Los Pies de mi Hijo
Posiblemente nunca lo habr�a hecho sin pensarlo dos veces.
Pero no tuve otra opci�n esa primera vez. Mi primera vez en estas situaciones. O
al menos concientemente.
Estaba yo en la sala de la casa que se ubicaba en el primer
piso, justo cerca de la escalera. Unos traguitos y todo lo que se suele tener en
una fiesta familiar llena de gente que se mueve o se reconcilia, en fin; Yo
hab�a quedado viudo hac�a varios a�os, con un hijo �nico. Y �l estaba bebiendo
una y otra vez. Era mi hijo que estaba de permiso de la Mili. Un muchachote que
hab�a visto crecer y desarrollarse pero al que hac�a tiempo no ve�a por estar en
el ej�rcito, en el mismo lugar donde a�os atr�s yo hab�a estado.. Ahora �l era ,
delgado y alto, calculo metro noventa y de 20 a�os; su piel blanca. D�as atr�s
me hab�a comentado que le hab�a aparecido un muy mal olor a pies�Un trago y
otro, cigarrillo tras cigarrillo se esfumaba la sobriedad. Yo solo mirando y
escuchando no s� qu�. Ten�a puesto un pantal�n jean que hac�a notar sus largas
piernas, una remera blanca y lo que me llam� m�s la atenci�n, las zapatillas que
albergaban unos grandiosos 44.

Me imaginaba sus pies, qu� tan grandes pod�an ser; qu� tanto
olor tendr�an y c�mo ser�a la piel. Quer�a ver c�mo terminaban sus tobillos y la
forma del tal�n. Esos pies, me imaginaba, eran lo suficientemente grandes para
llenarme de satisfacci�n. Ya no quer�a estar debajo de esa escalera escuchando
no s� qu� y tomando no s� cu�nto. Necesitaba ver esos pies y tener el calor de
sus olores h�medos cerca. Era lo que m�s anhelaba en ese momento, que �l pudiese
darme de su olor. S�lo que estaba lejos de mis posibilidades. Yo soy su padre,
pens� ya hab�a mamado vergas y pies mientras estaba en el ej�rcito, �pero los
pies de mi hijo!...
Y es en esos momentos de alcohol que la sangre se desborda y
lo haces. Tomar para llenar un hueco muy profundo pero a la vez cercano y tomar
fuerza de d�nde sea. Para quedarme mir�ndole los pies y esas zapatillas sucias
muy calientes y h�medas por dentro que las hac�a mecer ahora. Se sent�. Y ve�a
la suela enterrada imaginando c�mo ser�an las medias. Se agarra la media y se
mete el dedo para rascarse adentro, cerca al tobillo y veo que su piel es m�s
clara en esa zona.
Ten�a que tener sus pies. Ten�a que esperar a que se
emborrachara y ten�a que aguantarme las ganas.
Pero las horas pasaban y la gente ya se retiraba. Mis amigos
ya sal�an y yo me quedaba en ese grupo reducido de personas que siempre se
quedan obviamente para seguir bebiendo. Pues no me importaba. S�lo buscaba estar
cerca de sus pies malolientes. �l ya estaba ebrio y me excitaba tener la
facultad de verlo ebrio sin estarlo yo.
Ya estaba muy de madrugada y el grupito segu�a en tragos. Los
estragos se avecinaban. Era lo l�gico. Algunos se echaban a dormir por un lado,
sal�an. Hasta que justo la oportunidad que estaba esperando. Que subiese al
segundo piso y se echara en la cama de su habitaci�n. Yo sigui�ndolo. �l muy
cansado y bebido. Yo dispuesto a estar bajo sus pies. Y con esa excitaci�n que
te da el poseer algo para ti solito y sin compartir, ese gusto ego�sta de tener
lo que quieres en el acto. Las ganas de encontrar lo prohibido a�n cuando haya
gente a tu alrededor.
Y le v� cuando se sacaba la ropa y elevaba sus pies que
llenaban la habitaci�n de un olor penetrante y �nico.

Se termin� de sacarse toda laropa sin percatarse que yo le
miraba desde la puerta casi cerrada.
�Eran tan grandes sus pies! Se termin� de recostar y cay�
tendido. Yo me sent� en un sill�n frente a �l. Me asegur� que nadie m�s entrara.
Lo ten�a echado y muy cerca de m�. Tan cerca que era la ocasi�n de tocarle los
pies. Y yo muy excitado. Le destap� los. Ol�an a todo. Pero era un todo que le
pertenec�a. Me saqu� la ropa y qued� desnudo.
Jam�s pens� que har�a incesto con los pies de mi hijo, pero
era lo mejor que podr�a alcanzar, pens�. Puse mi nariz entre los dedos de su
pie. El olor y la temperatura eran ideales. La excitaci�n fue entonces
descomunal.

Mi hijo segu�a tendido boca arriba, roncando. Me gustaba el
ronquido porque era como saber que estaba dormido y yo due�o de ese sue�o. Los
pies eran grandes y gruesos. Sent�a en ellos la esencia de su olor interno; algo
muy fuerte que cala todas mis emociones.
Me deleit� pasando mi nariz por sus pies una y otra vez y
sacando mi lengua para ensalivarle el tal�n.
Era el momento preciso para que despertara.
Qued� sorprendido al verme con sus pies en mi boca, yo todo
desnudo a los pies de la cama, con esos pies malolientes en la boca de su padre.

Pasaba repetidas veces mi lengua por sus dedos y entre ellos,
chupando y lami�ndolos. Por su puesto ten�a que materializar y exteriorizar esa
gran excitaci�n y con una mano me corr�a cuanto pod�a. Con la otra le agarraba
el otro pie, acarici�ndolo fuerte de arriba abajo desde la punta del dedo gordo
hasta el tal�n. Un grueso tal�n, tanto que seguro no ten�a sensibilidad en esa
parte.
Mi hijo no reaccion�. Su polla creci� descomunalmente
aprobando lo que suced�a, pero no se opuso. Al contrario, parec�a que se sent�a
�til al satisfacer mis apetitos incestuosos.

Hice que las dos plantas se pusieran a la altura de mi
rostro. Juntitas las dos. Yo lamiendo esos dos pies como un perro que se los
lame a su amo. Luego puse mi sexo entre los dos y me ech� encima, le llegaba a
la altura de la cintura echado sobre sus piernas y penetrando el espacio entre
las plantas. Una y otra vez.
Todo estaba hecho a mi medida. El momento no pod�a ser mejor.

�l ahora exteriorizaba tanto como yo. En ese momento me
asust�. No pod�a ser que se excitara. �Si yo soy su padre!, �l no deber�a sentir
nada. Pero yo segu�a enloquecido mamando esos pies maravillosos sabiendo que
eran los m�s deseados de mi vida.

A esas alturas yo le masturbaba furiosamente con una mano
mientras le mamaba un pie. No me importaba nada. Ya hab�a perdido toda
inhibici�n, y mi viudez me auxiliaba para justificarme ante mi conciencia.
�l eyacul� abundantemente y ah� mismo se qued� dormido.
Yo volv� a sentarme en el sill�n y me masturb� olisqueando el
ambiente con esa mezcla masculina de olores a pie y semen�
Al d�a siguiente nada hablamos. Lo que hab�amos bebido con
los amigos nos cobraba la cuenta con fuertes dolores de cabeza y una levantada
tarde.
La verdad es que nunca llegamos a conversar lo sucedido. �l
d�as despu�s volvi� a la Mili, y yo me qued� con una sensaci�n extra�a. �Habr�
cre�do que se trat� de un sue�o? �Lo habr� so�ado yo?.
S�lo me quedaron esas medias en el canasto de la ropa sucia
las que rescat� sin lavar y guard� bajo mi almohada, por cierto para recibir mis
abundantes masturbadas durante las largas noches de soledad.
