MI VECINA
La cabeza de su pene roz� la entrada de mi vagina. Vi sus
ojos brillando en la oscuridad, como dos ascuas encendidas. Empuj�. Mi t�nel
estaba caliente y resbaladizo, lubricado por mis l�quidos ardientes. La
sensaci�n de su verga penetrando en m� fue magn�fica.
- �Ooohhhh! -gem�-. �Qu� riiico!
Nuestros cuerpos se acoplaron a un movimiento r�tmico, que
por momentos se fue haciendo m�s y m�s intenso. De pronto, no se pude contener
m�s y eyacul�. Eyacul�, inundando mi vagina con su semen. El grit�, pero
continu� sin parar, hasta lograr que yo arribara a mi orgasmo. Se derrumb� sobre
mi cuerpo, jadeando, en silencio.
Tras unos momentos de descanso, me levant� de la cama y corr�
al ba�o para asearme. Deb�a volver a casa antes de que mi madre se enojara por
mi tardanza. Salimos del motel en su autom�vil y me llev� hasta el sitio donde
hab�a dejado estacionado el m�o. D�ndole un beso en los labios, me desped�.
Sub� a mi auto y me dirig� hacia la colonia donde vivo,
recordando lo acontecido. Soy secretaria, tengo 23 a�os y acababa de tener una
sesi�n amorosa con mi jefe, tal y como ven�a sucediendo desde hac�a ya casi un
a�o. �l es un hombre de 40 a�os, casado y con tres hijos. S� que en nuestra
relaci�n no hab�a futuro, m�s que unas citas furtivas en alg�n motel.
Iba despacio, pensando en todo esto, llegando ya a la entrada
de la colonia, cuando vi a una se�ora que viv�a a unas cuatro casas de la m�a,
que cargaba una caja grande. Me detuve y le ofrec� "avent�n". Ella me sonri� y
acept�.
Se llamaba Gloria y era una mujer de unos 48 a�os, bastante
guapa, de m�s o menos 1.65m, ligeramente entrada en carnes, pelo negro que
enmarcaba sus ojos alegres y finas facciones. Era casada y viv�a con su marido,
un vendedor viajero, que la dejaba mucho tiempo sola.
Puso la caja en el asiento de atr�s y se sent� a mi lado.
Durante el camino fuimos conversando. Me detuve frente a su casa y ella, me
invit� a pasar:
- Acomp��ame a tomar un refresco o un caf�. Es lo menos que
puedo ofrecerte por haberme ahorrado todo ese camino con esa pesada caja.
Yo le agradec� con un aire de duda y ella insisti�. Acept�.
Me mir� complacida, al tiempo que avanz� su mano izquierda, hasta ponerla sobre
mi pierna.
- Eres una buena chica y me gustas mucho -susurr� en mi o�do.
La mir� extra�ada, como interrog�ndola con la mirada,
queriendo saber el significado de lo acci�n. Por toda respuesta, me puso mi mano
derecha en la entrepierna y me acarici�. Me estremec� emocionada. Nunca hab�a
tenido una relaci�n lesbiana pero, ahora, �me estaba mojando!
Al entrar a su casa, no s� por qu�, pero s�lo deseaba en
tener sexo con ella. La mujer me sirvi� el caf� y se sent� a mi lado en el sof�.
Sin que yo quisiera evitarlo, acerc� su cara a la m�a y me bes�, suavemente
primero, furiosamente despu�s. Yo le correspond�. Nos dimos varios besos de
lengua, al tiempo que, con su mano, me acariciaba mis pechos y pezones por
encima de la blusa.
Excitada, me dej� hacer y Gloria, tras unos instantes de
caricias, se levant� a echar el cerrojo. Al regresar, me invit� a que terminara
mi caf�.
- Luego -le dije, tom�ndola en mis brazos y bes�ndola en los
labios, al tiempo que con mis manos, le acariciaba sus senos.
Me llev� hasta su alcoba y entre besos y abrazos, poco a poco
nos fuimos quitando la ropa una a la otra, hasta que qued� s�lo con una tanga
blanca de licra, de esas que s�lo tienen un hilo entre las nalgas y, por
delante, transparentaba completamente mi pubis rasurado, sin dejar nada a la
imaginaci�n.
Ella ten�a un cuerpo ligeramente pasado de libras, con una
pancita muy sensual, senos grandes unos pezones obscuros y muy apetitosos. Esto
me calent� much�simo y me quit� la �ltima prenda, para dar libertad de acci�n a
mi nueva amante.
Gloria ya no aguanto m�s y se acerco a m� y comenz� a
besarme, primero en los labios y despu�s fue bajando por mi cuello, mis pechos,
mi vientre, hasta ponerse de rodillas frente a m�.
Pos� sus labios en mi vulva y comenz� a darme un excelente y
muy experto trabajo oral. Yo s�lo gem�a pidiendo m�s.
- �Qu� rica eres! -me dijo.
Me hizo recostarme en la cama y volvi� a la carga. Gloria me
chup� la vulva y meti� su lengua en mi vagina. Lami� todos los jugos que ya
sal�an de mi orificio, haci�ndome gemir de placer.
Sent� que mi orgasmo estaba pr�ximo, as� que no me contuve y
ella se dio cuenta de que yo hab�a terminado por primera vez. Se tendi� en el
lecho a mi lado y, al verla as�, no me pude contener y me tir� sobre ella,
tom�ndo sus pezones en mis labios y comenzando a mamarlos con furia.
Fui bajando a su entrepierna y comenc� a lamer su vulva e
introducir mi lengua en su vagina. Gloria se vino en mi boca, gozosa, y yo segu�
lamiendo sus jugos, que tragu� complacida. Yo estaba hirviendo, por lo que
apenas la dej� limpia con mi lengua, le ped� que me hiciera gozar m�s.
Se tendi� encima m�o y frot� su entrepierna contra la m�a.
Practicamos la "tijereta", pero eso s�lo logr� excitarme m�s. Entonces, de la
mesita de noche sac� un consolador de goma, con forma de pene y, salvajemente,
comenz� a penetrarme.
Me quej� levemente al principio, por el tama�o y rigidez del
instrumento, pero termin� goz�ndolo. Sin contemplaciones meti� todo el pr�apo
verga entre mi vagina, primero y luego en mi ano, volv�ndome loca de placer.
Mientras ella segu�a metiendo y sacando el pene de goma ora
de mi vagina, ora de mi ano, con una mano comenc� a masturbarme, mientras con la
otra me pellizcaba los pezones. Me vine unos minutos m�s tarde, en uno de los
orgasmos m�s intensos que hab�a tenido hasta entonces.
Cuando me recuper�, me sent� obligada a devolverle el favor,
y le met� el consolador hasta el tope en su vagina, comenzando a fornicarla como
lo har�a un pene masculino. No tard� mucho en alcanzar un orgasmo. Entonces,
cambi� de objetivo y, con decisi�n, le met� el pene de goma en el agujero de su
ano. Gloria grit� y yo tem� que fuera de dolor. Pero no. Era de placer. Un
orgasmo anal la invadi� a los pocos minutos.
Abrazadas nos quedamos en la cama durante un rato. De pronto,
se escuch� el insistente sonido del timbre de la puerta. Gloria se despabil�
alarmada y exclam�:
- �Luis! - �Qui�n? -pregunt� alarmada. - �Mi esposo!
-explic�.
Lo mir� desconcertada. All� estaba yo, desnuda, en la cama
con aquella mujer, y su marido estaba llamando a la puerta para entrar. Me sent�
atemorizada. �Qu� podr�a suceder?
- �Pronto! -me dijo-. V�stete y s�gueme.
Me puse la ropa como pude y la segu� hasta la sala. Me sent�
en el sof� y fing� estar tomando mi caf�, que para entonces, ya estaba fr�o.
Gloria abri� la puerta a su esposo y, �ste, de muy mal humor la interrogaba
acerca de por qu� hab�a cerrado con llave y se hab�a tardado para abrir.
- He de haber puesto el cerrojo inadvertidamente -explic�
Gloria, al tiempo que me presentaba a su marido-. �Recuerdas a la hija de do�a
Amalia?
Tras unos momentos, me desped�, sal� a la calle, sub� a mi
auto y llegu� hasta mi casa, que se encontraba muy cercana. M�s tarde, mientras
cenaba en compa��a de mi madre, pensaba en Gloria. Francamente tendr�a que
reconsiderar mi relaci�n con mi jefe y acercarme m�s a mi vecina.
Autora: ANASO
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