Relato: Mi t�o el Ranchero (2)



Relato: Mi t�o el Ranchero (2)

Mi T�o el Ranchero DOS




Despu�s de que me dijo que si me lo hab�a aprendido bien eso
de darle un beso a una verga, para hac�rselo luego a �l, quise protestar, pero
la verdad es que no pod�a ni pensar, ya no digamos protestar. Me qued� tendido a
lo largo del tronco con los ojos cerrados, tratando de recuperar la respiraci�n
as� como la cordura: �qu� acababa de suceder ah�? Pero no tuve mucho tiempo. El
t�o empez� a aventarme agua, jugando: "�Arriba huev�n!... que no es hora de
dormir". Me enderec� y me qued� sentado justo como estaba �l antes, pensando.
Todo el espacio cerebral que antes hab�a tenido ocupado por el calor del deseo,
ahora estaba ocupado por miles de preguntas y sentimiento encontrados, que no s�
de d�nde salieron. Como que mi t�o lo adivin�, y me dice:



- �No se sienta mal, mijo!... que no hicimos nada malo.


- Pero, �y mi pap�...?


- �Ya le dije que no se lo vamos a contar!... �no tenga miedo
mijo!


- �Seguro t�o?


- �Segur�simo, hombre!... �c�mo crees que le voy a andar
contando algo as�?... adem�s, �no sinti� usted muy rico?


- Pos s�, eso s�.


- Ah, entonces no puede ser malo.



Lo siguiente que ocup� mi mente, fue que descubr� que debajo
del agua segu�a parada la verga de mi t�o y obedeciendo a las exigencias
hormonales de la edad, volvi� a despertar mi curiosidad y deseos de hacer algo
m�s, pero mi t�o tom� la decisi�n por m�. Se dio cuenta de que estaba vi�ndolo
otra vez al paquete y me dice: "Tampoco se asuste por eso mijo, que no le voy a
pedir ahorita que me regrese el beso... yo s� de eso, y orita usted no debe
tener ganas de nada. �ndele, enju�guese ah�, que ya nos vamos". Mi t�o era muy
cachondo, pero no muy sabio, porque err� por completo, ya que �yo s� ten�a ganas
de hacer algo m�s!



Me avent� de nuevo al agua y �l empez� a caminar hacia
afuera. Hasta entonces pude verle las nalgas. Muy blancas, contrastando con el
bronce del resto de su cuerpo, y velludas. De lo duras, ni qu� decir. Yo
quisiera tenerlas as� cuando llegue a los 43. Se sent� en la misma roca, con las
piernas abiertas, las manos apoyadas en las rodillas y viendo su propio pene que
todav�a conservaba una buena erecci�n, y dice: "�Mire nom�s como me dej�,
mijo!". Volte� a verme qu� le contestaba y solt� la carcajada porque ya me vio
fuera del agua, con mi verga apuntando al cielo. Le dio mucha risa que siguiera
erecto despu�s de la mamadota que me acababa de dar. Y dice: "Aah lo que es
tener esa edad, caray...". Yo estaba parado frente a �l sin saber que hacer, sin
saber d�nde poner las manos, o si vestirme o qu�, y me dice:



- V�ngase mijo, vamos a sentarnos un ratito aqu� a secarnos
con el airecito.


- �Aqu� contigo en la piedra?


- ��Pos d�nde m�s chamaco?!... no lo voy a morder... lo podr�
besar ah� abajo, pero morder no, eso no... (su sonrisa c�nica y maliciosa hab�a
vuelto).


- Oiga t�o...


- D�game mijo.


- �En verdad va a querer que le de un beso igual a su verga?


- �Pos claro!... aqu� las cosas son parejas. Yo ya se la
chup� a usted, ora me toca a m�.


- Pero... es que yo no s�...


- Se aprende f�cil, usted no se preocupe por eso. Yo le voy
diciendo c�mo.



Se dej� venir una r�faga de aire fresco y nos quedamos
callados un momento, disfrut�ndola. En verdad nos est�bamos secando r�pido. Todo
mi cuerpo estaba listo de nuevo para otro s�per orgasmo, pero no hallaba c�mo
tomar la iniciativa. As� que le pregunt�:



- Pero y... �c�mo ser�a t�o?... �en d�nde?... �cu�ndo?... �y
mi pap�?


- Aah pero que chamaquito tan preocup�n, hombre... usted no
se preocupe por eso que yo me encargo. Usted disfrute del airecito.



Entend� que ah� ya no iba a pasara nada. Me resign�. Despu�s
de unos minutos mi verga segu�a dura como piedra, y la de mi t�o, fl�cida
escurrida sobre los huevos. Mi t�o no era hombre de charla. Callado se qued�,
callado me qued�. Hasta al rato que me pone la mano en la espalda y me dice: "A
ver mijo, h�gase pa�ll�, que ya me voy a vestir". Entend� y fui a recoger mi
ropa atr�s de los caballos. En poco tiempo me vest� justo como ven�a, pero mi
t�o no, �l se puso s�lo el pantal�n. El resto lo colg� a la silla del caballo.
Se mont� y me: "v�monos mijo que su padre ya debe estar vuelto loco".



Algo hab�a cambiado en m�. Un cambio muy grande. No logr�
adivinar entonces qu� me estaba pasando, pero durante ese trayecto a caballo de
regreso a la casa, termin� de darse el cambio. Me sent� m�s fuerte, m�s due�o de
m� mismo, m�s desinhibido, y tanto, que hasta me quit� la camisa para ir igual
que mi t�o. �l vio lo que hice, me gui�� un ojo y dijo: "As� me gusta, que sea
hombrecito y ense�e lo que dios le dio".



Desde lejos vimos a mi pap� acostado en el portal de la casa,
sobre una hamaca. Al verlo, descubr� que ya no le ten�a miedo, que en realidad
no era el monstruo que yo imaginaba. Los monstruos eran mis miedos a mis deseos
"perversos", pero ya no m�s.



El t�o y yo nos sentamos a comer as� como �bamos, yo hasta me
quit� los zapatos y al terminar alcanzamos a mi pap� en la terraza para reposar
la comida. Mi pap� levant� la cabeza, me vio y sonri�. Luego volte� a ver a mi
t�o y le pregunt�:



- Supongo que no se tomaron la molestia de ba�arse en
calzones, �me equivoco?


- Para nada hermanito, nos ba�amos como dios nos trajo al
mundo, �verdad mijo? (no contest� nada, s�lo sonre�).


- T� bueno pues. Me gusta saber a qu� atenerse.


- Te hubieras quedado manito, estaba bien rica el agua.


- Ma�ana los acompa�o.



El resto de la tarde lo pas� en estado de excitaci�n. Cuando
empez� a oscurecer y aparecieron los mosquitos, dimos por terminado el d�a y nos
metimos a la casa. Mi t�o dijo que iba a preparar m�s caf� y mi pap� anunci� que
se iba a ba�ar. Yo no s� qu� se hab�a apoderado de mi mente, que sin pensarlo
dos veces, hice algo que nunca:



- �Me puedo ba�ar contigo ap�?


- �C�mo? (con cara de total desconcierto)


- Que si me puedo ba�ar contigo...



No supo qu� contestarme. Nunca hab�a sido yo tan temerario.
Como que quiso hacerme m�s preguntas, pero finalmente asever�: "No. Pero voy a
dejar abierta la puerta por si se te ofrece algo". Mi t�o me lanz� en secreto
otro gui�o malicioso y al rato, me dice en voz baja: "Tenga mijo. Ll�vele el
caf� a su ap�... �no le dijo que iba a dejar la puerta abierta?...". Se me llen�
el pecho de esa sensaci�n extra�a y avasallante que hab�a tenido al mediod�a
cuando supe que mi t�o se iba a desnudar: �iba a ver desnudo a mi pap�! Caso
ins�lito. Ni siquiera en la m�s perversa de mis fantas�as se me hab�a ocurrido
tal osad�a.



Yo segu�a s�lo con el pantal�n y los calzones debajo de �ste.
Descalzo camin� hasta la puerta entreabierta del ba�o. No me di tiempo de pensar
en una estrategia, simplemente di dos golpecitos y enseguida empuj� hasta que se
abri� completa. Entr�. Mi pap� se dio la media vuelta sin poder dar cr�dito a mi
baladronada de irrumpir as� en su privacidad. Y casi sin voz, me pregunta:



- �Qu� pas�, hijo?


- Te traje tu caf� ap�. �Te lo pongo en el lavabo?


- Pero... �por qu�...?... este, s�, ah� en el lavabo... yo...



En lo que mi pap� recuperaba la cordura, yo aprovech� para
echar un vistazo r�pido. Mi pap� y mi t�o, en lo �nico que se parec�an, era en
el apellido, porque mi pap� es m�s bien g�ero, de facciones sutiles. Mi t�o es
mal encarado, mi pap� es un canoso guapo. Los vellos de su pecho tambi�n eran
claros y entrecanos, y del pecho se desprend�a un caminito que bajaba hasta la
gloriosa zona de su pubis. De su verga, no distingu� nada, mucha espuma de
jab�n. S�lo las dos bolas debajo de la espuma.



Como dije hace rato, algo en m� hab�a cambiado, y tanto, que
me anim� a decirle a mi santo padre, mientras depositaba la taza de caf� en el
lavabo:



- �Te tallo la espalda p�?


- �La espalda?... �por qu�?... digo, este... no es necesario
hijo...


- Ay ap�, �a poco alcanzas a tall�rtela? A ver, p�same el
jab�n.



Mi pap� estaba hecho una estatua, estaba estupefacto. Siempre
nos hab�amos llevado muy bien, pero �de eso a compartir la intimidad de la
desnudez?... �nunca! Lo tom� por el brazo y lo hice que se diera vuelta, pero ya
estaba callado. Mis cachetes y mis orejas estaban hirviendo, y para cuando
estaba enjabonando su espalda, mi pantal�n ya no pod�a ocultar algo
definitivamente obvio. Me asust� un poco, por lo que pudiera pensar �l, pero ni
por un mill�n de pesos hubiera salido corriendo de ah�. Decididamente no me
import� que me viera.



- Oye P�: �se supone que yo voy a ponerme igual de alto y
peludo que t�?


- �Se supone?... pues s�... se supone que s�.



Algo m�s le pregunt� mientras bajaba cada vez m�s el jab�n
por su espalda. Ten�a bonitas nalgas para su edad. Al llegar a la cintura me dio
miedo que me detuviera, as� que volv� a subir el jab�n a los hombros y espalda.
Estaba tens�simo mi se�or padre, tanto, que me intimid� y le dije que ya hab�a
terminado. Le pas� el jab�n pero lo recibi� sin voltear a verme. "Gracias hijo".
Se supon�a que ah� era cuando yo sal�a de escena, pero no, me anim� a
preguntarle: "�s� me dejas que me ba�e contigo, ap�?". Se qued� callado, d�ndome
la espalda, inhal� profundo y contest�: "�ndale pues hijo, qu�tate la ropa". No
pasaron m�s de 10 segundos cuando ya estaba desnudo. Camin� hacia la regadera,
lo pas� y sin voltear a verlo, abr� la llave y me met� al chorro. Una vez m�s
sent� el efecto del hierro candente que entra al agua. Yo sent�a a mi pap�
detr�s de m� enjabon�ndose.



Decid� hacerme tonto con mi "problemita de la erecci�n". Ya
no era hora de querer ocultar nada, as� que me atuve a las consecuencias. Tom�
otro jab�n, me di la vuelta, con una sonrisa le dije a mi pap�: "Tu turno, p�".
�l segu�a muy turbado, porque apenas si pudo sonre�r. Tom� el jab�n y me dice:



- �Mi turno?...


- Aj�, ora t� enjab�name.


- �La espalda?


- No ap�, todo, como cuando estaba chiquito.


- A ver, pues, date la vuelta.



Obedec�, todo juguet�n. Como no hab�a shampoo en aquellas
lejan�as, empez� por enjabonarme la cabeza. Lo estaba haciendo con delicadeza,
con cuidado, como es todo �l en realidad, pero sobretodo, en silencio. Despu�s
baj� al cuello, hombros, espalda y como si me lo hubiera dicho, levant� los
brazos y me enjabon� las axilas muy bien. Despu�s volvi� a la espalda y con
mucha naturalidad, baj� hasta mis nalgas, y como un reflejo infantil de ni�o que
lo ba�an, levant� la cadera para que pudiera pasar bien el jab�n entre mis
nalgas, pero en esta ocasi�n, hubo algo diferente a las sensaciones infantiles:
sent� placer al pasar por mi ano.



No se qued� mucho rato entre mis nalgas, si hinc� en el piso
y sigui� con las piernas. Levant� un pie, luego el otro, y finalmente lleg� el
momento de darme la vuelta, y sin que me dijera nada, gir� para exponer frente a
su cara mi erecci�n, que apuntaba al techo. �l ten�a las manos apoyadas en la
cadera, se me qued� viendo a la verga y por fin solt� un la risa y dice:



- Y al igual que cuando estabas chiquito: �ya traes la verga
parada! (esto me relaj� much�simo)


- �En serio p�?


- En serio. No hab�a d�a que te ba��ramos y que no terminaras
con tu asta bandera ah� puesta. �M�rala!


- Jah jah jah... s�, ya la vi, pero s�guele que se siente
rico que lo ba�en a uno.


- A ver pues.



Y prosigui� ahora tall�ndome las rodillas. Fue subiendo poco
a poco y al llegar a mi entrepierna, suspendi� la labor para ponerse de pie y
poder seguir, pero el regalo de la noche fue descubrir que la espuma de su
entrepierna ya se hab�a disipado y que su verga sobresal�a. No estaba erecta,
pero s� mucho m�s notoria que cuando entr�. No dije nada, s�lo clave la mirada
ah�.



Ahora empez� a enjabonarme el pecho, cuello y luego empez� a
bajar por la panaza hasta que lleg� a la zona p�bica. Haciendo caso omiso de mi
erecci�n, me dice:



- Ah mira, ya te est�s haciendo hombrecito. Ya tienes
pelitos.


- �Ah, ya los viste?


- S� ya los vi. Se me hace que vas a ser hasta m�s peludo que
yo.


- ��En serio!?... �rale, que padre...


- Oye, �y s� te puedes retraer bien el prepucio?, �hasta
abajo?


- �Hasta abajo?... �c�mo?... �hasta ac� abajo hasta los
pelitos?


- No hombre, que si lo puedes... a ver...



Y sin m�s aviso, estir� la mano, atrap� mi verga y retrajo el
prepucio hasta el tope. Y como quien mueve un interruptor de energ�a, al tocarme
yo jal� mucho aire y me qued� callado, quieto, con la respiraci�n interrumpida.
�l tambi�n se puso raro. Retrajo mi prepucio y lo regres� a su lugar, pero no
quit� la mano de ah�. Al contrario, en silencio lo volvi� a retraer hasta el
tope y lo volvi� a jalar. Con la mirada clavada en mi pene, me dice. "Mira, as�"
y pas� la misma mano ahora a su pene, y repiti� la operaci�n. Lo jal� y lo
retrajo m�s de dos veces, hasta que estuvo completamente erecto. Yo estaba a
punto de explotar. Los cachetes encendidos, no pod�a respirar. Se hizo silencio.
Mi pap� sin soltar su verga, tom� la m�a con la otra para repetir la operaci�n
de retraer el prepucio. De su garganta otra vez casi sin voz, me dice: "�Ves?...
as�" y como reflejo felino estir� mi mano para atrapar su brazo e indicarle que
dejara su mano ah�. Ya por amor de padre, ya por calentura de hombre, por lo que
haya sido, mi pap� empez� a masturbarme lentamente, lo que para m� era glorioso.
Los ojos se me cerraron, poco a poco me fui inclinando hasta apoyar mi cara
sobre su pecho. Nunca detuvo su mano. Sigui� masturb�ndome, hasta que ya no
resist�, lo abrac� con mucha fuerza hasta que colaps� en orgasmo sobre su mano.



Yo segu� con mi cara en su pecho y los ojos cerrados,
mientras me recuperaba. Despu�s sent� que me solt� y con ese mismo brazo me
rode� por la espalda y me abraz� fuerte a su pecho y empec� a sentir los
movimientos violentos de masturbaci�n. Ahora estaba siendo su turno, abr� los
ojos y mi mirada cay� directa sobre la operaci�n, pero me estaba abrazando de
lado, con mucha fuerza mientras se la jalaba as� que no fue nada raro que me
entrara jab�n a los ojos. Involuntariamente se me cerraron, pero mi o�do qued�
pegado a su pecho y de primera mano empec� a escuchar los rugidos del macho en
celo que eyacula.




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Relato: Mi t�o el Ranchero (2)
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