- Capitulo 16 Ardiente Pasi�n -

Roberto miro como la puerta del ba�o se abr�a, y El aun se
encontraba con su verga semi erecta, enjabonandose,

"No te preocupes yerno, soy yo"

Era la voz de su suegro que ingresaba en el cuarto de ba�o,
trato de mantener la calma aunque se extra�o, que hacia su suegro entrando ah�.

"Voy a orinar, espero que no te moleste, adem�s estamos entre
hombres"

Dec�a Jorge mientras se paraba frente al inodoro, y bajaba su
pijama para orinar. Roberto trato de disimular su aun medio erecta verga, pero
su suegro mir�ndolo agrego

"Oye yerno, vaya que tienes una verga grande!, ja y no me mal
interpretes, pero con esa verga tuya si que debes levantar chicas"

Roberto escucho el comentario de su suegro, y trato de re�r,
pero deb�a admitir algo, su suegro tambi�n estaba orinando en el inodoro frente
a El, pudiendo ver tambi�n su peque�o pene, y es que en realidad Roberto en ese
momento se dio cuenta que su viejo suegro tenia el pene peque�o, Roberto se
pregunto como un pene como ese podr�a satisfacer una vagina tan grande como la
que hab�a visto a su suegra, mientras la hab�a espiado. Jorge termino de orinar,
subiendo el cierre del pijama, salio del cuarto de ba�o.

Roberto medito, la �nica vez que hab�a escuchado a sus
suegros teniendo sexo hab�an durado muy poco, ahora comprobaba que su suegro era
un viejo con un pene realmente peque�o, imagino cuan insatisfecha deber�a estar
su madura suegra, este pensamiento provoco que su verga empezara a ponerse dura
de nuevo, r�pidamente record� donde estaba, as� que meti�ndose directamente
debajo del chorro de agua fr�a, termino de ducharse.

Jorge bajo a la cocina donde su esposa, preparaba el
desayuno, de pronto pens� en jugarle una broma a su recatada mujer, iba a
hacerla ruborizar, sabia que su esposa, era una puritana, que se avergonzaba de
hablar de temas sexuales. Sonri�.

"Buenos D�as, Estela, veo que te has levantado temprano"

Estela saludo a su marido,

"Si Jorge tengo que preparar el desayuno, por cierto porque
te r�es?"

Este era el momento, pens� Jorge

"Es que sabes, nuestro yerno, se esta duchando en nuestro
ba�o, entre a orinar, pero sabes te confieso algo, me asuste un poco"

"Porque?" pregunto Estela extra�ada.

"Sabes nuestro yerno estaba duch�ndose, sabes que es normal
entre hombres verse desnudo, as� que eso no me incomoda, pero lo que me asombro
fue el enorme tama�o del pene de nuestro yerno, sabes ese hombre tiene un pene
enorme"

Jorge sab�a que este comentario incomodar�a a su mujer que no
estaba acostumbrada a hablar de este tipo de cosas. Y en efecto Jorge vio como
su recatada esposa se ruborizo ante su comentario.

"Jorge!, no sea usted tan vulgar, como se le ocurre hablarme
a mi de esas cosas, Resp�teme!"

Mientras dijo esto, Estela se volvi� de nuevo hacia la cocina
y sigui� con sus labores. Jorge solt� una gran carcajada, su broma hab�a causado
el efecto que hab�a pensado.

Lo que Jorge no sabia es que Estela no se hab�a ruborizado
porque el comentario la avergonzara, como le hizo creer, sino porque su sangre
hab�a ardido imaginando el viril y joven cuerpo de su yerno desnudo y mojado, en
la misma ducha donde ella se ba�aba.

Despu�s del desayuno, Roberto llevo a su hija a la escuela,
luego fue a su trabajo, Estela salio al mercado a hacer las compras, mientras
tanto Jorge permaneci� en la casa mirando el peri�dico.

Estela aun se sent�a extra�a con su nuevo corte y la forma en
que se ve�a, aunque deb�a admitir que bajo su ropa, sent�a una frescura al haber
cortado la mata de vello pubico que cubr�a su vagina. Cuanto hab�a cambiado su
apariencia y su forma de pensar en los �ltimos meses.

Aun era una mujer recatada y conservadora, pero ahora no
pod�a negar que a pesar de cuanto luchaba contra sus sentimientos, sus deseos,
se hac�an manifiestos en su cuerpo, solamente sus fuertes principios y su moral
eran lo que imped�a que diera rienda suelta a sus deseos, en alguna ocasi�n
desde que hab�a descubierto solitaria, el placer de la masturbaci�n, tuvo
intentos de hacerlo nuevamente, pero sus principios se hab�an antepuesto y hab�a
logrado dominar sus mas bajos deseos hacia su yerno. Y es que las escasas
sesiones sexuales con su marido m�s que satisfacerla dejaban un profundo vac�o
que nada pod�a llenar.

Su nieta pronto cumplir�a 8 a�os, cuanto hab�a crecido la
ni�a, era una de sus mayores ilusiones.

Jorge por su parte, pasaba el d�a entero frente al televisor,
y es que desde que hab�a regresado a la casa, su car�cter hab�a cambiado, se
ve�a mas tranquilo, su esposa no hab�a vuelto a saber de sus salidas con
amantes, definitivamente la edad, lo estaba convirtiendo en un viejo sin
aspiraciones, quien gozaba de recibir una pensi�n por todos sus a�os de servicio
en el gobierno, y que se conformaba con una tranquila y rutinaria vida de casa,
hab�a logrado dominar de nuevo a su sumisa mujer, que hab�a vuelto tambi�n a la
forma de ser que El siempre hab�a querido, una se�ora de su casa, que antepon�a
los deseos de su marido a los suyos propios.

Roberto, se dedicaba a trabajar fuerte, para que a su hija no
le faltase nada, y para desahogar en su trabajo, todo el deseo que sent�a por su
madura suegra, es que Roberto cada d�a estaba mas conciente de que deseaba a su
suegra con todas las fuerzas con que un hombre puede desear a una mujer, muchas
veces cuando llegaba a su casa por la noche, despu�s de cenar y platicar con su
hija y sus suegros, sub�a a su habitaci�n y ah� en la oscuridad de su cuarto,
trataba de desahogar sus mas ardientes fantas�as hacia su suegra, que era el
�nico medio mediante el cual pod�a poseer a aquella mujer que tanto deseaba, con
ardientes sesiones de masturbaci�n, pero que pod�a hacer, aunque la desease con
todas sus fuerzas, sabia que aquella decente y madura mujer nunca seria suya.

Jorge acompa�o a su mujer a hacer algunas compras al centro
de la ciudad, Estela realizaba unas compras cuando su marido miro con mucha
atenci�n a una joven mujer que vend�a un nuevo producto.

Jorge recorri� con su vista, el sensual y voluptuoso cuerpo
de la chica, era una de esas ni�as que contratan para dar exhibiciones de un
producto, Jorge miro con atenci�n las largas y torneadas piernas de la chica,
una corta minifalda cubr�a el escaso espacio entre sus piernas y su cintura, una
camiseta ajustada de tirantes, hacia que dentro de esta se marcaran un enorme y
firme par de senos, que luchaban por salir de su forzado encierro, su cabello
por los hombros, oscuro y liso, eran el complemento perfecto para una sensual y
provocativa cara en la que unos gruesos y excitantes labios, sonre�an mientras
demostraba su producto, sus ojos eran claros, y su nariz respingada.

Jorge quedo cautivado con la belleza y juventud de la chica,
hacia mucho tiempo que no sent�a nada igual, desde su regreso con su mujer, le
hab�a sido completamente fiel, y aunque sabia que El no era ning�n semental,
deseo haber tenido a esa chica en una cama y disfrutar de su cuerpo.

Su mente vagaba en estas fantas�as, cuando su mujer lo saco
de su �xtasis con una pregunta sobre algunas de las compras, Jorge r�pidamente
respondi� a su esposa, tratando de disimular la fascinaci�n que le hab�a
provocado la joven chica.

Despu�s de realizar todas las compras regreso con su esposa a
la casa.

Esa noche a la hora de dormir, mientras Estela se cambiaba en
el ba�o, Jorge se sent�a muy inquieto, el recuerdo de la joven mujer regresaba
constantemente a su cabeza, imaginaba la sensaci�n de tocar aquella joven y
fresca piel, el deb�a admitirlo, su debilidad siempre hab�an sido las chicas
j�venes.

Sent�a como su pene empezaba a endurecerse imaginando sus
manos recorriendo aquellos grandes pechos que deber�an estar firmes, con
aquellos pezones rosados y peque�os, besando aquellos tiernos labios que
inspiraban sensualidad y pasi�n. Sinti� como su mujer se acostaba en la cama a
su lado, "Buenas Noches Jorge" fue la expresi�n de esta antes de darle la
espalda para dormir.

Pero esa noche Jorge quer�a algo mas que un simple "Buenas
Noches", as� que acerc�ndose a su madura mujer por la espalda, suavemente empez�
a deslizar su mano bajo la bata de esta, recorriendo con su mano el maduro muslo
de su esposa, despacio recorri� con sus dedos, penetrando lentamente entre sus
piernas por la parte de atr�s, sinti� la suave tela del calz�n de su mujer,
imaginaba que era la sensual prenda de la chica del mercado, despacio con sus
dedos aparto un poco la prenda por la parte de atr�s, sus dedos tocaron
suavemente la lisa vagina de su mujer, sus labios se juntaban, apretando
deliciosamente, Jorge no sinti� ning�n vello en aquella zona, acaso su recatada
se�ora, se hab�a rasurado los pelos de la vagina, esto lo excito mas, as� podr�a
imaginar que era la tierna y joven vagina de la chica que tanto lo hab�a
excitado en el mercado, despacio deslizo uno de sus dedos contra los apretados
labios vaginales de su mujer, se excito mas al sentir como la vagina que
acariciaba estaba humedeci�ndose, deslizo un poco mas su dedo dentro, y con un
suave movimiento empez� a excitar mas a la mujer que tenia a su lado, escucho un
suave gemido de esta, e imagino que era la joven chica gimiendo ante la
sensaci�n de sus caricias, estaba muy excitado, con una de sus manos deslizo un
poco su pijama abajo, su pene estaba completamente erecto, la fantas�a de que
estaba con la joven chica en la cama lo hab�a puesto muy caliente, acerc�ndose
un poco mas, pego su cuerpo al de la mujer en la cama, retirando su dedo de su
vagina procedi� a empujar su verga entre los apretados y h�medos labios
vaginales de su mujer.

Estela se hab�a calentado con las caricias de su marido sobre
sus muslos, hacia mucho tiempo que no hac�an el amor, por eso cuando este
levanto su bata y deslizo un dedo dentro de su vagina, que ella sent�a hab�a
empezado a humedecerse, no pudo reprimir un gemido de placer, la caricia del
dedo desliz�ndose dentro de su vagina la estaba estimulando, trato de permanecer
inm�vil mientras su marido segu�a con su tarea, pero pronto hab�a sentido como
su marido retiraba su dedo, y el pene de este, empujaba contra los apretados
labios de su vagina.

Sinti� como la verga de su marido empujaba, por la posici�n
en la que estaba sus labios estaban un poco apretados, uno, dos, tres intentos
de penetraci�n, Estela se emociono imaginando ser penetrada por el pene de su
marido, que hacia mucho tiempo no le hacia el amor, cuando un caliente chorro de
esperma humedeci� la entrada de su vagina. Estela escucho un fuerte gemido y de
pronto su marido se hab�a retirado de su lado, regresando a su sitio en la cama.

Jorge jadeo satisfecho, la fantas�a que hab�a tenido, lo
hab�a calentado much�simo, mas cuando empujando su verga contra los apretados
labios de su mujer, sinti� su entrada tan estrecha, esto hacia aun mas ardiente
su fantas�a, imagino que intentaba penetrar la virginal y estrecha vagina de la
joven chica, esta fantas�a junto con la cantidad de tiempo de no hacer el amor
con su mujer, hab�an provocado que experimentara un r�pido orgasmo, aun sin
penetrar a su esposa.

Despu�s de algunos minutos Estela escucho como su marido
dorm�a profundamente y hab�a empezado a roncar, como era posible que su marido
la hubiese calentado y no pudiera satisfacer el ardor que le hab�a despertado
con sus caricias, de nuevo sinti� un gran vac�o, por un momento, pens�, en
levantarse e ir al ba�o y acariciarse ella misma, hasta satisfacer su calentura,
pero reprimiendo con todas sus fuerzas sus deseos, abrazo su almohada e
insatisfecha, trato de dormir.

En el silencio de la noche, Estela escucho como la puerta de
su habitaci�n se abr�a silenciosamente, en la oscuridad de las sombras vio una
figura que avanzaba hacia ella, se sorprendi� al darse cuenta que se trataba de
Roberto, su yerno, que se acercaba cada vez mas a su lado, Estela sinti� un
peque�o escalofri� al darse cuenta que este �nicamente vest�a un peque�o b�xer
de algod�n, que marcaba completamente la enorme protuberancia dentro de el,
Roberto se aproximo mas hasta quedar pr�cticamente a su lado en la orilla de la
cama, Estela estaba nerviosa que hacia su yerno, en su habitaci�n, a esa hora y
vestido as�, quiso hablar, pero sinti� temor, record� que su marido yac�a a su
lado en la cama y que cualquier ruido podr�a despertarlo.

Entonces vio como Roberto inclin�ndose con un gesto de su
cara, le indico que guardara silencio, inclin�ndose aun mas, este acerco sus
manos a ella, despacio empez� a acariciar sus senos a trav�s de la bata que
usaba para dormir, Estela sinti� como una mezcla de placer y miedo empezaban a
despertar de nuevo en su interior, placer por la caricia que estaba recibiendo,
pero tambi�n temor, sabia que su marido yac�a a su lado, y si despertaba no
sabia que cosas tan terribles pasar�an, miro como su yerno sigui� acariciando
sus grandes senos, mientras estos empezaban a endurecerse, sus pezones se
estaban poniendo como rocas duras que pulsaban por salir fuera de su bata.

Roberto con �giles y provocadoras caricias, descubri� sus
senos, los ve�a llenos y duros, estaba muy excitada, no sabia como detener
aquellas caricias, es mas no quer�a detenerlas, bajando su cabeza Roberto poso
sus labios sobre el duro pez�n de una de las tetas de su suegra, esta gimi�
suavemente, al sentir la ardiente lengua de su yerno rozar su pez�n, su yerno
hab�a empezado a mamar deliciosamente sus pechos, y el placer que Estela
experimentaba era total, aunque apenas pod�a moverse, no quer�a provocar que su
marido despertara. Roberto sigui� mamando sus grandes tetas durante un buen
tiempo, luego levantandose, Estela miro como la protuberancia en su b�xer hab�a
crecido convirti�ndose en un enorme monstruo que luchaba por salir.

Roberto tomo la banda el�stica de su prenda con la mano y
despacio la bajo, Estela se sorprendi� al ver el enorme miembro de su yerno,
estaba completamente erecto y tan cerca de ella, Roberto empez� a acariciar su
verga ah� en la oscuridad, de pie junto a su suegra, esta desde la cama miraba
excitada como su mano se deslizaba desde la punta de su verga hasta el final de
sus bolas, se ve�an gordas, seguramente llenas de semen, Estela deseo extender
su mano y acariciar aquel duro miembro, que tanto deseaba, pero tem�a despertar
a su marido con el movimiento.

De pronto para su mayor excitaci�n Estela sinti� como su
yerno se inclinaba y despacio corr�a suavemente la sabana que cubr�a su cuerpo,
se sent�a nerviosa pero muy excitada a la vez, miro como su yerno poco a poco
despu�s de acariciar sus piernas tomaba cada una en una mano y empezaba a
separarlas, en el peque�o espacio que ocupaba esta en la cama.

Miro como Roberto completamente excitado, empez� a acercarse
mas a ella, sinti� su caliente y viril cuerpo, colocarse sobre el suyo, mientras
suaves crujidos indican el peso extra en la cama, estaba muy nerviosa, la
sensaci�n de peligro que llenaba el momento, su marido estaba junto a ella en la
cama y su viril yerno la iba a poseer, esto la excitaba aun mas, sinti� como
Roberto tomando su verga con la mano la acercaba contra la entrada de su vagina,
que se encontraba completamente h�meda de excitaci�n, entonces no pudiendo
contener su placer al sentir como la enorme y dura verga de su yerno hacia
contacto con la caliente piel de la entrada de su vagina, gimi� fuertemente
"Ohhhh Roberto Si!"

"Que pasa Estela!" escucho la voz de su marido, que la
sacud�a, mientras ella regresaba de su viaje de placer.

"Estas completamente ba�ada en sudor y gimiendo, acaso estas
enferma?"

Era la voz de su marido, que la regresaba a la realidad de su
habitaci�n, todo lo que hab�a sucedido era solo un sue�o, producto de su
caliente imaginaci�n.

"Mira como estas, que te sucede?, porque gritaste el nombre
de nuestro yerno?"

Tratando de tranquilizarse, respondi� a su marido lo mas
serena que pudo fingir estar.

"Estoy bien, solamente fue una pesadilla, estoy bien, no te
preocupes!"

Entonces su marido le hablo.

"Esta bien mujer, trata de dormir de nuevo, y no sue�es
tonter�as"

De nuevo Jorge le dio la espalda, mientras ella aun empapada
en sudor, se tranquilizaba, todo lo que hab�a sentido era un sue�o, pero como
era posible que un sue�o la hubiese puesto as�, no cab�a duda, aunque Estela lo
reprimiera por alg�n tiempo, el ardiente deseo que sent�a por su viril yerno,
continuaba ah�, en lo mas profundo de su ser.

Tranquiliz�ndose un poco mas, noto como su respiraci�n volv�a
a la normalidad, mientras una enorme frustraci�n crec�a en su interior, ni
siquiera en un sue�o, su marido hab�a dejado que esta se satisficiera
completamente.

La amargura y frustraci�n consumieron sus sentidos, mientras
se inclinaba sobre su almohada para tratar de dormir. Continuara�

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