Relato: Dora, despu�s de 15 a�os Esta historia realmente comienza hace 15 a�os, yo ten�a
entonces 20 y reci�n entraba a trabajar en una compa��a Alemana con sucursal en
M�xico, D.F. en donde radico. En ese entonces hab�a una secretaria de muy buen
ver, que acababa de enviudar hac�a apenas unos d�as antes. Sin querer surgi�
entre nosotros una relaci�n laboral y amistosa sumamente agradable. Mi
experiencia con las mujeres en ese entonces era m�s bien escasa. Yo ten�a una
novia con la que llevaba ya 6 a�os y ambos acab�bamos pr�cticamente de perder la
virginidad. Mi relaci�n laboral con esta secretaria, a la cual prefiero llamar
Dora, pas� a ser una relaci�n de oculto deseo de mi parte. Perm�tanme
describirla en �ste momento del relato. Ella es de estatura media, con una cara
no muy bonita, pero una sonrisa y una boca m�s bien carnosa y pintada siempre de
rojo. Unos senos no muy grandes, pero tampoco escasos. Lo que llamaba por mucho
la atenci�n de las miradas eran sus piernas. �Qu� piernas! Las piernas m�s
hermosas que he admirado y acariciado han sido las de �sta dama. Y ella lo sab�a
muy bien. Era poseedora de la m�s variada colecci�n de minifaldas, sin mencionar
las zapatillas que, magistralmente, siempre combinaba con ellas. Debo aclarar
que mi fetiche siempre han sido las piernas, en especial si �stas van vestidas
con un invitante liguero. Las zapatillas, por supuesto, forman parte de �ste
atuendo m�gico. Mientras m�s puntiagudo el tac�n, mejor.
La relaci�n en ese entonces, por mi falta de decisi�n, no
pas� a ser m�s que una sincera relaci�n de amistad, a�n cuando yo captaba cierta
coqueter�a de ella hacia m�, pero, como he dicho, mi falta de experiencia en el
arte de la seducci�n hizo imposible un acercamiento m�s f�sico. Tan s�lo unos
meses dur� mi contrato laboral en esa empresa, lo mismo que mi amistad con Dora.
Nos despedimos con la promesa de seguirnos viendo y por un tiempo as� fue, pero
a la larga dejamos de llamarnos y perdimos el contacto.
15 a�os despu�s, y por una de esas maravillosas coincidencias
de la vida, iba yo en el metro de la ciudad de M�xico, cuando al tomar una de
las salidas vi de lejos y de espaldas un par de piernas enfundadas en una
minifalda que me dejaron fr�o. Mi primera reacci�n fue acelerar el paso para ver
de cerca a la portadora. Cu�l no ser�a mi asombro que, estando ya al lado de
ellas, se me hizo evidente que yo conoc�a a la due�a. Tard� unos segundos en
ubicarla, y, de inmediato, me acerqu� a ella con la intenci�n de cerciorarme de
mi suerte. Ella, al notar mi presencia, se turba un poco, y antes de que pudiera
reaccionar, le digo "A que te llamas Dora". Ella voltea de lleno la cara y con
una sonrisa de no olvidar me responde "A que t� te llamas Karlos". Los abrazos y
las risas no se hicieron esperar, y despu�s de un corto tiempo ya iba
acompa��ndola a su casa. Me sorprendi� mucho saber que se acababa de divorciar y
que estaba viviendo con su madre y con sus dos hijos. Intercambiamos tel�fonos y
quedamos de vernos el Viernes siguiente.
El d�a acordado llegu� por ella a su trabajo, rogando a todos
los dioses que llevara puesta una de sus minifaldas, ya que yo iba con toda la
intenci�n de seducir a esa mujer que hab�a ocasionado muchas de mis fantas�as
sexuales y por la que hab�a derramado litros de semen masturb�ndome.
La hora lleg� y ella apareci�. Ah� estaba vestida de una
manera que jam�s olvidar�. Minifalda a media pierna, medias negras, tacones de
aguja, una gabardina y una blusa que apenas dejaba apreciar un pronunciado
escote de malla negra.
Con una alegr�a que no nos cab�a en el rostro, nos saludamos
efusivamente, y, sin querer (o tal vez ella queriendo) roz� sus labios con los
m�os al tratar de saludarnos con un beso en la mejilla. Mi excitaci�n se dispar�
de inmediato, pero me logr� controlar y le invit� a un bar cercano donde hab�a
mucha intimidad y sab�a que las bebidas eran servidas con una buena cantidad de
licor. Al llegar pedimos las bebidas, y me complaci� que ella pidiera tequila.
Pasaron las horas y los tequilas, conversando, cont�ndonos todo, y trat�ndonos
como si nunca nos hubi�ramos dejado de ver. A cada trago yo me volv�a m�s loco
con el espect�culo que eran sus piernas y su minifalda subida hasta casi el
inicio del pubis. Aprovechaba cada ida de ella al ba�o para admirar su trasero y
ver c�mo se contoneaba para m�, y, de cuando en cuando, se volteaba hacia m� y
me lanzaba una sonrisa que me pon�a a mil.
Al tiempo, y ya bastante bebidos, aprovech� una canci�n
balada para pedirle la pieza en baile. Ella acept� de inmediato y nos pusimos a
bailar de una manera por dem�s er�tica de principio a fin. No hab�amos empezado
el baile cuando su mirada me lo dijo todo. No dud� un instante y le plant� un
beso en esa boca con la que hab�a so�ado hac�a tanto tiempo. Tal parece que ella
hubiera estado esperando lo mismo y nos fundimos en un beso tan er�tico como
extenso. Yo le met�a la lengua hasta el fondo y ella aprovechaba para
succionarla con la experiencia que dan los a�os, ya que ella es tres a�os mayor
que yo. Yo chupaba la suya, y cada que pod�a, le rozaba sus labios con mi lengua
con un movimiento circular que tal parece la volv�a loca. Toda la pieza
estuvimos en esta danza er�tica, y, como es de suponerse, mi verga estaba a mil.
Ella la sent�a y cada que le rozaba los labios con mi lengua ella se pegaba a
m�, sintiendo el rigor de mi miembro, cada vez m�s duro, y con la firme
intenci�n de salir del pantal�n a la primera oportunidad. Antes de terminar la
pieza, ella se atrevi� y apret� mi miembro son su mano en un par de ocasiones.
La pieza termin� y pasamos a sentarnos, s�lo para pedir la cuenta y salir
disparados al primer hotel que se encontrara de paso. En el trayecto no dej� de
acariciar mi verga y de agacharse y restreg�rsela en su cara, sin sacarla del
pantal�n, repiti�ndome de vez en vez que me tra�a ganas desde hace mucho tiempo
y que esa noche ser�a inolvidable para los dos.
Lo primero que se atraves� fue un motel. Entramos con el auto
y yo me dediqu� a pagar, mientras ella se bajaba del auto. Me mostr� sus piernas
abiertas y pude apreciar que sus medias llegaban hasta el final del muslo. Me
volv� loco de excitaci�n. No era un liguero, pero era lo m�s cercano a �l. Al
terminar de pagar me volv� hacia ella, que sub�a las escaleras para alcanzar la
habitaci�n, y alcanc� a ver otra vez desde abajo esas piernas y ese culo que iba
a ser m�o en unos minutos m�s.
Entramos a la habitaci�n y ella entr� de inmediato al ba�o.
Me dijo que se iba a maquillar un poco. La espera era imposible, pero cuando
sali� del ba�o, tra�a el mejor maquillaje que yo recuerde. Los labios rojos y
delineados. Los ojos pintados de una ex�tica forma. Se sent� en la cama de
inmediato. Me acerqu� y ella me atrajo hacia su cara y empez� a hacer lo mismo
que en el auto. Se restregaba su cara con mi verga sin sacarla del pantal�n, sin
haber bajado el cierre si quiera. Se restregaba y me daba peque�as mordidas en
el glande, mientras lo acariciaba con sus dos manos. El panorama era alucinante.
Yo no dejaba de ver sus piernas. Ella repet�a una y otra vez que me iba a coger
como nunca nadie lo hab�a hecho, y que ten�a a�os esperando la oportunidad.
En el momento, ella me dice "Te voy a hacer algo que me gusta
hacerle a los hombres" y desenvain� mi verga, que para ese momento estaba en su
m�ximo y sin m�s ni m�s la meti� en su boca y comenz� a proporcionarme la mejor
mamada de mi vida. La chupaba como nadie. Con su mano derecha me masturbaba
mientras con su lengua hac�a mil y un movimientos que me volv�an loco. Ella me
repet�a una y otra vez que me iba a sacar toda la leche y se la iba a tomar,
porque hac�a varios meses que su lechero la hab�a dejado sin surtirla, y que
ella acostumbraba a desayunar y cenar lechita caliente, directamente del vaso.
Despu�s de unos minutos, no pude m�s y un torrente de semen se abalanz� hacia
fuera. De veras que se lo tom� todo, no dej� ni una gota.
"Ahora es mi turno", le dije, y sin m�s la levant� de la cama
y la puse contra la pared, ambos de pie. Le levant� los brazos y me pegu� a ella
por la espalda, bes�ndole el cuello y la boca y agarrando con una mano sus se�os
y con la otra sus nalgas. Le desaboton� la blusa y la retir�. Met� mis dos manos
entre su brasier y comenc� a masajearle las tetas, presion�ndole los pezones
entre mis dedos, mientras el resto de mis manos presionaba el resto de sus tetas
y mi boca besaba su espalda. Fui bajando entre besos a sus piernas. All�
estaban. Wow. Que cosa m�s hermosa. Con cuidado de no bajar quitar su minifalda,
la sub� hasta la cintura, mientras ve�a las medias y la tanga brasile�a que
llevaba puesta. Comenc� a lamerle las nalgas. A besarlas, mientras con mis manos
acariciaba sus piernas y su cl�toris sobre el calz�n. Ella gem�a como loca. Y me
dec�a "As� papi, as�, no pares, as� papi". As� que no par�. Con la boca hice a
un lado su calz�n y comenc� a introducir mi lengua entre sus nalgas. Ella brinc�
un poco, pero enseguida se apart� levemente de la pared, lo suficiente para
ponerse en una posici�n de semi-perrito para que yo pudiera entrar con toda la
lengua a lo m�s profundo de su culo. Yo lam�a ahora el centro de su culo. Ella
gritaba, yo con la otra mano met�a un dedo en su vagina y con la otra acariciaba
sus piernas. Fue cuando tuvo su primer orgasmo de la noche.
Ya para entonces mi verga estaba otra vez en su m�ximo. Se
volte� y se despoj� de sus calzones. Se fue directo a la cama y se puso en
posici�n de perrito, todav�a con las zapatillas puestas, que a mi petici�n nunca
se quit�. Mov�a el culo y me dec�a que la cogiera como a una puta. Que le
hablara como se le habla a una puta, ya que su marido nunca lo hab�a querido
hacer y era una fantas�a que ella siempre hab�a tenido. As� que me quit� el
resto de la ropa, y me fui acercando a ella acarici�ndome la verga y dici�ndole
"Ahora ver�s zorra, te voy a meter mi verga en todos los hoyos de tu cuerpo. Te
voy a coger fuerte, como la puta que eres y te mereces." Y ella me repond�a "S�
papito, soy tuya, hazme como que quieras." Me acerqu� y le puse la verga entre
su culo. No la introduje, sino que la puse acostada, vertical a sus nalgas, como
una salchicha entre un pan de HotDog, entre su raya. Y comenc� un movimiento de
arriba hacia abajo, con la verga sin entrar. S�lo me apoyaba fuerte sobre ella y
le agarraba de los hombros, de los cabellos, la jalaba, le agarraba las tetas y
le daba de nalgadas. "Te gusta eh, puta, te encanta mi verga. Te la voy a dar
diario, a todas horas, voy a ir por ti a tu trabajo a la hora de la comida y te
voy a sacar a cogerte, perra, y te voy a regresar llena de semen, te voy a coger
como perra, soy tu perro y tu eres mi perra, dime que te gusta mi verga,
d�melo". Y ella "S� papito, s�, me encanta tu verga, d�mela, m�tela, fuerte,
as�, eres un bruto, ahh, c�geme diario, diario, cuando quieras, s�lo ll�mame,
soy tu puta, hasta donde quieras". Ah� termin� por segunda vez. Cuando sent� sus
espasmos, retir� mi verga de entre sus nalgas y la met� de golpe y sin avisar en
su vagina. Duro, la met�a y la sacaba y ella s�lo gem�a y gritaba cosas
incomprensibles. Lo �nico que entend�a era "C�geme, c�geme m�s, ahhh"
Yo met�a y sacaba mi verga con toda la fuerza que me era
posible, le agarr� de los cabellos y le jalaba, le dec�a "Te gusta, perra, te
gusta mi verga" y ella dec�a "S� papi, s�, me encanta tu verga, d�mela toda,
toda. Ahh". Cuando sent� que iba a terminar romp� el contacto y la acost� en la
cama. Le abr� las piernas y met� mi cabeza entre ellas. Lam�a y lam�a y lam�a.
Met�a mi lengua hasta donde me era posible y luego volv�a a buscar su cl�toris
para ponerlo entre mis labios y chuparlo, lamerlo. Me dijo, "por favor papi,
d�jame montarte."
Me tir� en la cama y pude ver a esa maravillosa hembra
subiendo a mi m�stil, con sus medias, sus zapatillas y esa minifalda que
milagrosamente hab�a sobrevivido al ataque. Le baj� la mini a su lugar, para
tener oportunidad de volverle a ver esas piernas enfundadas, ella con mucho
trabajo se mont� en mi verga y comenz� a cabalgarme. Hizo algo que me volvi�
loco. Tom� mi verga con su mano, mientras se la met�a en la vagina, y comenz� a
masturbarme al mismo tiempo que la pentraba. Era una sensaci�n impresionante.
Est�bamos como locos. Yo bufaba y ella me dec�a "As� papito, as�, dime cuando te
vayas a venir para acabar juntos, av�same porque estoy como loca", A pesar de mi
excitaci�n, todav�a tard� unos minutos en terminar. Cuando estuve a punto, le
dije, "Ya viene, me vengo, me vengo" y ella, sin decir m�s, se chorre� en mi
verga, se vino como nunca hab�a yo sentido a una mujer terminar. Parec�a que
hab�a abierto una llave de agua caliente.
De inmediato nos desvanecimos. Ella cay� sobre m� y apoy� su
cara en mi pecho. Me dijo "Te dije que esta noche iba a ser inolvidable, y
todav�a no termina". Seguimos cogiendo toda la noche, hasta que amaneci�. Al
dejarla en su casa se volte�, me dio un beso en la boca y me dijo. "Recuerda tu
promesa, me vas a coger diario"...
Se fue y yo qued� como loco otra vez. Desde entonces hemos
cogido much�simas veces. Cada vez que quiero coger con ella, le llamo y viene.
Ahora tiene gal�n y es dif�cil vernos, pero cuando puede, me llama y nos la
pasamos de sue�o. Tengo suerte con las secretarias. De hecho son mi fascinaci�n.
Me gusta mucho la idea de llevarlas a la cama. He tenido varias experiencias de
�ste tipo. Si quieren que les cuente, o alguien tiene alg�n comentario,
h�ganmelo saber.
Karlos, 35 a�os, moreno.
M�xico, D.F.
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Relato: Dora, despu�s de 15 a�os
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