Relato: Cuando mi enorme nabo se bambolea... (2)





Relato: Cuando mi enorme nabo se bambolea... (2)

Cuando mi enorme nabo se bambolea... (2) por Macho Dominante 4




Cap�tulo 1. Una visita a la granja.



Llegu� por el camino de tierra a la granja de mi t�o Juan.
Era una ma�ana soleada y mi t�o me recibi� con alegr�a. "�Elsaaa! �Mir� qui�n
vino a visitarnos...!"


Mi t�a sali� de la casa con paso alegre, vistiendo un bat�n
de tela liviana que resaltaba sus abundantes formas. "�Roberto! �qu� alegr�a
tenerte por ac�! �Nos ten�as abandonados... !" Su voz cantarina sonaba tan linda
como el agua l�mpida de una vertiente.


-Es cierto, yo tambi�n los extra�aba... - "�Claaro muchacho!"
corrobor� mi t�o, llev�ndome con su mano en el hombro rumbo a la casa. "�Vamos
adentro, que aqu� hay mucho sol!" Mi t�a se colg� de mi brazo, rode�ndomelo con
el suyo, del otro lado. Mientras camin�bamos pude observar de reojo los redondos
pechos juveniles de mi t�a, que se bamboleaban sin sost�n bajo la fina tela del
bat�n. Ella advirti� mis miradas y me premi� con una sonrisa c�mplice. Hab�a una
diferencia de veinte a�os entre ellos, y Elsa estaba en los primeros a�os de su
treintena, y siempre me hab�a maravillado la espectacular sensualidad de sus
formas y la belleza de su cara. Hab�a o�do de chico que mi t�o la hab�a sacado
de "la noche" y por aquel entonces no hab�a entendido que quer�an significar con
eso. Mis parientes no auguraban un buen futuro para ese matrimonio, y sin
embargo hab�an pasado ya cerca de quince a�os, y se los ve�a muy felices. La
sana vida de granja hab�a hecho tambi�n mucho por el aspecto de mi t�o, que se
ve�a saludable y juvenil a sus cincuenta y tantos, pareciendo estar en sus
cuarenta�s.


La casa estaba rodeada de �rboles que contribu�an a su
frescura. En el camino se nos acerc� el gran dogo quien, al reconocerme, alz�
sus patazas para lamerme la cara. Me recordaba de sus tiempo de cachorro, cuando
corr�amos por toda la granja jugando. Ahora erguido sobre sus patas traseras me
superaba en estatura.


Una vez sentados a la mesa de la cocina, Elsa nos sirvi� a
todos, refrescos de granadina, acompa�ados con galletas marineras. Realmente,
�qu� estupendas formas ten�a esa mujer...


Despu�s de un buen rato de charla, me levant�. "Me voy a
estirar un poco las piernas, gente." "�No te olvides que almorzamos en una
hora... �" me grit� Elsita desde la puerta. "S�, t�a" le grit� a mi vez. "�No me
digas t�a, que me hac�s sentir vieja!" Me di vuelta regal�ndole una gran
sonrisa. Y me encamin� hacia donde estaban los cultivos y los animales.



La granja resplandec�a esa ma�ana. Montones de gallinas
sueltas y algunos gansos. Yo sent�a mi gran nabo bambole�ndose dentro del amplio
pantal�n. Me preguntaba si no podr�a encontrar algo de acci�n antes de almorzar.
El dogo ven�a conmigo, correteando hacia delante. Segu� sus pasos. Y desemboqu�
en el establo. Ah� estaba la yegua. Una soberbia hembra caballar. Por un momento
pens� en enterr�rselo entre esas hermosas nalgas. Pero me dio no se qu�. He
visto pel�culas sobre mujeres intentando excitar a caballos, y siempre me dio
una impresi�n penosa, ver lo inc�modos que se sienten los animales. En su
pureza, no entienden a que viene esa extra�a violaci�n. No, no deseaba pasar lo
mismo con una yegua. Mi lujuria no daba para tanto. Y decid� que pod�a dejar mis
obsesiones sexuales de lado, al menos por ese d�a. Y disfrutar de la inocencia
de la naturaleza. Me sent� relajado y espl�ndidamente bien. Continu� mi
recorrida por la granja disfrutando de todo lo que iba encontrando en mi camino.
Fue magn�fica la perspectiva de un d�a sin actividad sexual. En realidad era mi
tercer d�a, pero estaba muy bien. Y podr�a obtener un lindo descanso de tanto
sexo, al menos por el resto de ese lindo d�a. Como me equivocaba...




Cap�tulo 2. T�a Elsa cocina muy rico...




Pas� un rato maravilloso sentado en un viejo tronco ca�do al
que todav�a le sal�an algunos brotes. Sobre mi cabeza el follaje dejaba pasar
dulces rayos de luz solar. A mis pies surcaba el pasto un camino de hormiguitas.
Estaba viendo la doble fila de ida, sin hojitas, y vuelta con hojitas, cuando
apareci� mi t�a Elsa moviendo su estupendo cuerpo con alegr�a. "�Aqu� est�s...!
�Te olvidaste de la hora de comer...?" "�Ya pas� una hora?" No pod�a creer lo
r�pido que hab�a pasado el tiempo. Elsa, agarr�ndome de una mano, me dio un
tir�n que me puso de pi�. Y sin soltarme la mano me llev� casi a la rastra rumbo
a la casa. El contacto de mi mano con la suya era muy agradable, pero un poco
inquietante. Procur� separar esos sentimientos inadecuados de mi cabeza, pero me
cost� un poco cuando ve�a cimbrar sus pechos bajo la liviana tela del bat�n.
Mir� para el otro lado, para no tentar a mi monstruo que estaba siempre
dispuesto. De pronto, Elsa, solt�ndome la mano ech� a correr delante de m� "�El
�ltimo cola de perro!" cant�. Salt� detr�s de ella, pero no pude descontar la
ventaja. Delante de m� pod�a ver su hermoso trasero bamboleando sus carnes con
cada paso. "�Ti�ta...!" pens�. Mi nabo, con la carrera, se bamboleaba m�s de lo
habitual, golpe�ndose contra mis muslos, lo cual le produjo un principio de
tumefacci�n.


Por suerte llegamos a la casa antes de tener que pasar un
papel�n. T�o Juan esta acomodando los platos y los cubiertos sobre el esponjoso
mantel. T�a trajo la fuente con la comida, un soberbio estofado acompa�ando los
ravioles caseros, nos sirvi� con abundancia y se sent� con entusiasmo, casi
rebotando su s�lido trasero sobre la silla. "�Por suerte las sillas son
fuertes...!" coment� t�o con una sonrisa divertida. Ella, captando la alusi�n,
se ech� a reir. "�No me jodas, Juan...!" y dirigi�ndose a m� "�A vos te parece
mal que yo golpee la silla con mi lindo culo?" "N-no, t�a" balbuce� algo
cohibido. "�Te das cuenta, Juan, insiste en llamarme "t�a"!" "Elsita tiene
raz�n, Roberto" corrobor� mi t�o, "llamanos simplemente Juan y Elsa, as� no nos
hac�s sentir viejos..." "Bueno, Juan, a mi no me cuesta nada..." "Y me gusta
m�s" agregu�.


La comida continu�, rociada con un delicioso vino espumante,
tan burbujeanto como las risas cristalinas de Elsa, que eran como un canto que
alegraba la mesa. Com� demasiado. Estaba demasiado rico y quedamos un poco
pesados, al menos los varones. Juan se tir� a dormitar en un sof�. Y yo acompa��
a Elsita a preparar el caf� en la cocina.




Cap�tulo 3. Elsa prepara un caf� muy rico... O "el problema
de su gran culo contra mi pulgar"




"�Ahh, qu� comilona...!", coment� acarici�ndome la panza.
Elsa, de espaldas a m� calentaba el agua en las hornallas. Yo me apoy� en la
mesada de m�rmol, tratando de no pensar en ese culo que estaba a unos palmos de
distancia. "S�, ... �estos varones...! �Qu� manera de comer!" coment� con un
suspiro. Filtr� el caf� y nos sirvi� dos tazas grandes. Me dio la m�a y se apoy�
a mi lado en la mesada. Ah� entr� en estado de alarma. ��Su culo estaba apoyado
contra mi pulgar...!! Por suerte no necesitaba esa mano, ya que la taza de caf�
no ten�a platito. ��� Pero no sab�a qu� hacer...!!! Ante todo no sab�a si ella
hab�a advertido la presencia de mi dedo, o no. ��qu� hacer?! Si sacaba el dedo
iba a generar un momento bochornoso. Decid� hacerme el distra�do y dejar el
dedo, como si no me hubiera dado cuenta de nada.


"�No sab�s qu� alegr�a nos diste a Juan y a m�, Roberto...!"
Su fragancia me llegaba a cada inspiraci�n. "�Nos aburrimos tanto sin recibir
visitas...!" Y acomod� su culo de modo que la raya se encaj� contra mi dedo.
"�S-se aburren...?" pregunt� tratando de disimular el efecto que me produc�a ese
brutal culo apretando mi pulgar. Una parte m�a se preguntaba qu� pasar�a si lo
mov�a, estir�ndolo un poco. "�Y c�mo!" se quej� ella, removiendo un poco el
orto. Yo no sab�a como evitar que mi nabo se fuera parando. "Aqu� no tenemos
televisi�n, y tu t�o ya no es tan joven..." "Yo lo veo bastante bien..." "S�,
pero ya no tiene la pujanza de antes..." "�Ah, no?" tragu� saliva. "�Para nada!"
"�Sab�s con qu� frecuencia me hac�a el amor en los primeros tiempos...?"




Cap�tulo 4. Yo, a Elsita le echar�a al menos dos polvos por
d�a...




Su gran culo se sent�a tierno y caliente, y mi nabo hab�a
emprendido el camino de no retorno. "N-no no s�..." mi respiraci�n se estaba
acelerando un poco. "Su-supongo que dos veces por d�a, al menos..." arriesgu�.
Mi respuesta la impact�, me dedic� una sonrisa esplendorosa y en sus ojos
brillaba un toque de algo que no supe como interpretar. "�Gracias...! �Te parece
que soy para tanto...?" Gir� su cuerpo, apoyando ahora su ampulosa cadera contra
mi pulgar. Qued� con su voluptuoso cuerpo apenas tocando al m�o. Sus grandes
pechos a cent�metros de mi cara. Sus carnosos labios muy cerca de los m�os.
Involuntariamente mi nabo se puso a mil. "...y s�, Elsita..." la voz me sali� un
poco ronca. "Est�s como para eso y m�s..." Sus labios h�medos y entreabiertos,
pod�a oler su aliento. "�Gracias, Roberto! �No sab�s el bien que me hace
escucharte decir eso!" se detuvo unos momentos, recorriendo con su mano la
abertura de mi camisa. "Pero no, nunca fue as�. A�n al principio la frecuencia
era de dos veces por semana, a lo sumo tres..." "�No lo puedo creer!" coment�
honestamente. "...y ahora..." continu�, "lo hacemos cada quince d�as, con
suerte..." "�Elsita...!" exclam� compadecido, y algo m�s que compadecido. "Quiz�
est� mal que yo te cuente estas intimidades..." dijo ella poni�ndose frente a
m�, sin aumentar la distancia. Y fue entonces que sinti� mi portentoso nabo con
su pubis. "�Ahh...!" gimi� con deleite "��qu� cosa es esta...?!" "Bu-bueno... es
que yo..." tartamude�. Ella frot� golosamente su pubis contra la dura cabeza de
mi nabo. "E-elsita... �que pu-puede venir Juan...!" "�Noo, qu� va a venir...!"
"�Siempre se queda planchado por dos horas despu�s de comer bien...!"


"�Dos horas...?" Su frotaci�n continuaba con entusiasmo.
"�S�i, o tres...!" Me apret� con las tetonas, no pude evitar que se me escapara
un peque�o gemido. Sent�a el calor de su pubis y esta entrando en la �rbita de
no retorno. Se sac� los melones afuera y puso mis manos sobre ellos. Los grandes
y rozados pezones estaban duros, pero se sent�an dulces. "�Dos polvos por
d�a...? �eso me echar�as, mi vida...?" Y me dio un beso de lengua tipo sopapa,
largo, interminable, enroscando su lengua en la m�a. "�Pa... r�... El... si...
ta... que hace va... rios d�... as que... que no... �" Me baj� la cabeza hasta
sus pezones y me meti� uno un la boca que comenz� a chupar como un beb�
hambriento. "�As�i, chup�melas, mi vida... com�telas... �" Y con su pubis segu�a
frot�ndome la poronga con un movimiento atr�s-adelante que me enloquec�a.
"�E-el... si... taa...!" gem� mientras me corr�a en los pantalones. Cuando se
dio cuenta se enloqueci� y me dio otro tremendo beso sopapa jugando con su
lengua dentro de mi boca, durante todo el tiempo que dur� mi acabada.


"�Nene...!" "�Qu� caliente que te puse...!" Me mir� con ojos
tiernos y brillantes de lujuria. Con su mano acarici� mi todav�a palpitante
poronga a trav�s del enchastrado pantal�n. "�Mmmm... cu�nto... !" "... pero se
te va a secar... �Te lo tengo que limpiar!"




Cap�tulo 5. Elsita me limpia el pantal�n... con la lengua...




Y agach�ndose comenz� a lamerme el pantal�n, chup�ndose mi
semen. Fue sorbiendo el pringoso manch�n desde la rodilla, chupando todo el
semen hasta dejar la tela limpita. Y fue subiendo lentamente, muy lentamente,
succionando, lamiendo, chupando y tragando, hasta que lleg� a la punta de mi
nabo y rode�ndola con su caliente boca, limpi� el pantal�n hasta eliminar todo
rastro de esperma. "�Hmmm, qu� rico...!" Por supuesto que mi poronga estaba dura
nuevamente. "�Mmmm... qu� potencia, cielo! �Te gust� el trabajito que te hice?
Veo que s�... �No pens�s que tendr�as que devolverme el favor...?" "�S�i, por
favor...!, ven� que te chupo la concha...!" mi voz fue casi un rugido. Ella me
sac� la poronga afuera, "�Qu� maravilla! �Yo quiero seguir chup�ndola!" Me
acost� boca arriba. Y ah� nom�s se puso encima m�o en posici�n de sesenta y
nueve. Se sac� la bombacha y tuve frente a m� su jugosa concha a la altura de mi
boca. "�Dios m�o!" pens�, "�si entra el t�o Juan en este momento va a ser
dif�cil de explicarle esto...!" Pero hab�an pasado menos de veinte minutos desde
que hab�a comenzado todo, de modo que para las dos horas faltaba mucho.


El olor de su concha era maravilloso, y las chupadas que me
daba tambi�n. �Qu� pasi�n en esa boca y en los movimientos de esa concha...!" Yo
hab�a perdido todo sentido de realidad salvo para las sensaciones que me
produc�a su cuerpo encima del m�o. Y lam�a como un pose�do. Cuando comenc� a
chupar su gran cl�toris, lanz� un sordo alarido y se corri�, rebotando su concha
contra mi cara.


Pero no estaba saciada. Y recomenz�, revolviendo su concha
contra mi rostro, con una pasi�n que hablaba de su largo hambre. Yo pod�a seguir
bajo su concha eternamente. Y lam�a y lam�a y tragaba sus jugos. Con mis manos
me aferr� de su gran culo y me empe�� en una fren�tica lamida de concha, que la
pudo r�pidamente. Se corri� en medio de convulsiones, mientras su boca me
chupaba la poronga que con ambas manos pajeaba. No tard� yo tampoco en sentir
como me sub�a la leche, que ella trag� chorro a chorro. Me qued� en el suelo
como entre nubes, con la cara cubierta por esa concha. Hasta que se levant�.
"Mejor no tentemos a la suerte..." Me acompa�� hasta otro sof� del comedor, en
el cual ca� derrengado. Enfrente, mi t�o dorm�a como un �ngel. Y Elsa, con
grandes ojeras, se derrumb� en el tercer sof�, de los cuatro que hab�a. Y en
cuesti�n de minutos est�bamos todos dormidos.




Cap�tulo 6. A mi t�o no le gusta mucho el domin�. Y todos
contentos.




Horas m�s tarde (supongo que dos o tres), el primero en
despertar fue mi t�o. Sali� a tomar aire, sin despertarnos. Se ve que le dimos
pena. Nos dej� un cartel "


Elsita: me fui al pueblo a comprar algunas cosas. Espero que
te quedes a dormir, Roberto"


Cuando nos despertamos fuimos a dar una vuelta por la granja,
d�ndonos muchos besos y tocadas en el camino. Al final, nos calentamos y termin�
enterr�ndosela en el culo, que ella sacaba, apoy�ndose con ambas manos contra un
�rbol.


Volvimos a la casa como dos tortolitos, pero nos separamos
antes de llegar, por si Juan hab�a vuelto. No lo hab�a hecho a�n, y lo esperamos
jugando al domin� en la mesa del comedor. Cuando lleg� Juan, la situaci�n le
caus� gracia "�Veo que has conseguido un compa�ero para el domin�, Elsa!" Y
dirigi�ndose a m�: "siempre quiere que tengamos una partida, pero a m� muy
seguido no me gusta." "s�, eso le contaba a Roberto, mi cielo." Le dijo ella,
mir�ndolo con dulzura.



Como te imaginar�s, esa noche pasaron cosas memorables, pero
te las contar� en otra ocasi�n. Me gustar�a saber si te ha gustado esta
historia. Si tienes ganas puedes escribirme a

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