Relato: C�mo logr� cogerme a mi vecinita Desde que llegaron Enrique y Loreana al vecindario, ella fue la sensaci�n. Ten�an seis a�os de casados y un hijo de cuatro a�os. A mi me encantaba verla en pantaloncitos cortos regando el jard�n. Conduc�a al trabajo pensando en c�mo ser�a quedarme un d�a para ir a su casa, una vez que el autob�s se llevara al ni�o al preescolar. Lo hice, con el pretexto de que me asesorara para mis padecimientos estomacales, puesto que ella es tecn�loga de alimentos. Una vez que alcanz� un papel con la receta, le dije que me encantaba tener una especialista tan guapa (su cabello largo y ondulado, parcialmente ca�do sobre su cara, le daba un aspecto picar�n y sugestivo pero lo que m�s sobresale son sus piernas y su trasero). Evidenciando cierta incomodidad, me agradeci� el cumplido y me invit� a retirarme. Con la puerta abierta pero a�n dentro de la casa, le dije que me extra�ar�a si le era fiel a su esposo, teniendo a su alrededor tantas posibilidades de disfrutar.
-Tenga por seguro que no ser�a con usted que yo llegar�a a serle infiel a mi marido.
Eso me excit� y lo tom� como un reto. Yo no soy tan mal cocinero; desde joven aprend� y cada vez que pod�a, le pasaba una muestra de sus recetas modificadas de acuerdo con mi creatividad. Aceptaba sin reparo pero cuando se sent�a presionada, me exig�a que no le insistiera porque yo no soy su tipo. Decid� bajar la guardia, hasta que unas tres semanas despu�s, durante la despedida de un amigo (Santiago) quien pronto se ir�a a trabajar a Chicago, se me abri� una opci�n. Cuando quedamos �nicamente otro amigo y nosotros, �l nos cont� que ten�a un asunto con Loreana. Yo ni siquiera sab�a que se conoc�an. Cuando nos dijo que antes de viajar tendr�an un �ltimo encuentro, se me ocurri� c�mo podr�a lograr mi prop�sito. Camino a casa lo llam� y le propuse que grabara para m� la fornicada, debido a que ella me gustaba mucho y quer�a tenerla por lo menos mediante las im�genes. Incre�blemente acept� y supongo que si hubiera sabido de c�mo andaba realmente la situaci�n, jam�s habr�a accedido.
Una semana despu�s de que se fue Santiago, llam� a Loreana y le pregunt� cu�ndo podr�a recibirme para ense�arle una receta original m�a.
-De acuerdo pero de una vez le advierto que despu�s no pienso recibirlo m�s para no seguir soportando sus insinuaciones.
-Es un trato.
Una vez en su casa, cuando me invit� a pasar a la cocina, le indiqu� que primero era necesario que observ�ramos un video donde se mostraba c�mo deb�a ser la preparaci�n.
-Le garantizo que esta receta ser�a la salvaci�n de su matrimonio si se presentara el caso.
-Nuestro matrimonio est� mejor que nunca.
Antes de que diera curso a la presentaci�n, decid� hostigarla para excitarme m�s.
-�Qu� me dir�a usted si le digo que darme ese culito ser� la salvaci�n de su matrimonio?
-�Salga de mi casa inmediatamente!
-No creo que sea buena idea, mu�equita malcriada. Mejor mire primero lo que hay en el video.
Consternada, me pidi� que me retirara, ahora con un tono menos vehemente. Fue cuando decid� pasar el video y ella se puso a llorar. Me rog� que le perdonara el trato que me hab�a dado y que no le mostrara eso a Enrique.
-Le voy a decir c�mo vamos a hacer para salvar su matrimonio. Primero va usted a abrir mi cremallera y chupar mi polla hasta que quede lista para usted. Aunque me encantar�a lamer todo su cuerpo de arriba abajo, prefiero agarrarlo sequito, penetrar primero su vaginita con sus deliciosas piernas bien abiertas. Luego ponerte de cuatro patitas en el piso, darte un poco m�s por la vagina y finalmente partirte ese culo y maltrat�rtelo hasta vaciar toda mi leche dentro, nena.
-Por favor, eso no �me suplic� entre sollozos pero eso me excit� a�n m�s-; yo nunca lo he hecho por ah�.
-No te preocupes, preciosa. Al principio te va a doler pero despu�s, cuando te abra bien ese culo tan rico, te va a gustar tanto que qui�n sabe, quiz�s hasta alcances un orgasmo.
Sigui� suplic�ndome pero no me import�. La hice ponerse de rodillas y cumplir al pie de la letra lo que le hab�a indicado. Fueron casi diez minutos de la deliciosa chupada que me dio; luego otros quince en el sof�, donde le abr� las piernas hasta donde m�ximo se pudiera; la baj� al piso y de cuatro le ataqu� su vagina pero fueron menos de cinco minutos: el mirar sus nalgas tan sabrosas como se sacud�an, agarr� mi pene y ante sus s�plicas de que no lo hiciera, se la fui metiendo despacio, no porque as� lo planeara sino porque efectivamente ten�a el culito muy cerrado. A partir de ah� la tom� primero de las caderas y despu�s del cabello, cerca de diez minutos hasta que le vaci� dentro todo lo que pude. Nunca hab�a experimentado un placer tan grande y hoy, casi dos a�os despu�s, sigue siendo mi mayor satisfacci�n. Yo s� que pude haber aprovechado m�s esa grabaci�n. Pero soy un hombre de palabra.
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Relato: C�mo logr� cogerme a mi vecinita
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