En aquella ocasi�n hab�an acudido a un lujoso edificio de
oficinas en el centro de la ciudad. Como siempre, Gloria conduc�a el veh�culo y
tambi�n como siempre el resto de las esclavas acompa�antes entreten�an durante
el trayecto la polla de su amo. En esta ocasi�n le hab�a tocado a Chupa, que se
hab�a esmerado en mantener caliente y erecto el miembro del hombre recogi�ndolo
entre sus tetas y frot�ndolo r�tmicamente. Elena hab�a recibido las atenciones
del escrutador dedo de su propietario en el co�o que, ocasionalmente, tambi�n le
hab�a magreado el culo con suavidad.
Cuando llegaron a su destino el coche desapareci� llev�ndose
a Gloria y Chupa.
Elena y el amo se quedaron de pie ante la puerta. La joven
llevaba una escueta minifalda de vuelo y un top ajustado que juntaba y realzaba
sus peque�os y redondos senos. Ten�a que hacer verdaderos esfuerzos al caminar
para que la falda no dejara al descubierto por completo su conejo y sus nalgas.
Un portero uniformado acudi� a recibirles y les condujo hacia
el interior. Cuando llegaron a las escaleras Elena se adelant� a su propietario.
Sab�a que a �l le excitaba verla subir las escaleras, ver sus piernas largas,
realzadas por los altos tacones, y sus caderas en movimiento, ver como en cada
pelda�o el culo y el co�o que eran de su propiedad se dejaban ver fugazmente.
Probablemente le recordaba aquella primera ascensi�n en el que las prietas
nalgas de la joven sirvieron para masturbarle ampliamente.
Llegaron al segundo piso y el portero se par� ante una
puerta. El amo sujet� a Elena por la cintura y la atrajo hacia s�. La bes� en el
cuello con unos labios t�rridos que hicieron arder la piel de la esclava y la
estruj� contra s� hasta que la joven sinti� el miembro tieso contra su cadera.
- Ah� dentro tienes que impresionar a nuestro anfitri�n
- Lo intentar�, mi due�o - dijo la joven sumisa, bajando la
mano hasta la entrepierna del hombre para acariciar el paquete
- No basta con eso. Has de hacerlo como nunca para mi placer
- Para su placer, mi se�or
El portero abri� la puerta y Elena pudo contemplar a un
hombre sentado en un sill�n de reuniones. Entre sus piernas hab�a una mujer
rubia aplic�ndose con la boca a su tranca
- Pasa buen amigo, pasa - salud� jovialmente al amo
El due�o de Elena entr� en la sala y se acerc� a estrechar la
mano que su anfitri�n le tend�a por encima de la mujer que se la estaba mamando.
Luego se sent� en un sill�n junto a �l. Elena ocup� su puesto de sometimiento
tras el sill�n.
- Espero que no te importe - dijo se�alando vagamente a la
mujer- Me aburr�a y siempre es bueno que alguien te relaje de la tensi�n en las
reuniones de negocios. Por eso me he tra�do a esta vieja puta.
Elena mir� a la mujer. Era cierto que ya no era una
jovencita. Rondar�a los 35, pero a�n conservaba un buen cuerpo sin que este
llegara a ser espl�ndido. Su culo parec�a todav�a firme y apetitoso.
- Yo me he tra�do a la m�a - respondi� el amo.
Como guiada por una resorte Elena comprendi� que hab�a
llegado el momento de dar servicio a la polla que mandaba en su vida. Esta era
una reuni�n entre iguales, no como la cita en la cadena de televisi�n, y se
trataba de impresionar al otro con tus posesiones.
La joven arque� la espalda sin doblar las piernas, como le
gustaba a su amo y desabroch� la bragueta. Con las manos sujet� los huevos por
debajo del calzoncillo y comenz� a masajearlos mientras con los dientes bajaba
el el�stico hasta que la tranca la golpe� en la cara.
Sin hacer caso a las dos mujeres que se esforzaban en
conseguir su placer, los dos hombres comenzaron a hablar de negocios. Elena
utilizaba la punta de la lengua para lamer el glande de su amo y masajeaba los
huevos. La otra mujer, menos adiestrada, deglut�a salvajemente la tranca de su
propietario intentando mantenerla constantemente introducida en su garganta.
Distra�damente el amo ech� mano a su culo. Introdujo dos
dedos en su conejo y comenz� a frotar mientras con el resto de la mano sujetaba
una de las cachas que Elena ofrec�a blancas y duras bajo la falda. Desde all�
dirigir�a la mamada de su esclava.
La conversaci�n continuaba y el amo estruj� la cacha. Elena
cambi� de servicio y sujet� con los dientes el glande, introduciendo la lengua
en la raja del mismo. Sus dedos corrieron por la verga arriba y abajo. Luego
beso cada una de las pelotas de su propietario y finalmente se introdujo el
miembro en la boca. Lo saboreo como el que paladea un manjar y lo lami� antes de
comenzar a succionarlo lentamente. Satisfecho, el amo la recompens� masturbando
su conejo ampliamente.
As� continu� durante toda la conversaci�n. Cada vez que el
amo lo requer�a con un cachete en el culo o un pellizco en la raja, ella
aceleraba el ritmo de la mamada y cambiaba el masaje interno. Con la lengua, los
dientes, la campanilla o los labios. Se hab�a convertido en un instrumento
sexual que su amo pod�a dirigir sin ni siquiera hablarla.
Estuvo a punto de perder la concentraci�n en su servicio
cuando escuch� el chasquido. Abri� los ojos sin dejar de mamar la verga de su
amo y vio como el otro hombre golpeaba a su servidora.
- Has acabado demasiado pronto - se quej� mientras imped�a
que la mujer, que persegu�a desesperada el miembro con la boca, volviera a
introducir la polla en su garganta ahora llena de semen de la reciente corrida
de su amo- Apenas hemos llegado a un trato, mala puta.
Elena no desisti� de su servicio ni lo aceler�. Su amo estaba
demostrando que era capaz de controlar los cuerpos que le serv�an para el
placer.
- Estar� perdiendo facultades - coment� su propietario- Tu
siempre la has adiestrado muy bien
- Me dan ganas de meterla en el lote
Al escuchar eso, la mujer se lanz� a los pies de su due�o y
comenz� a bes�rselos. Al principio el hombre la pis� el culo impidi�ndola
moverse, pero finalmente sucumbi� ante la sumisi�n y permiti� que su hembra le
limpiara la verga con las tetas.
- Da igual - dijo el due�o de Elena- Yo tambi�n quiero
acabar.
Era la se�al. Elena cerr� las piernas sobre los dedos de su
amo y comenz� a comer polla con todas sus ganas. Su lengua perforaba el glande y
sus labios succionaban con fruici�n. Cuando la verga estaba a punto de estallar.
La sujet� con las manos y pos� sus labios sobre el glande.
- Por favor, amo - dijo con un tono de suplica absoluta-
correos dentro. Dejad que me lo trague.
- No
Ella mene� tan s�lo dos veces el miembro sin apartar los
labios del capullo y el semen de su due�o ba�� su rostro. Hab�a cumplido su
misi�n. Hab�a dado placer hasta que el amo le hab�a requerido una corrida, que
hab�a sabido propiciar para satisfacci�n de su due�o. Se sinti� extra�amente
satisfecha.
- Se trata de que siempre busquen una recompensa. A veces se
las da y a veces no - dijo su amo mientras se levantaba.
Elena, sabiendo que no pod�a usar la boca para limpiar a su
amo, le ofreci� el culo.
Se gir� y, de nuevo con la espalda arqueada, le ofreci� las
cachas que ahora estaban libres de la breve ocultaci�n que propiciaba la falda.
El otro hombre contemplaba, a�n con el pie sobre su sierva, aquel ofrecimiento,
asombrado a la vez por el maravilloso culo que ve�a por primera vez y por la
muestra de sumisi�n total de Elena, que emple� las manos para apartar las cachas
y permitir que la tranca que mandaba en su vida se albergara en ellas.
Cuando sinti� aquel tronco de carne ardiente sobre ellas, las
cerro y las frot� para eliminar de ellas todo resto de semen y depositarlo en su
culo.
Cuando el amo consider� que todo estaba bien, palme� el
trasero de su propiedad y Elena, con el semen a�n resbalando por su cara como el
�ltimo honor concedido por su se�or, se volvi� de nuevo, encar� la tranca, bes�
el capullo y lo recogi� dentro del pantal�n.
Luego se arrodill� junto a la pierna del hombre mirando al
suelo
- �Esta el amo servido?
- De momento si, peque�a - le dijo su propietario mientras le
tend�a una mano para que se levantara- Vamos a buscar la r�brica de este
acuerdo.
Continuar�
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