Mi esposa y yo la liamos en un cine
(Ilustrado). Historia de un viaje de negocios al que me
acompa�o mi mujer, en el que junto a dos desconocidos, ofrecimos a los escasos
espectadores de un cine porno un espect�culo mucho m�s morboso que el que tenia
lugar en la gran pantalla.
Comparada con Barcelona, nuestro lugar de residencia, no
sabr�a muy bien si decir que nos encontr�bamos en un pueblo grande o en una
ciudad peque�a, pero lo cierto es que ya llev�bamos un buen rato deambulando por
las calles y raramente nos cruz�bamos con alg�n transe�nte y pr�cticamente no
hab�amos visto ning�n coche circulando.
�C�mo se divertir� aqu� la gente? � Me pregunto mi esposa
despu�s de un buen rato andando sin ver a nadie. � Si ni siquiera hemos
visto un ruinoso bar donde tomarnos un caf�.
Gabi ya casi estaba preocupada por la desoladora imagen que
ofrec�a la villa. Est�bamos en pleno verano, a mediados de julio, y lo l�gico
seria que rondando las diez de la noche, aunque los comercios ya estuvieran
cerrados, en alg�n punto de aquella peque�a localidad hubi�semos encontrado
alg�n bar o restaurante donde se reuniera la gente despu�s del trabajo.
Deben de estar todos encerrados en sus casas y follando
como conejos. � Le conteste yo a mi mujer con una maliciosa sonrisa. - �Y si
nos volvemos al hotel y los imitamos?
Gabi dirigi� una significativa mirada al cielo ri�ndose de mi
ocurrencia, si bien es cierto que hacia ya rato que le hab�a sugerido el
celebrar de la forma m�s lasciva posible el buen resultado de los prop�sitos que
nos hab�an llevado all�.
Los directivos de la importante entidad financiera en la que
trabajo, estaban convencidos de que abrir una nueva oficina en un pueblo situado
en medio de ning�n sitio era una excelente idea, cosa que yo pon�a mas en duda a
cada minuto que permanec�a en aquel lugar, pero en mi hab�a reca�do la
responsabilidad de buscar y alquilar un local apropiado donde instalar el nuevo
banco.
Calcule que no me llevar�a mas de cuarenta y ocho horas, y
como se trataba de una zona del pa�s en la que nunca hab�amos estado se me
ocurri� decirle a mi esposa que me acompa�ara, preveyendo que dicha localidad
pod�a resultar un tanto aburrida para un hombre que viaja solo.
No me equivoque en mis previsiones. Hab�amos llegado el d�a
anterior al anochecer y nos hab�amos metido directamente en el hotel, o mejor
dicho, hostal, ya que a parte de ser el �nico alojamiento del lugar, no dejaba
de ser una especie de casa familiar con media docena de habitaciones contadas,
donde la propia esposa del propietario cocinaba para los escasos hu�spedes que
aparec�an lo mismo que para ellos, e incluso todos nos sent�bamos juntos a comer
en una gran mesa de madera junto a la cocina, todo a unos precios que nos
resultar�an irrisorios en la gran ciudad.
A la ma�ana siguiente, deje a Gabi durmiendo placidamente en
la cama y me dispuse a visitar varios locales acompa�ado de un agente
inmobiliario con el que hab�a contactado de antemano.
A las pocas horas ya me hab�a decidido por un inmueble
situado frente a la peque�a estaci�n de autobuses de la localidad y que se
ajustaba bastante a las preferencias que mis superiores me hab�an indicado,
adem�s de que el alquiler estaba muy por debajo del precio previsto
inicialmente.
Como suele suceder en los sitios peque�os, el comercial con
el que hab�a tratado tenia la oficina en su propio domicilio, y cuando nos
dirigimos a el para firmar el precontrato e insisti� en que comprobara por m�
mismo la excelente cocinera que era su esposa, no pude negarme a acompa�arles
durante la comida, que para ser sincero he de decir que fue exquisita, y entre
charlas y risas no regrese al hostal donde me esperaba mi mujer hasta bien
entrada la tarde.
�Se puede saber por donde as andado? � Me pregunto Gabi
nada mas llegar con expresi�n seria pero sin mostrar s�ntomas de estar
enfadada. � Me he aburrido como una ostra toda la ma�ana, y lo peor es que
he tenido que aguantar yo sola toda la parafernalia que me ha soltado la
mujer del mesonero durante la comida. ���Joder!!! Es toda una beata del
siglo pasado.
No pude menos que compadecer a mi mujer mientras le sonre�a y
saludaba con un beso, y m�s teniendo en cuenta que nosotros nos las d�bamos de
ser un matrimonio bastante liberal, que frecuent�bamos en Barcelona locales para
adultos, busc�bamos vivir las situaciones m�s morbosas en cuanto al sexo, e
incluso hab�amos mantenido relaciones sexuales de todo tipo en presencia de
otros matrimonios amigos, aunque sin llegar nunca al intercambio de parejas.
Bueno, cari�o, mi trabajo aqu� ya ha terminado, he
encontrado un local estupendo y a buen precio. � Le dije tom�ndola de la
cintura y atray�ndola hacia m� hasta que nuestros cuerpos quedaron pegados.
� As� que arr�glate un poco y salgamos a celebrarlo y a divertirnos. Te
prometo que antes de que acabe la noche te compensare con creces por la
larga espera.
Gabi no se lo pens� dos veces y a los pocos minutos estaba
lista para salir. Me sorprendi� un poco verla vestida espectacularmente con un
vestido blanco que le dejaba toda la espalda al aire y le llegaba un poco por
encima de la rodilla, con una gran abertura en el centro del pecho que dejaba
ver la mitad de sus bien formadas tetas separadas por un canalillo capaz de
despertar la libido de cualquier hombre.
Caminamos cogidos de la mano por las casi desiertas calles en
direcci�n a un peque�o bar que yo hab�a visto por la ma�ana cerca de la estaci�n
de autobuses, y los pocos hombres con los que nos cruzamos dirigieron a mi mujer
significativas miradas al admirar su apetecible escote. Las mujeres, por el
contrario, parec�an farfullar algo en voz baja y la miraban como si de una
ramera se tratase.
A mi todo eso, lejos de molestarme me daba un morbo
impresionante, y m�s cuando al entrar en el peque�o bar que and�bamos buscando,
el tipo gordinfl�n y de coloradas mejillas que se encontraba detr�s de la barra,
se quedo embobado mirando a Gabi con unos ojos de salido que a punto estuve de
echarme a re�r.
Muy a nuestro pesar, lo �nico que el empanado camarero fue
capaz de ofrecernos sin quitar los ojos del provocativo escote de mi mujer,
fueron unos ins�pidos bocadillos en los que el pan estaba tan duro que
imaginamos que era del d�a anterior.
En lo que s� estuvo solicito el chico del bar, fue en los
distintos tipos de aguardientes que nos dio a probar cuando lo interrogamos
sobre los licores que pod�a servirnos junto con un aguado caf� tras la escueta
cena, y entre pitos y flautas, al cabo de un par de horas salimos del local
habi�ndonos metido entre pecho y espalda media docena de chupitos cada uno.
Y en esas est�bamos, deambulando por el centro de la
silenciosa villa, mi mujer, que se podr�a decir que es adicta al caf�, buscando
otro bar o restaurante donde tomarse el pen�ltimo, y yo considerando la idea de
llev�rmela a alg�n callej�n oscuro y echarle un polvo contra alguna pared como
si de dos adolescentes se tratase.
��V�ctor, mira!! All� se ve una especie de escaparate del
que sale luz. � Me dijo de pronto Gabi se�alando al final de la calle. �
Aunque no tiene mucha pinta de bar o restaurante. �Verdad?
Con mas curiosidad que confianza, nos dirigimos al local en
cuesti�n, y cuando nos encontr�bamos a unos cien metros de distancia nos
quedamos los dos sorprendidos al ver el tipo de establecimiento que nos hab�a
llamado la atenci�n.
���Joder!!! Pero si es un cine. � Comente yo deteni�ndome
en seco cuando pude leer el deslucido rotulo que hab�a sobre la puerta. � Y
f�jate en el cartel del cristal, tiene tres equis de color rojo. Eso es un
cine porno, Gabi.
Continuamos acerc�ndonos casi con pasos temerosos y
confirmamos que nuestra vista no nos hab�a jugado una mala pasada. "Cine Real"
indicaba claramente �l rotulo sin iluminaci�n alguna, y en el cartel que
anunciaba la pel�cula donde se destacaban las tres equis "Blancanieves en el
pa�s de las pornomaravillas".
Sin duda la pel�cula ya tenia unos a�os, pero aun as�, en
esos momentos se nos debi� despertar nuestro lado m�s travieso, y mirando a Gabi
con mi expresi�n mas picara le pregunte: - �Entramos? � A lo que ella me
respondi� casi de inmediato ya con una decidida y felina mirada: - "Entramos".
Seg�n la impresi�n que nos estaba causando la peque�a
localidad, ya ni siquiera nos sorprendimos al encontrar tras la deslucida
taquilla a una se�ora bajita y regordeta totalmente vestida de negro, con un
mo�o en la cabeza estilo a�os cincuenta, y unas gafas de montura negra y grueso
cristal que utilizaba para leer una revista del coraz�n con al menos dos meses
de antig�edad.
Al presentarnos frente a ella nos dirigi� una escrutadora
mirada deteni�ndose y estudiando con inter�s a mi mujer, pero d�ndome la
impresi�n de que m�s que su llamativo vestido se fijaba en su media melena
rizada y oscura, como si lo que m�s le interesase fuera el peinado de Gabi.
Con cara de desinter�s y voz antip�tica nos entrego los dos
tickets de la entrada y nos indico el precio. Tras abonarle el importe
solicitado tome a mi esposa de la cintura y nos dirigimos hacia las grandes
puertas de madera que daban acceso a la sala sintiendo yo como se me empezaba a
trempar la polla pensando en como nos �bamos a meter mano all� dentro.
Tras franquear las puertas nos encontramos con unas gruesas y
tupidas cortinas de color marr�n oscuro, y cuando Gabi las aparto con su brazo
pudimos ver una t�pica peque�a sala en la que pod�an coger como mucho cuarenta o
cincuenta personas, con butacas rojas y aspecto bastante viejo, pero en la que
en un primer momento solo distinguimos a tres j�venes contemplando la pantalla.
Avanzamos por el pasillo lateral unos metros y nos acomodamos
en una de las ultimas filas. Al hacerlo, los dos asientos que hab�amos elegido
chirriaron sonoramente y las tres cabezas de los j�venes se volvieron hacia
nosotros al mismo tiempo, quedando los tres chavales embobados con la vista fija
en el escote de Gabi.
Me parece que estos tres mozos est�n mas interesados en
ti que en la pel�cula. � Le susurre a mi esposa al o�do al tiempo que posaba
mi brazo izquierdo sobre sus hombros y la acercaba hacia m�. � Si siguen
as�, se van a acostar con dolor de cuello de tanto girar la cabeza.
Justo delante de nosotros hab�a un chico de aspecto fuerte,
con pantalones vaqueros y una camiseta blanca de tirantes. No es que quiera
faltarle al respeto, pero verdaderamente tenia cara de pueblo, y cada poco
tiempo giraba con disimulo la cabeza para echarle un vistazo a las tetas y
piernas de Gabi, que sentado como estaba, ciertamente deb�an de ofrecerle al
chaval un espl�ndido panorama.

Una fila mas adelante y a la derecha, estaba otro chico con
una camisa oscura que a primera vista parec�a unos a�os mayor que el primero,
pero este se concentraba mas en la pel�cula y a penas se preocupaba ya de
nuestra presencia.
�l mas alejado era un chaval sentado en la segunda fila con
pantalones cortos y una camisa a cuadros. Se hab�a colocado un poco de lado en
su butaca y alternaba su atenci�n simult�neamente entre la pantalla y nosotros.
Tu tambi�n tienes tu publico particular, cari�o. � Me
dijo Gabi indicando con la cabeza hacia el extremo derecho de la sala. � A
no ser que la chica de all� al fondo sea lesbiana, no ha dejado de mirarte
desde que nos hemos sentado.
En una de las primeras filas y recostada contra la pared,
pude distinguir a una chica rubia de unos veintitantos a�os, sentada con las
piernas encogidas pegadas a su pecho y cogiendoselas con los brazos, una
camiseta oscura bastante ajustada y unos t�janos cortos que no le cubr�an ni la
mitad del muslo.
Ciertamente la chica, que portaba una buena melena rubia,
tenia la mirada puesta en la zona que ocup�bamos nosotros, y yo tambi�n me quede
unos segundos observ�ndola morbosamente pensando que no estaba nada mal.
Durante unos minutos estuvimos viendo en la pantalla como las
catorce manos de los enanitos luchaban por perderse bajo la falda de la modosita
Blancanieves, que tampoco es que hiciera grandes esfuerzos por librarse de los
peque�os sobones, pero como a esas alturas la libido de mi mujer estaba muy por
encima de la que mostraban los siete personajillos de la pel�cula, pronto empez�
a mostrarse traviesa.
Mientras yo permanec�a c�modamente sentado y le acariciaba la
desnuda espalda suavemente con las yemas de los dedos, Gabi extendi� su mano
derecha y me la planto directamente encima del paquete mir�ndome con su
expresi�n mas picara. Nada mas posar su mano sobre mi pantal�n, empec� a notar
un placentero cosquilleo en los huevos y r�pidamente mi pene comenz� a engordar,
a lo que ella contesto con un t�mido masaje mientras echaba fugaces miradas a la
pantalla.

Como no pod�a ser de otro modo, a los pocos segundos yo ya
tenia la polla completamente erecta, y aunque mi esposa me la sobaba ahora con
mas fuerza, empec� a levantar un poco las caderas para provocar un mayor
contacto contra su mano.
Pero Gabi estaba decidida a seguir adelante con nuestra
travesura, y mientras en la pantalla sonaban los jadeos de Blancanieves
producidos por los enanitos que le com�an con avidez las tetas, mi mujer me
desabrocho la bragueta y metiendo su mano por la abertura del pantal�n comenz� a
jugar con mi rabo que ya estaba totalmente tieso.
Sin lugar a dudas, esa placentera pero t�mida masturbaci�n no
pod�a durar mucho, y a los pocos segundos ya asomaba por entre los pliegues de
mi ropa mi empinado rabo, para que Gabi lo pajeara con su mano izquierda con
sabios movimientos acompasados.
Levante la vista un momento y comprob� que las miradas de los
tres espectadores estaban puestas en nosotros, principalmente �l chaval de la
camiseta de tirantes, que mientras una de sus manos permanec�a sobre su abultado
paquete, giraba el cuello todo lo que pod�a para seguir con inter�s todos los
movimientos de mi mujer.

A Gabi siempre le han gustado ese tipo de escenas en las que
alguien nos observaba mientras nosotros nos divert�amos con lascivos juegos, y
�l echo de que a escasos metros nos contemplara aquel chaval con cara de
"empanao" debi� de elevarle la libido hasta las nubes, porque de improvisto,
apoyo la cabeza contra mi vientre y se puso a chuparme la polla con todo el arte
que solo ella sabia poner en practica.
Nada mas empezar a sentir el contacto de sus labios y lengua
sobre mi pene, un placentero escalofri� recorri� todo mi cuerpo, que se acentu�
aun m�s cuando sin descuidar un �pice la mamada, comenz� tambi�n a acariciarme
los huevos por encima del pantal�n.
Ciertamente, entre el buen trabajo oral que Gabi me estaba
haciendo, las escenas de la pel�cula donde varios enanitos se turnaban para
hacer a Blancanieves una comida de co�o de esc�ndalo, y los tres j�venes
ejerciendo de mirones ante nosotros, formaba una morbosa combinaci�n que a m� me
hab�a puesto cachondo como pocas veces.
En esos momentos record� a la rubia del otro extremo de la
sala, le dirig� una descarada mirada y la encontr� recostada contra la pared
igual que antes, con sus desnudas piernas aun recogidas contra su pecho, y sus
ojos clavados en nosotros mientras se acariciaba suavemente los labios con la
punta de los dedos.
Estuve disfrutando de la calidez de la boca de mi mujer
durante unos minutos en los que fuimos el centro de atenci�n de los cuatro
espectadores, e incluso el mozo de la fila anterior a la nuestra, al que Gabi
iba dirigiendo de tanto en tanto alguna maliciosa sonrisa con cara de zorra,
acabo tambi�n por liberar su nabo del encierro de sus pantalones y comenz� a
pajearse suavemente mientras observaba desde su posici�n privilegiada como todo
mi pene desaparec�a dentro de la boca de mi esposa.
Tal como se iban desarrollando los acontecimientos, la
calentura de mi mujer sub�a al mismo ritmo que la de nuestros espectadores y la
m�a propia, y cuando ya me hab�a dejado la polla completamente ensalivada con su
mamada, se detuvo unos instantes a contemplar con todo descaro el erecto pene
del "empanao" que ten�amos delante, para despu�s, con toda la tranquilidad del
mundo, meter las manos por debajo de su falda, y ante la asombrosa mirada del
chaval, quitarse sensualmente las bragas hasta dejarlas arrinconadas en el
asiento.

El mero hecho de contemplar ese acto me puso el rabo tan duro
que casi me dol�a, y cuando ya me dispon�a a plantar mi mano entre las piernas
de mi esposa, esta se acerco a mi cara y tras darme un sugerente chupeton en el
l�bulo de la oreja me susurro al o�do como una gata caliente:
Follame el co�o con los dedos como tu sabes. � Me dec�a
mientras la punta de su lengua jugueteaba por mi cuello. � Vamos a darles un
buen espect�culo a estos chavales.
Acto seguido, Gabi se levanto y se coloco de espaldas a m�,
mirando hacia la pared que estaba a su izquierda, y sin dejar de observar la
cara de embobado que pon�a el joven de la camiseta de tirantes, coloco su pierna
izquierda encima de la butaca y se subi� lentamente la falda hasta la cintura,
poniendo su culo desnudo a escasos cent�metros de mi cara.
Me as puesto tan cachondo que te voy a follar lo que
quieras y por donde quieras, cari�o. � Le conteste yo con voz m�s alta de lo
que hubiera querido y fui consciente de que toda la sala pudo escuchar mis
palabras. � Te voy a hacer unos trabajos manuales que vas a gritar de gusto.
Sin mas dilaciones, con una de mis manos comenc� a masajearle
el cl�toris mientras con la otra acariciaba sus blancas nalgas. Al cabo de unos
segundos, mis dedos estaban completamente empapados con los jugos vaginales de
mi esposa, y dos de ellos se abr�an camino con facilidad en el interior de su
co�o provoc�ndole los primeros gemidos.

En la gran pantalla los enanos no le daban el menor respiro a
Blancanieves, que tenia serios problemas para chupar y pajear tres peque�os
penes al mismo tiempo, mientras el resto de sus impacientes amantes esperaban
ansiosos su turno.
Pero nadie en la sala prestaba apenas atenci�n a la pel�cula.
El "empanao" de la fila de delante se machacaba la polla con la vista fija en
como mis dedos perforaban el co�o de Gabi. Los otros dos chavales, mas alejados,
nos miraban con extremo inter�s e intuyo que tambi�n deb�an de tener el nabo
como una barra de acero.
Y lo m�s curioso de todo, la rubia que estaba sentada contra
la pared, debi� de considerar que no estaba bien situada para contemplar el
morboso espect�culo y hab�a decidido cambiar su asiento por otro en nuestra
misma fila a dos butacas de la que yo ocupaba.
La situaci�n se tornaba mas caliente a cada segundo que
pasaba. Gabi meneaba sus caderas al ritmo de mi mano para que la incursi�n de
mis dedos fuera mas profunda y mis nudillos golpearan su cl�toris a cada
envestida, sin preocuparse ya de que sus expresivos gemidos llenaran toda la
sala.
Mientras la follaba con mis dedos, y consciente de que la
desconocida rubia me miraba la polla totalmente tiesa con ojos de deseo a solo
dos butacas de distancia, comenc� a mene�rmela suavemente, imitando as� al
chaval de la camiseta de tirantes en una especie de acto de solidaridad.
Yo hubiera deseado que la rubia s� desinhibiera y se acercara
aun m�s a m� para amorrarse �vidamente a mi rabo, sin embargo, tras unos minutos
de observaci�n, de repente se levanto la camiseta hasta casi los hombros y
comenz� a masajearse y estrujarse los pezones, mientras todos los t�os de la
sala qued�bamos admirados al contemplar sus espl�ndidas tetas.
Mi mujer y yo hab�amos asumido la responsabilidad de que no
decayera la lujuria en la sala, y Gabi cada vez me acercaba mas el culo a la
cara con claros deseos de que mi lengua acompa�ara a mis dedos en la fren�tica
masturbaci�n con que le obsequiaba, as� que mientras ella se frotaba con su mano
el cl�toris a gran velocidad, met� mi nariz entre sus cachas y comenc� a
juguetear con la punta de mi lengua en su agujero trasero.

As� me mantuve durante unos instantes en los cuales mis
leng�etazos y mis dedos arrancaban entrecortados gemidos a la garganta de mi
esposa. La lastima fue que mi postura era un tanto incomoda, y al poco tiempo me
vi obligado a cambiar de estrategia.
Eche mi cabeza hacia atr�s y lo primero que vi fue al joven
de delante de nosotros machac�ndose la polla a una velocidad incre�ble. Luego
dirig� la vista a donde estaba sentada la rubia y la sorprend� con una mano
debajo de sus pantalones cortos acarici�ndose el co�o completamente espatarrada,
mientras su mano derecha segu�a dando buena cuenta de una de sus tetas.
Sin preocuparme ya de lo que suced�a en la pantalla, volv� la
cara hacia el culo de mi mujer y sin previo aviso comenc� a presionar con el
dedo pulgar de la misma mano que le follaba el co�o sobre el agujero de su ano,
y tal como estaba completamente empapado con sus jugos, apenas me costo trabajo
empezar a introducirlo en su interior.
Esto produjo en Gabi otro peque�o grito de placer, y casi al
instante, me agarro la mano por la mu�eca y fue ella misma la que d�ndole un
fuerte empuj�n hizo que mi dedo se hundiera completamente en su culo, comenzando
as� una doble follada de dedos a la vez por sus dos agujeros.
Aquello parec�an las olimpiadas de la masturbaci�n, y los
dedos de la rubia sobre sus pezones y cl�toris, compet�an con mis manos sobre mi
polla y los dos agujeros de Gabi en una re�ida carrera por ver quien las mov�a a
mayor velocidad, sin olvidar al chaval de la fila de delante, cuya mano
pajeadora parec�a funcionar con gasolina s�per.
Por otro lado, el joven de la camisa a cuadros ya deb�a de
tener tort�colis de tanto girar su cuello hacia atr�s, y desentendi�ndose
completamente de las aventuras de Blancanieves en la pantalla, se levanto de
improviso y vino a sentarse a nuestra misma fila a la derecha de la rubia,
aunque dejando una butaca libre entre ellos, pero con una inmejorable
perspectiva en su l�nea de visi�n de la solitaria chica en primer plano y de
nosotros solo unos metros mas all�.
No aguanto mas, esto es una pasada y estoy como una moto.
� Le dije a mi mujer sin poder ni querer contenerme sacando mi mano de entre
sus piernas y disponi�ndome a bajarme los pantalones. � Vamos a follar,
cari�o, aqu� y ahora, delante de todos.
Mientras yo deslizaba mis pantalones y calzoncillos hasta los
tobillos, Gabi se desabrocho el corchete del cuello de su vestido y sus
apetecibles tetas quedaron completamente al aire, lo que produjo un repentino
aceleron en la mano que el "empanao" utilizaba para machac�rsela.

Acto seguido, levanto tambi�n los volantes de la falda del
vestido, y situ�ndose con las piernas abiertas al m�ximo de cara a la pantalla,
se dejo caer sobre m� de tal forma que ya en la primera embestida se meti� mi
polla en el co�o hasta su base.
Sin perder un instante, nos enfrascamos en un fren�tico mete
saca en el que Gabi se meneaba sobre m� salvajemente entre jadeos, gritos y
gemidos ahogados, mientras yo intentaba desesperadamente seguir su ritmo a
golpes de cadera sujet�ndola por la cintura.
La forma en que mi esposa cabalgaba sobre m�, con su vestido
enrollado en sus caderas y sus tetas saltando como locas ante las narices del
chaval de la camiseta de tirantes, era sin duda mucho mejor espect�culo que el
que ofrec�a Blancanieves a cuatro patas encerrada en un corro de enanitos que
giraban en el sentido de las agujas del reloj metiendole por turno sus
juguetones penes en el co�o y en la boca simult�neamente.
Pero la verdad es que nosotros est�bamos m�s pendientes de la
rubia situada a dos butacas de distancia, y acostumbrados ya a contemplar su
fren�tica masturbaci�n, le ped�amos por medio de lujuriosas y expresivas miradas
que se decidiera a unirse a nuestra fiesta.
Y verdaderamente, hubo un momento en el que los ojos de deseo
que pon�a la chica al observarnos, me hizo pensar que de un momento a otro se
acercar�a a nuestro asiento para enfrascarse en un morboso y salvaje tr�o en el
centro de la sala, dando as� pie a que el resto de espectadores siguiera su
ejemplo y la noche acabara en una espectacular org�a entre los seis.

Lamentablemente, el amago de volver a levantarse que le vi
hacer, se debi� solo a que tras desabrocharse los pantalones y bajarse la
cremallera, se puso en pie mostr�ndonos un espectacular y apetecible culo
mientras hacia descender al mismo tiempo sus t�janos y bragas por sus piernas
hasta deshacerse por completo de las dos prendas.
Cuando ya se dispon�a a sentarse de nuevo en la misma butaca,
cubierta solo por la camiseta oscura, que adem�s tenia arremangada por encima de
sus tetas, nos dirigi� una fugaz mirada y r�pidamente volvi� la cara hacia �l
chaval de la camisa a cuadros, que se agarraba el paquete con las dos manos y la
observaba boquiabierto sin decidirse por el momento a emprender ninguna otra
acci�n.
Mientras tanto, Gabi segu�a dej�ndose caer una y otra vez con
todo su peso sobre mi polla, aunque me daba la impresi�n de que ella disfrutaba
mas viendo como el joven de la fila de delante s� hacia una monumental paja
mir�ndole las tetas que con el dedo que se estaba haciendo la rubia de mi lado.
Esta se hab�a vuelto a sentar con el culo casi fuera de la
butaca y las piernas completamente abiertas, y ya sin ning�n tipo de pudor, con
una mano separaba sus labios vaginales y con la otra se frotaba el cl�toris a
toda velocidad, echando miradas alternativas a ambos lados entre gemidos y
jadeos, y sus tetas al aire movi�ndose en peque�os c�rculos al ritmo de la
masturbaci�n.
Si yo no hubiera estado aprisionado en la butaca con mi mujer
pegando botes encima de m� como una salvaje, en ese mismo momento hubiera
saltado sobre la rubia para echarle un polvazo ante los dem�s, incluso se me
paso por la cabeza incitar a Gabi a que saltara a la fila de delante para que le
hiciera una buena mamada al paleto, que por cierto, sudaba como un condenado de
tanto rato que llevaba machac�ndose la polla.
Pero en esos momentos tambi�n vi que la rubia miraba
descaradamente al joven de la camisa a cuadros mientras se masturbaba con una
clara expresi�n de duda, como si le estuviese preguntando con los ojos: - �Eres
gilipollas o piensas venir a follarme?
Y verdaderamente, el "vecino" de la chica debi� de entender a
la perfecci�n lo que en esos momentos pasaba por la cabeza de la rubia, ya que
por fin se decidi� a sentarse junto a ella, y tras una deseosa y corta mirada al
co�o de la chica, le meti� la cabeza entre las piernas y comenz� a darle
leng�etazos por todas partes, desde la h�meda raja hasta el agujero trasero de
la caliente espectadora.

Sin perder un instante ni cortarse un pelo, la rubia abri�
aun un poco mas sus piernas y las apoyo en el respaldo de los asientos de
delante, al tiempo que agarraba con las dos manos la cabeza del muchacho y la
dirig�a d� tal forma que la lengua de este no dejaba un solo rinc�n sin recorrer
por entre sus h�medos labios vaginales.
A juzgar por los gemidos de placer que empezaron a salir de
la boca de nuestra vecina de fila, �l chaval deb�a de ser un experto lamedor, y
en un momento dado en el que los jadeos de Gabi y de la chica inundaban toda la
sala, un desacorde y entrecortado grito de la rubia nos indico claramente que
hab�a tenido su primer orgasmo, hecho que se confirmo a los pocos segundos
cuando la tenue luz de la pantalla se reflejaba alrededor de la boca del joven
totalmente impregnada por el resultado de la corrida.
Sin embargo, la rubia no parec�a aun satisfecha, y ni por un
momento libero de entre sus manos y sus piernas la cabeza de su improvisado
amante, que se ve�a forzado a seguir lamiendo sin descanso al ritmo que su
espatarrada compa�era le marcaba.
Esta vez si que las ansias de sexo de nuestra vecina hab�an
despertado el inter�s de mi mujer, que mientras los observaba y me cabalgaba a
lo bestia, se hab�a llevado tambi�n una de sus manos al co�o, y se frotaba el
cl�toris casi a tanta velocidad como la que �l chaval de la camiseta de tirantes
le imprim�a a su mano, que por cierto, ahora parec�a que estuviese viendo un
partido de tenis, moviendo su cabeza alternativamente desde nuestra posici�n a
la de nuestros acompa�antes de fila.
Por descontado que yo tambi�n estaba cachondisimo, y cuando
note que los jadeos de mi esposa eran cada vez m�s fuertes y ahogados, le eche
mano a las tetas y comenc� a estrujar suavemente sus pezones entre mis dedos
pulgar e �ndice de cada mano, produciendo en ella un efecto tal que a los pocos
segundos cambio su fren�tico mete saca por movimientos mas pausados pero m�s
profundos, deteni�ndose cuando mi rabo llegaba al fondo de su co�o y
manteni�ndolo all� unos instantes, hasta que, tras un entrecortado grito mucho
mas largo que los anteriores, le sobrevino una corrida tan intensa que de
inmediato note como mis ingles y genitales quedaban completamente inundados con
sus jugos.
Gabi apenas hab�a descansado cuatro o cinco segundos cuando
de repente se levanto y se volvi� a arrodillar sobre m�, esta vez de frente,
plant�ndome sus apetitosas tetas delante de la cara y ofreciendo al pueblerino
pajero una inmejorable vista de su culo.
Luego, mientras me soltaba un morreo en el que su lengua
recorri� toda mi boca con la mayor lascivia, me agarro la polla por la base y
tras colocarla bien enfilada en direcci�n a su h�meda cueva, volvi� a descargar
todo su peso sobre m� metiendosela de golpe hasta el fondo del co�o.

La situaci�n comenzaba a parecer una carrera entre las dos
hembras por ver cual de las dos alcanzaba antes su segundo orgasmo mientras
largos goterones de sudor corr�an a lo largo de las mejillas del "empanao"
descendiendo desde sus sienes y el chico t�mido de las primeras filas segu�a con
poco disimulo la org�a que tenia lugar a sus espaldas.
La rubia debi� de pensar que mi mujer empezaba a ganarle
terreno, y por fin decidi� para el alivio de su improvisado ligue permitirle
sacar la cabeza de entre sus piernas. Luego, sin dejarle apenas respirar, lo
tomo por la cintura y lo coloco justo frente a ella con el trasero apoyado en
los asientos de la fila de delante, para seguidamente desabrocharle los
pantalones casi con rabia y muchas prisas, y baj�rselos de un brusco tir�n junto
con los slip hasta mas abajo de las rodillas.
El joven de la camisa a cuadros nos mostr� entonces una buena
tranca totalmente tiesa que apuntaba al techo de la sala. Con cara de plena
satisfacci�n apoyo sus manos en el respaldo de las butacas esperando el momento
en que nuestra fogosa compa�era de fila se amorrara con ansias a su polla.
Yo continuaba d�ndole fuerte a Gabi, que segu�a mene�ndose
con �mpetu sobre m� restreg�ndome los pechos por toda la cara, y dirigiendo
miradas de extremo deseo hacia la herramienta que ya la rubia tenia entre sus
manos.
Sin embargo, y para asombro tanto del chaval como nuestro, la
chica no tenia la menor intenci�n de perder tiempo haci�ndole a su compa�ero la
mamada de rigor previa al folleteo. Con un r�pido movimiento se dio la vuelta, y
d�ndole la espalda al chaval, se coloco arrodillada en la butaca con las piernas
bien abiertas, colocando su respingon culo a escasos cent�metros de la tranca
del chico.
Como queriendo dar aun m�s morbo a la escena, clavo sus ojos
en el rostro de mi mujer, y mientras las dos se sosten�an mutuamente la mirada,
la rubia meti� la mano derecha por entre sus piernas y agarro sin miramientos la
polla del chaval, y tras colocarla con destreza entre sus labios vaginales,
desplazo su culo bruscamente hacia atr�s metiendose de golpe el pene del mozo
hasta que sus posaderas chocaron con el vientre del chico, quedando este
aprisionado de nuevo entre la rubia y el respaldo de los asientos.
Desde el mismo momento en el que las dos chicas se
posicionaron de espaldas a la pantalla, se hizo verdaderamente complicado
establecer cual de las dos hembras manejaba su culo con mas destreza para
hacerse con el m�ximo placer que los rabos que ten�an en su interior pod�an
ofrecerles, y el sonido de sus constantes jadeos se dejaba o�r cada vez con mas
claridad por encima de las voces de los amantes de Blancanieves, que se
divert�an practicando todo tipo de extra�as posturas sexuales con su inocente
victima.
Aunque yo estaba mas que acostumbrado a la fogosidad de Gabi,
reconozco que la salvaje forma de follar que mostraba la misteriosa rubia llego
a sorprenderme, y no digamos al joven de la camisa a cuadros, que arrinconado
como estaba entre su ligue y los asientos, recib�a por parte de la chica unas
embestidas tales que hac�an moverse todos los respaldos de la fila de butacas.
Pero lo cierto era que mi mujer se encontraba en una posici�n
mucho mas c�moda para el polvo que nuestra vecina de fila, y por el volumen de
sus ahogados gritos se deduc�a que mi penetraci�n era mucho mas profunda que la
de mi competidor, adem�s de que yo no cejaba en mi empe�o de comerle
lujuriosamente los pezones mientras magreaba sus tetas de forma desenfrenada.
Quiz�s por ese motivo, y mientras el paleto de la camiseta de
tirantes deb�a de tener los m�sculos de su brazo completamente entumecidos de
tanto hacerlo trabajar, la rubia opto por abandonar su postura estilo perro con
la que se follaba a su acompa�ante, para volver a sentarse en la butaca con las
piernas tan abiertas como si fuera a parir un hijo, esperando que el chaval le
demostrara la potencia de sus caderas.
Mientras la chica comenzaba con descaro una nueva
masturbaci�n sobre su cl�toris, mi digno oponente se deshizo con rapidez de la
camisa de cuadros, y apoy�ndose en las dos butacas de los lados cubierto ahora
solo por una deportiva camiseta azul, le clavo de un solo golpe la polla a la
rubia y sin mas dilaci�n empez� a propinarle golpes de cadera hasta que sus dos
cuerpos chocaban violentamente.
Con solo un asiento de separaci�n entre los cuatro, cada
pareja observaba con pleno inter�s los movimientos de la otra, y hubiera sido
dif�cil saber si el hecho de estar actuando de mirones nos produc�a tanto o m�s
placer que el polvazo en el que nos hab�amos enfrascado.
No hab�a ninguna duda de que a mi mujer le estaba cayendo
simp�tico el onanista de la fila de delante, y como manten�a los ojos
pr�cticamente fijos en el culo de Gabi como si hubiera sido hipnotizado por
este, ella decidi� elevar aun m�s el morbo de la escena llevando una de sus
manos a su trasero con la que comenz� a acariciarme los huevos al ritmo de su
fren�tica cabalgada mientras contemplaba con cara de viciosa como el paleto nos
miraba y se masturbaba.
Pero debido al salvaje polvo que est�bamos echando, a m� me
empezaban a doler una barbaridad las rodillas, ya que las manten�a pegadas a los
respaldos de los asientos delanteros y cada vez que Gabi descargaba todo su peso
sobre mi polla, yo recib�a tal golpe que estas se me clavaban en dichas butacas.
De modo que opte por detener a mi mujer en el fren�tico mete
saca, y sin sacar mi tranca de su h�medo co�o, coloque mis piernas estiradas por
encima de los respaldos de delante, justo un asiento a la derecha de donde se
encontraba el "empanao".
Aunque la posici�n era mas c�moda para mi Gabi no me dio ni
un segundo de respiro, y en cuanto se cercioro de que ya estaba nuevamente
colocado, reavivo la fren�tica follada cayendo sobre m� hasta que mis ingles
chocaban contra los lados de sus labios vaginales.
Pero no contenta con eso, y viendo que �l chaval que estaba a
nuestro lado le estaba haciendo a la rubia tan buen trabajo que ya la tenia otra
vez al borde mismo del orgasmo, Gabi volvi� a llevarse la mano a su trasero, con
la diferencia de que en esta ocasi�n, en vez de seguir masajeando mis genitales,
se acaricio durante unos segundos el agujero del culo con su dedo coraz�n, para
r�pidamente empezar a introduc�rselo entre significativos gritos de placer.
Casi al instante empec� a notar como el dedo que se abr�a
camino por el interior del ano de mi esposa, ejerc�a una suave presi�n en mi
polla a trav�s de las paredes divisorias de sus dos agujeros, pero nuevamente
los gritos de placer de la rubia de al lado me hicieron volver a desviar mi
atenci�n hacia la fogosa pareja.
Blancanieves se hab�a hecho ya due�a de la situaci�n en lo
que a la pel�cula se refiere, y equipada con un largo l�tigo y un gran pene
negro sujeto a su cintura, tenia a todos los enanitos de rodillas con las manos
a la espalda y la cara apoyada contra el suelo, mientras la ahora cruel princesa
los iba sodomizando uno a uno al tiempo que les flagelaba la espalda.
Pero dichos latigazos quedaban apagados bajo los gemidos de
Gabi y de nuestra vecina de fila, que con la espalda totalmente arqueada, mas
que masturbarse el cl�toris, se lo frotaba manteni�ndolo sujeto entre sus dedos
pulgar e �ndice mientras soportaba los golpes de polla que su compa�ero le
propinaba con insistencia.
El dedo coraz�n de Gabi ya se introduc�a por completo en su
ano con extrema facilidad cuando los jadeos de la rubia volvieron a convertirse
en gritos y en medio de semejante esc�ndalo sexual obtuvo su segunda corrida,
que por sus gestos debi� de ser m�s intensa y prolongada que la anterior.
Como si mi mujer hubiera cogido una rabieta por haber perdido
una nueva carrera hacia el orgasmo, se volc� sobre m� para introducir toda su
lengua en mi boca en un lascivo beso, mientras yo la sujetaba con fuerza por las
caderas y levantaba mi pelvis todo lo que pod�a para que la punta de mi rabo
llegara hasta lo mas profundo de su inundada y caliente cueva.

En un momento en el que Gabi separo su boca de la m�a, pude
ver que el compa�ero de la rubia se quitaba tambi�n la sudada camiseta y quedaba
totalmente desnudo frente a la chica, que hab�a vuelto a posar sus pies en el
suelo y ahora si parec�a dispuesta a compensar a su desconocido amante con una
buena mamada por los servicios prestados.
A continuaci�n casi se produjo una situaci�n de stress en la
sala, ya que justo cuando los jadeos de mi esposa empezaban a acelerarse
indic�ndome que estaba cercana a experimentar un nuevo orgasmo, me llamo la
atenci�n que unos nuevos gemidos ahogados empezaran a escucharse por delante de
nosotros, y hasta Gabi ceso en la perforaci�n que con su dedo s� hacia en el
culo para, sin dejar de cabalgarme, volver la vista hacia donde se encontraba el
chaval de la camiseta de tirantes.
Por fin, despu�s de tanto machac�rsela y en una escena que
rozaba lo c�mico, vimos como el "empanao" llegaba a una bien merecida corrida, y
a punto estuvimos de perder la concentraci�n en nuestro polvo cuando una especie
de jeringazo de semen sali� disparado de la polla del chaval, y tras describir
una casi perfecta par�bola, fue a caer sobre las butacas que tenia delante.
Tanto a Gabi como a m� nos sobrevino una c�mplice sonrisa a
los labios tras ver el certero disparo del paleto, pero r�pidamente volvimos a
lo nuestro sin dejar de observar como la rubia de al lado se tragaba
literalmente la polla del otro chaval hasta que los huevos de este quedaban
pegados a su barbilla.
A esas alturas, mi mujer ya hab�a interrumpido su inminente
orgasmo en dos ocasiones, y aunque era una verdadera experta en alargar
extremadamente la duraci�n de nuestros polvos, se la notaba deseosa de descargar
su libido de un momento a otro, y m�s aun si tenemos en cuenta el excelente
espect�culo oral que tenia lugar a nuestro lado.
Por eso no me sorprendi� cuando momentos despu�s,
aplast�ndome la cara con sus tetas, incrementara nuevamente el ritmo de sus
caderas para casi inmediatamente explotar en una interminable corrida que me
dejo los huevos y toda la entrepierna completamente mojados.
Yo tambi�n empezaba a notar como la leche pugnaba ya por
salir de mis genitales y subir a lo largo de todo mi pene para inundar el co�o
de mi mujer, y verdaderamente as� habr�a ocurrido de no haber pasado por mi
mente en esos momentos otra forma de concluir con la maravillosa org�a en la que
particip�bamos.
Casi al mismo tiempo en el que nuestros vecinos de fila
cambiaban de posici�n y el joven se acomodaba ahora en la butaca para que la
rubia hundiera su cabeza entre sus piernas y continuara con la placentera
felacion mientras nos mostraba uno de los culos mas bonitos y respingones que he
visto en mi vida, saque mi erecta polla del co�o de Gabi y le hice indicaciones
de que me permitiera levantarme.
Arrod�llate en el asiento, cari�o. � Le dije mientras me
quitaba la chaqueta y me desabrochaba dos botones de la camisa que aun
permanec�an en sus ojales. � S� que el culo te pide polla, y es ah� donde
quiero correrme.
Gabi se coloco sumisamente como yo le ped�a, con el trasero
ligeramente levantado y sujet�ndose al respaldo de los asientos con sus brazos
abiertos, viendo como �l chaval de al lado sujetaba la cabeza de la rubia por la
nuca y ahora era este el que le met�a la totalidad del nabo en la boca a base de
mover sus caderas sin que la chica ofreciera la menor resistencia.

Por mi parte, sin perder un instante, y dado que el culo de
mi mujer ya hab�a sido convenientemente dilatado por sus dedos y los m�os con
anterioridad, coloque la punta de mi capullo sobre �l, y tom�ndola por las
caderas comenc� a llenar su agujero trasero empujando despacio pero con firmeza.
Un grito mezclado entre dolor y placer sali� de la garganta
de mi esposa cuando mi pene estuvo tan introducido en su trasero que mis huevos
rozaban sus aun h�medos labios vaginales, y me dispon�a a empezar a follarla con
fuerza de aquella forma cuando �l chaval de la butaca de al lado echo la cabeza
hacia atr�s, y mientras dejaba escapar un significativo y prolongado gemido con
los ojos cerrados, manteniendo a la chica sujeta por su rubia cabellera le
llenaba la boca con su polla y la leche que manaba de ella sin darle ocasi�n a
que pudiera separarse ni un solo cent�metro.
La visi�n de nuestra vecina de fila, con la boca llena de
polla y trag�ndose la leche que el muchacho le ofrec�a, hicieron que mis
envestidas contra el culo de Gabi se tornaran aun m�s violentas, y la fuerza de
mis empujones la obligaban a desplazarse con brusquedad hacia delante haciendo
que sus tetas se bambonearan colgando sobre los asientos al comp�s de la
enculada.
Pero fue cuando vi a la rubia relami�ndose con la lengua el
contorno de su boca completamente impregnado de semen, mientras se restregaba el
rabo de su compa�ero por toda la cara, cuando sent� que mi leche abandonaba su
natural deposito y recorr�a mi pene en direcci�n al culo de mi mujer.
Intensifique entonces mis movimientos y cuando note que las
primeras gotas de lefa llegaban a su destino mantuve la polla clavada en el
trasero de Gabi, que me animaba a soltar toda mi carga dentro de ella.
Venga, cari�o, c�rrete en mi culo. � Me dec�a con la
cabeza vuelta hacia atr�s soportando lo mejor que pod�a mis empujones. �
Asiiii..... Ll�namelo de leche, y no la saques hasta que est�s seco.
Al menos en media docena de ocasiones repet� la misma
operaci�n hasta que todo el semen acumulado en mi interior hab�a pasado al
trasero de Gabi, que con cara de plena satisfacci�n sonre�a a la pareja de al
lado que nos hab�a estado observando durante pr�cticamente toda la enculada.
Unos minutos despu�s, cuando Blancanieves se felicitaba de lo
placentero que le hab�a resultado �l haberse equivocado de cuento al ir a parar
al pa�s de las pornomaravillas, y ya comenzaban a desfilar por la pantalla los
cr�ditos de la pel�cula, la misteriosa rubia recogi� su ropa haciendo con ella
un ovillo, y meneando graciosamente su culo se dirigi� a lo que supongo deber�an
ser los aseos sin pronunciar una sola palabra.
�l chaval que hab�a disfrutado de sus encantos tambi�n
comenz� a vestirse con toda tranquilidad tras dedicarnos una c�mplice sonrisa,
pero mi mujer ni siquiera se entretuvo en volver a ponerse las bragas pensando
que de un momento a otro se iban a encender las luces de la sala.
Al contrario que mi vecino de fila, yo me coloque de nuevo
mis ropas con bastante rapidez, y cuando Gabi se hubo abrochado el vestido por
detr�s de la nuca, fuimos los primeros en encaminarnos hacia la salida.
Al pasar tras �l chaval de la camiseta de tirantes, este nos
dirigi� una ultima mirada como de agradecimiento con la polla fl�cida aun entre
sus manos, y Gabi se despidi� de el con un: - Hasta luego, majete. � Al tiempo
que le gui�aba un ojo con su expresi�n m�s provocativa.
Cuando llegamos a la puerta de salida, yo volv� la cabeza
hacia atr�s y vi que el joven de las primeras filas que no hab�a intervenido
para nada en la org�a, tambi�n se encontraba de pie y se encaminaba hacia el
pasillo, cuando de repente una gran cantidad de l�mparas situadas en las paredes
laterales inundo de luz todo el local.
Al pasar otra vez por delante de la taquilla, me hizo gracia
ver a la se�ora que nos hab�a dado las entradas dormitando con una revista
abierta aun entre sus manos y totalmente ajena a la bacanal que hab�a tenido
lugar all� dentro.
�T� as divertido, cari�o? � Le pregunte a mi mujer ya en
la calle plant�ndole una mano en el culo cubierto solo por la fina tela del
vestido. � Esto si que ha sido una buena travesura, �no te parece?
Volv�amos a caminar por las desiertas y silenciosas calles en
direcci�n al hostal y Gabi me dedico una sonrisa que hablaba por si sola
mientras se agarraba a mi cintura.
Ha sido genial, cari�o, y me lo he pasado en grande
follando delante de los otros. � Me contesto al fin radiante de
satisfacci�n. � Creo que deber�amos visitar este sitio mas a menudo, aunque
tenga que pasarme otra ma�ana entera escuchando las historias religiosas de
la cocinera de la fonda.
Tras llegar a nuestro alojamiento, aun encontramos fuerzas
para culminar la noche con un ultimo polvo antes de dormirnos, aunque mucho mas
pausado y tranquilo que el del cine.
A la ma�ana siguiente nos levantamos temprano y reemprendimos
el camino de vuelta hacia Barcelona, y aunque en numerosas ocasiones hemos
recordado con placer lo vivido en aquel cine perdido en medio de ning�n sitio,
lo cierto es que jam�s hemos vuelto por aquellas tierras.
FIN
Si os ha gustado este relato, o si no os ha gustado,
agradecer�a comentarios en mi direcci�n de correo. Prometo contestar a todos y
todas.
POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO
OTROS RELATOS PUBLICADOS:
Dedos entre las piernas de mi mujer.
Org�as a seiscientos euros.
Cornudo desde una jaula. (Ilustrado).
Violaci�n por posesi�n. (Ilustrado).
Una violaci�n televisada. (Ilustrado).
Saludos, V�ctor Gal�n.