Juan y yo crecimos juntos, jugamos juntos
y tuvimos nuestras primeras novias juntos. Pero el tiempo cambió parte
de nuestros planes.
Al llegar el tiempo de la universidad, yo me mudé a otra ciudad a estudiar
mi carrera de medico, la que al cabo de los años y con muchos sacrificios
y esfuerzos, pude concluir.
En ese entonces yo era totalmente ajeno a las cosas que pasaban en mi ciudad
natal Guayaquil. Mi familia me tenía alejado de toda buena o mala noticias
que ahí ocurriera.
Faltando unos pocos días para recibirme de medico, me encontré
con un amigo del barrio, quien me informó que Juan había fallecido
en un trágico accidente de tránsito. La noticias me trastornó
bastante, ya que Juan había sido mi mejor y gran amigo, y me hubiera
gustado ayudar en algo o estar en su funeral al menos, por lo cual llamé
a su casa y conversé con su mamá, quien me informó que
Juan había dejado a su mujer casi recién casados, le pedí
que me esperara que yo iría dentro de pocos días.
Pasaron los días y me recibí
con honores y todo eso, pero mi mente estaba en regresar a Guayaquil, no sólo
para visitar a mi familia, sino para consolar a la mamá de Juan, conocer
de la mujer de mi amigo, y saber qué fue lo que realmente paso.
Efectivamente, regresé a mi ciudad, y luego de instalarme, fui a visitar
a la mamá de Juan. Ella es una señora bastante joven y bien presentada
para su edad (42), pero la encontré bastante mal, la muerte de su hijo
le había afectado bastante. Al verme, rompió en llanto, recordando
a su hijo. Conversamos bastante y me preguntó si deseaba conocer a su
nuera, a lo que respondí que me encantaría.
Luego de arreglarse salimos hacia la casa de su nuera. Elena tocó el
timbre y apareció un preciosura de mujer. Jay- así se llama- es
un preciosa mujer de 1.70 mts. Algo trigueña y unos grandes y bellos
ojos verdes, tiene su cabellos largo hasta media espalda. Su cuerpo es una maravilla,
buenas tetas, firmes y paraditas, un culo maravilloso y unas piernas digna de
una modelo.
En fin, era una verdadera mujer a pesar de sus tiernos 22 años. Elena
me presentó y la verdad es que, yo quedé totalmente cautivado
por ella desde ese mismo instante.
Habían pasado tres meses de la muerte de Juan, y ella (Jay) aún
estaba sumida en llanto, por lo cual traté de consolarla y la atraje
hacia mí, por lo que ella reaccionó tratando de alejarse, por
lo que Elena -su suegra- le dijo que yo había el mejor amigo, como un
hermanos para Juan y que era como parte de la familia. Ante eso, Jay accedió
que la abrazara, pero notaba en ella cierta resistencia.
Conversamos bastante tratando de desviar el
tema de la muerte de Juan y lograr que esas dos mujersotas estuvieran bien.
En eso se me ocurre una gran idea, y era de invitarla a cenar, con la finalidad
de disipar un poco sus penas. Jay dijo que no, pero Elena le dijo que era necesario
salir del encierra en que las dos estaban sometidas voluntariamente, por lo
cual aceptaron ir a cenar, pero a un lugar algo reservado.
Al despedirnos, le di un beso suave en la mejilla a Jay y le dije que pasaría
por ella a las 7:30 pm, ya que vivo cerca de ella y que luego pasaríamos
por Elena.
Llegada la noche, tuve que disculparme con
mi familia que me habían ido a visitar, por no poder atenderlos, y salí
rumbo a la casa de Jay, quien ya estaba lista (raro en una mujer de esa edad),
ella lucía preciosa, llevaba un vestido negro de tull que la hacia ver
una diosa. Al verla la saludé nuevamente con un beso, el cual lo aceptó
y le dije: "Juan debió haber sido el hombre más feliz de
la toda la tierra", y ella me dijo "por qué?" "Por
la belleza de mujer que tuvo". Ella algo sonrojada y mirándome a
los ojos me agradeció el cumplido.
Llegamos a la casa de Elena, y ella nos dijo que se hallaba algo indispuesta,
y que vayamos nosotros solos. Jay no le gusto la idea, y quiso cancelar todo,
pero nuevamente Elena le insistió que aceptara mi invitación.
Jay no quería porque recién había fallecido su esposo,
y no lo veía bien. Elena le replicaba, que yo era un gran amigo de la
familia y que todos sabían eso, que no se preocupara.
Salimos con Jay a un restaurant algo reservado y tranquilo. Conversamos en forma
muy amena. Me contó cómo se habían conocido con Juan y
sus correrías. Al salir del restaurant, me dijo que si conocía
las cosas nuevas de la ciudad, y le dije que no, ya que había salido
desde hacia ya siete años y todo era realmente nuevo para mí.
Esa noche Jay se convirtió en mi guía turista. Cuando llegamos
al área del Malecón 2000, sus ojitos se llenaron de lágrimas,
porque le traía recuerdos de Juan. Yo la tomé en mis brazos y
la consolaba tiernamente. Ella sollozaba y le di un beso en la frente. Ella
me quedó viendo e inmediatamente le di otro en la mejilla cerca de comisura
de sus labios. Ella me dio un beso en la mejilla y me agradeció por "lo
bueno que era con ella". Salimos del auto, y caminamos, al rato me dijo
que deseaba regresar al auto porque tenía frío, le respondí
que yo la calentaría, que no se preocupara, ella no dijo nada, pero yo
la abracé por detrás rodeándola con mis brazos. Ella se
estremeció y echó su cabeza hacia atrás. La volví
a besar en la mejilla, diciéndole que yo la protegería ante todo
y que no debía temer por nada, que podía contar conmigo para todo.
Ella trató de girar la cabeza hacia atrás para darme un beso de
agradecimiento, justo en el momento en que yo trataba de besarle en la mejilla,
pero nuestras bocas se unieron para sorpresa nuestra y nos dimos un beso sin
querer en la boca. Ella se apartó inmediatamente de mí pidiendo
perdón, al mismo instante que yo lo hacia. Reaccioné y le dije
que había sido mi culpa y que eso no significaba nada. (pero en mi mente
estaba en total descontrol). Ella me dijo que nos fuéramos, que ya era
tarde. Le pedí que me disculpara y ella dijo que había nada que
disculpar. Le pedí quedarnos y me volvió a decir que era tarde
y que mejor otro día seguiríamos nuestro tour por la ciudad.
Durante es noche me fue imposible conciliar
el sueño. Había sido muchas emociones fuerte para un solo día.
La había conocido; me había quedado prendado de ella y para el
colmo la había besado. Ya estaba amaneciendo cuando recién pude
conciliar el sueño.
Eran como las 10 am, cuando me despertaron
porque Elena me estaba llamando. Me dijo que si podía acompañarla
a Salinas, para ver una propiedad que Juan había dejado, y que le gustaría
que la acompañara. Estando en su casa, llegó Jay y le dijimos
a dónde nos dirigíamos, y la invitamos a ir. Ella aceptó
por lo cual la llevé a su casa, mientras Elena terminaba de arreglarse.
Camino a casa de Jay, le dije que lamentaba mucho el incidente ocurrido la noche
anterior. Ella me dijo que me olvidara de eso que no había sido nada.
Yo le dije, que para mí había sido mucho e impactante, tanto así,
que no había podido dormir en toda la noche, que había estado
pensando en lo dulce que fue sentir sus labios. Ella me miró, y me dijo
que tenía algo que confesarme, que aunque solamente me había conocido
ayer, se sentía a gusto y en confianza conmigo, y que la verdad es que
a ella le había afectado un poco ese beso.
Camino a la costa tratamos de cambiar nuestro
estado de ánimo, y comenzamos a cantar y a divertirnos. Estuvimos riendo,
carcajeando y bromeando durante todo el camino. Al llegar a Salinas, nuestro
estado de ánimo era totalmente diferente. Veía a una Jay alegre
y optimista, a una Elena llena de vida y entusiasmo. Nos instalamos en la casa
de Elena. Ellas en la planta alta, mientras yo en la planta baja.
Elena realizó todas las gestiones que
tenía que hacer y nosotros con ella.
Al llegar el atardecer, Elena dijo que deseaba descansar de tanto ajetreo de
la mañana y si queríamos salir a caminar. Efectivamente, Salimos.
Jay en un short cortitos y una camiseta casi transparente y fresca. Yo por mi
parte también en un short y camiseta, pero con zapatillas.
Caminamos un buen rato y entre bromas y bromas, salió corriendo retándome
a que la atrapara. Estaba cerca de agarrarla, cuando tropecé con algo
y caí. Ella viéndome caído regresó para ayudarme.
La verdad es que me dolía el pié, pero al verla llegar, la atrapé
y la hice caer a la arena, quedándome sobre ella. Ese momento fue maravilloso,
ya que viéndome sobre ella, en forma instintiva deposité un dulce
beso en su boca. Ella me miró a los ojos sin decir nada, lo que aproveché
para darle otro beso, pero esta vez abriendo su boca con mi lengua. Ella se
estremeció al sentir mi lengua, y solamente se dejó llevar por
mi beso. Entrelazamos nuestras lenguas, primeramente en forma tierna, para poco
a poco subir en intensidad. Ella reaccionó y se apartó de mí,
diciendo que esto no podía ser, y se fue para la casa en silencio.
Llegada la noche, Elena nos llamó para
salir a comer. Fuimos a un pequeño restaurant al pie de la playa. Había
pocas personas y había música de fondo. Comimos y en la sobremesa,
Elena nos dice, miren ese par de muchachos, parecen que ya mismo hacen el amor
ahí mismo. Eran un par de novios que se encontraban fuera del restaurant
besándose desaforadamente, posiblemente por la intensidad de sus caricias,
para ellos no había nadie alrededor. Seguimos la conversación,
pero note que Jay casi no desprendía sus ojos de esa pareja. Ella estaba
sentada frente a mí y junto a Elena, por lo cual le era fácil
ver todo lo que estaba ocurriendo. De repente dijo Elena, que mirara a esos
descarados. El le había metido la mano por delante, dentro del pequeño
short que ella llevaba y denotaba en su cara el placer que estaba sintiendo.
Al ver a Jay note su cara algo enrojecida, y su respiración era algo
agitada, lo que me hizo pensar que estaba siendo afectada por semejantes escena
de lujuria.
Salimos y nos dirigimos a la casa. Estando ya en la casa, Elena ocupó
primero el baño, este se encontraba justo al lado de mi dormitorio. El
baño de arriba estaba fuera de servicio, por lo cual tenían que
obligadamente ocupar ese.
Yo me encontraba esperando ocupar el baño, cuando veo a Jay pasar al
mismo.
Al poco rato, me pareció escuchar sollozos en el baño. Me acerqué
a la puerta con el fin de preguntarle a Jay si se encontraba bien, pero mi sorpresa
fue grande, cuando pude escuchar muy bien que no eran sollozos, sino gemidos
y jadeos.
Me quedé perplejo en la puerta de mi dormitorio, cuando ella salió,
y me miraba fijamente a los ojos.
Al pasar por mi puerta, no pude reprimir mi deseo y la agarré del brazo
y antes de que ella dijera algo, la besé en forma ardiente en la boca,
a lo que ella también respondió de igual manera. La metí
a mi dormitorio y cerré la puerta, mientras la besaba por el cuello y
acariciaba su cuerpo. Ella comenzó a gemir y a decir: no, no. no. pero
su cuerpo decía si, si, si.
La arrimé a una pared, le acariciaba sus piernas, con ansias y deseos,
mientras ella se retorcía producto de la tremenda excitación que
tenía.
Me arrancó la camiseta y comenzó a besarme y a chupetearme mi
pecho, luego mi abdomen. Me sentía en la gloria, estaba súper
caliente. La levanté y la llevé cargada a la cama, la cual crujió
al sentir nuestro peso, por lo cual saqué el colchón y lo tiré
al suelo.
La acosté, le quite su ropa, dejando al aire unos deliciosos senos, coronados
por unos grandes y puntiagudos pezones rosados. Me lancé sobre ellos
para besarlos, chuparlos, en medio de los gemidos de Jay. Nos apretábamos
fuertemente, como si trataremos de fundirnos en uno solo. Ella me agarró
mis cabellos y me guiaba por dónde quería que la besara. Poco
a poco me llevó hasta la altura de su tanguita. La cual la bajé
con mi boca, mientras ella presionaba fuertemente mi cabeza contra su entrepiernas.
Jay se retorció violentamente, cuando comencé a besarle y chuparle
la parte interior de sus muslos, avanzando lentamente a su vulva, la misma que
olía deliciosamente a mujer, y que me invitaba a disfrutarla. Con mi
lengua, comencé a pasársela sobre sus labios exteriores, jugando
hacia los costados como lengua de serpiente, haciéndola disfrutar al
máximo ese momento. Yo estaba totalmente ido con ese manjar que estaba
disfrutando. Poco a poco fui introduciendo mi lengua hasta encontrarme con su
ya inflamado y enrojecido clítoris. Lo besé y lentamente comencé
a chupárselo, haciéndola delirar de placer. Ella estaba en un
éxtasis total. De repente, comenzó a jadear más fuerte,
por lo que tuve que taparle la boca, pues Elena estaba en su dormitorio y no
sabía si estaría dormida a estas alturas. Mientras tanto, Jay
se retorció violentamente y en forma brusca, estaba llegando a su primer
orgasmo. Yo por mi parte trataba de no separarme de ella, y bien asido a sus
nalgas, seguía chupando el néctar de esa diosa, que su pozo de
placer manaba a borbotones e inundaba mi cara.
Luego de eso, ella se levantó y me tumbó boca arriba en el colchón
tirado en el suelo. De la misma manera como me sacó la camiseta, lo hizo
con mis pantalones y calzoncillos. Mi pene estaba que no aguantaba más
aquel encierro al que estaba sometido. Al quedar en libertad, saltó quedando
ante la mirada extasiada de Jay.
Ella lo cogió con su mano derecha mientras que con la izquierda acariciaba
mis testículos. Me comenzó a realizar una paja, subiendo y bajando
su mano a los largo de mi pene endurecido como hierro. Se lo acercó a
su cara y lo pasaba acariciándose con mi pene. Le daba lenguetazos de
un lado a otro, para posteriormente chupar la cabecita. Yo me sentó en
las nubes, estaba totalmente fuera de este mundo. El placer que sentía
no lo había sentido anteriormente, a pesar que me considero algo corrido
en esto de las mujeres y he tenido por así decirlo, bastante experiencias.
Me sumergí completamente en el gozo del placer, cuando Jay se lo introdujo
en su boca y me hizo experimentar cosas inimaginables estando al mismo punto
de eyacular en su boca.
Se lo saqué y me acosté sobre ella, besándolo por todas
partes. Estábamos fuera de si los dos. Solamente estábamos viviendo
el momento llenos de placer sin importarnos ya si Elena nos escuchaba o no.
Yo sentía que la amaba y que la necesitaba. Ella me decía cosas
hermosas y de cuán feliz la estaba haciendo. Me decía que me quería,
que me amaba y que nunca me dejaría, y que le prometiera lo mismo.
Al llegar a su entrepiernas, ella me volteó y se puso en posición
de "69". Nos chupábamos con fuerzas, con ansias y con lujuria.
Estando en esa posición le llegó su segundo gran orgasmo, por
el cual casi me ahogo, ya que ella cerró las piernas y metió mi
cabeza en su entrepierna con fuerza, mientras se retorcía violentamente
como una culebra disfrutando su largo, intenso y profundo orgasmo.
Luego de eso, ella se abandonó tendida en el colchón. Durante
pocos segundo pude admirar su gran belleza de mujer. Luego de los cuales, ella
me tomó del cuello y me besó dulcemente, repitiendo que me amaba
y era la mujer más feliz del mundo. Me volteó boca arriba y me
besaba desde el pecho bajando lentamente hasta llegar a mi mástil que
ya estaba que echaba fuego como boca de dragón. Me chupaba fuertemente,
hasta que se levantó y se sentó sobre mí, colocándoselo
en la entrada de su cueva y lentamente se lo fue metiendo, disfrutando centímetro
a centímetro la penetración de mi polla, mediante sube y baja,
cabalgándome llena de placer, hasta que finalmente se lo introdujo todo,
emitiendo un profundo gemido, y comenzar a contornearse con mi pene dentro de
ella.
Ella se movía y yo también hasta que acompasamos nuestros movimientos,
disfrutando del enorme placer de estar con aquella bella y caliente mujer. Al
cabo de unos minutos ella llegó a su tercer orgasmo, dando fuertes sacudidas
sentada sobre mi pene como si quisiera meterse hasta mis bolas. Mientras ella
disfrutaba de su orgasmo, yo llegué también al mío, llenándola
de semen toda ella. Ya había acabando, pero seguía bombeando y
galopando sobre mí, hasta que cayó semi desfallecida a mi lado.
Se quedó inmóvil por largo rato, hasta que se levantó hacia
mí dándome un delicioso beso en la boca. Eres maravilloso - me
dijo- Nunca lo hubiera pensado, que fueras así. Sabes, eres delicioso
y no te voy a dejar ni a perder por nada del mundo. Eres sólo para mí
y yo para ti. Lo quieres? Si - le contesté sin mediar nada por delante.
Ella volvió a tomar mi pene ya algo flácido y comenzó a
acariciarle y me dijo. Sabes tengo que limpiártelo, y enseguida comenzó
a lamerlo y chuparlo dejándolo completamente limpio y listo para otro
nuevo encuentro.
La noche se nos hizo muy corta para nosotros, que no paramos de amarnos, de
darnos gusto y placer.
En los pocos momentos de relax que tuvimos, Jay me contó que ella era
difícil de acabar, y que con Juan solamente había tenido un verdadero
orgasmo, pero que reconocía que Juan trataba de sastifacerla, por lo
que ella muchas veces tuvo que fingir tener orgasmos para tranquilizarlo.
A la mañana siguiente, Elena me preguntó si había podido
dormir bien, le respondí :Si, por qué? Ella me dijo: Porque tenía
cara de cansancio. Le contesté que nunca antes había pasado mejor
la noche.
Jay y yo nos seguimos frecuentándonos, y la he llevado a conocer a mis
padres, quienes está encantados con ella, pero solamente lamentan que
sea la viuda de mi mejor amigo.
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