Relato: Una ni�a en el parador





Relato: Una ni�a en el parador

Una peque�a en el Parador 1� parte.


La historia que voy a contar ocurri� hace dos a�os, cuando
por motivos de trabajo deb� realizar un viaje a Galicia y mi socio me pidi� si
pod�a llevar a la peque�a Teresa con sus abuelos y as� se evitar�a un viaje sola
en avi�n. Aqunque pueda parecer extra�o, no lo era porque Toni y yo siempre
hemos sido m�s que socios y amigos, casi dos hermanos por lo que siempre he sido
como uno m�s de la familia.


Durante el viaje, cruzando Castilla, nos sorprendi� una
impresionante tormenta que hac�a peligroso continuar, por lo que finalmente
decid� parar y pasar la noche en un parador nacional. Lo �nico disponible era
una habitaci�n doble as� que nos dispusimos a pasar la noche Teresa y yo, sin
mayores problemas, por cuanto yo no ve�a en la peque�a m�s que una cria.


Una vez en la habitaci�n las cosas transcurrieron con
normalidad, casi como si se tratara de una nieta y su abuelo, yo jam�s en la
vida me hab�a sentido atra�do por las chicas muy j�venes y tampoco lo estaba en
ese momento.


Ya acostados, cada uno en su cama y apagadas las luces, la
intensidad de la tormenta a�n era m�s evidente, ya que los rayos iluminaban la
habitaci�n y los truenos hac�an que vibraran los objetos. Teresa estaba cada vez
m�s asustada y despu�s de un rayo realmente impresionante que pareci� m�s una
bomba que un trueno, la ni�a se levant� y encendi� la luz de su mesilla de
noche, caminando inquieta hacia el ba�o.


-Teresa, que haces?, est�s bien?


-Me quiero ir de aqu�, por favor.


-Tranquil�zate, no pasar� nada, este parador tiene pararrayos
y aqu� no puede pasarnos nada.


-V�monos, no quiero quedarme aqu�, por favor v�monos -gimi�
desde la puerta del ba�o.


-Teresa, por favor, pi�nsalo un poco, imag�nate tu en el
coche, en la carretera oscura, solos, con esta tormenta, no ser�a mucho peor?


-S�, es verdad.- Contest� empezando a llorar aterrorizada.-
Pero entonces que hago, no puedo soportar esto.


Yo me levant�, vistiendo solo los calzoncillos y me acerqu� a
ella, acarici�ndole el pelo para intentar que se relajara. Teresa era algo m�s
baja que yo, vest�a un camis�n de color rosa p�lido muy fino que le llegaba algo
m�s debajo de sus bragas de color blanco que apenas se entreve�an cuando
caminaba. Al verme a su lado, se abraz� a mi lateralmente, apret� su cabeza en
mi brazo y llor� unos momentos en silencio soltando la tensi�n que acumulaba, a
lo que ayud� que la tormenta parec�a amainar tras el enorme trueno que tanto
hab�a asustado a la cr�a. Pasados unos minutos not� que estaba m�s tranquila y
lentamente la separ� de mi.


-Est�s ya m�s tranquila Tere?


-S�, gracias...- Intentando no separarse de mi.


-Perfecto.- Dije separ�ndome de ella.


-Pero no quiero volver all� ni apagar m�s la luz.- Dijo
se�alando su cama.


-Tenemos que dormir Tere, ma�ana a�n nos quedan muchos
kil�metros y vale m�s estar descansados, ale! A la cama, y tranquila que no
ocurre nada, este parador esta muy bien protegido.- Le dije d�ndole una palmada
el trasero.


-Por favor.... no....no.... -haciendo pucheritos.


-No podemos quedarnos toda la noche aqu� de pie Tere.- Le
dije pasando mi mano por su cabeza, relaj�ndola, sin saber muy bien si tom�rmelo
a broma, si seguir un rato all� de pie hasta que se calmara o si ponerme serio y
enviarla a dormir.


-Puedo dormir aqu�? -Dijo se�alando mi cama.- estas camas son
enormes y no le molestar�, se lo juro.


-Prefieres dormir en esta cama?- Fing� no entender bien lo
que la ni�a ped�a.- Si est� m�s cerca de la ventana.... No te asustar�s m�s
todav�a tan cerca de la ventana?


-No!! Jejejeje -ri� nerviosa- Digo aqu� con usted, en casa
cuando hab�a tormentas fuertes me iba al cuarto de mis padres, pero nunca hubo
una tormenta tan grande como esta.


-Vale, venga a dormir.- Dije contento de haber resuelto una
situaci�n que ya empezaba a ponerme nervioso.


Una vez en la cama nos colocamos cada uno en un extremo y
tras apagar la luz y darle las buenas noches, le di la espalda dispuesto a
intentar dormir. Pero cuando todo parec�a que acabar�a sin mayores problemas, la
tormenta reinici� su actividad con m�s fuerza. "Otra vez...-pens� yo- ojal� que
est� ya dormida".


Pero no estaba dormida, y poco despu�s, ante el incremento de
los truenos, not� como la ni�a se acercaba a m�, poniendo su barriga y su pecho
en mi espalda y pasando un brazo sobre mi costado, dej�ndolo descansar en mi
pecho.


-Vuelves a estar asustada no?.


-S�.


-No te preocupes princesa -intent� tranquilizarla usando la
misma palabra que tantas veces hab�a o�do a su padre decirle- no va a pasar
nada, la tormenta est� alej�ndose y yo estoy aqu� contigo.


Para reconfortarla un poco m�s, empec� a pasar mi mano
suavemente por su mu�eca, pregunt�ndole a ratos si estaba mejor, a lo que Teresa
me contestaba con un sonido gutural infantil dici�ndome que si.


La situaci�n parec�a volver a estar controlada, la ni�a se
notaba m�s tranquila y yo dej� de tocarle la mu�eca y el antebrazo confiando en
que se durmiera. Ella tambi�n dej� de hablar aunque no retir� su mano de mi
pecho, sino que sigui� moviendo los dedos muy lentamente, como hab�a hecho todo
el rato, medio enred�ndolos en mis pelos medio estirando de ellos, como si eso
la relajara.


Evidentemente al que no relajaba era a m�, pues not� como mi
sexo se hinchaba al m�ximo pese a mi incredulidad y pese a que me dec�a a mi
mismo "joder Julio! Es una cr�a, podr�a ser tu nieta y no tiene ni idea de que
poner su mano as� en el pecho de un hombre no es como acariciar su osito de
peluche ni que apretarse as� a la espalda de un hombre no es como apretar su
almohada", pese a todo, no pod�a evitar sentir sus pechos, apenas dos bultitos
del tama�o de un albaricoque, que se apretaban contra mi espalda; ni pod�a
evitar sentirme excitado por los tironcitos de sus dedos en el vello de mi
pecho.


Estaba claro que Teresa se encontraba mejor sintiendo la
proximidad de un hombre a su cuerpo, algo que le recordaba la seguridad de la
infancia, cuando nada malo puede pasarte porque los padres est�n all� para
protegerte. Una muestra m�s de ello es que la ni�a movi� sus pies, bastante
fr�os, buscando los m�os y apret�ndolos contra ellos.


Unos minutos despu�s, yo segu�a igual o m�s excitado y ella
segu�a con su juego, ignorante de las consecuencias que pod�a provocar en un
hombre adulto. Como ya he dicho nunca hab�a sentido el m�s m�nimo inter�s ni
atracci�n por muchachas menores de 17 o 18 a�os, pensaba que eran simplemente
ni�as que no hab�an a�n despertado su inter�s por el sexo.


Y Teresa era mucho m�s peque�a que todo eso, hab�a cumplido
12 a�os hacia apenas 2 semanas, yo a�n recordaba perfectamente los problemas a
la hora de elegir el regalo para ella el d�a de su cumplea�os, era la cr�a que
no hac�a a�n ni cinco veranos nadaba sin bikini sin problemas, me dec�a t�o
Julio y a la que ve�a como si fuera un bebe.


Pero ahora era evidente que estaba all� apret�ndose contra mi
espalda y por primera vez me plante� a que edad las ni�as sent�an el primer
deseo sexual y si no ser�a que Teresa lo hab�a sentido aquella noche, si no lo
estaba sintiendo en aquellos momentos, su mejilla apretada en mi cuello, sus
pechos aplastados contra mi espalda, sus piececitos metidos entre mis
pantorrillas y su mano jugueteando con el vello de mi pecho.


"S�lo hay una forma de saberlo, de saber si est� sintiendo su
primer deseo sexual o si a�n cree que un hombre y su oso de peluche son la misma
cosa, algo a lo que abrazar para sentirte m�s segura en las noches oscuras y
tormentosas", pens�. "Me dar� la vuelta y si todo son imaginaciones m�as la cr�a
debe apartarse, mientras que si lo que siente es esa primera curiosidad por ese
mundo misterioso de los mayores, igual se queda abrazada a mi, curiosa por esa
cosa grande y dura de la que ya habr� o�do hablar".


As� lo hice, muy lentamente, para que ella fuera plenamente
consciente de lo que yo estaba haciendo y de cual iba a ser la situaci�n, me fui
dando la vuelta. Al principio la ni�a no reaccion�, pero antes de que qued�ramos
definitivamente cara a cara, Teresa se dio la vuelta r�pidamente, d�ndome la
espalda.


Su movimiento me sac� de dudas y pens� que todo hab�an sido
imaginaciones m�as, que al fin y al cabo la cr�a hab�a estado abraz�ndome y
toc�ndome sin ser consciente de que yo no era su enorme peluche blanco, sino un
hombre que se pod�a excitar, probablemente ni siquiera sab�a con claridad lo que
eso significaba y solo buscaba sentirse segura ante la tormenta que no amainaba
y la manten�a asustada.


Pero consciente o inconscientemente sus roces me hab�an
excitado y necesitaba unos minutos para calmarme y para que mi sexo recuperara
su tama�o normal antes de dormirme. No buscaba nada m�s, pero necesitaba volver
a sentir su cuerpecito junto al m�o, aunque sab�a que eso no iba a ayudar a que
me calmara, me ve�a completamente capaz de controlar mis actos y de parar en el
momento justo, sin dejar que las cosas pasaran a mayores.


Con esa idea de volver a sentir el calor de su cuerpo y de
poder tocar esas tetitas que hab�a notado en mi espalda, me acerqu� a ella
procurando en todo momento que mi bajo vientre se mantuviera alejado de sus
nalgas, pues no quer�a ni que descubriera como me encontraba ni que se asustar�
ante el tama�o que alcanzaba mi pene.


Me acerqu� a Teresa y aunque ten�a espacio y cama para
alejarse de mi, la ni�a no lo hizo, sino que se qued� quieta e incluso se
acurruc� un poco al sentir mi pecho en su espalda; tambi�n movi� sus pies y
volvi� a buscar los m�os para colocarlos entre ellos.


-Uy... que fr�os tienes los pies.- Le dije.


-S�.


-Est�s ya m�s tranquila Tere?.


-S�.


-Mientras yo est� contigo no tienes que temer nada princesa.


Mientras hablaba me apret� m�s a su espalda, aunque en ning�n
momento acerqu� mi sexo a la peque�a, por miedo a asustarla o a que se diera
cuenta de mi estado y rompiera aquel contacto que tanto me agradaba. Poco
despu�s decid� pasar mi brazo bajo su cuerpo dispuesto al menos a rozar sus
pechos, esos pechos que apenas hab�an empezado a crecer y que hab�a notado antes
contra mi espalda.


Apenas hab�a pasado mi mano bajo su costado, cuando not� como
ella arqueaba ligeramente su cuerpo, facilit�ndome claramente el paso del resto
de mi brazo. Yo estaba en la gloria, seguramente Teresa no era consciente del
contenido sexual de todo lo que all� estaba pasando, pero era evidente que a la
ni�a le gustaba tanto como a mi aquel contacto entre nuestros pechos y espaldas,
sentir aquel calor que emanaba del cuerpo del otro.


Ahora era yo el que la abrazaba a ella, mi codo izquierdo
bajo su costado izquierdo, mi antebrazo apretado contra sus incipientes senos y
mi mano reposando acariciadora en su costado derecho. De esa forma la apret� m�s
contra mi, haciendo que el contacto fuera mucho m�s intenso y sin notar ni la
m�s leve muestra de rechazo o incomodidad por parte suya; estaba claro que
Teresa tambi�n se encontraba a gusto de aquella manera.


Sin apenas moverme por miedo a que se rompiera aquel contacto
maravilloso, deslic� mi mano ligeramente y la pas� lentamente sobre su peque�a
teta movi�ndola hasta su cuello, esperando alg�n gesto de contrariedad o rechazo
por su parte, pero no se produjo ninguna reacci�n. Tras mover mis dedos unos
minutos en su cuello, volv� a llevar mi mano hasta su pecho, pero ahora con la
intenci�n de dejarla sobre su seno, que a�n no era m�s que un abultamiento de su
pecho.


Al poner mi mano sobre aquella teta apenas desarrollada cre�
no ser capaz de controlarme m�s. El pez�n era apenas del tama�o de un grano de
ma�z y parec�a algo duro, aunque no pod�a asegurarlo debido a su peque�o tama�o
que lo hac�a completamente diferente al de cualquiera de las mujeres a las que
hab�a tocado a lo largo de mi vida. Y el pecho era como un peque�o mont�culo de
carne dura y suave que palpitaba bajo mi mano.


Aquello estaba llegando demasiado lejos y sent� miedo de no
ser capaz de controlar mis reacciones y acabar haciendo algo que podr�a acabar
en un desastre para la cr�a, para mis negocios, pues la ruptura con el padre de
la ni�a habr�a sido terrible despu�s de toda una vida unidos e incluso para m�,
como persona.


Era el momento de retirarme, de hecho hasta ese punto no
hab�a ocurrido absolutamente nada m�s que una ni�a asustada buscando la
seguridad que un adulto casi de la familia pod�a ofrecerle y este mismo adulto
intentando protegerla y calmarla para que se durmiera; que hab�a tocado su
pecho, sin ninguna duda que s� y que eso no hab�a pasado desapercibido para la
ni�a, pero seguro que cuando contara la terrible tormenta del parador a sus
padres, este detalle ser�a pasado por alto. Pero no pod�a seguir m�s adelante
porque sab�a que estaba a punto de perder el control y las consecuencias pod�an
ser graves.


As� que pese a que lo que deseaba en ese momento era
continuar como estaba, me di la vuelta dispuesto a dormir y a guardar para
siempre un grato recuerdo de aquellos minutos abrazado a una chiquilla que
siempre hab�a visto casi como mi nieta. Le di la espalda con gran pesar por mi
parte, por aquel punto y final a una noche que a buen seguro habr�a acabado de
otra forma si Teresa hubiera tenido s�lo unos pocos a�os m�s.


Casi salt� en la cama al notar como Teresa se daba la vuelta.
Por lo visto yo no era el �nico que estaba a gusto sintiendo nuestros cuerpos
tan cerca, y la ni�a hab�a decidido prolongar aquellos momentos tan agradables.
Primero sus pies me buscaron y yo levant� la pierna para que ella los colocar�
entre los m�os, sus piernas se acoplaron a las m�as, desde los pies a la
cintura, su vientre se apret� contra mis ri�ones, su boca dejaba escapar su
aliento sobre mi cuello y sus pechos se aplastaron contra mi espalda.


Ahora si notaba claramente que sus pezones estaban duros,
ahora si ten�a algo con lo que compararlos, apenas veinte minutos antes hab�a
notado sus pechos contra mi espalda igual que ahora y sus pezones no estaban
as�, duros y puntiagudos clav�ndose en mi carne.


"Dios!" -pens�- "lo sepa o no lo sepa, est� excitada,
seguramente ni ella misma es consciente de lo que le pasa, pero su cuerpo le
pide apretarse a mi y prolongar este contacto, aunque para ella seguro que a�n
es solamente una b�squeda de protecci�n y seguridad, sus pezones no dejan lugar
a dudas".


La nueva situaci�n no era tan preocupante para m�, puesto que
yo estaba "dormido" y era ella la que se apretaba contra m� buscando esa
"seguridad" que la presencia de un adulto le proporcionaba ante la tormenta, que
pese a haber disminuido mucho a�n no hab�a acabado. Minutos despu�s Teresa
volvi� a pasar su mano sobre mi costado izquierdo y la puso nuevamente sobre mi
pecho; y poco despu�s sus dedos volv�an a moverse curiosos por mi pecho, con
movimientos apenas perceptibles, jugando ahora con algunos rizos de mi abundante
vello, estirando otros despu�s o apenas roz�ndome con la yema de su dedo �ndice.


Estaba claro que Teresa estaba tan a gusto como yo, y poco
despu�s quiz�s sorprendida al notar como mis pezones tambi�n estaban duros, dej�
de jugar con el vello y puso toda su atenci�n en mis endurecidos pezones,
tocando primero uno y luego otro, como si los comparara, moviendo su mano muy
lentamente como si no quisiera despertarme, aunque yo estaba muy despierto.


Conforme pasaban los minutos cada vez me importaba menos si
la ni�a era consciente o no de lo que estaba haciendo, de lo que estaba pasando
y pese a que sab�a que corr�a el riesgo de no poder controlarme definitivamente,
decid� volver a girarme, para quedar frente a frente, pues supon�a que esta vez
ella no se girar�a.


Pero me equivoqu�, apenas Teresa vio que me daba la vuelta,
ella tambi�n se gir�, d�ndome la espalda. No entend�a nada!! Aquello parec�a un
ballet en el que los dos nos mov�amos al mismo tiempo, pero yo hab�a esperado
que ella no se girase esta vez y me permitiera sentir sus peque�os senos en mi
propio pecho.


Apenas me hubo dado la espalda lo primero que hizo fue buscar
un hueco entre mis pies en el que colocar los suyos, lo cual interpret� como un
claro s�ntoma de que el contacto con mi cuerpo no le desagradaba y quer�a seguir
muy cerca. Yo cobij� sus pies y no paraba de acar�cialos con los m�os,
frot�ndolos, tambi�n pegu� mi pecho a su espalda y tal como hab�a hecho antes, y
al intentar pasar mi mano entre ella y la cama, la ni�a arque� su cuerpo de
forma mucho m�s ostensible que la primera vez, facilit�ndome el paso del brazo.


Yo repet� mis movimientos de antes, puse mi mano sobre su
costado pero apenas me tom� mucho tiempo para disimular, unos segundos despu�s
la mov�a hasta su pecho y lo tocaba claramente, pell�zc�ndole y jugando con su
pez�n mucho m�s duro e hinchado que antes.


Su respiraci�n se hab�a hecho mucho m�s pesada y ya no me
cab�a ninguna duda de que estaba excitada, aunque tambi�n ten�a la sensaci�n de
que nunca se hab�a sentido as� y ni ella misma era quiz�s consciente del juego
al que est�bamos jugando, aunque seguramente tambi�n la excitaci�n y la
curiosidad le hac�an desear descubrir nuevas cosas y no parar aquel juego en el
que sin ninguna palabra y al amparo de una tormenta de verano, los dos est�bamos
descubriendo nuevas sensaciones.


Yo estaba tan excitado como no recordaba haberlo estado nunca
antes, ni siquiera en mis viajes a R�o de Janeiro y junto a las mulatas m�s
explosivas de la ciudad, me hab�a sentido de aquella manera, aqu� se mezclaba
todo: el sexo, la infancia, el miedo, el peligro, la curiosidad, el deseo, lo
prohibido... y la combinaci�n de todo hac�a que mi pene estuviera a punto de
estallar, mojado e hinchado palpitaba deseando tambi�n sentir m�s cerca aquel
cuerpo caliente.


Hab�a llegado el momento, no pod�a m�s y quer�a ver como
reaccionaba Teresa cuando notara que jugar con un hombre mayor no es lo mismo
que jugar con su oso de peluche, cuando notara lo que diferencia a los hombres
de las mujeres, aquello de lo que solo habr�a cuchicheado algunas palabras
avergonzadas con sus mejores amigas.


Con esa idea, y sin dejar de acariciar sus pechos, acerque mi
pubis a su trasero y le dej� que notara con claridad la enorme dureza de mi
sexo. Su respiraci�n se cort� al notarlo y yo pens� "aqu� se acaba todo, ahora
saltar� hac�a su cama consciente del peligroso juego al que estaba jugando";
pero tras unos segundos en los que no pas� nada, Teresa apart� su culo de m�,
pero ni siquiera quit� sus pies de entre los m�os.


Estaba claro que se hab�a asustado o quiz�s solo se hab�a
sorprendido, pero tambi�n estaba claro que la ni�a no quer�a romper el contacto
conmigo, por lo que pese al rechazo que hab�a mostrado hacia mi sexo, me
envalenton� y pas� mi otra mano sobre su costado para dejarla directamente sobre
su vientre, donde empec� a juguetear con su ombligo y a rozar ligeramente el
el�stico superior de sus bragas.


No era la primera mujer a la que excitaba con mis manos y
sab�a perfectamente como hacerlo, su camis�n hab�a ido subiendo lentamente con
el juego de mis dedos y mi mano tocaba ya directamente la carne caliente de su
bajo vientre. La respiraci�n de Teresa se hab�a ido convirtiendo lentamente en
un jadeo suave y sordo y varias veces hab�a notado como de forma instintiva, la
chiquilla empujaba su pubis de frente, como queriendo aumentar la presi�n de mis
dedos sobre el mismo.


Varias veces hab�a pasado mi dedo �ndice por el interior del
el�stico de sus bragas, cada vez un poco m�s profundo y en ninguna de ellas
hab�a notado la presencia de pelos; finalmente, y viendo como ella no solo no me
rechazaba sino que mov�a sus caderas levemente pero con una clara muestra de
deseo, introduje mi mano en sus bragas y llev� mis dedos hacia la turgencia de
su monte de venus; all� si hab�a pelos, o mejor dicho, hab�a una ligera capa de
vello, de pelusa, m�s parecida a la piel de un melocot�n que a cualquiera de las
mujeres a las que hab�a tocado hasta entonces.


Alargu� un poco m�s la mano y mi dedo �ndice not� como se
abr�a ligeramente su cerrada ranura, desliz�ndose sin problemas unos mil�metros
entre sus labios debido a la humedad que empapaba toda la zona.


"Santo cielo -pens�- est� empapada, dios m�o, �c�mo puede
excitarse as� una chiquilla?, jam�s me lo hubiera imaginado".


-Oh... -Su gemido me sac� de mis pensamientos.


-No pasa nada princesa.


-No, por favor, ah� no. -Cerr� sus piernas, atrapando all� mi
mano.


-No pasa nada, ya ver�s.


-Ah� no... ah� no.- Repet�a casi sin voz ni fuerzas para
moverse.


Estaba claro que la ni�a estaba completamente confundida, en
su cabeza bull�an consejos, tab�es y avisos sobre los hombres y su peque�a
rajita, pero yo notaba como pese a lo que dec�a su voz, su cuerpo deseaba sentir
mis dedos abriendo aquellos labios ligeramente inchados y rozando ligeramente su
apenas perceptible cl�toris.


Pese a sus negativas repetidas, cada vez m�s d�biles, yo
contin�e frotando su monte de venus e introduciendo la yema de mi dedo �ndice
entre sus labios mayores para rozar su cl�toris apenas mayor que un grano de
arroz. Poco despu�s Teresa abri� de forma instintiva sus muslos y empez� a gemir
de manera m�s clara. Luego estir� su pierna al mismo tiempo que yo me acercaba
un poco m�s, por lo que mi pene que ya mojaba claramente la tela, qued� apretado
contra su muslo.


Sin dejar de masturbar a la ni�a, esper� su reacci�n al notar
mi sexo apretado en su muslo, pero al contrario que la primera vez que lo
sinti�, no solo no se apart�, sino que me pareci� sentir como apretaba algo m�s
su pierna contra m�.


-Que me est� pasando t�o Ram�n?


-Nada princesa, nada, que te estas convirtiendo en una mujer
y te gustan cosas que antes no te gustaban....


Continuar�


Por favor vota el relato. Su autor estara encantado de recibir tu voto .


Número de votos: 158
Media de votos: 8.00





Relato: Una ni�a en el parador
Leida: 45398veces
Tiempo de lectura: 14minuto/s





Participa en la web








Contacto
Categorias
- Amor filial
- Autosatisfacci�n
- Bisexuales
- Confesiones
- Control Mental
- Dominaci�n
- Entrevistas / Info
- Erotismo y Amor
- Fantas�as Er�ticas
- Fetichismo
- Gays
- Grandes Relatos
- Grandes Series
- Hetero: General
- Hetero: Infidelidad
- Hetero: Primera vez
- Intercambios
- Interracial
- L�sbicos
- MicroRelatos
- No Consentido
- Org�as
- Parodias
- Poes�a Er�tica
- Sadomaso
- Sexo Anal
- Sexo con maduras
- Sexo con maduros
- Sexo Oral
- Sexo Virtual
- Textos de risa
- Transexuales
- Trios
- Voyerismo
- Zoofilia


Afiliados





sexo con mi sobrina que veia porno relatopanochita site:parma-build.ruRelatos porno de amor filial papa soltero bdlol.rudos orgias caninas una por gusto La enfermera me nota empalmadorelatos xxx eroticos gays el olor alas tanguitasEl viejo muerto sigue follando relatosrelatos ingenuas sobrinasxxx relatos eroticos mi medio hermano me volvio mujersexo sin tabues 3.com relatos relato erotico mi hija juguetona/fantasti/relato42012_Estrenando-a-mi-hijo-de-8-a%C3%B1os-(1,2,3,4).htmlparma-build.ru bucaramangamisrelatopornoingenua site:parma-build.ru/18dreams/Relatos porno de amar filial abuelo aprovechado 3 bdlol.rurelatos xxx nietaleer relato de ñiñita cojiendo por el culito con la pija de paparelatos xxx loco por mi hijapequeña zorrita relatos xxxrelatos eroticos una nena se metió a mi casa por naranjaspornos como masturbarte y sentir placidorelatos me cojio el esposo de mi cuñadanalgona site:parma-build.ruRelatos porno amor filial el despertar del placer con mi pequeña hija 2 bdlol.rulaura es dominada por pamelarelato sexual de harry potter y luna lovegoodrelatos xxx cae en la tramparelatos cortos de incesto desvirgando hermananino precos relato pornoRelatos porno la madre de mi amiga fannyRelatos porno amor filial mi vida de soltero bdlol.rurelato se la mame a mi alumnoMi hija de 8 relatosRelato erotico embaraze a mis alumnasRelatos los pies de Bety/relato33397_Mi-despertar-sexual-comenzo-a-los-8-a%C3%B1os.htmlmi comadre una experta en el sexo relatos calientes/relato22087_Pamela.htmlPorno relato amor filial de buelta en la finca jorange.rurelatos porno mi bikiniMi hija de 9 a�os es mi mujer relatosescuela site:parma-build.rurelatos eroticos hija 7confesion site:parma-build.ru/relato26149_Mi-perro-Brand%C3%B3n.html/relato35015_alquilando-a-mi-hija-15---Lina-y-su-papa-en-casa.htmlRelatos eroticos chiquilla precozRelatos porno amor filial el pequeño semental 5 bdlol.rurelatos eroticos con varios hombresrelato se la mame a mi alumnoRelatos hot. Sexosintabues mi vecina colegialarelatos eroticos mi abuela acepta ser mi amantela chica de la despedida relato xxxRelatos no tengo marido y me prostituyoconfiado site:parma-build.rurelatos eróticos nena perdidaxxx puritana relatos escritos suegrohistoria de primita tocando mi peneMi primita me pide que le mame la cuca relatopapa soy tu hijo sacala eroticoRelatos porno amor filial mi vida de soltero bdlol.rurelatos eroticos xxx cuidando ami hijita de cinco añitosrelatos xxx d insesto con mi bebesite: parma-build.ru escuela/relato33397_Mi-despertar-sexual-comenzo-a-los-8-a%C3%B1os.htmlrelató porno monto la verga de mi sobrino enfrente de su mamá/22-Voyerismo_24.htmRelatos porno amor filial sobrina de 11 bdlol.ruMi putita hija relatos eroticos"tocarle la conchita"relato porno tenia 11soy la zorra de un vagabundos relatos pornomi sobrinito menor de edad me culio relatosRelato erotico familia vestido escote relatos eróticasnena preñada relatos xxxrelatos eroticos encontre a mi papa autosatisfaciendoceporno sobrina exhibicionitaporno sobrina exhibicionitaRelato erotico trusarelatos xxx le di un afrodisíaco a mi hija