Relato: Juntos para siempre





Relato: Juntos para siempre

JUNTOS PARA SIEMPRE



Hola lectores. Me llamo Menchu, y vengo a contar una historia
de me veo incapaz de callarme por m�s tiempo, porqu� esa historia habla de
muchas cosas: de amor, de pasi�n, de sentimiento al m�ximo�y de Alberto, pero
para hablar de eso, es necesario hacer un breve resumen de mi vida: tuve una
vida m�s bien normalilla, sin sobresaltos: buena estudiante en el colegio,
buenas amigas, amigos en el instituto y todo eso�y a los 23 a�os me cas� con mi
novio de toda la vida, Luis. Luego me met� en enfermer�a, para ayudar a las
personas(algo que me encanta), y as�, sin m�s, me vi con 30 a�os y toda la vida
hecha. Hasta el momento en que todo se volvi� del rev�s, no ten�a hijos con
Luis, a pesar de los intentos por quedarme embarazada. Todo transcurr�a en una
rutina tan habitual y cotidiana que ni yo misma me daba cuenta�hasta que Alberto
apareci�.



Fue en Febrero, una ma�ana en que Celia y yo and�bamos
cambiando las s�banas de las camas de hospital. Entr� tras llamar un par de
veces, y al hacerlo vi una cama vac�a, en la otra un chico, que r�pidamente hizo
ademanes de querer enjuagarse unas l�grimas que al parecer llevaban tiempo
saliendo. Por instinto busqu� a Celia, y tras decirle que iba a atender a un
paciente y me que sustituyera unos minutos, me fui a hablar con aquel muchacho,
que ten�a la cara m�s linda y ani�ada que recuerdo haber visto en toda mi vida.
Cog� su mano pero la separ� de m�, d�ndose la vuelta y d�ndome la espalda. Pero
si �l era terco, yo lo era m�s.



-�Puedes contarme que te pasa?. Por favor, quiero saberlo.
D�melo�



-D�jeme-solloz�-. V�yase y d�jeme solo. L�rguese de aqu�.



-No pienso irme para que quedes llorando. �Que ocurre?.



El chico se volvi� para mirarme, y por todos los santos, que
jam�s vi una mirada con tanto dolor en los ojos. No pude si no abrazarle para
que aliviara su pena. Al final desahog� y se relaj�, pero ver llorar a una
persona, por mal que lo pase, es muy triste.



-Tengo mucho miedo. Creo que voy a morir.



-�De que me hablas-pregunt� anonadada-?.



-Me han vuelto a ingresar ayer de madrugada, y se supone que
ya estaba curado.



-�El que?.



-El tumor que tengo. Ya cre� que no volviera a pasar por
esto.



-Dios m�o-exclam�, mientras sent�a un fuerte arrebato de
compasi�n por el muchacho-. Pobre. Tranquil�zate�Seguro que saldr�s de �sta y
vivir�s mucho.



-Tengo 19 a�os. �19!, y no tengo amigos ni novia. Nadie me
echar� de menos cuando me vaya-dijo con la voz muy apagada y rota-.



Tuve que volver a abrazarle. No pod�a aceptar que aquel
muchacho, a sus 19 a�os, no hubiera vivido la vida debido a ese tumor. Me sent�
fatal por �l, y lo que cre� tan seguro y firme comenz� a desmoronarse. Le estuve
confortando y mimando un rato hasta que se qued� dormido, prometi�ndole que si
me necesitaba para cualquier cosa, que me llamase. Me sent� necesitada de
ayudarle, y eso era algo que hac�a a�os no ten�a. Volver a sentirlo fue un soplo
de aire nuevo a una vida adormecida.



Esa noche, al ver a Luis tranquilamente viendo la TV seg�n
llegu� a casa, me ech� junto a �l en el sof� y le bes� con todas mis fuerzas. Se
extra�� de aquella pasi�n y me pregunt� el porqu�. Le dije que era por Alberto,
y que verle tan mal me hizo apreciar lo que hab�a conseguido en mi vida y que
consideraba trivial o poco importante. Luis se alegr� por verme tan animada de
ayudar a la gente, pero luego me dijo que no implicara tanto en ellos, que no
deb�a, porqu� �l y yo est�bamos juntos. No entend� muy bien lo que quiso decir,
pero me dej� sorprendida su actitud. No quise darle importancia y esa noche Luis
y yo tuvimos una de las noches m�s apasionadas de nuestra vida juntos. Mis
sentimientos se hab�an intensificado mucho debido al conocer a aquel muchacho.
Al d�a siguiente pas� de nuevo por su habitaci�n y lo vi m�s tranquilo y
calmado. Me acerqu� con paso firme y me sent� a su lado en la cama.



-Hola chico, �estamos m�s calmados que ayer?.



-S�-me sonri� dulcemente-. Oye, quisiera disculparme. A veces
me entran ataques de miedo y pierdo la cabeza�



-Nada de disculpas-le dije-. T� estabas mal y quer�a
consolarte. Quiero que sepas que para cualquier cosa que necesites, yo estar�
aqu�, �de acuerdo?. Cualquier cosa, sin excepci�n. No quiero ver esa carita
triste.



-Gracias, de verdad. Eres mi primera amiga, �lo sab�as?.



-Y seguro que no ser� la �ltima-y le sonre� ampliamente-. Ya
ver�s. Cuando salgas de aqu� conocer�s a tantas amigas que ni siquiera me
recordar�s.



-��No!!. Nunca podr�a olvidarme de ti. Eres la chica m�s
guapa que conozco.



Me sent� halagada. Hac�a a�os no me echaban un piropo y
aquello no me lo esperaba. Me dediqu� otra sonrisa y le acarici� un poco el pelo
de la cara, aquel precioso pelo casta�o claro. Alberto me sonri� y me hizo
estremecer.



-�Por qu� eres tan buena conmigo?.



-Porqu� tu vales mucho tontito. Cuando salgas, te prometo
estar contigo para ir a la playa., o dar una vuelta, o tomar algo, o lo que tu
quieras. �De acuerdo?.



-De acuerdo-y nos dimos un apret�n de manos para sellar el
pacto-.



-Te ense�ar� cosas del mundo que ni siquiera has llegado a
ver: un atardecer, correr�s por los prados y por la playa, comer�s todo lo que
te apetezca�Prometo hacer de tu vida algo mejor.



Le abrac� para calmarle m�s a�n, y pude notar como un halo de
esperanza brotaba en el interior de Alberto. No sab�a porqu�, pero aquello me
hizo la mujer m�s feliz de la tierra. En los d�as sucesivos, iba a verle todos
los d�as, casi siempre con fotos de paisajes o postales de lugares lejanos,
lugares que esper�bamos visitar. Desde que Alberto y yo formalizamos nuestra
amistad, mi vida pareci� girar entorno a �l. Incluso deje de hacer el amor con
Luis, el cual ni siquiera me pregunt�. Me sorprendi� mucho su falta de
preocupaci�n por m�, pues ni una sola vez habl� conmigo sobre ello y dio por
sentado que ser�a una falta de ganas. Para ser sincera, lo cierto es que me
agradaba que no me molestara con preguntas, pues as� pod�a dedicarme enteramente
a mi adorado paciente, con el que me sent�a much�simo m�s unida que con
cualquier otro ser en todo el mundo. Dicha uni�n lleg� a su cenit m�s o menos a
los 3 meses de conocernos, una noche en que me tocaba guardia y el hospital era
mudo como una tumba. Ciertamente es de los pocos lugares que de noche me da
verdadero miedo(los otros son un circo y una escuela). Estaba dando una vuelta
por los pasillos cuando, acerc�ndome a la habitaci�n, escuch� algo parecido a un
sollozo. Al abrir la puerta, Alberto estaba llorando, abrazado a su almohada,
movi�ndose con nerviosismo.



-Tengo miedo�.no quiero morir�no quiero morir�nooooooo�



-Ven aqu� cari�o-le dije, sent�ndome a su lado para
abrazarla-. Llora Alberto, llora y desahoga. No pasa nada �vale?. Tranquilo,
tranquilo�



-Menchu no quiero morir�Estoy muy asustado�tengo mucho miedo�



-�Qu� te asusta mi vida?. D�melo por favor. C�lmate y d�melo.



Alberto solloz� un poco y luego se enjuag� las l�grimas. Se
recompuso un poco para hablarme y la verdad que se not� que hizo un verdadero
esfuerzo.



-Menchu�Soy virgen�y voy a morir sin haber hecho el
amor�nunca podr� hacerlo con una chica...y tengo mucho miedo�



De nuevo de derrumb�, y al volver a abrazar, me sent� fatal
por �l. Un enorme sentimiento de culpa me invadi�, y un pensamiento en mi cabeza
me turb� y arroll�: "Si este chico muere sin haber hecho el amor yo ir� al
infierno". Sent� que deb�a hacer algo, y olvid�ndome del mundo y de todos los
que hab�a en �l, decid� ser yo su primera mujer. Puse mis dedos en sus labios y
con el otro brazo le rode� para acercarle a m�.



-Pues no permitir� que eso suceda ni�o. Yo me encargar�.



-Menchu no, te aprecio demasiado. No quiero que�



-�Calla-le interrump�-!. No puedo consentir que nunca hayas
estado con una mujer, no es justo, pero aqu� estoy yo, y no se hable m�s.



Me acerqu� un poco m�s y le bes�. Que ternura en aquellos
virginales labios, que pasi�n pude notar. Nos estuvimos besando un tiempo que se
me hizo eterno y �nico. Me separ� de �l y me desabroch� mi bata de enfermera,
sin abrirla ni quitarla. Luego volv� a besarle y le ense�� a besar con lengua.
Aquel papel de maestra me encantaba. Estaba ense�ando a aquel chico los placeres
de un mundo que �l jam�s hab�a conocido, y desde luego, estaba dispuesta a todo.
Mis manos le acariciaron un poco y llev� una a mi pecho. Not� como le temblaba
la mano, pero le dije que no se detuviera, y me abri� la bata, viendo mis
perfectas tetas bien erguidas, de ah� que no llevara sujetador.



-�Dios m�o!. Nunca hab�a visto nada igual.



-Pues son para ti-le dije-. Vamos, g�zalas, dev�ralas, te
est�n esperando�



Se acerc� un poco, se inclin�, y se meti� un pez�n en su
boca. Empez� chupando como un beb� de su madre, y luego aprendi� a pasar la
lengua y a usar los dientes. Era un buen alumno, y aprend�a muy r�pido. Me
estaba haciendo disfrutar como nunca. Gem�a como una posesa cuando su boca
cambiaba de pez�n y su mano jugaba con el que quedaba libre. En ese momento me
di cuenta de que aquello me produc�a un morbo terrible: estaba dejando que un
paciente me estuviese comiendo las tetas y adem�s con el riesgo de que alguien
pudiera venir y descubrirnos. Me excit� de un modo sobrenatural y las caricias
de mi nuevo amante eran espl�ndidas. Le apart� de m� cuando not� que casi me iba
a hacer gozar, y no quer�a gozar todav�a.



-�Qu� pasa?, �he hecho algo malo?.



-Claro que no, pero hay m�s cosas que hacer. Ahora deja que
te vea bien. Quiero saber con que voy a encontrarme.



Dicho esto, le desnud� antes de que pudiera reaccionar. Mis
ojos se abrieron como platos de la impresi�n: all� parada, delante de m�, en una
vertical de 90 grados apuntando al cielo, estaba la tranca de Alberto, y por
dios que nunca vi nada tan grande: deb�an ser 23 cent�metros de pura hombr�a en
perfecto estado de excitaci�n, toda para m�. Se me hac�a la boca agua solo de
verla, y aunque nunca lo hab�a hecho jam�s, sent� deseos de probarla y
chup�rsela. Deseos que no podr�a reprimir.



-��Que grande es!!. Alberto, no sabes que poderosa
herramienta tienes entre las piernas, y no sabes cuanto me excita verla. Por ti
voy a hacerlo algo que jam�s hice.



-�Qu� vas a hacer-pregunt� con expectaci�n-?.



-T� calla y disfruta.



Fui directa y sin escalas. Abr� la boca y engull� dentro
aquel miembro, que ard�a como si fuese lava. Era la primera verga que chupaba y
me encant�. Hasta ese momento nunca lo hab�a hecho(y a Luis le molestaba mucho
esa clase de temas), y no sab�a lo que me perd�a. Mi lengua iba y ven�a de un
lado a otro, recorri�ndola con devoci�n sumisa. Comenc� a bajar y subir la
cabeza, y le hice una felaci�n, la primera para ambos, que fue sensacional.
Estaba completamente segura de que nuestros gemidos de placer estar�an resonando
por todo el hospital. Se la fui mojando poco a poco mientras me estaba tocando
un poco. Cuando Alberto emiti� un gemido de dolor supe que ahora le tocaba a �l.
Me ech� delante de �l, aun sin abrir la bata.



-�Ahora que vamos a hacer?.



-Ahora vendr�s a desnudarme, a abrirme de piernas y a comerme
mi rica almeja. Te digo ya que tampoco nunca me lo han hecho, as� que hazme
disfrutar bien.



-�Chuparlo?. Pero eso debe dar mucho asco�



-A lo mejor, pero quiero que lo hagas. Quien sabe si te gusta
y todo.



Alberto arque� su ceja derecha en se�al de duda, pero luego
sonre� al ver como se acomodaba para acercarse a m�. Me quit� la bata vi�ndome
desnuda toda para �l y luego se acerc� a mi almeja, que ya estaba bien mojada.
Pude notar su nariz en mi pubis, oli�ndome para reconocer el terreno. Como por
instinto dio un fuerte lamet�n que me hizo vibrar por los cuatro costados, y
viendo el resultado repiti� faena.



-Oooooh ooooooooh ooooooh aaaaaay que bien Alberto�l�meme
m�s, l�meme bien�Mmmmmmmm que bien�.�Ay! no tan fuerte...eso es,
as�suavecito�mmmm sigue as�.me encanta�mete un dedo ah� dentro por favor, mete
un dedo y mu�velo, mu�velo sin prisas�.AAAAAAAH que bien ese dedo�dale vueltas
dentro�g�ralo para m�oooooooooooh oooooooooooh ooooooooh c�meme toda vamos�dame
tu lengua amor m�o�d�melo todo�aaaaaaaaaaah aaaaaaaaaaaah aaaaaaaaaaaaaaaaah�



Mi excitaci�n ya no pod�a esperar m�s. Mis manos se fueron a
la cabeza de Alberto y bes�ndolo, le acerqu� para que pusiera encima de m�, con
tu enorme tronco de �rbol apuntando directo a mis entra�as. La sent� tan dentro
m�o que me sal�a por la boca.



-Vamos Alberto, ahora apunta y entra�Quiero que me penetres
del todo�No te preocupes que no tengo mis d�as f�rtiles y podr�s disfrutarme sin
riesgos�Aaaaaaaah ya noto la cabeza pidiendo paso�aprieta un poco�mmmmmm empuja
que ya casi est�empuja amor m�o�empuja m�aaaaaaaaaaaas aaaaaaaah
aaaaaaaaaaaaaaaaah�



-Menchu te quiero�eres lo mejor de mi vida�nunca olvidar�
esta noche�y ahora te penetro como quieres�aaaaaah�ah� te va aaaaaaah
aaaaaaaaaah�



No hay palabras que describan el �xtasis que me produjo que
Alberto me penetrase con aquel m�stil. Me ten�a completamente perdida. Y por
fin, comenz� el tan ansiado bombeo dentro de m�. Fue algo torpe, pero era su
primera vez y lo entend�. No obstante, le iba haciendo peque�os gestos que le
ayudaban, y mmmmmmmmm como aprendi� el alumno, que avispado era. Alberto supo
enseguida a martillearme y lo hac�a con furia asesina, me estaba partiendo en
dos. Todo mi cuerpo reaccionaba a aquel ir y venir que me pon�a fren�tica. Le
agarr� de los brazos y enroll� mis piernas alrededor de su cintura. As� consegu�
abrirme m�s a �l y darle toda la profundidad de mi almeja. Pod�a incluso
escuchar el chapoteo de mis jugos chocando con su martillo opresor, y eso me
estaba derritiendo en sus manos.



-Alberto vamos�no me falles�no me falleeeeeeeees�aaaaaaah
aaaaaaaah aaaaaaah aaaaaah�no tardes amor que me viene�me voy a correr�me voy a
correr�



-No te corras a�n Menchu�esp�rame cari�o�te quiero�te quiero
Menchu�



-Yo tambi�n te quiero�te adoro�sigue foll�ndome�b�teme
entera�



-Mmmmmmmmmm aaaaah aaaaaaaah aaaaaaaaah�Ya casi estoy�ya lo
noto�lo noto venir�vamos Menchu�ahora�ahoraaaaaaaaaa aaaaah aaaaaaaah�



-S�iiiii amooooooorrrrrrrrr�ya me viene�ooooooohh
oooooooooh�me voy a correr�me corroooooooooo OOOOOOOOOOH AAAAAAAAAH AAAAAAAAH�



-Yo tambi�n me corrooooooooo ��YYYYYYYYYYAAAAARRRRRGHHH!!...



Fue el orgasmo m�s explosivo que jam�s tuve en toda mi vida.
Me sent� estallar en un mill�n de pedazos mientras Alberto llenaba mis entra�as
con tanta cantidad que hasta se sal�a de mi interior. En mi nueva faceta, no me
priv� de nada, y cogiendo un poco con los dedos, la prob� y descubr� el sabor
del semen de un hombre, y que me gustaba mucho. Definitivamente, Alberto me
hab�a llevado a un mundo sexual que jam�s a los 30 a�os pens� en conocer.
Despu�s de tan espl�ndida sesi�n, pens� en retirarme y dejarla descansar, pero
descubr� para mi sorpresa que su monstruo de un solo ojo segu�a tan erguido como
antes. No pod�a dejarlo as�, pero no ten�a ganas de repetir, as� que mi ya
calenturienta mente pens� en hacer algo que de nuevo nunca me hab�an hecho, y
que �l deb�a ser el primero.



-Alberto, �conf�as en m�?.



-Conf�o en ti-dijo con una expresi�n total de felicidad-.



-�Y har�s todo lo que te pida sin rechistar?.



-S�.



-�Pero todo todo?.



-S�, lo que quieras y cuando quieras. Har� lo que sea por ti.



-Pues escucha atentamente: veo que a�n sigues muy ardiente�



-Estoy muy cachondo Menchu. Deseo m�s�



-De acuerdo�Pues entonces te ofrezco mi culo. Nunca me han
dado por ah� y quiero que seas el primero. No te preocupes que eso lo he tenido
bien limpio siempre. Puedes hacerlo como quieras, pero quiero ese sensacional
pl�tano dentro de m� por atr�s, y que me lo partas como solo t� sabes hacerlo.
Eres todo un semental.



Aquello fue como darle carta blanca. Se lanz� de nuevo a
comerme las tetas con rapidez, una pasi�n que le volv�a loco, pero esta vez pas�
su mano por mi cara y me pidi� que le chupara dos dedos. Se los lam� bien
lamidos y luego los pas� por mi espalda hasta llegar a mis nalgas. Los puso
entre ellas, busc� con dificultad y al encontrar lo que buscaba meti� un dedo
dentro, haciendo que gimiese como una perra. No pod�a cre�rmelo: yo, una chica
siempre formal y decente, siempre responsable y atenta, dej�ndome meter dedos en
mi culo y pidiendo a un paciente que me penetrara por todos los agujeros de mi
cuerpo. Evidentemente no deb�a ser yo misma, pero en aquel momento, no me
importaba. A su dedo le acompa�� el otro y fue para m� la rendici�n absoluta a
todos sus deseos. Me qued� sin fuerzas para protestar. Con mis manos busqu� su
erecci�n y se la acarici�. Su ardor me ten�a enloquecida y comenc� a hacerle una
soberana paja mientras �l accionaba ocultos mecanismos en mi culo que me pon�an
al borde del desmayo. Su mano libre me hurgaba con impaciencia, y antes de darme
cuenta, ya estaba apoyada contra la cabecera de la camilla, a cuatro patas como
las perras, y con Alberto detr�s, listo para ensartarme. Not� como le costaba
entrar y me dol�a. Era realmente grande aquella tranca, pero su insistencia pudo
m�s, y de un solo y profundo golpe, tuve todo aquello dentro de mi culo. Lanc�
un ronco grito que Alberto procur� apagar con un desenfrenado beso. Me tuvo as�
unos minutos, dejando que sintiera lo que era tener aquello por el culo metido,
y despu�s se dedic� por completo a bombearme y a hacerme el amor por atr�s. Me
sent� a la vez tan puta y tan mujer no que deseaba terminar aquello nunca. Solo
quer�a verga y m�s verga por todas partes. Mi mundo era solo una interminable
verga dentro de m� llev�ndome a las estrellas. Escuch� el ruido de sus caderas
golpeando mis nalgas y me encant�. El dolor que sent�a era inmenso, pero el
placer que me estaba dando aquello lo compensaba con creces.



-Aaaaaaah aaaaaah aaaaaaaah�.s� Alberto�s�iiiiii�no parees�me
gusta�me encanta�perf�rame, tal�drame el culo�aaaah aaaaah mmmmmmmmmm ooooooh�



-Que pedazo de culo�nunca cre� que se pudiera hacer esto�ni
disfrutar tanto como nosotros�aaaah aaaaaaaaah aaaaaaaaaah aaaaaaaaaaaah�te
quiero Menchu�te quiero con todas mis fuerzas�arfff arfff arf arff arrf�adoro tu
culo�lo adorooooo�



-Ya estoy casi a punto�.no te tardes�no te tardeeeeeeeeeees�.



-Yo tambi�n casi estoy�.mmmmmmm oooooooooh ooooooooh
ooooooooh ooooooooohh�no te detengas�mu�vete�mmmmmmm mmmmmmmmm�.



Llev� sus manos a mis tetas y me las amas� como quiso, me las
agarr� con fuerza y se curv� del todo dentro de m� cuando sus �ltimas embatidas.
Por segunda vez, ya sent�a que est�bamos a punto de estallar.



-Mi culito desvirgado�me tienes ida�soy tu esclava�har� lo
que quieras�lo que quieraaaaaaaaaaaas�todo lo que me pidaaaaaas�g�zame el
culo�g�zameeeeee�



-Te voy a reventar�te destrozar� el culo�venero tu culo�lo
deseo reventar toda la vida�ya estamos�ya estamos�.aaaaah aaaah aaaaaaaaaaaa
mmmmmmmm aaaaaah AAAAAAAAAAAAH YYYYYYYYAAAAAAAARRRRRRGGGHHHH�



-ME CORROOOOOOOOOOO AAAAAAAAAAAH AAAAAAAAAAAAHH
YAAAAAAAARRRRRGGGGGGGGGGHHHH�



De nuevo me llen� de su semen ardiente, y de nuevo chorre�
tanto que un poco se sali� de mi culo dolorido. Alberto lo recogi� y me lo hizo
tragar de sus propios dedos. Me parec�a incre�ble el poder de aguante que ten�a.
Tanto es as� que a�n la ten�a dura, y lo hicimos una �ltima vez, con �l sentado
en la camilla con las piernas cruzadas y yo encima con mis piernas rode�ndole.
Aquella noche me ense�� unas posturas y unos placeres que jam�s imagin�
existieran, aunque tuvo un precio: cuando despert� por la ma�ana estaba dolorida
y cansada, m�s a�n que cuando me hab�a ido a dormir. Luis, de quien ni me acord�
cuando estaba con Alberto, me pregunt� como de pasada, sin poco inter�s. A
partir de ese d�a, toda actividad sexual de mi vida solo la realizaba con
Alberto, a veces durante el d�a cuando tocaba ba�arle, y casi siempre de noche,
en interminables sesiones amatorias que me dejaban exhausta de tanto placer
recibido. Jam�s tuve sentimientos de culpa por enga�ar a Luis, porqu� a mi
juicio no le estaba enga�ando, ya que empec� a dejar de pensar en el como mi
esposo, y comenc� a pensar en �l como alguien que viv�a conmigo(y no me
equivocaba). Hice del hospital mi lecho de placer privado, y conoci�ndolo tan
bien, pude aprovechar una silla de ruedas para sacarle de paseo por los
jardines, y un d�a en que se encontraba bien, pude llevarle a la azotea y
contempl� una puesta de sol(cielo casi despejado y un sol magn�fico) que le hizo
llorar tanto que se me puso la piel de gallina. Para compensarle, me arrodill�
delante de �l y se la mam� all� mismo. Me encantaba postrarme para �l para
tenerla en mi boca. Luego me sent� sobre sus rodillas, y me lo hizo con todas
sus fuerzas. Fue toda una experiencia. Tambi�n hubo ocasi�n de sentarme de
espaldas a �l para ofrecerle mi culo, que ya estaba encantado de recibir su
verga. Me derret�a solo de pensarlo.



Mi mundo y mi universo se terminaron cinco meses y medio
despu�s de nuestro primer encuentro sexual. Aquella ma�ana, como tantas otras,
pas� para cambiarle las s�banas, cuando me encontr� con la cama perfectamente
arreglada y vac�a. Por unos momentos, me convert� en estatua de sal(ya que la
s�lo la noche pasada no le hab�a visto por tener el d�a libre). Luego fui a ver
a Celia y me contest� que algo hab�a pasado, pero que no sab�a m�s. Pensando que
por fin se hab�a curado, sonre� enormemente y me dije que en cuanto le viese
fuera del hospital le dir�a mi plan de abandonar a Luis para casarme con �l.
Absorta en mis pensamientos, no me di cuenta de que una mujer me llamaba a lo
lejos. Luego s� lo percib� y fui hacia ella.



-�Es usted Menchu?.



-S�, yo soy. �Qui�n es usted?.



-Soy Paz, la madre de Alberto.



-�Dios m�o!. Alberto me ha hablado much�simo de usted. Siento
que la conozco desde toda la vida. �Qu� hace aqu�?. Su hijo ya se fue del
hospital.



-Vengo a entregarle esto-dijo secamente-.



Paz me entreg� un sobre que pon�a "A Menchu", sin m�s. Abr�
la carta y le� el contenido, el cual nunca podr�a olvidar en toda mi vida:


Al amor de mi vida:



Cuando leas esta carta, yo ya me habr� ido



Con el sentimiento cierto, de haber sido querido



De haber conocido a una persona extraordinaria



Que ha sido mi gran y �nica beneficiaria



Que supo darme el cielo para hacerme saber que exist�a



Para cuando llegase el momento, irme con alegr�a.



Porqu� me diste el cielo y me hiciste re�r



Abandono este mundo totalmente feliz



Porqu� vuelvo a lo que una vez conoc�



Menchu, mi amor, vuelvo a ti.



�


Siempre tuyo para toda la vida, Alberto.


�



Fue leerla y derrumbarme. No pude si no enloquecer de ira y
de rabia, y llorar con todas mis fuerzas, rogando al cielo para que no fuese
verdad que Alberto se hubiera ido. Tuvieron que cogerme entre varios camilleros
y sedarme para calmarme. Despert� a las pocas horas en una camilla, con Luis
delante de m�, con mirada preocupada. Intent� saber lo que me hab�a pasado, pero
solo le dije tres palabras: "Quiero el divorcio". Se qued� patidifuso, y m�s aun
cuando le cont�, con pelos y se�ales, todo lo que Alberto y yo hicimos en
nuestra relaci�n, pero al final le hice saber el verdadero motivo: Luis y yo ya
no nos am�bamos. R�pidamente me lo concedi�, sin esc�ndalos ni problemas. Y mi
vida no fue la misma despu�s de aquello.



El principal cambio lleg� exactamente dos meses despu�s de la
muerte de Alberto. Unos mareos me hicieron ir al m�dico y me dijeron algo que ni
siquiera imagin�: estaba embarazada, de tres meses. Aquello fue soberbio e
inesperado, pero no fue el �nico cambio. Me aficion� a todos los deportes de
riesgo y me apunt� a todas las acampadas de monta�a. Aprend� a vivir la vida tan
intensamente que a veces lloraba por lo que hab�a tenido que pasar para que
aquello ocurriera, y en una de esas acampadas, conoc� al que se convirti� en mi
apoyo moral y espiritual, Michael, un guapo californiano que supo amarme de
verdad, y al que amo con todas mis fuerzas.



Desarroll� tambi�n unas profundas creencias espirituales,
pero no religiosas. Creencias que comparto con Michael, y al que no guardo
ning�n secreto. Sabe mi pasado con Alberto y se enorgullece de que le amase
tanto y le hiciera tan feliz antes de su muerte. Es m�s, desarroll� la
convicci�n de que Alberto me espera en el M�s All�, aguardando a reunirnos(y a
Michael no le importa, es m�s, lo acepta sin reservas, aludiendo que no
estaremos juntos los dos, si no los tres, como una unidad imposible de separar).
No pasa un d�a sin que lo recuerde, y su hijo Alberto, que Michael ha aceptado y
criado como si fuera suyo, es el vivo retrato de su padre.



Muchas tardes las paso sola paseando, o a veces con Michael,
que me abraza y consuela como solo �l sabe hacerlo, pero de cualquier forma, me
es imposible no llorar al ver una puesta de sol, recordando aquel amor que viv�,
que me dio la vida de nuevo. En ese momento siento que Alberto est� a mi lado, y
s� que alg�n d�a lo volver� a ver, y que de nuevo, volveremos a estar juntos�



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