daniel comenz� a lamer el
l�bulo de la oreja de la chica, caus�ndole escalofr�os. Muy a su pesar Rita
volvi� a gemir, y recordando las sesiones de sexo con su novio sinti� como una
c�lida humedad comenzaba a mojar sus m�nimas bragas.



"Vamos a tu cuarto!", le susurr� Daniel al o�do.



La muchacha abri� grandes sus preciosos ojos verdes y mir�
sorprendida al hombre.



"Est�s loco!!. Es muy arriesgado!. Hay mucha gente!".



"Por eso mismo, hay tanta gente aqu� que nadie notar�
nuestra ausencia!. Vamos, no seas mala!
", rog� el muchacho. "No me vas a
dejar as� toda la noche, no?
".



El hombre apret� nuevamente a la chica contra su cuerpo,
incrust�ndole el hinchado paquete en el pubis. Rita volvi� a gemir y se mordi�
los labios. Su co�o estaba ardiendo, sus bragas ya estaban completamente
empapadas.



"Anda, vamos!."



"Es que . . . "



"Si te mueres de ganas . . .".



Rita imagin� la dura polla de su novio abri�ndose paso entre
sus labios vaginales, taladr�ndola, llen�ndola, y se estremeci� de gozo. Casi
pod�a sentir el latido del grueso miembro en el momento de la siempre copiosa
corrida, y la sensaci�n tan v�vida casi la hizo jadear.



"Est� bien. Pero s�lo unos minutos!", respondi� la
muchacha mientras su coraz�n galopaba espoleado en parte por el temor y en parte
por la excitaci�n.



"Como digas" dijo sonriendo Daniel. El muchacho le dio
un �ltimo y prolongado beso a su novia, y luego la liber� de la ardiente prisi�n
de sus brazos no sin antes susurrarle: "Te espero all�. No demores.".



Unos minutos despu�s, Rita estaba parada frente a la puerta
de su habitaci�n. Antes de abrir la puerta se cercior� de que nadie la hubiese
seguido, luego entr� r�pidamente y cerr� con llave. El cuarto estaba muy oscuro
y no distingu�a nada, y por eso se sobresalt� cuando una mano le tap� la boca.
Aterrada quiso gritar, pero se tranquiliz� cuando oy� la voz de Daniel diciendo:



"Shh!. No te asustes, soy yo!".



Rita gir� en redondo y rodeando con sus brazos el cuello de
su novio se prendi� a sus labios, quien correspondi� al beso mientras sus palmas
acariciaban la retaguardia de la chica. Luego el hombre comenz� a descender con
su boca por el cuello de la adolescente mientras sus manos le desprend�an uno a
uno los botones de la blusa. Por fin lo senos divinos de la muchacha quedaron al
aire, y entonces Daniel se dedic� a mordisquear suavemente los endurecidos
pezones arranc�ndole grititos de gozo a su novia.



A tientas, mientras gem�a de placer, las delicadas manos de
Rita se posaron sobre la abultad�sima entrepierna de su novio y comenzaron a
abrir la bragueta, con gran dificultad debido a la descomunal erecci�n que ten�a
el joven. Cuando por fin el cierre estuvo bajo la adolescente desliz� el boxer
de Daniel, y una gruesa verga, tiesa y babeante, salt� como impulsada por un
resorte. Rita tom� en sus manos la agarrotada reata y la apret� suavemente,
haciendo gemir roncamente a su due�o. Despu�s se arrodill�, y llevando su boca
al dur�simo miembro comenz� a chupetearlo con aut�ntico deleite.



"S�, mi amor!!".



Daniel jadeaba de placer, y mientras contemplaba como su
novia se afanaba en su tarea comenz� a acariciarle tiernamente la cabeza.



"As�, cari�o, as�!. Es toda para ti!".



La muchacha continuaba succionando �vidamente la verga,
dej�ndola cada vez m�s cubierta de saliva. Su boca carnosa engull�a una y otra
vez la imponente reata hasta el pegue, y cada tanto la manten�a totalmente
alojada en sus fauces hasta sentir el ahogo, haciendo delirar de placer a
Daniel. Parec�a que nada podr�a interrumpir el lujurioso momento, pero de
repente el velador de la mesa de luz se encendi� deslumbrando a los amantes y
una voz dijo:



"Carajo!. De veras que eres buena!".



Rita se puso de pie sobresaltada, mientras con una mano
trataba de taparse el pecho. Unos segundos despu�s, cuando sus ojos se
acostumbraron a la luz, distingui� perfectamente la figura de su t�o Alberto
sentado en la cama, con las piernas separadas y una mano relajada en la
entrepierna.



"T�o!!. Pero �C�mo . . .?!!". Rita mir� a su novio,
quien no parec�a muy sorprendido por la presencia de Alberto en la habitaci�n. "�Qu�
est�s haciendo aqu�?
".



"Pues es sencillo, mi amor. Sucede que tu t�o aprecia tus
encantos tantos como yo
" dijo Daniel. "Por eso, y porque es de la familia
� le da un gustillo morboso a la cosa - me pareci� el tipo ideal para cumplir
esa fantas�a de la que te habl�.
".



"�Qu� . . . qu� fantas�a?!".



"La del tr�o, recuerdas?".



Un rictus de indignaci�n ensombreci� el bonito rostro de
Rita.



"Est�s loco!!", dijo la muchacha encarando a su novio.
"Los dos est�n locos, y quiero que salgan ya de aqu�!!", susurr� con
furia contenida en la voz.



Los ojos de Daniel relampaguearon al escuchar a su novia. Con
un movimiento r�pido la tom� rudamente de un brazo, la hizo girar hasta ponerla
de espaldas y la apret� con fuerza contra su cuerpo.



"No te hagas la mojigata!. Si s� que tambi�n te mor�as de
gusto por hacerlo!
", dijo Daniel al o�do de la chica con voz sibilante. "Ahora
mismo debes estar mojada con s�lo imaginarlo, verdad guarra?!
". No hab�a
terminado de hablar cuando el muchacho desliz� un dedo dentro de las bragas de
su novia y lo introdujo en el depilado co�o, sintiendo la pegajosa humedad de la
cueva.



"Lo ves, perra!", dijo el joven mientras sonre�a
triunfante. "Eres una viciosa!" agreg� mientras le apoyaba su hinchado
paquete entre las nalgas. La muchacha gimi� al sentir el duro bulto en su culo,
e inconscientemente apret� m�s su cuerpo contra el de su novio.



"Puta! M�s que puta!. Te gusta lo que sientas en tu culo,
no?
", dijo Daniel. "Claro que te gusta!", continu� sin aguardar
respuesta. "Y dime", agreg� mientras tomaba con firmeza la barbilla de su
novia oblig�ndola a mirar hacia la cama. "�No te interesa ver que tiene tu
t�o para ofrecerte, eh?. Anda, mira!
".



Daniel alz� la vista y le hizo un gesto a Alberto. El t�o de
Rita sonri�, y con estudiada calma comenz� a desabotonarse la bragueta. Cuando
termin� la faena el hombre introdujo una mano en sus pantalones, y con cierta
dificultad sac� su polla. Era un miembro largo y grueso, m�s grande que el de
Daniel, que estaba completamente empalmado. Numerosas venas surcaban el hinchado
tronco, y en la rojiza cabeza brillaban unas gotas cristalinas.



"Joder, compa�ero!", dijo Daniel lanzando un suave
silbido de admiraci�n. "La Naturaleza s� que fue generosa contigo!".



Rita estaba confundida. Por un lado, sent�a disgusto al haber
ca�do en una sucia trampa planeada nada menos que por su novio. Pero por otro
lado, notaba como su est�mago cosquilleaba al ver a su apuesto t�o (con quien
siempre hab�a fantaseado) sentado al borde de la cama, las piernas abiertas, ese
miembro enorme y tieso empin�ndose lujuriosamente entre ellas . . .



"Vamos, nena. Si se est� haciendo agua la boca", dijo
Daniel mientras le daba un suave empuj�n en la espalda a su novia.



Como una son�mbula, con los ojos puestos en ese falo
agarrotado, Rita camin� lentamente hasta la cama ante la atenta mirada de los
hombres. Cuando lleg� junto al lecho Alberto la tom� de las manos, la hizo
hincar frente a �l, y poni�ndole una mano en la nuca llev� la boca de su sobrina
al encuentro de su latiente verga. La muchachita separ� sus labios, y despu�s de
darle una suave lamida engull� la cabeza y parte del tronco de la imponente
polla. Alberto sonri�, complacido, pero manteniendo la presi�n sobre la nuca le
dijo a la joven:



"Toda, mi chiquita. Toda".



Entonces Rita abri� m�s su boca de mu�eca, y con esfuerzo fue
tragando cent�metro a cent�metro el grueso tronco hasta llegar a la ra�z. Pero
el vergajo era muy grande, y una incipiente arcada la oblig� a sacar el cacharro
que rozaba su garganta. Alberto la dej� hacer, pero al cabo de unos segundos la
jovencita sinti� nuevamente la mano del hombre presionando sobre su nuca,
d�ndole a entender que prosiguiese. Claro que para entonces ella ya estaba
ansiosa por mamar ese miembro de pel�cula, y sin necesidad de gu�a alguna
comenz� a propinarle a Alberto el mismo masaje bucal que momentos antes le hab�a
dado a su novio.



"Eso! S�, as�!. Muy bien, muy bien!!".



Con entusiasmo creciente, Rita se dedic� de lleno a paladear
esa imponente masa de carne. Sus labios sub�an por el m�stil hasta la cabeza
triangular, y se deslizaban hacia abajo hasta la mara�a de vello del pubis. Y
fue en una de esas engullidas a fondo cuando la muchachita sinti� que las manos
de Daniel jalaban y romp�an el el�stico de sus bragas, dej�ndole el co�o al
aire. Sorprendida trat� de liberar su boca para protestar, pero Alberto se lo
impidi� sujet�ndola otra vez la nuca. Despu�s, la adolescente percibi� como un
dedo de su novio se adentraba en su conejo y comenzaba a masajearle con maestr�a
el cl�toris.



"Rel�jate, cari�o!. Y sigue en lo tuyo.".



A ese dedo sigui� otro y luego otro, y pronto su sexo comenz�
a babear ante el ardiente est�mulo del que era objeto. Sinti�ndose al borde del
orgasmo, Rita gem�a mientras le temblaban las piernas. Su vulva lat�a,
enfebrecida, y su boca devoraba casi con desesperaci�n el grueso miembro de su
t�o. Y aunque su entusiasmo denotaba que estaba lejos de querer detenerse, al
cabo de un par de minutos Alberto le sac� la polla de la boca y se recost� sobre
la cama.



"Me dijeron que eres muy buena jineta", dijo entonces
el hombre sonriendo con sorna.



Rita dedic� una mirada cargada de reproches a su novio, pero
como toda respuesta el muchacho le orden� con gesto duro:



"Qu� esperas, cari�o: hazlo.".



Entonces Rita se puso de rodillas sobre la cama, colocando su
co�o justo encima de la feroz lanza de carne de su t�o. Despu�s comenz� a bajar
muy lentamente, hasta que sinti� la cabeza roma rozando sus lubricad�simos
labios vaginales. Se detuvo un instante, pero urgida por las miradas de Alberto
y Daniel continu� bajando, introduciendo poco a poco el grueso tronco en su
c�lida cuevita. Como ya lo hab�a notado mientras la ten�a en la boca, la verga
de su t�o ten�a un tama�o respetable, y por eso la muchachita se mov�a muy
despacio. Pero finalmente, todo el vergajo qued� alojado en el h�medo conejo.



"Muy bien, sobrina. Ahora, cab�lgala!" dijo Alberto
mientras acariciaba los firmes muslos de su sobrina.



Obedeciendo a su t�o, Rita se afirm� en sus rodillas y
comenz� a subir y bajar por la enhiesta polla. Al principio lo hac�a con cierto
disgusto, fastidiada por la actitud autoritaria de los tipos. Pero el vergajo de
su t�o era tan grande (con cada bajada sent�a como si la punta le llegase hasta
la boca del est�mago) que muy pronto el placer la hizo olvidar de todo. La
creciente excitaci�n hizo que los suaves movimientos iniciales se transformaron
en desenfrenadas estocadas, hasta que finalmente el primer orgasmo lleg�
imparable haci�ndola temblar de pies a cabeza, oblig�ndola a morderse los labios
para contener el grito de gozo.



Alberto sinti� como la corrida de su sobrina mojaba por
completo su dur�simo miembro, y �l tambi�n estuvo a punto de correrse. Su
coraz�n galopaba furioso, y su verga lat�a con ganas de lanzar chorros de mecos
a diestra y siniestra.



"Otro como ese, y no prometo que pueda contenerme" le
dijo entonces a Daniel.



El novio de Rita sonri�, y sin decir palabra se acerc� a la
cama. Entonces Alberto tom� de los brazos a su sobrina, reclin�ndola y
haci�ndola recostar sobre su musculoso torso.



"Y ahora, mi amor, vamos a hacerte gozar mucho mucho, ya
lo ver�s. S�lo debes relajarte
".



Mientras Daniel hablaba, Paula sinti� como el muchacho le
acomodaba la cabeza de su polla entre las nalgas. La adolescente comprendi� que
intentaban hacer, y se intranquiliz�.



"No, no, por favor, se los ruego!!. Nunca lo hice!".



"Con m�s raz�n!. Aqu� estamos tu novio y tu t�o para
hacerte probar, cari�o
" respondi� Daniel con sorna.



Rita trat� de zafarse, pero Alberto la ten�a firmemente
sujeta. Gimote� nuevas s�plicas pero fue en vano, porque instantes despu�s
Daniel comenz� a empujar con su verga introduci�ndola en el apretado hoyito.



"No, Dani, no, por favor!!".



Pero no hubo contemplaciones. Lenta pero firmemente, el
ariete de carne de Daniel fue abriendo el virgen orificio y se fue perdiendo en
la oscura gruta, hasta que finalmente los peludos huevos del muchacho se toparon
con las blancas nalgas de su novia. Durante unos instantes el hombre mantuvo una
piadosa inmovilidad, pero luego comenz� el r�tmico mete y saca secundado por
Alberto que hac�a otro tanto en el co�o de la jovencita.



Al principio, Rita no dejaba de quejarse lastimosamente. Pero
al cabo de unos minutos, sus chillidos de dolor se transformaron en agudos y
entrecortados grititos de gozo que generaban conminaciones de silencio por parte
de Daniel.



"��Shh!!. ��No grites como una gata en celo!!. ��Quieres
que nos descubran?!!
".



As� transcurrieron varios minutos intensos, durante los
cuales los tres cuerpos formaron uno solo que se sacud�a y gem�a de placer. La
actividad mantuvo un ritmo desaforado, salvaje, hasta que en un momento dado
Alberto exclam�:



"Ya . . . ya no puedo contenerme!!".



Entonces apret� los dientes, se qued� quieto, y en medio de
un sofocado quejido dej� que su verga descargase andanadas de lefa en el
pringoso chocho de su sobrina, en ese co�o joven que tantas veces hab�a so�ado
hacer suyo. Luego, mientras su miembro a�n lat�a, apret� a su sobrina contra su
pecho y busc� ansioso la boca de la mujercita para devorarla con un beso h�medo.



La copiosa corrida de Alberto; el beso lascivo entre t�o y
sobrina; su propia verga perdi�ndose entre las carnosas nalgas de Rita; todo
esto form� un c�ctel por dem�s excitante para Daniel que termin� por llevarlo al
cl�max. Cuando sinti� las se�ales inequ�vocas de la inminente corrida, el
muchacho jal� de las caderas a su novia penetr�ndola una vez m�s a fondo y
exclam� jadeando: "Aqu� voy yo, mi amor!". Y al instante, en medio de
fuertes espasmos, el moreno derram� la carga ardiente de su leche en el culo de
la muchachita mientras su garganta dejaba escapar un sordo ronquido de placer.



------



Minutos despu�s, Alberto reaparec�a en la enorme tienda. La
reuni�n estaba en su apogeo, y parec�a que nadie hab�a notado las ausencias.



Sediento, el t�o de Rita tom� una copa de champa�a que le
ofreci� un mozo y comenz� a beber el dorado l�quido. Miraba sin ver porque en su
cabeza desfilaban las t�rridas escenas de la reciente vivencia que hac�an latir
su entrepierna, hasta que de repente una voz joven y masculina lo sac� de su
abstracci�n.



"Menuda fiesta, no?", le coment� un desconocido
muchachito mientras tomaba por asalto un plato de canap�s.



Justo en ese momento, Alberto descubri� a su preciosa sobrina
entrando por el otro extremo de la estancia. Entonces una amplia sonrisa
bailote� en sus labios, y respondi� con voz ronca:



"Vaya que s�. De las mejores que he tenido.".




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Relato: Compartiendo a Rita
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