Relato: Con el cura de mi pueblo



Relato: Con el cura de mi pueblo

Con el cura de mi pueblo


(mi despertar sexual a los 12 a�os)



Hola, mi nombre es Patsy, y quiero relatarles algo sobre mi
despertar sexual.



Yo comenc� a ser una putita morbosa a los 12 a�os de edad,
actualmente tengo treinta a�os y sigo siendo muy puta, aunque claro que mucho
mas experimentada que cuando comenc�, y no me arrepiento de nada de lo que he
hecho en mi vida, si acaso de lo �nico que me arrepentir�a yo, seria de no haber
comenzado a ser puta mas joven, desde los cuatro o cinco a�os de edad o desde
que tuve uso de raz�n, estoy segura de que eso hubiera sido fabuloso y la m�ximo
para mi. Quiz�s algunas personas piensen que estoy loca o que estoy exagerando,
y quiz�s tengan raz�n, pero no pueden imaginar lo que siempre he sentido yo al
tener sexo.



Soy abierta y declaradamente bisexual, podr�a decir que
siento igual de gozo al tener relaciones con un hombre o con una mujer, pero la
verdad es que al final, la balanza de mi preferencia se inclina siempre un poco
m�s hacia los hombres, pero nunca he despreciado alg�n hermoso cuerpo de mujer.



Les contare como empez� mi vida de puta.



Yo soy hija �nica y mis padres ya eran bastante grandes
cuando me tuvieron, a veces inclusive he llegado a pensar que no soy hija de
ellos, que quiz�s me recogieron o me recibieron cuando yo era una bebe. En fin,
que yo como hija �nica, crec� muy consentida pero dentro de un ambiente de
disciplina y de oscurantismo familiar respecto al mundo. En la casa nunca se
habl� de sexo (aunque si se practicaba continuamente por mis padres y yo tuve
muchas ocasiones de verlos, a escondidas por supuesto) por lo menos delante de
mi, y fui enviada a una escuela de monjas a estudiar la primaria y la
secundaria, era una escuela de monjas, pero yo no era monja ni pretend�a serlo,
o sea que no estaba yo recluida, pero pr�cticamente era como si lo estuviera,
pues asist�a yo de lunes a s�bado y de las 8 de la ma�ana a las 8 de la noche. Y
en esa escuela tuvo lugar mi despertar sexual, y con un sacerdote, un sacerdote
gordo, chaparro, prieto y feo, pero que por varios a�os supo hacer conmigo todo
lo que quiso y que me despert� al mundo delirante de los placeres sexuales sin
limite, y eso se lo agradecer� durante toda mi vida.



Resulta que todos los s�bados iba a esa escuela a confesarnos
el cura del pueblo, se llamaba Manuel, el padre Manuel, y era conocido en todo
el pueblo por su bondad, por su caridad y por su tolerancia, no era un padre
impositivo y castigador como hay muchos en las iglesias pueblerinas. En fin, que
el padre Manuel nos confesaba a todas las ni�as en un aparentemente claro af�n
por perder el tiempo, pues que pecados puede tener una peque�a de doce a�os que
vive semirecluida en un internado para ni�as, eso era lo que pensaba yo hasta
que comet� un pecado que si tenia yo que confesar, y hasta que conoc� a fondo al
padre Manuel, pues entonces me di cuenta de que el no perd�a su tiempo en
absoluto cuando confesaba a las ni�as.



Resulta que en esa escuela hab�a otra ni�a de mi edad que se
llamaba Rosita. Esta ni�a y yo nos hab�amos vuelto muy amigas en la escuela, y
casi sin querer las dos hab�amos descubierto que cuando nos toc�bamos la una a
la otra en cualquier parte del cuerpo, sent�amos muy rico. Todo empez� con
peque�as y leves caricias en las manos, en los brazos, en la cara y con alg�n
besito en las mejillas o en la boca de vez en cuando, pero con el paso de las
semanas nos fuimos tocando otras partes del cuerpo hasta que llego el momento en
que nos escond�amos en alg�n cobertizo de la escuela para semidesnudarnos y
tocarnos la panochita y el culito la una a la otra.



Era como pajearnos mutuamente, pero claro que nosotras a esa
edad y con la ignorancia total del sexo, no sab�amos en absoluto lo que era una
paja, lo �nico que sab�amos en ese momento era que sent�amos rico, las dos
sent�amos rico, tanto la que hacia la caricia como la que la recib�a, y de las
caricias manuales y por puro instinto pasamos a las caricias orales, ay, solo de
recordar esos tiempos ya me estoy calentando, recordar la peque�a e inexperta
boca de Rosita en mi panochita o en mi culito, bes�ndolo y lami�ndolo con su
peque�a y suave leng�ita, mi culo se estremece de pensar en aquello, y claro que
tambi�n me gustaba mucho cuando era yo la que le chupaba su lampi�a y cerrada
panochita, tenia que abr�rsela con los dedos para tratar de meter mi lengua lo
mas que se pod�a, y que puedo decir de su culito, hasta la fecha es el culito de
mujer mas rico que he probado.



En fin, que en una de esas sucedi� lo que tenia que suceder,
una de las monjas (la mas vieja de todas) nos sorprendi� cuando mas metidas
est�bamos en un rico 69, pues aunque les parezca raro, Rosita y yo ya hab�amos
descubierto que en esa posici�n pod�amos dar y recibir placer las dos al mismo
tiempo. Bueno pues nos descubri� esta monja y puso el grito en el cielo y dijo
que mandar�a llamar a nuestros padres para decirles lo que hab�a visto, nosotras
lloramos y le pedimos que nos perdonara jur�ndole que era la primera vez que lo
hac�amos y que nunca lo volver�amos a hacer, pero ella se mostr� inflexible al
principio pero al final decidi� que la �nica forma de que no llamara a nuestros
padre para contarles todo, seria que nos confes�ramos con el padre Manuel y que
el nos diera la penitencia y la absoluci�n, pero nos advirti� muy claramente que
si el padre Manuel no nos absolv�a de nuestro pecado, entonces ella tendr�a que
actuar dici�ndole todo a nuestros padres.





Nosotras naturalmente que estuvimos de acuerdo pues era una
posible salvaci�n a los problemas que se nos vendr�an, y esperamos al s�bado
para confesarnos con el padre Manuel.



Claro que el tiempo que transcurri� para llegar al s�bado fue
un martirio, pues no sab�amos como tendr�amos que decirle al padre lo que
hab�amos hecho, y mas que tendr�amos que confesarnos cada una por su lado.



Pero llego el s�bado y la monja nos aviso que el padre Manuel
me confesar�a a m� por la ma�ana y a Rosita por la tarde, y quede citada para
confesarme a las diez de la ma�ana.



Yo ya conoc�a al padre Manuel y sabia que no era un cura
exigente ni enojon, as� que trate de pensar que no tendr�a problemas para que me
perdonara, mi mayor problema era como iba yo a explicarle lo que hacia con
rosita, y aunque tambi�n el ya me conoc�a pues me hab�a confesado en varias
ocasiones anteriores, en realidad nunca se hab�a fijado demasiado en mi.



Llegue hasta el confesionario y vi. Cuando entro en �l el
padre Manuel.





A ver hija, dime tus pecados �dijo el padre Manuel con su
voz grave de autoridad eclesi�stica.


Pues� es que no se como decirlos padrecito.


Solamente dime lo que has hecho de malo.


Es� que� he cometido algunos pecados con mi amiga Rosita.


�Has cometido pecados con tu amiga, y que clase de
pecados se pueden cometer con una amiga, expl�camelos detalladamente por
favor?


Es que� no se como explic�rselos padrecito�me cuesta
mucho trabajo.


Ya veo �contesto el padre Manuel- creo que a ti te tendr�
que confesar en la sacrist�a para ayudarte a que me cuentes todos tus
pecados, te espero en diez minutos en la sacrist�a.


Si padrecito �fue lo �nico que se me ocurri� contestar.





Yo ya hab�a visto que a otras ni�as las confesaban en la
sacrist�a y nunca se me ocurri� preguntarme el porque de eso, lo �nico que
pensaba yo era que las llevaban ah� para ponerles alguna penitencia especial por
lo grande de sus pecados. Pero en fin que a los diez minutos ya estaba yo en la
sacrist�a con el padre Manuel, vi que cerro la puerta por dentro y despu�s se
sent� en una de esas sillas enormes que se parecen a la silla que utiliza el rey
en algunas pel�culas.



Ya he dicho que el padre Manuel era un hombre bondadoso por
lo que no tenia miedo de el y si me sent� un poco mas en confianza el
encontrarnos solos, el puso la mejor cara de buena gente que tenia y me pidi�
que me acercara, yo me acerque hasta situarme en medio de sus cortas piernas que
las tenia extendidas, y me dijo:





A ver muchachita, dime cuales son los pecados que
cometiste con tu amiga.


Pues� nos toc�bamos y nos bes�bamos Padre �le conteste
toda nerviosa y con las manos entrelazadas a mi espalda.


Se tocaban y se besaban, �y en que parte del cuerpo se
besaban?


En� en algunas� partes, pero principalmente en la mejilla
y en la boca.


As� que en algunas partes, pues bien muchachita �dijo el
padre Manuel tomando mis manitas con sus gordezuelas manos- como yo no
conozco de esas cosas, vas a tener que mostrarme pr�cticamente como y en
donde se besaban.


No� no entiendo lo que quiere decirme Padrecito.


Lo que digo es que me muestres f�sicamente en que parte
del cuerpo se besaban �me dijo el cura poniendo su mejor rostro de bondad
como para darme confianza.


Es que� me da pena Padrecito.


�Vaya con esta ni�a pecadora! No le da pena besarse con
su amiguita, pero si le da pena mostrarle a su confesor en donde se besaban,
no lo estas haciendo bien peque�a, y si no te avienes a lo que yo te digo,
voy a tener que castigarte y adem�s le avisare de tu falta a tus padres,
�entendiste?


Si Padrecito �le conteste toda acongojada y temiendo por
mi futuro, pues sabia que si mis padres se enteraban del asunto yo iba a
pasarla muy mal, de manera que poni�ndome las dos manos en los pechos le
dije al padre- aqu� era uno de los lugares en donde me besaba Rosita.


�En donde? �pregunto el cura fingiendo inocencia- yo no
entiendo as�, necesitas quitarte la blusa y mostrarme exactamente en donde.





Aqu� debo decir que a pesar de tener yo en aquel entonces
solamente doce a�os, ya en mi cuerpo se empezaban a delinear las curvas que
posteriormente y con el paso de los a�os se volver�an tan marcadas y tan
espectaculares. Mis chichitas ya comenzaban a sobresalir con dureza hacia el
frente y mis pezones ya se paraban con cualquier tipo de excitaci�n, mi piel era
blanca y lisa, y mis nalguitas ya se hab�an convertido en dos peque�as
protuberancias que se notaban bajo mis faldas sin que yo pudiera evitarlo.



En ese momento no sabia yo que hacer pues no me esperaba esa
orden del cura, pero por sobre todo estaba el miedo a que mis padres se
enteraran de mis juegos con Rosita, de manera que decid� obedecer sin ver aun
las verdaderas intenciones del cura, me desabroche la blusa y me la quite
quedando desnuda de la cintura para arriba pues no tra�a yo nada debajo de la
blusa. Me toque los pezones con los dedos y le dije al sacerdote:





Aqu� es donde me besaba Rosita.





En ese momento justo me pareci� descubrir una nueva faceta en
la personalidad del cura tranquilo y bonach�n que yo conoc�a, y tambi�n me
pareci� descubrir sus verdaderas intenciones ya que los ojos se le entrecerraron
y se le dibujo en los labios una sonrisa que yo nunca le hab�a visto.







Muy bien �dijo el cura con la voz un poco rasposa- ahora
mu�strame en donde mas te besaba tu amiga.


Pues� era por ac� abajo �le conteste ruboriz�ndome y
bajando los ojos.


�Pues quitate la ropa y mu�strame donde!, no me hagas
desesperar peque�a pecadora porque te puedo castigar.


Si padrecito �le conteste a la vez que comenzaba a
quitarme la falda y despu�s los calzoncitos hasta quedar totalmente desnuda
con excepci�n de mis zapatos y mis tobilleras.





Yo pens� que me iba a morir de verg�enza al quedar encuerada
frente al cura, pero con gran sorpresa de mi parte me di cuenta que lo que
sent�a yo en esos momentos no era verg�enza, era gusto, era calentura, era
curiosidad, era morbo. Se trataba de la primera vez que estaba yo desnuda frente
a un hombre, un sacerdote, y vi en los ojos de ese cura la lujuria y el deseo
sexual, aunque claro que debido a mi corta edad no pude identificar de inmediato
esos deseos, pero si vi que sus ojos brillaban de una manera diferente al verme
encuerada a menos de medio metro de el.





Se��lame en donde te besaba tu amiga �me ordeno el cura
con una voz ya definitivamente ronca.


Era aqu� �conteste yo toc�ndome mi panochita totalmente
lampi�a.


Que bien, �y en donde mas?


Tambi�n era aqu� �le dije d�ndome la vuelta y empin�ndome
un poco para tocarme mi culito.


De acuerdo, -dijo el cura suavizando la voz- creo que hay
una manera de que obtengas el perd�n divino y de que guarde yo silencio ante
tus padres, pero deber� yo purificar personalmente los lugares en que se
poso la pecadora boca de tu amiguita.





Y al decir esto, el padre Manuel me tom� de las manos y me
atrajo hacia el hasta que su cara quedo a dos o tres cent�metros de la m�a
mientras que con sus enormes manos me tomo de la cintura, y fue tambi�n en esos
momentos cuando note la enorme protuberancia que el cura tenia entre sus
piernas, pero no le di importancia en ese momento. Y entonces me dijo acercando
aun mas su boca a la m�a que aunque yo trate de esquivar volteando la cara el me
oblig� o volver a verlo de frente.





La �nica manera de perdonarte es que yo con mi boca de
santo limpie de tu cuerpo todo el pecado que te dejo esa peque�a pecadora, y
de esta forma podr�s ser absuelta de tus pecados y se te devolver� tu
inocencia, �estas de acuerdo con esto?


Si Padrecito �fue lo �nico que pude contestar a la
insidiosa proposici�n del cura.


Pero te advierto que para que esto funcione deber� haber
de tu parte una total obediencia a todo lo que te diga y una total docilidad
para dejar que yo haga en tu cuerpo todo lo que yo considere necesario para
librarte de tus pecados �crees que podr�s hacerlo?


Si padrecito �le conteste con firmeza casi bebi�ndome su
aliento pues sus labios al hablar ya estaban casi pegados a los m�os.





Ya he comentado que el padre Manuel era un tipo como de unos
cuarenta a�os, gordo, prieto, chaparro y feo, pero nada de esto me importo, pues
el era para mi una autoridad y yo si pensaba en esos momentos que en realidad el
iba a quitarme los pecados de mi cuerpo. Dulce inocencia de la ni�ez, pues la
realidad es que no me quito mis pecados y si me desvirgo por todos mis agujeros,
inclusive hasta muchos a�os despu�s y ya estando casada, siempre que pod�a iba
con el padre Manuel para que me diera una buena raci�n de verga.



Claro que no me desvirgo esa ma�ana pues yo estaba muy ni�a,
pero si logro que con el tiempo me volviera yo adicta a el y a su enorme verga,
y el se volviera adicto a mi y a mi juvenil cuerpo.



En fin que en esos momentos el cura comenz� a besarme
suavemente y casi sin abrir la boca, solamente paseaba sus labios por los m�os
mientras que con sus enormes y toscas manos me acariciaba la espalda, la cintura
y las nalgas. Luego paso su boca por toda mi carita, por mi frente, por mis
mejillas y por mi nariz, para bajar luego por mi cuello y para volver nuevamente
a mi boca pero ahora sacando su lengua y mordi�ndome levemente mis labios.



Yo me sent�a extra�amente caliente, experimentando un placer
nuevo y muy agradable que me recorr�a todo mi peque�o cuerpecito, esto era
distinto que sentir los inexpertos labios de rosita en mi boca y en mi cara, los
gruesos labios del cura ten�an otra cosa distinta, era como si estuvieran
cargados de electricidad, de una corriente que me hacia estremecer, por lo que
de manera inconsciente y sin pensarlo, me vi. de momento abrazando al gordo cura
y acarici�ndole la cara y los cabellos mientras el segu�a manoseando mis nalgas
y mi espalda.



Y en ese momento volv� a sentir la enorme protuberancia que
tenia el cura entre las piernas, solo que ahora la sent� mucho mas real pues no
supe ni en que momento el cura se hab�a levantado la sotana y no llevaba ninguna
otra prenda debajo, por lo que la desnuda vergota del sacerdote se pegaba
descaradamente contra mi pubis y contra mi pancita, yo aun no se la hab�a visto,
pero si la sent�a pegada contra mi peque�o cuerpo, y quiz�s con un poco de miedo
baje la mirada y la vi, era enorme.



Y no es que nunca hubiera visto yo una verga, pues yo ya
hab�a visto la de mi papa. En muchas ocasiones y desde hacia varios a�os yo
hab�a espiado a mi papa cuando se cogia a mi mama, hab�a visto cuando le met�a
la verga en su panocha y en su culito y tambi�n hab�a visto cuando mi mama le
chupaba la verga hasta hacerlo venirse en su boca, y naturalmente que todo eso
siempre me hab�a calentado casi hasta desmayarme, mi naturaleza de puta caliente
siempre se hab�a alimentado con las escenas de mis padres cogiendo.



Total que as� estuvimos durante un poco mas de 10 minutos con
el cura bes�ndome por toda la cara y ya meti�ndome descaradamente su lengua en
mi boquita y pidi�ndome tambi�n que yo sacara mi lengua para que el me la
chupara y despu�s poder hacerle a el lo mismo y chuparle su lengua. Y todo eso
me estaba gustando, me gustaba chuparle su lengua y sentir las caricias y
manoseos de sus gordezuelas manos por todo mi juvenil cuerpo.



Cuando el noto que yo ve�a su enorme vergota con asombro y
quiz�s con admiraci�n, me separo un poco de el y me dijo:





No tengas miedo peque�a Patsy, este va a ser el
instrumento que te va a servir para que hagas tu penitencia y pueda yo
absolverte de tus pecados, ahora que ya he limpiado tu boca con la m�a,
deber�s hacer tu penitencia antes de que proceda yo a limpiar las otras
partes de tu cuerpo, toca el instrumento con tus manitas.





Yo estaba con una curiosidad febril en extremo, varias veces
hab�a pensado en tocar el pito de mi papa cuando este dorm�a, pero nunca tuve el
valor de hacerlo, y ahora se me presentaba esta otra oportunidad con una verga
todav�a mas grande que la de mi papa. Toque suavemente el pitote del cura con
mis dos manos y sent� un escalofri� de gozo en todo mi cuerpo.





�Y que es lo que debo hacer de penitencia padrecito? Pues
yo nunca he usado un instrumento como este para expiar mis pecados.


�dulce e inocente peque�a! No te preocupes, yo te
ilustrare en la forma como debes de hacer tu penitencia, t� solamente sigue
mis instrucciones. Por lo pronto hincate frente a mi y mueve el palo (que
as� lo llamaremos entre nosotros) con tus dos manitas hacia arriba y hacia
abajo.





Yo escuche las ordenes del cura y aunque dude por un momento,
de inmediato record� que le hab�a jurado obediencia y docilidad para poder ser
perdonada, por lo que me hinque ante el e hice lo que me ordeno movi�ndole su
enorme pitote con mis dos manitas.





Muy bien peque�a, ahora acaricia las dos bolitas que
est�n bajo el palo.







Yo de inmediato le acaricie sus dos enormes huevotes que
colgaban majestuosos bajo la gran verga. Para esos momentos ya nadaba yo en un
mar de placeres desconocidos pero hermosos. Y as� segu� sobando sus huevos y
moviendo su palo por m�s de media hora. Aqu� debo decir que el padre Manuel era
un hombre que sabia controlar muy bien sus placeres y no se abalanzaba como un
perro sobre su victima, sino que iba midiendo el placer de ambos para tratar de
llegar juntos al cenit, claro que como en ese entonces yo era solamente una
ni�a, era muy dif�cil medir mi placer.





Ahora mi ni�a �me dijo el padre Manuel- debes lamer todo
el palo y sus bolitas como si se tratara de una paleta de dulce, no debes
dejar ni un solo mil�metro sin lamer con tu dulce leng�ita, y no pararas de
hacerlo hasta que yo te diga.





Y naturalmente que lo hice, le lam� toda su vergota durante
mas de una hora, hasta que recib� la siguiente instrucci�n que era la que en
realidad mi mente y mi cuerpo deseaban, chupar la verga como hab�a visto que mi
mama lo hacia con el pito de mi papa.





Ahora para acabar con esta sesi�n de penitencia, deber�s
chupar con tu linda boquita las bolitas y la cabeza del palo, primero te
meter�s una bolita en la boca y la chuparas por un rato, luego te meter�s la
otra bolita y har�s lo mismo, y despu�s te meter�s la cabeza del palo para
que lo chupes, y finalmente a una se�al m�a, te meter�s lo mas que quepa del
palo en tu boca y yo descargare mi leche la cual tendr�s que tom�rtela toda,
�entendiste?


Si padrecito -le conteste- lo �nico que no entend� fue lo
de la leche, �Cu�l es la leche que me tendr� que tomar?


Peque�a inocente, mira mi amorcito, debido a la fricci�n
de tu boquita con el palo, este va a lanzar algunos chorritos de leche por
el orificio que puedes ver al frente, esta leche va a servir para que te
purifiques tambi�n por dentro �ya esta mas claro?


Si padrecito.


Entonces sigue con tu penitencia.





Yo me met� uno de los huevotes del cura en la boca y estaba
tan grande que casi no me cab�a, luego me met� el otro, y por ultimo me met� la
punta de la vergota en mi boquita, y digo que me met� la punta porque esto era
lo �nico que me cab�a del enorme pitote. Y as� seguimos por otra hora, hasta que
el sacerdote me hizo una se�al con la mano y empujo su verga mas adentro de mi
boca y comenz� a lanzar grandes chorros de leche, el hab�a dicho que lanzar�a
chorritos pero eran verdaderos borbotones, tuve que hacer un esfuerzo para
retirar un poco el pito y poder tragarme los mas que pod�a para no ahogarme,
pero aun as� mucha de la lecha cayo en mi barbilla y en mi pecho, hasta que el
cura termino de venirse y retiro su gran verga de mi boca.





Perd�neme padrecito �le dijo confundida- pero es que no
pude tomarme toda su lechita, es que era mucha.


No te preocupes peque�a, ahora solo limpia con tu
leng�ita y tomate la leche que quedo en el palo.





Proced� a limpiarle su vergota con la lengua y a limpiarme yo
con las manos la cara y el pecho para beberme la leche desperdiciada. Y cuando
termine, me pare junto a el que hab�a quedado con una enorme cara de
satisfacci�n, y acerc�ndome para besarle en la boca, le dije:





�Y ahora va a limpiar de pecado las otras partes de mi
cuerpo con su boca santa padrecito?


No mi ni�a, por ahora no. Claro que voy a limpiarte todo
tu cuerpo con mi boca, pero lo haremos poco a poco porque no es tan f�cil
sacar de tu cuerpo ese tipo de pecados, te espero aqu� mismo para el pr�ximo
mi�rcoles por la ma�ana, y recuerda que nadie debe de enterarse de esto, ni
siquiera tus padres ni ninguna de tus amigas, pues esto ser� un secreto de
confesi�n y si tu se lo cuentas a alguien, de inmediato te condenaras y te
iras al infierno cuando mueras.


No se preocupe padrecito �le conteste sin dejar de
besarlo en la boca- no se lo contare a nadie y aqu� estar� el pr�ximo
mi�rcoles para que siga usted con mi penitencia.




Y as� termino ese primer despertar sexual que me dejo todo
el cuerpo caliente y alimento mi alma de puta, y desde entonces no puedo vivir
si no tengo una verga cerca para chuparla o met�rmela en el culo cuando se me
apetezca.



Claro que posteriormente el cura me "limpio" de pecado todo
mi cuerpo por fuera y por dentro, pero esto quiz�s lo cuente mas adelante.



Dicen que "ni�ez es destino" y yo si lo creo, pues mi ni�ez
y mi adolescencia fue un aprendizaje de toda clase de puterias, primero viendo
como mi papa se clavaba a mi mama en decenas de posiciones distintas y luego
dej�ndome llevar por la calentura y el morbo del padre Manuel, a la vez que
continuaba mis clases de lesbianismo con Rosita, pues el cura finalmente y
despu�s de parcharnos a las dos, nos dio permiso de seguir con nuestros juegos
lesbicos.





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Relato: Con el cura de mi pueblo
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