Relato: EL PADRASTRO Y LA MENOR



Relato: EL PADRASTRO Y LA MENOR


Mi madre se qued� viuda cuando yo ten�a cinco a�os. Ella se llama Paula y como era muy joven, pues ten�a treinta y dos, unos a�os despu�s conoci� a Hugo, algo mayor que ella, cuarenta y cinco a�os y se casaron. Hugo trabajaba en un Ministerio de Secretario, ten�a una buena posici�n social y adem�s era bastante atractivo, med�a 1,90 cm. y de constituci�n atl�tica. Mi madre trabajaba en unas oficinas y ganaba un buen sueldo. Todo hac�a presagiar que el futuro ser�a feliz con ese matrimonio. Yo me llamo Andrea y cuando se casaron ten�a, por entonces, nueve a�os. Estudiaba en el colegio de las monjas agustinas y me estaban formando con una fuerte moral cristiana. Mi vida diaria transcurr�a por las ma�anas en clase y por las tardes en casa estudiando los deberes. Por las tardes llegaba mi padrastro de trabajar y lo primero que hac�a era darme un beso dulce en la mejilla. Me parec�a muy cari�oso conmigo. Se serv�a una bebida, cog�a el peri�dico y se sentaba, cerca de m�, a la mesa. Yo mientras estudiaba y le hac�a preguntas que �l me contestaba. Luego m�s tarde, sobre las ocho de la noche, llegaba mi madre de trabajar, nos besaba y se pon�a a hacer la cena. La vida transcurr�a as� de mon�tona y feliz. Una tarde, mientras estudiaba, le hice una pregunta a mi padrastro y �l se levant� de su silla y se dirigi� hacia m�, cogi�ndome suavemente de mi cintura y haci�ndome levantar, se sent� en la silla y me hizo poner sobre sus rodillas. As� sentada encima de mi padrastro segu� estudiando, mientras �l depositaba suavemente su mano sobre mi rodilla y me iba acariciando el muslo hasta tocar el borde de mi falda plisada del colegio; all� se deten�a y me apretaba el muslo y volv�a nuevamente hasta mi rodilla. As� pas�bamos todas las tardes. Yo nunca pude imaginar las consecuencias de esas caricias de Hugo, mi padrastro, pues a esa edad no significaban nada para m�. Luego a las ocho llegaba mi madre de trabajar y nos ve�a a Hugo y a m�, en esa actitud tan cari�osa, que le parec�a bien que nos quisi�semos tanto como padre e hija, y se pon�a a hacer la cena.
Cumpl� los diez a�os y mi padrastro me compr� una bicicleta, me hac�a muchos regalos y era muy cari�oso conmigo. Mi cuerpo estaba cambiando, comenzaba a tomar forma de mujer; mis incipientes senos se vislumbraban prometedores y mis piernas estaban creciendo. Aunque no era muy alta, a trav�s de mi vestido, se perfilaban las formas seductoras de una mujer. Mi madre estaba encantada de que todo funcionase as� y fu�semos tan felices. Mi padrastro segu�a sent�ndome en sus rodillas y cada vez me hac�a m�s caricias, que a m� empezaban a gustarme y yo deseaba que lo hiciese, pues mi ni�ez no hac�a ver nada de malo en ello. Cuando cumpl� los once a�os, las monjas nos alertaron de los peligros del contacto con los chicos y a m� se me estaba empezando a iniciar el deseo sexual, por lo que me propuse evitar el contacto y sobre todas las caricias de mi padrastro. Por las tardes me met�a a mi cuarto a estudiar y luego sal�a a la calle con mis amigas. Intentaba no coincidir con Hugo. Cuando estaba en mi cuarto o�a el portazo de la puerta, cuando se iban mis padres y al rato volv�an. Yo as� estaba m�s tranquila. Una tarde cuando estaba en mi cuarto, sentada en la cama, estudiando, o� el portazo y pens� que mis padres sal�an a la calle, pero para mi sorpresa vi que s�lo hab�a salido mi madre, pues Hugo entraba en mi cuarto y se dirig�a a m�, en actitud cari�osa. Se acerc� a m� y sent�ndose en la cama, a mi lado, me dijo: -Pero, es que ya no quiere estudiar mi ni�a conmigo. Ya no me quieres.
-No es eso pap�, te quiero m�s que nunca.
-Pues dale un beso a tu pap�.
Yo acerqu� mi cara a la suya con intenci�n de besarle y �l con su mano agarr� mi cabeza, inmoviliz�ndola, y me bes� en la boca. Yo me qued� totalmente paralizada por la sorpresa y mi padrastro con su otra mano comenz� a hacer lo que yo tanto deseaba antes, acariciar mis piernas de ni�a y a avanzar sobre mis muslos y llegar con su mano a tocar mi braguita y mi sexo. Yo abr� la boca de gusto y �l aprovech� para meter su lengua en mi boca y besarme, mientras no paraba de acariciar mi sexo con su mano, una y otra vez, haciendo que consiguiese mis primeros dos orgasmos seguidos. Son� el timbre y yo me levant� precipitadamente para abrir la puerta a mi madre. Aquella noche en la cama no paraba de darle vueltas a lo que hab�a sucedido. Mis creencias religiosas y el respeto a los mayores me hac�an sentir culpable, ten�a que renunciar a lo que deseaba hacer. O� ruido en la habitaci�n de mis padres y me levant�, puse la oreja en la pared y escuch� que estaban haciendo el amor. Mi padrastro no paraba de decir obscenidades sexuales a mi madre y ella no hac�a m�s que gemir y dar gritos de placer. O�a como mi padrastro dec�a a mi madre: -Siempre quieres m�s. Eres insaciable. Tengo un compa�ero en el trabajo que es negro.
Y yo volv� a meterme sola en la cama y a desear el placer que empezaba a necesitar mi cuerpo.
A partir de aquel d�a intent� evitar estar a solas con Hugo. Ya no estudiaba con �l. Sal�a con mis amigas. Pero mi padrastro estaba obsesionado conmigo. Me iba a buscar al colegio. Aprovechaba cualquier ocasi�n para besarme en la boca y manosearme encima del vestido los pechos y el culo. Cada d�a se hac�a m�s atrevido. Mi madre aparentaba no enterarse de nada, pensaba que todo funcionaba bien. Una noche que est�bamos los tres, en el sal�n, viendo la televisi�n, me levant� para ir a la cocina y Hugo fue detr�s m�o y detr�s de las cortinas, al lado de mi madre, me abraz� bes�ndome y subi� con sus manos el vestido hasta mi cintura, baj�ndome la braga hasta el pliegue de mis piernas y toc� mis nalgas sin pudor. Yo consegu� zafarme de �l como pude y me fui asustada. Otra noche, en mi cumplea�os, yo me encontraba un poco mareada, pues mi padrastro se hab�a empe�ado en que bebiese alcohol. Sal� al jard�n, a que me diese el aire, y mi padrastro se empe�aba en llevarme a la casa del jardinero, que se encontraba ausente y que me acostase en la cama hasta que se me pasase el mareo, a lo que yo rehus� corriendo a mi cuarto y vomitando en la cama. Mi madre parec�a no verlo o no quer�a verlo.
Por las noches segu�a escuchando los ruidos y gritos de placer de mi madre en el dormitorio. Una noche escuch� a trav�s de la pared que hablaban de m�, pues hablaban de la ni�a, hablaban algo que no entend�a de un tr�o. Mi madre le dec�a enfadada:
-Pero como voy a proponer eso a Andrea. Si es una ni�a. Qu� pensar� de su madre.
No se te ocurra tocarla.
-Si s�lo ser� eso, tocarla -respondi� acalorado mi padrastro.
-Ni se te ocurra.
D�as despu�s not� que mis padres no se hablaban, estaban enfadados y por las noches no escuchaba las sesiones de placer a las que me ten�an habituados mis padres. Algo no funciona.
Cumpl� doce a�os y tuve mi primera menstruaci�n. Mis padres se enteraron y se alegraron de ese cambio de ni�a a mujer, que era natural. Mi cuerpo se hab�a desarrollado; me hab�an crecido mucho las tetas, me hab�a salido vello p�bico y mis muslos se hab�an puesto duros y ten�a unas largas piernas. Esa noche me encontraba en la cama y mi despertar a los placeres hac�a que me palpase con mis manos los pezones de mis pechos y notaba como, poco a poco, mi sexo se humedec�a. Sin embargo esa noche volvieron los ruidos de placer en el cuarto de mis padres, los gritos de mi madre. Volvi� el silencio y yo segu� masturbandome, cuando debajo de las s�banas not� un bulto; era mi padrastro que debajo de mis piernas iba subiendo sus manos por entre mis muslos hasta encontrar mi sexo humedecido. Yo perd� el control y no me opuse a nada. Le dej� hacer. Baj� con decisi�n mi braguita y hundi� su cabeza entre mis piernas. Not� como su lengua sal�a de su boca y lam�a mi rajita una y otra vez. Chupaba mi sexo e intentaba meter su lengua dentro de mi vagina. Yo me estremec�a de placer y ten�a deseos de que continuase. Gem�a suavemente, por miedo a que mi madre me oyese, pues estaba en la habitaci�n de al lado. Cuando m�s me estaba gustando, o� que mi madre gritaba:
-Hugo, cuanto tardas. �Qu� haces? Ya estoy dispuesta.
Vi como mi padrasto se levantaba apresuradamente y como sal�a de entre sus piernas algo que era la primera vez que ve�a; era algo enorme, largo y muy grueso, deb�a medir unos treinta cm., pues �ra como la regla de clase de medir.
Me qued� asustada y asombrada, mientras mi padrastro sal�a precipitadamente de mi habitaci�n y iba a la de mi madre. Luego volvieron a oirse los gritos de placer de mi madre y volvi� el silencio. Yo me qued� con un desasosiego grande, pensando en el aparato de Hugo y en que algo me perd�a, que disfrutaba mi madre.
La noche siguiente ocurri�, que despu�s de los gritos de placer de mi madre, Hugo entr� despu�s en mi cuarto y esta vez me desabroch� la chaqueta del pijama y me manose� groseramente mis pechos con sus manos, para luego chupar con su boca mis pezones. Not� nuevamente que eso me produc�a un gran placer y le dej� hacer sin oponerme a nada, pero cuando m�s me estaba gustando, otra vez se oy� la voz de mi madre, que llamaba a mi padrastro y �ste volv�a apresuradamente al cuarto de mi madre, colg�ndole entre las piernas esa enorme polla con la que yo supon�a que consegu�a hacer gritar a mi madre, aunque no sab�a en qu� consist�a.
As� pasaban las noches, mi padrastro gozaba y se excitaba conmigo, para luego satisfacer como un semental a mi madre. Yo pensaba que era utilizada, pero no me atrev�a a decir nada a mi madre, por miedo a que se destruyese la felicidad del hogar y tambi�n porque cre�a que era culpa m�a. Sin embargo sent�a deseo de mi padrastro y gozar como mi madre. Una de esas noches que Hugo sal�a de mi cuarto con el grueso pene vibrante, me dije: -Pronto disfrutar�s t�, tambi�n.
Esa noche no pude dormir, pensando como ser�a culminar con mi padrastro lo que iniciaba y nunca acababa.
Se pasaron unos d�as y una tarde, que lleg� mi padrastro m�s pronto de lo habitual, observ� que no paraba de mirarme. Yo llevaba un vestido corto y sentada se me sub�a casi hasta la cintura, ense�ando el inicio de la braguita. Observ� como Hugo se beb�a tres copas seguidas y se dirigi� hasta m�, inclin�ndose y bes�ndome en los labios, que yo no rehus� pues me gustaba, a pesar de mis prejucios y del respeto a mi madre. Me cogi� en brazos; una mano apoyada en mi espalda y la otra en mi culo, llev�ndome despacio y bes�ndome en la boca hasta la habitaci�n de mi madre y me dijo: -Hoy te har� una mujer.
Yo lo deseaba. Era algo que hab�a querido desde que por primera vez, a los nueve a�os, puso su mano sobre mi pierna acarici�ndola. El se sent� sobre la cama y me coloc� enfrente suyo de pies. Con sus manos fue bajando suavemente de mis hombros el vestido hasta que cay� de mi cuerpo al suelo. Y me qued� delante de mi padrastro s�lo con la braguita. Hugo miraba fijamente mi cuerpo de ni�a, deb�a pensar que el que yo estuviese desnuda delante de �l hab�a sido el logro de su trabajo, de su paciencia, de su seducci�n minuciosamente estudiada durante esos tres a�os y que ahora deb�a disfrutar de su esfuerzo y de su sacrificio. Yo no ten�a miedo a Hugo, nunca lo hab�a tenido desde que a los nueve a�os me acariciase mis muslos. Deseaba sus caricias, lo necesitaba todo de �l, como lo necesitaba mi madre. Hugo miraba mi cuerpo de ni�a con admiraci�n, deb�a pensar que era suyo, que ten�a derecho sobre algo que �l hab�a creado lentamente, a�o tras a�o. Yo ten�a los ojos cerrados. Me baj� la braguita y qued� delante desnuda ante �l. No ten�a miedo. Con delicadeza me ech� en la cama y me acarici� como otras veces mis piernas, mis muslos, mi sexo humedecido, mis tetas. Luego se recost� a mi lado y me bes� mis labios. Yo ya no me negaba, sino que abr� mi boca y dej� que metiese su lengua dentro y buscase la m�a. Despu�s baj� a mis tet�s y con su boca succion� mis pezones, que se pusieron tiesos de placer. Sigui� bajando hasta mi ombligo y lo mordi�.
Acab� con su boca en mi cl�torix caliente, provoc�ndome oleadas de placer. Not� como su polla al principio fl�cida y normal se hab�a puesto gruesa y enorme, como cuando se iba de mi cuarto a satisfacer a mi madre.
-Hoy ser� tuya -me dijo.
Yo no sab�a en que consist�a eso. Vi como mi padrastro intentaba meter su enorme polla en mi peque�a rajita. Me dol�a y no lo consegu�a. Yo me puse nerviosa y empec� a tener miedo. Mi padrastro estaba muy alterado. Se levant� y se sent� en una silla con las piernas juntas y saliendo la enorme polla para arriba. Me hizo levantar y de pie, met� sus piernas dentro de las m�as. El me agarr� del culo y me hiz� bajar lentamente con las piernas abiertas sobre su polla. Mi vagina estaba muy abierta en esa postura y not� como lentamente entraba en mi orificio, rompiedo mi telilla, y se hundi� profundamente en mis entra�as casi hasta mi cintura. Nunca hab�a sentido tanto placer. Mi padrastro con sus manos en mis nalgas me sub�a el culo y mi chocho sub�a y bajaba sobre su gruese polla. Yo le besaba en la boca metiendo mi lengua y nos corrimos los dos a la vez. Yo daba unos gritos de placer increibles, como hac�a mi madre.
A partir de ese d�a, todas las tarde antes de que llegase mi madre, mi padrastro y yo foll�bamos sin parar. Lo hac�amos tres veces. Eyaculaba en mi boca, en mi chocho, en mi culo. Eso hizo que las sesiones nocturnas de mi padrastro con mi madre se acabasen, lo que hizo que discutieran, se enfadaran y lo echase de casa.
Lo que tengo dudas es si le ech� porque se enter� de que lo hac�a conmigo, o porque a ella ya no la satisfac�a y que mi padrastro me follase a mi la era indiferente siempre que su semental la satisfaciera a ella



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