Yo pensaba que conoc�a a mi esposa a la perfecci�n, que
conoc�a todos sus secretos pesonales, asi fueran cotidianos o sexuales.
Sin embargo, dicen bien por ah�, que nunca se entiende a las
mujeres por completo. De ah� nace mi historia de hoy.
Sonia actualmente cuenta con 30 a�os, es mi esposa desde hace
5 a�os, tiempo en el que por la intensa vida sexual que llevamos, as� como por
la madurez que como mujer ha ido adquiriendo, cada d�a que pasa me gusta m�s.
F�sicamente es muy atractiva. Con 1.70 de estatura, 60 kg de
peso, medidas casi perfectas 90-63-92, rubia natural de nariz respingada tambi�n
natural y piernas largas y torneadas, es un verdadero placer tenerla en la cama
todas las noches.
Todos los fines de semana, gusta la lleve a bailar salsa, la
cual por si fuera poco, baila de una manera tan er�tica que verdaderamente me
enloquece.
Ese viernes tan especial, todo se fue desarrollando como de
costumbre. Ella se visti� sexi como acostumbra. Con cabello suelto hasta los
hombros, vest�a un vestido muy ajustado, que conten�a por la parte superior sus
estupendos senos, los cuales amenazaban con brincar sobre el escote,
perfectamente entallado lo que hac�a que sus amplias caderas lucieran imponentes
y con el largo muy por arriba de las rodillas, lo que permit�a disfrutar de un
par de muslos aterciopelados, duros y exelentemente torneados. Las zapatillas de
taco alto y con pulsera a los tobillos, hac�an lucri fenomenales sus
pantorrillas y sus bien delineados tobillos. En s�ntesis: un verdadero cromo de
mujer, creanmelo, luc�a de calendario.
Al llegar al sal�n de costumbre, creanme que no le di mayor
importancia, que como cada fin de semana, las miradas de los hombres presentes,
se posaran en ella, recorriendo la fina estampa de mi mujer. Era lo normal de
cada entrada que hac�amos.
Las copas, los bailes, el tenerla a mi lado y meterle mano
por todos lados, era rutina de todos los fines de semana. Ella disfrutaba y le
calentaba que las personas sentada en mesas cercanas a la nuestra, pudieran
vernos tocarnos, besarnos y meternos mano.
Sin embargo, not� que algo raro suced�a ese d�a. Hab�a mucha
m�s gente de lo acostumbrado. Caminar para girigirse a la pista de baile o para
ir al sanitario era verdaderamente dificil por la cantidad de personas en los
pasillos que al no encontrar mesa disponible, tomaban y bailaban de pie.
Sin embargo, embriagados por el ambiente pesado que se sent�a
esa noche y desde luego por la cantidad de licor consumido, seguimos
disfrut�ndonos como acostumbrabamos hacer.
Al estar bailando por en�sima ocasi�n, un grupo de j�venes,
muchachos y muchachas que no pasar�an de los 25 a�os ninguno de ellos,
visiblemente tomados y a lo mejor hasta drogados, nos rodearon ritmicamente,
quedando mi esposa y yo, dentro del juvenil c�rculo.
Sent� temor al principio, pero viendo que solamente
escandalizaban y aplaud�an nuestro baile, me relaj� disfrutando del momento.
Sin darme cuenta, la que se encontraba bailando de manera tan
sexi frente a m�, no era Sonia, sino una de las chicas del grupo. Mov� la cabeza
para todos lados y la descubr� movi�ndose tan cachondamente como acostumbraba y
su pareja, un joven apuesto, de su misma estatura, recorr�a el escultural cuerpo
con ambas manos.
Luego, pasando un brazo por la estrecha cintura de mi esposa,
la condujo hasta su mesa, donde la sent� junto a �l. Por la distancia entre la
pista de baile y la mesa, pod�a yo ver claramente la mano del chico acariciar
sin recato la cara interna de los preciosos muslos de Sonia, mientras le met�a
lengua descaradamente en la boca y ella respond�a, evidentemente ebria, a esas
caricias, mientras sent�a que mi miembro iba aumentando rapidamente de tama�o,
al sentir el frotamiento del pubis de mi ocasional pareja.
Desprediendome de la chica, me dirig� hacia la mesa donde de
encontraba Sonia, y pr�cticamente la desprend� de los brazos del muchacho, que
ya acariciaba la vagina de mi esposa, mientras ella le masajeba sobre el
pantal�n un visible bulto.
En contra de lo que puedan pensar, no reclam� absolutamente,
y solamente me concret� a llevarme a mi mujer a nuestra mesa, aprovechando el
estado de excitaci�n en el que se encontraba. Perd� mi mano entre sus piernas,
sintiendo su rajada sumamente h�meda, el cl�toris aumentado considerablemente de
tama�o, se�al inequivoca de el manoseo de que hab�a sido objeto, la ten�a
proxima al orgasmo.
Separando sus labios de los m�os, me indic� con voz baja, que
necesitaba imperiosamente venirse, pero que no iba a poder, por pudor, hacerlo
en la mesa, ya que nuestros vecinos no quitaba los ojos de nosotros, por lo que
ir�a al ba�o a dedearse.
Me pareci� una peligrosa locura. Pero era tal su
desesperaci�n, que d�ndole mil recomendaciones, la deje levantarse y r�pidamente
la vi perderse entre la multitud rumbo a los sanitarios, que dicho sea de paso,
se encontraban uno frente al otro y en la parte superior del local.
Inconcientemente voltie la cabeza hacia la mesa donde el
chico aquel hab�a manoseado a Sonia, y para tranquilidad m�a, observ� que hab�a
repetido la operaci�n con otra mujer, a la cual, no s�lo estaba dedeando, sino
hac�a le propinara tremenda pu�eta.
Sin embargo, si por ese lado me hab�a quedado tranquilo, me
empez� a inquietar la tardanza de mi mujer. Para darse dedo hab�a ya
transcurrido tiempo suficiente, sobre todo, que estaba ya a punto de venirse.
Emepez� a pensar mil posibilidades. �Y si algun otro chico,
observando la situaci�n previa la hab�a seguido? �Se la estar�a cogiendo? No
soport� m�s la incertidumbre, y tratando de aparentar una calma que estaba lejos
de sentir, me dirig� velozmente hacia el �rea de ba�os.
No la ve�a yo por ning�n lado. Me encontraba ya tan
desesperado que temiendo lo peor, tom� la decisi�n desesperada de introducirme
al ba�o de mujeres. R�pidamente recorr� el pasillo interior, asomandome por
debajo de cada puerta individual de los inodoros, hasta que de repente, una voz
conocida me sobresalt�.
---Ssssssssiiiiiiiiii---Aaaaaaaaagh---Se o�a a trav�s de la
�ltima puerta. Y la voz me era conocida. Claro!!! Era Sonia.
Mientras la escuchaba, no sab�a que hacer. Una mezcla de
sentimientos me empez� a dominar. Miedo, celos, furia, excitaci�n,
nervios.....�qu� hacer?.........Rompo la puerta de una patada? �Me voy como si
no pasara nada? o �Toco para que abran y tomo parte de la situaci�n?
Dominando el temor que me produc�a la seguridad de
encontrarme lo peor, trat� de abrir la puerta. �Maldici�n! Estaba con pasador
por adentro.
--Asssiiii, comeme, comeme------o�a la jadeante voz de mi
mujer. Decid� entrar en la puerta de junto, y parandome sobre el inodoro,
gracias a mi alta estatura, pude ver por encima del muro que divid�a los
inodoros.
Lo que mi mirada encontr�, me paraliz� por completo. Lo que
mis ojos ve�an no hab�a cruzado por mi mente ni por un instante. Mi escultural
mujer se encontraba sentada sobre el inodoro, totalmente desnuda, con las
piernas abiertas de par en par, semidobladas y echada hacia atr�s, de tal suerte
que su apetitosa vagina quedaba al tiro de la boca de una chica, que tambi�n
totalmente desnuda, hincada entre las preciosas piernas de Sonia, perd�a su
lengua entre la mojada ranura, chupandole freneticamente el cl�toris
tremendamente agrandado de mi esposa, mientras ella se autoacariciaba los
enromes y erectos pezones con ambas manos.
Los ojos cerrados, la cabeza hacia atr�s, su pecho totalmente
perlado de sudor, sus jadeos de hembra en brama, hicieron que mi miembro
aumentara de tama�o y empezara a frotarme por sobre el pantalon.
Sonia se ven�a una y otra vez, y la chica que mamaba
golosamente, introduciendose los dedos en su vagina, se masturb� ante mis ojos.
Mi excitaci�n era terrible, saqu� mi engrandecida verga del pantal�n y empez� a
masturbarme lentamente.
En ese momento, alguien llam� a la puerta donde se
encontraban las chicas, y la que mamaba a mi esposa, estir� la mano sacando el
pasador de la puerta, entrando nada m�s y nada menos que el mismo muchacho que
rato antes se hab�a dado vuelo metiendo mano a mi mujer.
Se par� frente a Sonia, desvint�endose lentamente, mientras
ella le contemplaba con ojos de verdadero deseo. Al desnudarse, el chico dejo
ver una temenda herramienta, a la que la chica solo gir� entre las piernas de
Sonia, y en la misma posici�n en la que estaba, se meti� el tremendo garrote en
la boca.
Mi mano empez� a agitar mi verga al ritmo de la boca que
chupaba el miembro del chico. Tuve que hacer un verdadero esfuerzo por no
venirme, cuabdo vi que mi esposa, levantandose de su posici�n, se hinc� junto a
la otra mujer, y empezaron a alternarse, aquel enorme trozo de carne. Vi
calaramente la legua de mi esposa presiosa, recorrer desde la hinchada cabeza
hasta la guresa base todo el pene aquel, quedandole en los labios cada vez que
soltaba el instrumento, un peque�o hilo blanquecino, que no era otra cosa, que
el semen que amenazaba ya con salir.
El muchacho saco su verga de la boca de mi esposa, y
sentandose sobre el inodoro la atrajo hacia el, poniendo sus piernas a cada
lado. Sonia cerr� los ojos, y besando freneticamente al chaval, se fue sentando
suavemente sobre el enorme y juvenil garrote.
Poco a poco aquel trozo de carne se fue perdiendo en la
chorreante rajada de mi esposa, hasta que qued� practicamente sentada sobre los
huevos.
As� estuvo unos momentos, pero cuando el chico empez� a lamer
los exquisitps pezones, abrazandose fuertemene a la ancha espalda, empez� a
agitar las preciosas caderas en forma curcular y lenta.
Su respiraci�n empez� a entrecortarse, sus quejidos empezaron
a ser mas notorios y fuertes. Su cadera se mov�a cada vez m�s rapido hasta
cambiar el movimiento circular, por uno hacia arriba y abajo, apoyando ambos
pies en el suelo para alcanzar mayor altura, sin conseguir, que el enorme
miembro viril, pudiera salir por completo de su vagina.
La chica, que hasta ese momento se encontraba viendo el
excitante cuadro, se acerco a mi esposa por la espalda, y colocandose
practicamente acostada en el suelo, meti� la cabeza entre la piernas del chico y
por debajo del culazo de Sonia que segu�a movi�ndose freneticamente, y mientras
se frotaba el cl�toris con desesperaci�n, meti� la lengua por el orificio anal
de mi mujer, causando que se viniera en una forma que yo nunca hab�a visto lo
hiciera nunca.
Obviamente para mi eso era ya demasiado, y agitando
fuertemente mi mano, sent� un exquisito orgasmo, altiempo que los tres se ven�an
al unisono, haciendo un verdadero concierto de gemidos, gritos y quejidos.
El chico de derram� abundamente dentro de mi esposa y la
golosa chica, lengua afuera, capturaba la leche que Sonia no pod�a retener en el
interior de su vagina, mientras seg�ia moviendo la cadera fren�ticamente y
besando a aquel individuo que ten�a yo que reconocerlo, hab�a enloquecido a mi
esposa desde la mesa donde le meti� descardamente mano.
Entend� que la cogida segur�a, cuando el muchacho no dej� que
Sonia se desmontara de el, sino que unicamente la hizo girar de manera que
quedaba ahora de espaldas al chico, y la volv�o a sentar sobre su verga que
entr� ahora con gran facilidad en mi mujer.
La chica se levant� del suelo, y con los labios todav�a
chorreantes del semen que hab�a podido capturar, bes� a Sonia en la boca,
dandose lengua mutuamente, mientras ambas se pellizcaban los pezones.
Soni� no aguant� m�s, y un nuevo orgasmo hizo presa de ella,
m�s intenso y sufrido que el anterior.
Se encontraba totalmente encajada por una verga que parec�a
no tener cansancio, al tiempo que otra boca, disfrutaba de sus pezones.
Una cadena de orgasmos se present� en mi mujer, como se�al
inequivoca de que disfrutaba como loca el momento. Decid� abandonar
silenciosamente el ba�o, y dirigiendome a nuestra mesa, me dispuse a esperar a
mi mujer, la cual se present� al mucho rato despu�s, tratando de dar una
expliacci�n absurda a su tardanza.
Ella nunca supo que fui testigo de esa noche de locura, nunca
me lo confes�, nunca le recrimin� nada.
Lo dem�s, supe tiempo despu�s, habia sido consecuencia de lo
primero. Estando Sonia dede�ndose en el ba�o, la chica se introdujo al
escucharla en el inodoro, y aprovech� para disfrutar a mi mujer.
Lo que nunca pude superar, fue que en contra de lo que yo
pensaba, la llegada del muchacho al ba�o no hab�a sido premeditada. El, movido
tambi�n por la tardanza de la chica que era su pareja, decidi� ir a buscarla
pero el tom� la desici�n correcta al escucharlas como yo: tocar la puerta para
poder disfrutar a ambas.
Desde entonces, todas las noches, al cogerme a Sonia, pienso
que por est�pido no pude tomar parte activa del cuadro m�s excitante que vi
jam�s, por tomar la desici�n equivocada.
FIN