Relato: Amanda, adicta al sexo



Relato: Amanda, adicta al sexo


Viajes II



Mi segunda aventura. A mis 17 a�os estaba ya en San
Crist�bal, solo y mi alma, bueno, acompa�ado de mi ya inseparable mochila, al
�hombro� como dir�an en la tv. Sin saber para donde jalar llegu� al centro de
esa ciudad llena de tradiciones y sobre todo de ind�genas muy pobres. Mis
primeros tanteos por los hoteles me indicaron que con aquellos precios mis
ahorros no alcanzar�an para maldita la cosa, si acaso para tres miserables d�as,
y eso sin contar los alimentos, �qu� hacer?, me pregunt�. De pronto al doblar
una esquina descubr� un letrerito "Casa de hu�spedes, se rentan cuartos", y al
lado una peque�a tienda donde vend�an caf�, fui hasta ah� y le pregunt� a la
se�ora que atend�a.


Era una se�ora joven, andar�a por los treinta y tantos, de
estatura baja, algo llenita de carnes, piel blanca y pelo casta�o que por el
tinte semejaba un casta�o m�s claro de lo normal. Detr�s del mostrador, luego de
mirarme fijamente como tratando de medirme o averiguar qu� me hab�a llevado a
esa ciudad, me indic� que ella era la due�a de la casa de hu�spedes, que rentaba
los cuartos por semana, alimentos incluidos, bueno s�lo desayuno y comida, con
derecho a ba�arse ah� mismo, pero que no aceptaba borracheras ni meter visitas
despu�s de las 10 de la noche, y sobre todo, nada de viejas, en el caso de que
el hu�sped fuera hombre.


Le dije al momento que aceptaba, m�s cuando calcul� el precio
del mentado cuarto y los alimentos. Do�a Amanda, como se llamaba, pidi� mis
datos, que apunt� en una libreta y me indic� que regresara despu�s de las 2 de
la tarde, hora en que cerraba su negocio de caf� y sub�a a comer a su casa, que
entonces tomar�a yo posesi�n del cuarto, previo pago del mismo.


Ya ten�a donde comer y dormir, ya pod�a hacer planes sobre
que ver y visitar, las horas que faltaban para la convenida se fueron r�pidas.
Regres� a casa de do�a Amanda, ella misma baj� a abrir, sub� tras ella, mirando
sus sabrosas nalgas bambolearse mientras sub�a las escalera. Me ense�� la casa,
indic�ndome que por la �poca del a�o casi no ten�a hu�spedes y que yo ser�a el
�nico, al menos hasta ese d�a, me llev� hasta mi cuarto --cama con su ropa, una
mesita con su respectiva silla, una c�moda para poner ropa, un tapetito en el
piso y ya, nada m�s, s�lo lo indispensable--, me indic� cu�l era el ba�o y d�nde
quedaba la cocina y el comedor, "el desayuno es a las 8 de la ma�ana, la comida
a las 2 de la tarde, y entre comidas no sirvo ni atiendo nada, si quieres traer
algo m�s de comer o tomar puedes guardar tus cosas en el refri, pero te preparas
todo eso t� solo, si llegas despu�s de la hora de la comida, t� tendr�s que
calentarte lo que te deje preparado, nada m�s y nada menos, entendido?", pues
si, todo claro.


Me invit� a comer desde ese d�a, pero tuve que someterme a su
interrogatorio, sobre todo a sus inquisitivas miradas, siempre midi�ndome,
tratando de averiguar qui�n diablos era yo, cosa entendible pues como mujer que
renta cuartos a desconocidos siempre existe la condenada desconfianza, sobre
todo cuando supo que yo era chilango, con mala fama incluida.


Como sea aquel fue mi primer d�a y luego de salir a conocer
m�s de la ciudad, llegu� a dormir a la hora convenida, Amanda ya se preparaba
para irse a dormir cuando me recibi� "Mira, dej� un poco de caf� en la estufa,
si quieres puedes tomar un poco, tambi�n el ba�o est� listo, por si quieres
ba�arte ahorita o ma�ana, yo me voy a dormir, recuerda el desayuno es a las
ocho, bueno hasta ma�ana".


Mientras tomaba mi cafecito, muy rico por cierto, sin
quererlo pens� en aquella se�ora, guapa a pesar de contar ya con algunos a�itos
de m�s. Amanda se hab�a ba�ado aquella tarde, pues cuando me recibi� a�n ten�a
el cabello h�medo y por supuesto ol�a a jab�n, todo ello la hac�a m�s atractiva.
Ya para irme a dormir, fui al ba�o y al entrar descubr� que la se�ora hab�a
dejado olvidada su ropa interior luego de ba�arse, ah� a un lado de la taza del
ba�o estaba su amplio chichero blanco, lo tom� y al acercarlo a mi nariz
descubr� los olores femeninos de Amanda, hice lo mismo con su pantaleta, de
nylon color caf� y talla 36, ah� descubr� otros olores, m�s �ntimos, el olor del
sexo de mujer. La pantaleta luc�a en la entrepierna los restos de alg�n flujo
vaginal, junto con algunos pelitos adheridos la mancha inconfundible de los
jugos de aquella pucha a�n desconocida para mi.


Por supuesto que aquellos descubrimientos hicieron que mi
verga acusara el efecto, se puso erecta, muy dura y lista para el combate, pero
sin contrincante a la vista no tuve m�s remedio que masturbarme con los calzones
de Amanda. Mi mano rode� el lomo de la verga y con la tela cubr� el miembro para
proceder a acariciarme pasando y repasando aquella prenda �ntima hasta que
eyacul� intermitentes chorros de semen, embarrando sin querer la pantaleta de mi
casera. Al concluir los espasmos me limpi� con aquel calz�n y lo dej� en el
mismo lugar donde los hab�a encontrado, y luego que lavarme los dientes me
dirig� a mi rec�mara para dormir.




II




Aquella noche dorm� profundamente, y si despert� fue por
aquellos leves toquidos en la puerta de mi cuarto, era la due�a de la casa, sin
esperar a que yo abriera entr�, llevando algo en sus manos: "Hola..., buenos
d�aaaas!, te traje un poco de caf�, ya te prepar� el ba�o para que te des un
rico ba�o de tina, como ya me voy a abrir la tienda, te dej� el desayuno en la
estufa", y al dejar ella la taza de caf� sobre la mesita se inclin� como para
hacer m�s patente la protuberancia de aquel par de nalgas. Cuando sali� record�
lo que hab�a hecho la noche anterior con sus pantaletas en el ba�o y me
sobresalt� sin querer.


Me levant� para ir a averiguar que hab�a pasado con aquella
ropa descubriendo que ya no hab�a nada, todo el ba�o limpio y la tina preparada
con agua caliente para mi, me quit� la ropa y me met� dispuesto a disfrutar de
aquello. Cuando sal� sin querer mir� que la puerta de su rec�mara estaba
abierta, curioso me met� y con cierta excitaci�n recorr� la estancia tratando de
averiguar algo m�s de aquella mujer aparentemente tranquila y despreocupada, que
hasta dejaba los calzones en el ba�o..., pero no, nada fuera de lo normal,
entonces record� que algunas mujeres a veces guardaban sus cosas m�s �ntimas
bajo el colch�n de la cama, sin esperar encontrar nada importante y me llev� una
gran sorpresa!, un sobre de papel manila con un libro adentro, un paquete de
cartas y algunas fotograf�as amarradas con un list�n rojo, dej� todo como lo
hab�a encontrado y cuando iba a meter aquello bajo el colch�n algo atrajo mi
atenci�n, �vaya!, envuelto en una coqueta tanga color carne un gran consolador
de color negro, la reproducci�n exacta de un miembro viril, pero de hule y de
una extensi�n aproximada de treinta cent�metros!!!, �caramba!, �do�a Amanda se
met�a todo eso en la pucha!


El artilugio aquel me sorprendi�, nunca en mi vida hab�a
visto algo as�, pese a su aparente dureza era posible doblarlo un poco y sobre
su superficie hasta imitaba la rugosidad y la venas de un pene erecto de verdad,
�caramba!, volv� a exclamar imaginando c�mo aquella mujer madura calmaba sus
ansias sexuales con aquel instrumento, pero bueno algo ten�a que hacer la do�a
si no ten�a a mano una verga de verdad, pens�.


Todav�a con aquella idea en la cabeza me vest� y luego de
desayunar sal� de la casa, ya en la calle pas� por la tienda, donde Amanda
despachaba caf� a un grupo de turistas gringos, al verme con se�as me indic� que
esperara un poco, cuando termin� me dijo: "oye, cuando regreses, si quieres te
puedo llevar a conocer algunos lugares interesantes de esta ciudad, podemos ir a
recorrer los barrios bonitos y a que conozcas donde hacen artesan�as de �mbar de
verdad", yo asent� imaginando a la vez c�mo Amanda con las piernas abiertas se
penetraba con aquella verga de hule.




III




Empero llegu� tarde a mi cita, pues cuando entr� a la casa de
hu�spedes ya Amanda estaba en su rec�mara prepar�ndose para dormir, fui hasta la
cocina por caf� y con ella en la mano me dirig� a mi cuarto, pero la curiosidad
hizo que me asomara por la cerradura de la puerta y ah� estaba aquella mujer
c�modamente recostada en la cama leyendo un libro, pero algo estaba ocurriendo
ah� adentro, pues Amanda mientras sosten�a con una mano el libro, siguiendo
atentamente la lectura, su otra mano estaba dentro del pantal�n de su pijama
jugueteando en su entrepierna.


Por los movimientos de su mano oculta baj� la pijama parec�a
que do�a Amanda se estaba dando dedo, pues por momentos mov�a su pelvis y abr�a
un poco m�s sus muslos semi flexionados a la vez que entrecerraba los ojos como
para disfrutar m�s de la caricia. Entonces suspendi� su lectura, guard� bajo su
almohada el libro y de ese mismo sitio sac� el tremendo consolador que hab�a
descubierto yo por la ma�ana!, Amanda se estaba alistando para darse una
masturbada con aquel instrumento. Con la verga de hule entre las manos la llev�
hasta su cara, repasando sobre su rostro aquel desproporcionado miembro de hule,
lo dej� por unos momentos sobre la cama, mientras proced�a a quitarse la pijama.


Entonces se levant� descubriendo ante mi su parcial desnudez,
caray que buena estaba do�a Amanda, los pesados senos parec�an querer salir del
chichero y su rubicundo par de nalgas sobresal�a de aquella tanga color rojo,
�una tanga color rojo!, diminuta, muy peque�a con curiosas cintas alrededor de
la cintura, y en la zona del sexo una abertura exactamente en su panocha, con lo
que pelambrera de su pucha sobresal�a de la tanga, pelos rojizos, largos e
hirsutos, y por atr�s, �vaya!, s�lo era un list�n rojo que desaparec�a entre las
tremendas nalgas.


Luciendo su desnudez, Amanda camin� hasta su tocador de donde
tom� un gran frasco de crema �Hinds�. Con el frasco en la mano volvi� a la cama,
se acost� de nuevo con las piernas muy abiertas y echando abundante crema en una
mano procedi� a embarrarse de crema en la panocha, repasando delicadamente su
mano en la ahora abierta pucha peluda. Ya embadurnada de crema y con la pucha
entre abierta, su mano alcanz� la verga de hule, la dirigi� hasta su panocha,
haciendo que la punta del consolador repasara el inicio de su pucha,
entreabriendo los grandes labios. Con los ojos entrecerrados repas� varias veces
la punta de hule sobre su cl�toris, y por la placentera expresi�n que adquiri�
su cara, Amanda estaba gozando.


Entonces abri� m�s las piernas y mientras una mano separaba
los labios de su vagina, con su mano dirigi� la punta del consolador al camino
correcto, parec�a dif�cil que aquel grueso m�stil de hule pudiera caber dentro
de ella, pero no se dej� vencer, presion� m�s mientras se mord�a los labios
aguantando la desproporcionada penetraci�n y en el justo momento en que la punta
del consolador entr� en su vagina Amanda abri� su boca como exclamando algo
inteliglible, la mujer se estaba empalando con aquella tremenda verga de hule.
Ya la cabeza estaba dentro de ella, pero sigui� presionando hasta que poco a
poco casi 30 cent�metros de hule quedaron dentro de su panocha ahora
extraordinariamente distendida.


Cuando por fin estuvo empalada en su verga, Amanda la solt�
dejando que s�lo el extremo asomara de entre sus distendidos labios vaginales,
se qued� unos momentos quieta, luego con su mano derecha procedi� a sacarla,
lentamente, poco a poco, disfrutando de cada cent�metro de hule que sal�a de
ella y cuando s�lo la cabeza estaba dentro, realiz� la operaci�n contraria,
volvi� a meterse el consolador que ahora entr� m�s f�cilmente, removi� la verga
de hule, como realizando c�rculos con ella dentro de su panochota, la sac� y
meti� una y otra vez, cada vez m�s r�pido, penetr�ndose fuertemente sin despegar
su mirada de aquel instrumento descomunal que entraba y sal�a ahora
furiosamente.


Una y otra vez su mano parec�a apu�alarse la entrepierna
abierta, hasta que de pronto su pelvis brinc� una y otra vez en la cama, parec�a
que todo su cuerpo era presa de hondos estremecimientos y convulsiones, hasta
que se qued� quieta, dejando que la verga de hule quedara en su interior, ahora
el exterior de su sexo estaba blanquizco, viscoso, la mezcla de crema con sus
jugos sexuales parec�an haber cambiado la tonalidad de aquella carne rojiza y
los pelos embadurnados de l�quidos se pegaban entre s�, parec�an m�s bien
mechones de pelo blanquecino.


Pasados unos minutos lentamente extrajo el instrumento de su
pucha, y cuando por fin lo tuvo fuera su panocha hab�a sufrido una tremenda
transformaci�n, aquello estaba sumamente dilatado, los labios externos e
internos extremadamente abiertos hac�a afuera como los p�talos de una extra�a
flor, como simulando la extra�a sonrisa de una boca desfigurada por una mueca
grotesca.


Una expresi�n apacible dibujaba su rostro, su respiraci�n
volvi� a la normalidad y todo su cuerpo semejaba plenitud y satisfacci�n, pero
Amanda no hab�a terminado, quer�a m�s verga, cambi� de posici�n y quit�ndose la
diminuta tanga roja se puso a cuatro patas sobre la cama, alzando el abierto par
de nalgas, con lo que su culo se mostr� ante mi en toda su gloriosa expresi�n,
enmedio de los globos carnosos aquel apenas perceptible conjunto de pliegues de
un rojo intenso y juntito aquella vulva distendida y grotesca, rodeada de
vellos, era curioso, pero a�n en aquella posici�n los labios se manten�an semi
abiertos, chorreando l�quido, embarrando las carnosas piernas.


Amanda pas� entre sus piernas el grueso consolador y volvi� a
penetrarse con �l, iniciando ahora una furiosa danza mientras que el consolador
entraba y sal�a de entre sus nalgas una y otra vez.


Para entonces mi excitaci�n era insoportable, tuve que correr
al ba�o para masturbarme, encontrando providencialmente otra de las pantaletas
de Amanda, con ella rodeando mi erecto pene inici� furiosos movimientos que al
poco dieron algo de tranquilidad a mi verga. Cuando termin� volv� a pensar en
do�a Amanda, la vieja esa ten�a que ser m�a, me dije convencido.


Cuando volv� a pasar frente a la puerta del cuarto de Amanda,
al asomarme descubr� que la mujer hab�a terminado con sus juegos, ahora se
estaba limpiando la panocha con una toalla, d�ndole de paso una limpiadita a su
verga de hule, la que guard� de nuevo bajo el colch�n procediendo entonces a
ponerse de nuevo el pijama, la funci�n hab�a terminado. Resignado me dirig� a mi
cuarto pensando que por esa noche no habr�a m�s sorpresas.




IV




Ya hab�a amanecido cuando me levant� de la cama, sal� en
calzoncillos al pasillo y por el silencio intu� que Amanda no estaba en casa, el
olor a caf� reci�n hecho me llev� a la cocina donde un recadito sobre la mesa
dec�a que la se�ora hab�a ido de compras al mercado, que no tardar�a en regresar
para preparar el desayuno. Con la taza de caf� me encamin� hacia mi cuarto, pero
la puerta abierta de su rec�mara atrajo mi curiosidad, recordando sobre todo lo
descubierto la noche anterior. La cama estaba a�n tibia, las s�banas revueltas
conservaban aquel peculiar aroma de mujer y claro bajo el colch�n aquel pene
monstruoso que la noche anterior le hab�a dado tanto placer a la cacera, pero
hab�a algo m�s, la mujer hab�a olvidado guardar el paquetito de fotograf�as
amarrado con un list�n rojo. Curioso lo tom� procurando extraer las fotos sin
desatar el listoncito y lo que descubr� confirm� que Amanda era una mujer
sumamente caliente.


Ah�, entre fotos de ella y sus parejas --paseando, posando
frente a una iglesia-- tambi�n hab�a fotos m�s �ntimas, Amanda en bata de
dormir, �y sin bata!, �totalmente desnuda!, mostrando sus maduras carnes, las
redondeces de sus muslos y la perfecta curva de sus nalgotas; ella acostada en
la cama abriendo las piernas para mostrar al ojo de la c�mara la espesa
pelambrera entre la que su raja colorada de su sexo resaltaba pese a la tupida
mata de pelos casta�os.


Pero las fotos eran de diferentes �pocas, pues hab�a algunas
en que ella luc�a m�s joven y por tanto m�s buena �-en una de ellas sonriente
posaba junto a un perrito peludo y blanco, era una foto realizada en un estudio
fotogr�fico--; y otras en que no estaba ella sola, o con su pareja --ella
montada sobre el torso de su hombre, �empal�ndose!--, sino tambi�n dos o tres en
que hac�a sexo en grupo, pues mientras uno la montaba, ella sosten�a una verga
erecta en la mano mientras su boca mamaba otra m�s, en total cuarto personas,
ella y tres hombres. �Vaya con Amanda!, pens� mientras repasaba una y otra vez
las atrevidas fotos, aquello desat� de nuevo mi excitaci�n, pero apenas tuve
tiempo de guardar las fotos y dejarlas tal cual las hab�a encontrado, pues el
ruido de la puerta que se abr�a me hizo salir casi corriendo a mi cuarto, era
Amanda que regresaba del mercado.




V




Ese d�a era domingo y Amanda no abrir�a la tienda, luego del
almuerzo Amanda y yo hicimos un trato: le ayudar�a a arreglar un poco la tienda
y ella me llevar�a a conocer lugares que poco conocen los turistas. Ya para
terminar el aseo del negocio, Amanda subida en una peque�a escalera acomodaba en
un estante los paquetes y cajas de caf� que yo le daba uno a uno, y por la
posici�n no ten�a m�s remedio que admirar la perfecta conformaci�n de sus
blancas piernas, redondas y muy blancas, hasta que en determinado momento lo
amplio de su vestido floreado me dio otra visi�n, �al fondo de sus entreabiertos
muslos el culo cubierto por la pantaleta rosa!, hummm, que delicia, pero �Amanda
me hab�a descubierto!:


--"Cuando termines de verme las piernas me pasas el �ltimo de
los paquetes!--, dijo ella ri�ndose.


Apenado hice lo que me hab�a pedido y cuando ella baj� de la
escalera, sonriendo me dijo: "�muchachito fisg�n, mira que verle las piernas a
una vieja como yo!".


--"T� no est�s vieja, Amanda!", le dije.


--"�Ah no?, �no crees que estoy vieja?".


--"Claro que no, eres una mujer muy atractiva".


Sonriendo de forma p�cara me apur� a cambiarme para salir de
paseo, mientras ella cerraba la tienda y la bodeguita. Ya en mi cuarto, mientras
me amarraba los zapatos, la figura de Amanda recargada en el marco de mi puerta
llam� mi atenci�n:


--"De verdad crees que soy atractiva", dijo.


Sin decir palabra me acerqu� a ella lentamente, sintiendo en
todo mi cuerpo una excitaci�n anticipada e intensa.


Cuando estuvimos frente a frente, Amanda tom� mi rostro entre
sus manos y acerc� su boca entreabierta a la m�a, nos besamos y mis manos ya
recorr�an su delgada cintura y vagaban furiosas sobre sus carnosas nalgas,
sintiendo la firmeza y la deliciosa curva de ese prodigioso trasero.


Cuando ella sinti� mis manos apretando y acariciando su
nalgatorio, su vocecita en mi o�do dijo: "muchachito travieso, �qu� no ves que
yo podr�a ser tu madre?, �qu� no te das cuenta que ya estoy muy grande para un
ni�o como t�?", yo sin palabras segu�a palpando sus nalgas, ahora por debajo del
vestido, donde impacientes trataban de bajarle la pantaleta, ella trataba de
contenerme: "con calma muchachito travieso, con calma, no comas ansias", pero ya
mi boca pegada a la de ella le daba la lengua y su manita confirmaba el estado
de mi erecci�n, Amanda apretujaba mi verga sobre el pantal�n y mi mano derecha
hab�a alcanzado la desnudez de sus nalgas y recorr�a el delicioso valle entre
los cachetes, mientras que la otra apretaba uno de sus abundantes senos.


Apurados llegamos a la cama y mientras nos segu�amos besando
nos quitamos la ropa, ella el vestido y yo el pantal�n. Cuando ella deslizaba su
calz�n por sus piernas y su peludo sexo qued� ante mi, con la mirada fija en mi
verga parada exclam�: "ay ni�o!, �pero qu� verga tan rica tienes?, mira nada
m�s!, est�s hecho un hombre!, anda papa�to ven, m�teme ese miembro tan buenote".


Amanda abri� las piernas en comp�s cuando me coloqu� entre
ellas y agarrando el tronco de mi carne lo dirigi� a su abierta pucha, la punta
entr� en aquellos labios carnosos de su vagina, ya estaba entrando, "despacio
chiquito, m�telo despacio, as�, poquito a poco, ay est�s enorme!, hummm, todo,
lo quiero todo, as�, m�s, dame m�s, ay ni�ito me abres toda!, espera, as�, ya,
ya lo tengo todo, todo m�o, eres m�o ni�o travieso, me tienes bien cogida, huyy
papito, tienes la verga m�s adorable del mundo, �me llenas toda!, siente como te
aprieta mi gatita, qu�date as�, adentro, lo quiero as�, metido todo dentro de
mi, p�gate m�s, no te muevas, d�jame disfrutar de esa rica verga, anda c�mete
mis tetas, �quieres tetita ni�ito?, anda ven, c�melas, chupa, termina de
alimentarte con mis melones, son todos tuyos, chupa, ay chiquito qu� rico mamas,
no me muerdas tan fuerte!, chiquito lindo, mi ni�o hermoso que me tiene bien
cogida con esa verga de oro".


Cuando quedamos pegados completamente, las piernas de la
mujer atenasaron las m�as fuertemente, luego de un ratito Amanda afloj� las
presi�n de sus piernas, entonces me pude mover, despacio, lentamente, sintiendo
como la verga sal�a de aquella pucha enorme, mojada, escurriendo jugos, ella
empez� a mover su pelvis como yendo a mi encuentro cuando volv�a a penetrarla.
Pegado a sus pechos arremet�a una y otra vez contra esa abertura peluda,
removiendo el miembro cuando todo estaba adentro, entonces Amanda se agit�, su
respiraci�n se hizo m�s intensa, "ay chiquito lindo, qu� bien me coges, papacito
de mi vida, ya me viene, ayyyyy ni�o, as� dame m�s, toda tu verga, me llenas,
muevete papy, as� c�gete a esta vieja, hummmm, lo siento, me llevas al cielo
chiquillo travieso, ya!, huyy!, me vengo, m�s, m�s fuerte, ay! que venida por
todos los cielos", mi verga entrando y saliendo, chapaleando en la mojad�sima
pucha ahora muy abierta.


Amanda se afloj�, todo su cuerpo se puso liguerito, muy
suave, respirando pausadamente, me contuve manteniendo mi erecci�n dentro de
ella, d�jandola reposar, entonces abri� los ojos y con su rostro iluminado por
el placer me dijo: "ay que bien coges!, d�jame subir, quiero montarme en esa
carnota tuya", cambiamos de posici�n, ahora ella me montaba, con su mano dirigi�
la verga a sus profundidades y cuando poco a poco la verga desapareci� en su
entrepierna con un hondo suspiro me dijo: "ay, que bien me entra la verga, lo
tengo todo adentro!, es deliciosa, rica tu tranca de hombre, ni�o cogel�n!",
acerc� sus bamboleantes tetas de pezones erectos a mi boca en el preciso momento
que se empez� a mover, subiendo y bajando sus caderas, comi�ndose mi pito y
restreg�ndose sobre �l.


Yo, pegado a sus tetas, estrujando una, mientras mi boca se
tragaba el duro pez�n y parte de la otra teta carnosa. Amanda cabalgando
furiosa, empal�ndose en esa dura carne, arremetiendo con fuerza, para al momento
siguiente separar su pelvis y permitir que casi todo el miembro saliera, para de
nuevo com�rsela toda, una y otra vez, "huuummmm, papy, me viene de nuevo, ayyy,
chiquito! me vengo, as�, as�, siente mi pucha como palpita, me estoy viniendo
chiquillo lindo!, m�s, m�s, quiero m�s verga, toda, toda, ayyyyy, otra vez, me
viene de nuevo, me sacas otro orgasmo!, huyyy ni�o qu� verga me est�s dando",
entonces ya no pude m�s, mis manos se aferraron a sus nalgas cuando la empec� a
taladrar con mi pito que en esos momentos escup�a chorros de leche.


--"Ay ni�o m�o, qu� leche!, ll�name de mocos, as�, todos,
vente en mi, los quiero todos, dame tu semen de ni�o caliente, huyyy c�mo te
vienes, otro chorro, as�, otro chorro, dame tu leche papito, te voy a sacar
todos los mocos, ahora, m�s tarde, en la noche, en la ma�ana, quiero tu leche
todos los d�as, alimenta con tus mocos a mi pucha solitaria, hummm, siente mi
pucha , te aprieta, te saca los mocos, todos m�os, as�, ya, terminaste, qu�
venida te diste chiquillo lindo...".


Ambos quedamos como muertos, quietos, mi virilidad se afloj�,
la pucha que lo conten�a lo escupi� flojo, retra�do. Amanda se recost� a mi lado
y ambos nos abrazamos, pasaron los minutos, entonces se levant� y fue al ba�o a
asearse.




VI




Pregunt�ndome c�mo era posible que aquella pucha apretara
tanto, c�mo era posible que el sexo de Amanda que aceptaba vergas del calibre de
su consolador todav�a apretara como puchita de quincea�era --porque cuando la
punta de mi garrote entr� en ella sent� la deliciosa presi�n, lo apretado del
conducto y pese a los l�quidos viscosos que empapaban toda su raja, en todo mi
tronco sent� la estrechez de una puchita juvenil y no el supuesto co�o aguado de
una se�ora de edad que ha tenido el tipo de experiencias que hab�a vivido la
casera--, me qued� dormido, no se cu�nto tiempo estuve as� hasta que unas
delicadas caricias me despertaron.


Era Amanda, que acostada a mis pies con mimos y besitos
trataba de poner a tono mi verga. No se percat� que yo hab�a despertado, la dej�
seguir con su apasionada tarea. Abri� sus labios y los coloc� sobre el glande
pelado, ah� succion�, recorri� una y otra vez la cabezota con su lengua,
titilando ahora, luego lamiendo, succionando, recorriendo lentamente con su
lengua el pito por debajo, hasta que de pronto toda mi verga despareci� dentro
de su boquita, se la trag� toda, hasta que su nariz lleg� a la base del miembro
que poco a poco hab�a adquirido su grandeza, erecto, firme.


Amanda sigui� mamando por varios minutos m�s, hasta que mi
voz "ay Amanda que rico mamas", la hizo voltear hacia mi sin soltar para nada mi
pito. Sin despegar su mirada de mis ojos sigui� succionando mi verga que por
momentos parec�a empezar a eyacular, ella segu�a ah� aferrada con una mano a la
base de la verga, su boca haciendo maravillas sobre el lomo y sobre la cabeza,
hasta que solt� el garrote s�lo para decir "tienes una verga riqu�sima chiquito,
sabe deliciosa, quisiera tus moquitos en mi boca, pero te quiero en mi chiquito,
�quiero que me destroces el culo!".


Sigui� mamando todav�a m�s, ensalivando todo el tronco hasta
que impaciente hizo que me levantara de la cama, mientras ella se pon�a a cuatro
patas sobre el colch�n. Con ambas manos separ� los cachetes de sus nalgotas
urgi�ndome "anda papa�to p�nmelo aqu�, en mi cola, en mi chiquito apretado,
r�mpelo, destrozalo con tu palote duro, �chame aqu� tus mocos, todos, quiero tu
leche mientras te exprimo con mi colita rica, anda ya chiquitito lindo, te voy a
dar placer con mi culito trag�n!".


No me hice del rogar, me situ� entre sus nalgas, apuntando la
verga sobre aquel conjunto de pliegues rojizos, dos o tres intentos fallaron, mi
verga resbalaba y entraba parcialmente en la pucha abierta. Hice que repegara
m�s su cuerpo a la cama, la puse a la altura exacta, haciendo que sus nalgas se
abrieran m�s, agarr� mi verga con la mano y la dirig� al sitio exacto, presion�
duro, manteniendo la cabeza sobre los pliegues de su cola, empuj� m�s y el culo
lentamente me dej� entrar, al momento ella grito "aaayyyyy, hummmmm, papacito me
destrozas, ayyyy, espera, quedate ah�, en la entradita, no te muevas, espera un
poquito", apretaba much�simo, parec�a como si la cabeza de mi verga estuviera
siendo cortada con algo filoso. Me agarr� de sus nalgas y mantuve la presi�n,
haciendo que otro cent�metro de palo entrara, la verga fue entrando poco a poco,
siempre con la misma presi�n de aquel hoyo requemado ahora sin pliegues, ella
mordi�ndose los labios aguantaba la estocada, hasta que por fin todo mi garrote
qued� sumido entre sus nalgas, as� me mantuve, dejando que el agujero se
distendiera, que el culo diera de si, se aflojara.


El culo cedi� un poco, entonces inici� una lenta y prolongada
cogida, llevando el ritmo de la penetraci�n, empujando y sacando la verga hasta
que la cabeza asomara en el abierto agujero, volviendo a meterlo, lentamente,
jalando a Amanda por las nalgas, para que se empalara. As� nos mantuvimos un
largo rato, uno y otro yendo y viniendo a contrapunto, una y otra vez, los leves
quejidos y apagados suspiros de Amanda me indicaban que ella disfrutaba ya de la
cogida. Ya su culo era un gran agujero sumamente abierto, lo que me permit�a por
momentos sacar toda la verga para de inmediato meterla con furia, las
arremetidas arreciaron, con violencia atacaba su culo abierto, con fuerza, con
muchas ganas, haciendo que sus nalgas brincaran con cada arrempuj�n, hasta que
una leve palpitaci�n en mi verga me anunci� la eyaculaci�n, todav�a ataqu� dos o
tres veces las nalgotas de Amanda, ahora totalmente sometida a la sodomizaci�n,
aferr�ndose con manos crispadas a las s�banas, hasta que el primer chorro sali�,
entonces la expresi�n del rostro de la mujer cambi�, sonri�, el placer se
posesionaba de ella "anda chiquito, �chalos, todos, siento los chorros, siento
como palpita tu vergota rica, anda, m�s, dale m�s leche a mi cola hambrienta,
siente como te aprieta, te saco los mocos papacito, te los saco a apretones, te
estoy exprimiendo la vergaaaaaaa!, hummmm!".


Al terminar, ambos nos deslizamos sobre la cama, yo sobre
ella, sobre sus nalgas, manteniendo mi pito dentro del culo de Amanda, me
mantuve as� todav�a disfrutando de aquella calidez de mujer, de la suavidad y
tersura de su piel, d�ndole besitos en el cuello.


Luego nos separamos, ella se levant� llev�ndome de la mano
"anda cochin�n, tenemos que ba�arnos, tienes que lavarte bien el pito, porque
sent� que hasta me sacaste cochinadas de mi...".


Ya bajo la regadera, con mucha ternura y cari�o Amanda lav�
mi cuerpo, poniendo especial atenci�n en mi verga, la enjabon� y lav� con mucho
cuidado, pelando toda la cabeza para que el agua se llevara cualquier impureza
que su cola hubiera dejado. Yo me sent�a cansado, no obstante que las caricias
de Amanda le volvieron a dar vitalidad a mi pito, ella se percat� "ay chiquito,
ya estas listo de nuevo!, as� son los jovencitos, pero no, tienes que almorzar
bien, te voy a alimentar para que me des tu miembro todos los d�as, toda la
semana, ser�s mi amante hasta que decidas irte y dejarme enamorada de tu
verga!".




VII




La mujer cumpli� su palabra, era insaciable, hasta podr�a
decir que empalagosa. Cumpl�a todos mis caprichos y fantas�as, pues tambi�n eran
los de ella, cogimos en su cama por las noches, pero tambi�n en la cocina por
las ma�anas, en la tina del ba�o, en los sillones de la sala y hasta en la
tienda de caf�!, por supuesto me trat� como rey, las comidas se convirtieron en
banquetes, pagaba las cuentas cuando sal�amos a pasear o a cenar, me hac�a
regalos --camisas, pantalones, cinturones, anillos de �mbar, artesan�as--, en
fin, todo para tenerme contento y estar dispuesto a llenar su panocha una y otra
vez, que cosa curiosa en cada encuentro se encontraba apretadita, como nueva!


Por supuesto que hablamos de su consolador, que ella llamaba
"mi novio preferido", Amanda me cont� que aquel consolador hab�a sido un regalo,
un olvido de alguna turista, la gringa lo hab�a dejado olvidado al irse y tal
vez por pena no se atrevi� a regresar por aquello cuando descubri� su olvido.
Con aquel juguetito nos entretuvimos alguna noche, yo mam�ndole el conejo y
d�ndole dedo por el culo, mientras que ella se empalaba con el negro consolador,
sus orgasmos fueron tumultuosos, la cama qued� empapada, luego de que yo la
penetr� con mi verga por el culo, mientras ella se daba con el consolador por la
pucha. Esa noche Amanda grit� esc�ndalosamente de placer varias veces.


Tambi�n me confes� su otro secreto, la estrechez de su pucha,
que luego de cada encuentro amoroso quedaba abiert�sima, tanto que yo bien pod�a
meter la mano en el distendido agujero. Amanda utilizaba una yerbita que le
llevaban los chamulas, con ella herv�a agua y se daba lavados en la pucha. Con
un irrigador echaba el agua tibia de la yerba, sintiendo como al momento su
gatita se contra�a, quedando al terminar como la virginal vagina de una
muchachita. Asimismo me cont� que desde la primera noche se propuso
conquistarme, por ello hab�a dejado sus calzones "olvidados" en el ba�o,
descubriendolos a la ma�ana siguiente olorosos a semen.


Alguna tarde, mientras le ayudaba en la tienda, se me ocurri�
una travesura. Amanda estaba recargada sobre el mostrador esperando a que
entrara alg�n cliente, cuando estuve cerca de ella me deslic� hasta el suelo,
ella se percat� de mis intenciones "�qu� haces?, espera, alguien puede
vernos...", pero yo ya estaba bajandole los calzones, met� mi cabeza por debajo
del vestido, hasta que mi cara qued� entre sus nalgas, entonces inici� una rica
mamada, recorriendo con la lengua entre las nalgas, al momento Amanda par� el
culo hac�a atr�s, afloj� las nalgas para que ahora mi lengua alcanzara los
labios de la gatita por detr�s, leng�eteando el prominente cl�toris y d�ndole
piquetitos de lengua en el agujero de la pucha le provoqu� varios orgasmos. Debe
haber sido curioso ver a aquella mujer conteniendo sus muecas de placer,
cualquiera que pasara frente a la tienda se hubiera preguntado por qu� esa mujer
hacia gestos.




VIII




Pero todo tiene su fin, mi estad�a se hab�a prolongado m�s de
dos semanas, ya no ten�a que preocuparme por pagar la renta de la pensi�n,
claro! Hasta Amanda me hab�a propuesto quedarme a vivir con ella, me conseguir�a
trabajo y escuela y ser�a como su amante. Pero luego de dos semanas mi verga ya
acusaba los estragos de tanta cogida �al menos dos veces por d�a. Por aquellos
d�as llegaron nuevos inquilinos a la casa, una pareja de gringos con sus
mochilas. Desde el primer d�a Amanda cambi� su actitud, no quer�a que aquellos
extra�os supieran de nuestra cercan�a, estando presentes los nuevos hu�spedes no
pod�a acercarme a ella, esto me permit�a descansar.


Cierta noche, luego de regresar de un paseo por el Sumidero,
los encontr� en animada pl�tica en la sala, Amanda medio achispada por algunas
copas ya permit�a ciertas facilidades al gringo, que amigablemente pasaba su
mano por los hombros de Amanda. No hice nada por interrumpirlos, me dirig� a mi
habitaci�n, medio encabronado, lo acepto. �Pero era normal o no?, as� era
Amanda.


Un rato despu�s tuve que salir al ba�o, entonces escuch�
algunos murmullos provenientes de la sala, me acerqu� sigiloso s�lo para
descubrir a mi amada Amanda cogiendo con aquellos cabrones, ella empinada
apoy�ndose en el sill�n recib�a la verga del gringo por detr�s, mientras la
gringa de pie, frente a Amanda, abr�a las piernas para que ella le mamara la
rubia pucha, un trio. Aquello me excit�, debo confesarlo, pero tambi�n me sent�a
desconsolado, as� que regres� a mi habitaci�n convencido de que mi estancia en
aquel lugar hab�a terminado.


Aquella noche decid� seguir mi viaje, conservaba dinero
suficiente para ir a conocer Palenque, prepar� mi mochila y me acost� a dormir.
Pero Amanda me hab�a preparado una agradable sorpresa, un rato despu�s la puerta
se abri�, entr� ella, se acerc� a mi cama y se sent� en la orilla "�est� enojado
mi chiquito?, �tiene celos mi ni�o porque su mamita acaba de coger con otro?, no
te enojes papito, ya sabes como soy, no lo puedo evitar, pero mira te tengo un
regalito..., le platiqu� a la gringa de ti, le dije que culeas divino, ella
acept�, quiere que le des por la cola, te pagar� 150 d�lares, acepta, ahorita
vengo...".


Momentos despu�s regres� Amanda, llevando a alguien m�s, era
la gringa, una chica de m�s o menos 20 a�os, por su desnudez la not� flaca, pero
con suficiente carne de donde agarrar. En ingl�s Amada le indic� como ponerse,
Cindy, como se llamaba la gringa, obediente se arrodill� en la cama. Yo de pie,
dudando en aceptar la oferta, pero con la verga ya erecta. Me acerqu� a aquellas
nalgas entre abiertas, pero Amanda me contuvo, "espera chiquito, ponte este
cond�n y d�jame ponerle cremita en la cola a esta pinche vieja guanga", ya con
el cond�n puesto me agarr� a aquellas nalgas extra�as y not� la gran diferencia,
la piel m�s blanca, si, pero m�s floja, suave, si, perfecta, pero aguada. La
carne de las nalgas parec�a desbordar mis dedos al presionar un poco.


Apunt� con cuidado en el sitio exacto, "ahora ver�s pinche
vieja", me dije a mi mismo cuando de un fuerte empuj�n le dej� ir toda la verga.
Un prolongado "aaaaaayyyyyyyyy noooooo" fue la repuesta de la mujer, pero no me
contuve, inici� un mitisaca furioso, violento, con coraje, con mucho coraje,
pero al momento aquella mujer respondi� con pasi�n, aguantando las metidas pero
yendo a mi encuentro. En cierto momento sent� otra caricia, la manita de Amanda
tocando primero mis huevos y luego la abierta pucha de la mujer, a esa mano se
uni� otra, la de la gringa, que agarrando el paquete de mis huevos me jalaba
hacia ella para luego frotarse los desmesurados labios abiertos de su panochota.


Yo segu� cogiendo, igual, con mucha fuerza, sacando todo el
miembro para volver a sepultarlo al momento. Dos o tres veces los labios de la
mujer se abrieron para expresar su placer, por fin me vine, Amanda me dej�
terminar, luego tom� la base de la verga y la extrajo del culo de la gringa, se
arrodill� y despoj� a mi verga de su protecci�n, su intenci�n era evidente,
quer�a comerse la leche. Su lengua recogi� todos los mocos, su boquita
succionadora recogi� todo el semen, fue y vino por el lomo para la chupar todos
mis l�quidos. La expectante Cindy se le uni�, leng�eteando alg�n trozo de verga
disponible. Hab�a cumplido, ellas entendieron, Amanda le hizo un gesto a la
gringa, quien abri� la palma de la mano para entregarme el dinero convenido.
"�qu� b�rbaro eres?, casi violaste a la gringa, pero a ella le gust� mucho,
bueno chiquito ahora a dormir, ma�ana te quiero para mi", me dijo Amanda. Luego
ambas salieron de mi cuarto tomadas de la mano.


Ya hab�a amanecido y yo estaba listo para partir, al salir no
tuve m�s remedio que ver una curiosa escena, los tres, Amanda y aquella pareja,
profundamente dormidos, acostados sobre la alfombra de la sala. Amanda
sosteniendo con la mano la dormida verga del hombre, y la gringa con su rostro
sobre las carnosas tetas de su ahora �ntima amiga. Con aquella imagen sal� de la
casa para continuar mi viaje.




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Relato: Amanda, adicta al sexo
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