Relato: La posesi�n





Relato: La posesi�n


LA POSESI�N



Capitulo 1: m/F, IN?



Lo cierto es que pense que mi vida hab�a acabado aquel
fat�dico d�a en que, mientras hu�a de la polic�a con una flamante moto reci�n
robada, me estrelle contra aquel coche familiar salido de la nada. Supuse,
durante unas d�cimas de segundo, que mi fulgurante carrera de ladr�n, violador y
asesino terminaba en un amasijo de hierros chamuscados. De hecho mi ultimo
recuerdo de este mundo fue la cara p�lida y asustada del mocoso que viajaba en
el asiento de atr�s, junto a la puerta donde impacte con mi cuerpo.


Mi despertar fue una incre�ble pesadilla, estaba paral�tico,
puesto que no pod�a mover ninguna parte de mi cuerpo, ni tan siquiera hablar,
escuchando solo las voces que me llegaban del exterior. Fue la mar de raro o�r
comentar al medico con alguien en la habitaci�n que la polic�a hab�a dejado un
agente custodiando la planta una temporada por si me despertaba alguna vez del
coma. Pero aun mas raro fue cuando se me abrieron por fin los ojos y vi enfrente
a un se�or completamente desconocido para mi dici�ndome sensibler�as, y llorando
mientras apretaba mi mano.


Cuando se giro mi cabeza sola, sin que yo hubiera hecho nada,
vi que al otro lado de la cama estaba una estupenda se�ora, rubia y muy
pechugona, cojiendome la otra mano y sollozando sin parar. Me extra�o que al
sentir sus h�medos besos por toda la cara no se me pusiera duro el cipote, pero
lo achaque al golpe recibido. Y entonces fue cuando o� mi voz calm�ndola. Era
una voz dulce y aflautada que sal�a de mi cuerpo, pero que yo no controlaba. De
repente, en medio de la confusi�n, apareci� el medico que hab�a o�do antes, que
provisto de un espejo se acerco a la cama. Mi sobresalto fue enorme cuando vi de
nuevo el rostro infantil, ahora parcialmente vendado, que hab�a visto en el
coche.


Poco a poco fui haci�ndome a la idea de que, de alguna forma,
mi esp�ritu, mi esencia, o lo que fuera se hab�a quedado dentro del cuerpo del
mocoso cuando tuvimos el desgraciado accidente. Y para mi eso era mil veces peor
que la muerte, o al menos eso pensaba entonces. Fue el segundo d�a de estancia
en el hospital, mientras el cr�o dorm�a, cosa que yo no pod�a hacer, cuando
empece a notar mis nuevos poderes.


Llevaba un rato pic�ndome el brazo cuando, en un gesto
impulsivo me lo rasque. Me di cuenta de que hab�a sido yo el que hab�a hecho el
gesto, y no el chaval, por lo que intente hacer otras cosas. Era como si el
chico dormido hubiera desconectado la maquina, y yo me pusiera a los mandos. Me
costo muchos esfuerzos, pero pronto aprend� como podia mover sus manos, brazos y
piernas como si fueran los m�os propios mientras el crio dormia. La pena es que
cuando se despertaba el control volv�a a ser suyo, y yo me volv�a a convertir en
un mero pasajero de su cabeza, compartiendo su vida insulsa e infantil.


Por suerte los medicamentos que le suministraban los medicos
en el hospital le hac�an dormir largo tiempo, por lo que pude practicar bastante
con su cuerpo inconsciente. En tan solo un par de d�as ya pod�a desenvolverme
como si fuera el mismo, charlando incluso si era necesario, aunque esto ultimo
me fatigaba bastante, dejandome muy agotado.


Los padres me vieron tan recuperado que dejaron que la
hermanita mayor viniera a visitarme. Esta, que era un jugoso bollicao pelirrojo,
reci�n salido de la pubertad, tenia el aspecto dulce y angelical adecuado, y las
curvas suficientes, como para convertirse en una de mis v�ctimas favoritas si
entonces hubiera tenido mi propio cuerpo. La mejor prueba la tenia en que mi
rid�culo aparatito infantil ni se inmuto a pesar de los efusivos abrazos y besos
que me dio la tierna princesita. Y que yo, como no, aproveche para restregarme a
conciencia contra sus p�treos y prometedores meloncitos, mientras sentia como
las lagrimas del crio brotaban. A mi me daba igual, pues a traves de su fina
camiseta incluso podia sentir como sus duros pezones se clavaban en el torso del
ni�o.


Esa noche por fin se fue el padre del crio a dormir a casa,
dejando que la espectacular mamita velara su sue�o, para poder ir a trabajar al
d�a siguiente. Fue una pena que esta durmiera vestida sobre el amplio sof�, pues
apenas me dejaba espacio para maniobrar. Aun as� pude comprobar que su sue�o era
asombrosamente pesado, pues mis manoseos no eran capaces de despertarla. Su
lento respirar me permit�a palparla por encima de la ropa con confianza,
alert�ndome si mis caricias la pon�an mas nerviosa de lo que era aconsejable.


El generoso escote de su vestido me permiti� sobarle las
descomunales tetas a placer, comprobando que su firmeza y volumen eran algo
fuera de serie, pues las diminutas manitas del mocoso apenas servian para amasar
las zonas que yo anhelaba estrujar a conciencia. Por eso decidi emplear mis
arduos esfuerzos en sus gruesos y llamativos pezones. Estos eran tan sensibles
que con apenas unos manoseos y pellizquitos consegu� ponerlos tan r�gidos que se
notaban claramente incluso a trav�s del sujetador y del vestido, ya que formaban
unos puntiagudos conos de carne que ocupaban casi toda la palma de mis manitas.
Asi que estuve un par de horas jugando con ellos mientras besaba y mordisqueaba
sus entreabiertos labios gordezuelos.


Luego me dedique a explorar el resto de su atractivo cuerpo.
La �nica pena es que su larga falda era tan r�gida que no pude alcanzar su
intimidad de ninguna manera, por mucho que lo intente, teniendo que conformarme
con sobarle el trasero cuando se puso de lado en el sof�. Por suerte con solo
bajarle la cremallera posterior de la falda su amplia y generosa grupa quedo al
alcance de mis incansables manitas durante el resto de la noche. Cosa que hice.


No descanse hasta explorar con los peque�os deditos del
mocoso toda esa masa de carne blanca, deslizandolos por la oscura hendidura de
sus medias lunas una y otra vez en unos vanos esfuerzos por alcanzar su conejo
desde atr�s. Mi unico consuelo fue el sepultar la punta de uno de esos deditos
dentro de su estrecho agujerito posterior. Y, aunque entro con relativa
facilidad, casi consigo al hacerlo que se despierte, por lo que tuve que
desistir y volverme a la cama... no sin antes prometerme a mi mismo que la cosa
no quedaria ah�.


El d�a antes de irme no quise desaprovechar la oportunidad, y
cuando vino a visitarnos la enfermera mas joven y mas linda de la planta durante
la siesta del mocoso le ped� que me ayudara a hacer pip� en el lavabo. A ella no
le importo ayudarme, aunque mi torpeza me obligara a agarrarme a uno de sus
firmes y abultados melones cuando fing� resbalar, aferr�ndome a el con ambas
manos en vista de su bondadosa ingenuidad. Eso si, fue una pena que mi rabito
infantil no supiera agradecer la suavidad de sus manos mientras lo sujetaba con
mucho cuidado esperando, en vano, que saliera mi chorrito de orina.



Capitulo 2: m/F, IN?



Cuando al chico le dieron el alta y volvi� a casa con su
familia empece a darme cuenta de las incre�bles posibilidades que tenia. Durante
sus horas de vigilia tenia que soportar su vida infantil, pero en cuanto se
acostaba tenia un mundo incre�ble a mi alcance.


Lo primero que hice fue quitarme la espina que tenia con la
madre. Para ello me basto con irrumpir en su dormitorio de madrugada y simular
que tenia una pesadilla, para que me dejaran acostarme con ellos. La madre,
adormilada, me acurruco junto a ella, para que no despert�ramos al padre que
roncaba feliz a nuestro lado, y que tenia que trabajar al d�a siguiente. Yo,
bien acomodado entre sus enormes melones, solo tuve que esperar a o�r su
acompasada respiraci�n para disfrutar de lo lindo de su cuerpo indefenso.


Como estabamos a finales de la primavera me basto con bajarle
una de las finas tirantas del camis�n para dejar uno de sus soberbios cantaros
al aire. Ni que decir tiene que esta vez lo use y disfrute a conciencia,
amorrandome incluso al grueso pez�n para degustarlo a placer en cuanto mis
caricias lo endurecieron tanto como yo deseaba. Estuve mas de una hora jugando
con el adorable fres�n, hasta que ella, sin despertarse, se puso boca arriba. Su
indecente postura, con las piernas bien separadas, despert� mis mas innobles
sentidos, por lo que decid� arriesgarme del todo y me deslice hacia abajo.


Tenia la suerte de cara, pues la muy picarona dorm�a sin
bragas. Por lo tanto, cuando le sub� el camis�n hasta la cintura, pude
vislumbrar gracias a la poca luz que entraba por la ventana, el espeso tri�ngulo
que cubr�a su intimidad. Claro que no me conforme solo con mirar, y pase largo
rato hurgando entre sus espesos rizos y la c�lida entrada de la cueva, metiendo
algun dedito dentro de vez en cuando.


Mis h�biles caricias dieron el resultado apetecido, por lo
que termine chapoteando en sus calidos y espesos fluidos. A esas alturas estaba
tan excitado que termine por meter hasta tres deditos a la vez en su humedo y
calido interior. No pude explorar demasiado con ellos, por que me falto el canto
de un pelo para que se despertara al sentir su brusca intromision. Su nuevo giro
hizo que durante el resto de la noche solo pudiera acceder a su enorme trasero,
pero eso si, lo disfrute a conciencia.


Pues no contento con acariciar y saborear su suave piel de
seda utilice sus propios fluidos, que aun empapaban mis peque�os dedos, para
volver a explorar de nuevo su agujerito mas extrecho y prohibido. Logrando, tras
arduos y divertidos esfuerzos, meter uno de mis dedos hasta la raiz, donde lo
tuve alojado durante mas de media hora, moviendolo continuamente a un lado y a
otro hasta que me aburri y decidi dejarla en paz. Fue la mar de divertido verla
al otro d�a nerviosa y excitada por la casa, esperando impaciente que volviera
su marido al hogar para apaciguar sus deseos insatisfechos.



Capitulo 3: m/f, IN?



Pero era la inocente hermanita la que despertaba mis peores
instintos de violador, pues su preciosa carita infantil unida a las prometedoras
redondeces que tenia su cuerpecito la convierten en lo que considero una v�ctima
ideal. El cari�o que sentia esta por el mocoso, sobre todo despues de lo que
habia sucedido, hacian que la adorable e ingenua jovencita se desviviera por
complacerlo en todo momento. Dandome acceso a un mundo de posibilidades.


As� que durante las largas siestas del peque�o, aprovechaba
la devoci�n que sent�a por su hermanito para irrumpir en su cuarto y jugar con
ella, en unas horas en que sol�a ir ataviada con unas cortas camisetitas,
dejando sus castas braguitas juveniles a la vista. Lo cierto es que su candidez
y su pasi�n por los juegos me ven�an de perlas, pues pod�a sacar el m�ximo
provecho de la excitante situaci�n sin despertar sus recelos.


La tierna palomita aun no se hab�a percatado de lo tentadores
que eran sus enhiestos pechitos, bastante mas abultados de lo que era normal
para una chiquilla de su edad, que apenas acababa de salir de la pubertad. Por
eso, cuando lograba dejar alguno a la vista la chica tardaba bastante rato en
reparar en ello, sin molestarse la mitad de las veces en volverlo a ocultar bajo
la ropa. Dejando as� que disfrutara de unas magnificas vistas de sus meloncitos,
sobre todo de las de sus puntiagudos y enhiestos pezones rosados, que eran todo
un primor.


Como ya supondran a lo largo de los dias entre peleillas y
bromas la hab�a manoseado a conciencia por todas partes, permiti�ndome incluso
el lujo de apartarle las braguitas en mas de una ocasi�n para contemplar de
cerca y a placer el abundante vello anaranjado y rizado que adornaba sus rosados
labios menores, o el p�treo culito que tanto me gustaba sobar. No en vano llegue
incluso a darle algunos peque�os mordisquitos en las peleas, provocando sus
risas y falsas quejas, cuando no lo usaba de almohada para reposar entre juego y
juego.


Era una pena que no pudiera hacer lo mismo con sus
maravillosos pechitos, pero como le estaban aun creciendo los tenia todavia
demasiado sensibles, por lo que no me dejaba recostarme demasiado rato sobre
ellos, ni que los manoseara tanto como querria. Pronto mis inocentes jueguecitos
empezaron a volverse mucho mas p�caros, aprovechando mis enormes conocimientos
de la anatom�a femenina para doblegar su d�bil voluntad.


As� una tarde aproveche que estaba tumbada boca abajo sobre
la alfombra de su cuarto ojeando una revista para instalar el campamento de mis
soldaditos de plastico entre sus piernas separadas, desde donde tenia un acceso
perfecto hasta sus braguitas juveniles. Ella me dejo hacer en paz, ri�ndose
feliz cada vez que mis soldaditos trepaban por sus piernas para luchar o
saltaban desde lo alto de su petreo trasero a la base que habia montado entre
sus piernas. Pero pronto dejo de hacerlo, cuando uno de mis tanques de juguete
empez� a golpear con su largo ca��n en su intimidad, a trav�s de sus finas
braguitas blancas de algodon. La sensaci�n le resulto tan placentera a la
jovencita que me dejo continuar, separando sus piernas al m�ximo y ocultado su
rostro arrebolado entre sus brazos para que yo no me diera cuenta de lo bien que
se lo estaba pasando con mis turbios manejos.


El juego se repiti� durante varios d�as, aumentando cada vez
mas la confianza con que mis soldaditos se escond�an bajo sus lindas braguitas,
entrando a menudo en su interior para usar el canal de su culito como sendero de
paso, pues era su virginal intimidad la gruta selvatica que me servia de base...
y que el tanque de plastico siempre terminaba por "destruir", a base de
golpearlo incansablemente una y otra vez con su largo ca�on de plastico, dejando
encharcadas sus braguitas como muestra de su completa "rendicion", y del goce
que la turbada chiquilla obtenia con ella.


Hasta que llego el d�a en que pude apart�rselas desde un
principio para poder hurgar a placer en su indefensa intimidad, metiendo mis
manos y mis soldaditos por todas partes. Ese fue el d�a en que lleve el juego
hasta el final, metiendo y sacando el largo ca��n sin descanso de su almejita
hasta que por fin oi como gem�a bajo su primer orgasmo. Sin darle tregua, y sin
sacar el largo ca�on de su conejo le obligue a darse la vuelta, y tumbandola
boca arriba segui masturbandola cada vez mas freneticamente hasta arrancarle un
nuevo y largo orgasmo.


Al acabar la mire directamente a los ojos y le pregunte si le
habia gustado "el juego". La pobrecilla, sudorosa y colorada como un tomate,
solo atino a asentir con la cabeza. Luego le pregunte si queria volver a
"jugar". Esta vez se lo penso un poco mas, pero volvio a asentir, suspirando y
cerrando los ojos para no ver lo que yo le iba a hacer.


Asi que me sente sobre su estomago, dandole la espalda, y
volvi a introducir el largo ca�on en su conejito, metiendolo y sacandolo cada
vez con mayor velocidad y frenesi. Esta vez, ademas, le pellizque el abultado
clitoris con mi otra manita cuando se estaba corriendo, por lo que su orgasmo
fue de lo mas salvaje y brutal. Al acabar mi "faena" me levante y me marche, sin
decirle nada, sin recoger mis juguetes y ni tan siquiera sacarle el chorreante
ca�on de dentro de la almejita, para que su verg�enza y humillacion fueran
mayores aun.


Esa noche y los dos dias siguientes se los paso rehuyendo al
peque�o, finjiendo tener que estudiar o hacer deberes para no jugar con el.
Hasta que al tercer dia fui testigo de su completa derrota cuando la princesita
aparecio en el cuarto del mocoso, toda sofocada, y le pregunto con su dulce voz
temblorosa que si no le apetecia jugar. En cuanto el peque�o se durmio la siesta
y yo obtuve el control me diriji al dormitorio de la victima dispuesto a
convertirla en una mu�equita viciosa.


Ella me esperaba con sus braguitas y camisetita habitual, en
la cual se marcaban claramente sus ya rigidos pezones, se�al elocuente de lo
excitada que estaba la jovencita. Solo tuve que indicarle las braguitas para que
ella misma se las quitara, con su rostro enrojecido, y solo tuve que se�alarle
su propia camita para que se tumbara docilmente, con sus blancas piernas bien
separadas, esperando ansiosa que yo empezara mis "juegos".


Esta vez no me conforme solo con meterle el ca�on, pues me
pase mas de dos horas hurgando a fondo en su almejita con mis peque�as manitas,
metiendo hasta tres dedos en su aconejo sin que la viciosa jovencita se quejara,
ya que a esas alturas estaba tan agotada con los incontables orgasmos que le
habia arrancado que ya todo le daba igual. Y no se crean que hablo por hablar,
pues hasta me permiti el lujo de meterle algun que otro dedito en su culito
virginal sin que la ninfa hiciera otra cosa que murmurar y agitar debilmente las
caderas ante mi continuo acoso.


Durante los dias siquientes me hacia mucha gracia verla
perseguir al muchacho como una perrita en celo, teniendo que esperarse hasta que
este se dormia para que yo pudiera ir a su dormitorio y alli destrozarla de
placer.


Me dio mucha rabia no darme cuenta de en que momento la
desvirgue, pero no me cupo la menor duda de que en alguno de esos juegos le
habia desgarrado el himen sin que ninguno lo notaramos, pues su dilatado
conejito cada vez acogia objetos mas grandes sin que la princesita se quejara y
asi pronto pude meterle juguetes, velas y hasta hortalizas de tama�o mas que
respetable... llegando al extremo de poderle introducir todo el pu�o del mocoso
en una memorable tarde en la que logre que se desmayara del tremendo orgasmo que
le provoque al hacerlo.


Supongo que por eso puse tanto empe�o en desvirgarle el
culito con rudeza, haciendo caso omiso de sus lloros y sus quejas cuando le
metia algun pepino o zanahoria bruscamente mientras le hacia gozar con mi otra
mano bien metida en su ya dilatado conejito. Me daba cuenta de que cada vez
disfrutaba mas torturandola mientras la hacia gozar, pero quiero suponer que el
motivo no era otro que el no sentir nada encerrado en aquel odioso cuerpo
infantil pues desconocia esta vena sadica en mi.



Capitulo 4: �M/f



No he dejado de pensar en los motivos que me impulsaron a
hacer lo que hice despues, pero es bien cierto que nadie es buen psicologo de si
mismo. Supongo que queria que alguien disfrutara de ella ya que yo no podia
hacerlo o algo asi.


El caso es que durante varias tardes me negue a darle placer,
prometiendole una increible aventura para una noche proxima. La jovencita,
acostumbrada ya a doblegarse a mis deseos, solo podia decir que si cuando yo le
susurraba al oido las promesas de una velada maravillosa. La noche en cuestion,
en cuanto me asegure de que los padres dormian profundamente, me dirigi a la
habitacion de la ninfa, y le hice ponerse apresuradamente su camisa y faldita
escolar. Me costo mas cogerla de la mano y sacarla a la calle que llevarla
apresuradamente al sitio adecuado en las afueras de la ciudad. La pobrecilla no
sabia a que tipo de barrio la estaba llevando, ni lo que tenia en mente, supongo
que por eso se limitaba a acelerar el paso para llegar cuanto antes.


No tardamos mucho en llegar a un sucio descampado rodeado de
una alta valla de tablones, donde se suponia que algun dia iria una obra, pero
que llevaba a�os paralizada, convirtiendose asi en uno de mis escondites
favoritos cuando huia de la policia. Junto a uno de sus laterales, en una de las
zonas peor iluminadas de la calle, estaba el viejo boquete entre maderas flojas
que tan bien conocia. Asi que me apresure a entrar dentro, antes de que la pobre
victima recelara mas aun, haciendola esperar fuera unos segundos mientras sacaba
de mi bolsillo las cuerdas que traia preparadas para tan memorable ocasi�n.


La casi total oscuridad era mi aliada, asi que cuando le dije
que se introdujera por el orificio, para mi fue un juego de ni�os (nunca mejor
usado ese topico) atarla junto con las tablas sueltas para dejarla bloqueada en
el boquete y que no pudiera ni entrar ni salir. Quizas no me he expresado bien,
pero les ruego que hagan un esfuerzo y traten de imaginarse la escena tal como
fue, conmigo escondido dentro del recinto vallado y con la jovencita aprisionada
en el boquete de la valla, con su culito respingon en pompa mirando a la calle y
con su torso y manitas atadas en el interior.


La pobre victima no sabia de que iba el juego, asi que se
limitaba a pedirme una y otra vez que la soltara, hasta que me canse de oirla y
le tapone la boca con un sucio trapo que encontre en el suelo. Yo sabia el tipo
de gentuza que transitaba por estas mugrientas calles, asi que me apresure a
despojarla de su camisetita y sujetador para que me diera tiempo a divertirme un
poco con sus pechitos antes de que comenzara mi fiesta privada.


Apenas habia empezado a pellizcarle los pezones endurecidos
por el frio de la noche y los nervios cuando escuche el ruido de muchos pasos
que se acercaba a nosotros. Mirando a traves de uno de los multiples orificios
de la valla pude ver a la escasa luz de una de las pocas farolas supervivientes
del barrio como se acercaban hasta nosotros un grupo de moros.


Confieso que me dio algo de rabia pues, aunque no me
considero especialmente racista, me supo mal que mi "regalo" lo fueran a
disfrutar esa media docena de miserables. Y es que, como ya me esperaba, en
cuanto llegaron a nuestra altura, se apresuraron a rodear a mi joven
sacrificada, haciendo un circulo alrededor de ese culito tan tentador que les
ponia en bandeja.


La oscuridad del descampado me permitia observarles de lejos
con cierta comodidad, pero aunque no hubiera sido posible, el ver como la
jovencita se atiesaba y comenzaba a tratar de revolverse en vano, hubiera sido
mas que suficiente para saber que los tipos habian empezado a poner sus sucias
manos sobre ella, despojandola facilmente de las castas braguitas blancas para
constatar, extasiados, el tierno corderito que yo les habia puesto en el altar.


Y, claro, no fueron los unicos, pues pronto me apresure a
torturar sus pechitos yo tambien. Eso si, mientras lo hacia, le sujetaba la
carita con una mano, pues queria mirarla continuamente a los ojos para no
perderme el momento crucial... el momento en que se abrieron como platos al
sentir la primera verga de verdad hundiendose por completo en sus entra�as.


Los siguientes minutos siempre los recordare como unos de los
mas felices de mi vida, pues los continuos traqueteos de la valla eran musica
celestial en mis oidos mientras los moros se turnaban uno detr�s de otro para
saciar sus bajos deseos... y los mios. La jovencita, por otra parte, despues de
su segundo orgasmo se quedo flacida como una mu�eca, limitandose a llorar en
silencio, sin reaccionar apenas a los continuos pellizcos y apretones que yo le
dedicaba a sus tiernos pechitos.


Mirando ahora hacia el pasado me doy cuenta de que si no me
hubiera obsesionado tanto con jugar con ella podria haber prestado mas atencion
a los moros y entonces aquellos hijos de la gran madre que saltaron la valla
vete a saber por donde no me habrian cogido desprevenido. Nunca me he sentido
tan torpe, impotente y desvalido como cuando aquel sucio y maloliente saco de
huesos me domino con un solo brazo sin apenas esfuerzo.


Por lo visto, mientras algunos de los moros seguian
disfrutando de mi regalo desde el otro lado de la valla estos otros habian
decidido averiguar que pasaba en el interior. No entendia su idioma, pero cuando
vi que uno se sento frente a la jovencita y saco su largo chisme al aire supe
que su boquita virginal pronto dejaria de serlo. Ella estaba tan agotada que ni
pudo gritar cuando le quitaron el trapo y le metieron la primera poya de su vida
en la boca.


Yo ni siquiera pude disfrutar de ver como sucedia esto, pues
el moro que me sujetaba empezo a despojarme de mis pantaloncitos cortos,
teniendo que meterme en la boca el mismo sucio trapo que habia estado dentro de
la boca de la jovencita en cuanto empeze a gritar y a insultarles. Luche con
todas mis fuerzas, inutilmente, porque cuando quise darme cuenta ya estaba
arrodillado sobre la arena y el vicioso moro se abalanzaba sobre mi.


Disculpen si omito los detalles de mi primer y brutal
sodomizacion, creo que bastara con que les diga que el dolor fue tan grande que
"expulso" mi espiritu de dentro del chiquillo, haciendome volver a mi propio
cuerpo. En un momento estaba gritando de dolor por como me ardian las entra�as y
al siguiente estaba en la cama de un hospital viendo como un doctor revisaba los
aparatos con ayuda de una enfermera, mientras un ce�udo policia me vigilaba
desde una esquina de la habitacion.


De todo eso hace ya mas de una semana en la que me he
dedicado a escribir a escondidas estos recuerdos para que no se me olviden desde
mi cama del hospital de la prision. Mi abogado me ha dicho que en vista del
tiempo que permaneci en coma es mas que probable que mi condena sea minima...
mucho mas aun si obtengo la libertad por buen comportamiento.


Y creanme si les digo que pondre todo mi empe�o en ello... pues en cuanto
salga ardo en deseos de ir a saludar a una familia muy pero que muy especial
para mi.


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Relato: La posesi�n
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