DE VACACIONES (2)
El chalet que Manolo hab�a alquilado era una verdadera joya:
una construcci�n de dos plantas, con infinidad de habitaciones y ba�os, un
jard�n con piscina y terraza. Se acced�a a una peque�a cala a trav�s de una
escalera. La playa situada al pie de la mansi�n era de arena, tra�da de manera
artificiosa por los due�os del chalet, gente de alcurnia que se hab�an arruinado
y se ve�an en la necesidad de alquilar su chalet
.
Manolo me indic� cual era nuestra habitaci�n y me dejo
encargado de deshacer el equipaje mientras �l regresaba al pueblo a contratar el
servicio y realizar unas compras para abastecer la despensa vac�a. Una vez que
deshice las maletas, sal� a dar un paseo por los alrededores del chalet. La cala
estaba aislada por medio de un promontorio de la aldea de pescadores. Pasado el
saliente rocoso, se acced�a a una playa rocosa, de pedruscos donde yac�an
amontonadas varias artes de pescas. Los chiquillos que jugaban al borde del agua
se quedaron quietos sigui�ndome con la mirada, mientras que sus padres segu�an
alrededor de las barcas mir�ndome de reojo. Las mujeres, con pa�oletas en las
cabezas, siguieron cosiendo y con sus labores de bordado mientras les saludaba.
Regrese al chalet con un par de kilos de sardinas que hab�a
comprado en las barcas. Me duche y decid� tenderme en la terraza. en una hamaca,
a dorarme al sol de mediod�a. Al poco rato llega Manolo con la compra y una vez
depositada en la cocina, apareci� en la terraza donde segu�a tumbada. Se acerco
a m� y me desat� el sujetador del bikini que ten�a. Acto seguido me bajo las
bragas del bikini y me las quito. "A partir de ahora, me dijo, es as� como
quiero verte siempre mientras no te ordene lo contrario." Segu� tumbada sin
darle importancia al hecho mientras mi "marido" entro a servirse una bebida.
Luego sali� y se sent� en un sill�n de mimbre cerca de m�. Empez� a beber
mir�ndome pensativo.
De repente se oyeron las voces de varios hombres que llamaban
desde la cala. Eran pescadores con una barcaza repleta de peces de diferentes
especies que querr�an saber si nos interesaba comprar su captura. Manolo se
asomo sobre el acantilado y les dijo que subiesen el pescado arriba, que querr�a
ver lo que tra�an. Hice adem�n de levantarme pero Manolo al ver mi maniobra me
lo prohibi�.
Los pescadores llegaron con sus cestas repletas y se quedaron
parados mirando en mi direcci�n. Manolo les pidi� que se acercaran a lo que
obedecieron medios cortados por esa mujer desnuda tumbada boca abajo. Manolo les
dijo que no se preocuparan, que a su mujer no le importaba su presencia.
Empezaron a sacar el pescado de las cestas y a discutir precios, mirando de
reojo el culo de aquella mujer desvergonzada que segu�a sin prestarles atenci�n.
Mi marido me pidi� que me acercar� a las cestas y escogiera
lo que querr�a, a lo que obedec�. Los hombres se quedaron bizcos mirando hac�a
m� mientras Manolo segu�a sorbiendo tranquilamente su bebida. Me agache y
desnuda como estaba, les ofrec� la visi�n de mi raja desplumada. Mientras
apartaba los peces que querr�a, los pescadores sin quitarme ojos les dijeron a
Manolo que el pescado era un obsequio de bienvenida y que no querr�an que les
pagase nada
. Manolo se lo agradeci� y les dijo que a cambio �l deb�a
corresponder con algo pero que como no querr�an dinero, les iba a ofrecer algo
mejor. Se levant� del sill�n de mimbre, y llam�ndome a su lado me ordeno que me
sentase en el sill�n. Luego me ordeno que subiese ambas piernas en los
reposabrazos. Quede despatarrada antes los ojos at�nitos de los pescadores.
Manolo me pidi� que me abriese los labios del co�o y me acariciase, cosa que
hice. Los hombres estaban silenciosos mirando el espect�culo maravilloso de una
mujer ofrecida a sus miradas ante su propio marido. Manolo me ordena que me
diese la vuelta para que me viesen el culo. De rodillas en el sill�n, el culo en
pompa, me acorde de la pel�cula er�tica llamada "Emanuelle" en la que ella se
sentaba en un sill�n igual al m�o. Varias manos me palpaban las nalgas mientras
que dedos atrevidos se introduc�an por mis agujeros...
Cuando m�s enardecidos estaban los marineros, mi "marido"
grito "basta" y me ordeno que me retirase a mis aposentos. Despidi� a los
pescadores no sin antes agradecerles su regalo y les dijo que cuando quisiese
pod�an subir a vernos. Una vez que los pobres pescadores se hubiesen marchado,
me comento que no era bueno desde la primera vez ofrecerles todo porque sino la
cosa perd�a su encanto, que ya habr�a tiempo para ello.
Prepare una cena frugal mientras Manolo segu�a mis
movimientos acomodado en un sill�n y con una bebida en la mano. Lo vi pensativo
mientras se recreaba con el movimiento danzar�n de mis pechos desnudos, as� como
con la visi�n de mis nalgas y de mi raja asomando generosamente por el peque�o
delantal que usaba para no quemarme con el aceite al fre�r los pescaditos
comprados por la tarde en mi paseo por la playa.
Una vez cenados, nos acostamos pronto para reponer fuerzas.
Por la ma�ana me despert� el sol entrando a raudales por la
persiana de mi habitaci�n. Me levante y abriendo la ventana, me asome a respirar
el aire marino de la ma�ana. Manolo se encontraba abajo, en el jard�n, hablando
animosamente con un desconocido. Levanto la vista y me saludo amistosamente con
la mano. Le respond� y me fui a ducharme para bajar a preparar el desayuno.
En la cocina me encontr� con la sorpresa de ver a un hombre
trabajando en los fogones. Me saludo respetuosamente sin parecer sorprenderse de
mi desnudez y me explico que se llamaba Sebasti�n y era el cocinero, amo de
llaves contratado por mi "marido" el d�a anterior. Me dijo que me sentara en la
salita que enseguida me tra�a el desayuno. Me encanto la idea de no tener que
trabajar en los quehaceres de la casa y me dispuse a aprovechar el suculento
desayuno preparado por Sebasti�n.
Una vez terminado de comer, cog� una toalla y me dirig� al
jard�n para tenderme a tomar el sol, con una revista en una mano y un coctail en
la otra. Manolo se acerca a m� bes�ndome con efusi�n. El desconocido se hab�a
marchado. Mi marido me dijo que aprovechara la ma�ana para ba�arme y tomar el
sol, que tendr�a una tarde ajetreada ya que me hab�a preparado una sorpresa.
Se marcho al pueblo mientras me tend�a encima de la toalla y
me embadurnaba de crema.
Cerca de las dos de la tarde, llega de nuevo Manolo y nos
fuimos a comer. Sebasti�n nos sirvi� un suculento manjar, imperturbable al verme
desnuda delante de mi supuesto marido.
Nos acostamos para disfrutar de una siesta, levant�ndome a
las cinco de la tarde. O�a voces en el sal�n. Desperez�ndome, me duche y perfume
y me dispuse a bajar a la planta baja.
El murmullo de voces era cada vez m�s fuerte a medida que me
acercaba al sal�n. Franque� la puerta, top�ndome con una quincena de hombres que
se callaron al verme entrar y se quedaron mirando a los tesoros que
generosamente les ense�aba. Manolo se acerco con un vaso en la mano y me dijo
que eran unos amigos del pueblo que �l conoc�a de cuando ven�a a veranear en
este sitio. Les pidi� que me acercar�n un vaso con bebida y se dispuso a
presentarme.
Una vez hecha las presentaciones, mi "marido" dijo: "es toda
suya, aprov�chenla, pero ya saben que una de las condiciones es que no la
penetren sino cuando ya nos cansemos de jugar con ella. Entonces y solo entonces
es cuando nos la follaremos hasta dejarle los "bajos" hinchados, la
destrozaremos de gusto." Uno de ellos me ordeno que me subiese a la mesa.
"Acucl�llate y �brete los labios, queremos verte el agujero del co�o." Obedec�
separ�ndome los labios al m�ximo para facilitarle la visi�n de mi gruta.
"Date la vuelta y adopta la posici�n de la perra, muy bien,
sep�rate ahora los mofletes, as�..." "Esto no puede ser, todo lo dem�s pelado y
este rinc�n todav�a con pelambreras." "Es que as� destaca m�s su ano, como ella
es morena, lo tiene bien guarnecido." respondi� Manolo. "De toda manera,
continuo, si querr�is afeit�rselo ya le volver�n a crecer los pel�nganos."
Trajeron jab�n de afeitar y una maquinilla de hoja de cambiar y se pusieron a la
tarea de dejarme el ojete barbilampi�o. Una vez terminada la faena, se recrearon
con su obra oblig�ndome a mantener abierto mi trasero. Me lo acariciaron con
delectaci�n, introduci�ndome la punta de los dedos en el ano, y luego oli�ndolos
como si fuese perfume de "Cristian Dior".
Una vez acabada la excitaci�n que les produc�a su ocurrencia,
pusieron m�sica y agarrandome uno de ellos me saco a bailar. Me agarro los
mofletes por la parte de atr�s, y me aprisiono contra su torso, llev�ndome de
esta manera al son de la m�sica. Los dem�s r�an y beb�an mientras disfrutaban
del espect�culo. Cuando se cansaron, uno de ellos se quito el cinto y
enred�ndomelo por el cuello me puso a cuatro patas diciendo que sacaba a la
perra a mear al jard�n. Todos le siguieron mientras que me ve�a obligada a
caminar de cuatro pata y mi due�o tirando de la correa para que me diese prisa.
Llegue al jard�n con las rodillas magulladas. All� mi due�o me obliga a
escarrancharme y mear en presencia de todos. Despu�s de un esfuerzo, me sali� un
hilito de orina que fue coreado por los presentes. Uno de ellos pregunto ")Y
cagar?, )no tendr� gana de cagar?
Les pareci� una buena idea y as�, de cuatro patas, tuve que
esforzarme en defecar. Un par de bolitas me salieron que me obligaron a recoger
con las manos para echarlas al lavabo mientras me preparaban un ba�o. Me ba�aron
con mimo, sob�ndome por toda parte. Me secaron aprovechando para frotar con
ah�nco mis rincones y me perfumaron. Ahora me dijeron que era un ama de casa que
sal�a a comprar al mercado y montaron una historia que me dedicaron. Yo sal�a
con mi carrito de la compra y llegaba a un puesto de fruta. Despu�s de comprar
varios productos me daba cuenta de que me hab�a olvidado mi monedero en casa.
Sol�cito el tendero me dec�a que no importaba, que se pod�a arreglar. Me ped�a
que pasase a la trastienda donde una vez en ella cerraba la habitaci�n no sin
antes haber llamado a los dem�s tenderos amigos suyos que entraron tras de m�
empuj�ndome, sin dejarme escapatoria. El frutero me dec�a que me regalaba la
mercanc�a y sus amigos tambi�n pero si yo les ense�aba a mi vez "mi mercanc�a".
Hice como si esta proposici�n me escandalizase, pero ellos me
convenc�a que era una verdadera "ganga", cediendo al final. Me desnudaba toda
azorada por la proposici�n y los espectadores que no perd�an detalles me ped�an
que tomase toda las posiciones que se me ocurr�an para dejarles ver mi co�o y mi
culo as� como las tetas. Yo ideaba toda las posturas que me parec�an para que me
viesen bien todo mis rincones y no se quedasen con dudas sobre la textura de mis
labios vaginales, mi entrada al t�nel del amor, lo rojo de mi carne �ntima o los
peque�os pliegues del ano. Tuve que acercarme a que me orde�asen las "tetas" y
luego me diesen la vuelta para recrearse con mi trasero. Una vez terminada la
exhibici�n, pasaron a desarrollar otra idea como la del m�dico y su paciente...
Terminaron con el juego de la operaria de una f�brica de
"chupa-chups" que ten�a que determinar los diferentes sabores de la mercanc�a en
cuesti�n. Ya se pueden imaginar lo que eran los famosos "chupa-chups". Se
colocaron alrededor de m� y yo de rodillas en el suelo ten�a que probar sus
pollas en ristre y decir a que me sab�an cada una de ellas. Esto les calent�
tanto que ya pasaron a penetrarme de manera atropelladamente en principio, ya
que estaban impacientes por probarme, para al final organizarse y echarme todos
un buen polvo, dej�ndome, de vez en cuando, limpiarme con una toallita empapada
en perfume, mis "bajos", para luego dejarme otra vez mis agujeros llenos de lefa
as� como la boca y cara. Ya relajados, se dedicaron a idear posturas y
situaciones para poder penetrarme. Me dejaron irritad�sima y exhausta pero
completa con esta visita.