Relato: FELICIANO FELICIANO
Estamos almorzando, en silencio, lo miro a Pablo y no puedo mantener la mirada, la verg�enza me carcome el alma, estoy sucia, siento mi concha llena de leche, chorreando y mojando mi ropa interior, he pecado, he traicionado a mi esposo, al hombre de mi vida, y no solo eso, tambi�n a Priscila, mi mejor amiga, mi confidente.
No soporto la situaci�n, no tengo valor, le digo que me siento mal, que me duele la cabeza, que no se preocupe, que termine tranquilo, me levanto, paso mi mano acariciando sus cabellos, beso su frente y voy al cuarto.
Me recuesto, de costado, hecha un ovillo, cierro los ojos tratando de ahogar las l�grimas que pugnan por salir, mi mente empieza a recordar todo desde el primer d�a�
Por un lado mi marido, un buen hombre, trabajador, que nunca me hizo faltar nada, trabaja duro para que yo pueda darme demasiados gustos, es empleado en un comercio, ya cumplimos ocho a�os de matrimonio y me dio dos hijos. Es muy buen cocinero, es su hobby y suele sorprenderme con exquisitos platos.
Por otro lado siento que el problema es que con �l me aburro en la cama, es muy tradicional, muy predecible, siento que no tiene chispa, no tiene inventiva. Tal vez el problema fuera yo, que se yo. Lo cierto es que mis relaciones sexuales no eran buenas, rara vez consegu�a un orgasmo y nuestras frecuencias no coincid�an, para �l una vez a la semana era suficiente, yo hubiera preferido una raci�n diaria.
Lo cierto es que no me animaba a hablarlo con �l, error, preconceptos femeninos�
Por el otro Priscila, mi amiga, m�s que amiga una hermana, nos conoc�amos desde la infancia y entre nosotras nunca existieron los secretos, nos cont�bamos absolutamente todo, incluso ella sab�a lo que pasaba en la intimidad con mi marido. Ella por su lado, est� casada con Feliciano, del que siempre se quejaba por mujeriego, una y otra vez ven�a a mis brazos llorando porqu� lo descubr�a enredado con alguna mujerzuela y cuando yo le aconsejaba que lo deje ella siempre respond�a lo mismo: �es que en la cama es un animal�
Priscila me contaba su intimidad con Feliciano, que le hac�a esto, que le hac�a lo otro, que su verga era enorme, que la hab�a cogido en tal lado, � en tal otro, que aguantaba como un toro, no s� cuantas cosas, lo cierto es que yo me desvelaba ante sus historias y siempre terminaba con la concha inundada�
Lo cierto es que Feliciano y yo ten�amos un secreto, hac�a a�os que nos escrib�amos por correo electr�nico, luego pasamos a secretos de whatsapp, para m� era solo un juego y la privacidad entre ambos era fundamental, muchas veces nos encontr�bamos los cuatro y nosotros dos nos entend�amos solo con las miradas, el me iba tanteando para ver c�mo reaccionaba yo, y daba un paso tras otro, lentamente, calculaba todo para no pisar en falso y lo cierto es que me gustaba dejarme seducir.
Los textos entre ambos fueron subiendo de tono, las palabras sexistas se cruzaban, nos �bamos en amagues hasta que tiempo atr�s est�bamos chateando y nos escribimos lo siguiente:
- Puedo tener tu confianza? Podr�as guardar un secreto?
- Creo que ya te he demostrado que puedo ser seria�
- Quiero regalarte algo, pero jam�s deber�n enterarse ni mi esposa ni tu marido, ok?
- Qu� es?
- Secreto, a las mujeres les encantan los regalos y no pueden esperar�
Era cierto, me dej� intrigada, y la incertidumbre dur� un par de d�as, sabiendo que estaba sola pas� por casa y me dej� un regalo, �estoy apurado, voy de paso��
Fui adentro, en un rato llegar�a en micro del colegio trayendo a los chicos, abr�a presurosa la caja y que sorpresa� hab�a un consolador grande como una botella de gaseosas de esas de medio litro, una sorprendente imitaci�n masculina, hasta bolas ten�a! y con una base que me permit�a adherirlo a cualquier parte, con una nota que dec�a: �cuando lo uses piensa que soy yo, si�ntelo como si fuera yo, puedo hacerte feliz�.
Y la verdad es que en secreto comenc� a utilizarlo, me gust�, me daba demasiado placer, poco a poco casi sin darme cuenta prefer�a la autosatisfacci�n con ese juguete a tener relaciones con mi esposo, la figura de Feliciano me asaltaba en los sue�os y no pod�a apartar mis pensamientos de �l, y todo cerraba, Pablo que segu�a ajeno a todo, Priscila que me segu�a endulzando los o�dos con sus historias y los escritos de Feliciano que me cercaban cada vez mas� no pude resistirlo�
Fui yo quien le mand� el correo, pidi�ndole que esta ma�ana viniera a casa, us� los secretos que mi amiga me contaba en beneficio propio, me depil� porque a �l le gustaba, us� lencer�a roja porque a �l le gustaba, recog� mi cabellos porque a �l le gustaba, me puse tacos altos porqu� a le gustaba�
Cuando lleg� fuimos al grano, ambos sab�amos para que nos hab�amos encontrado, luc�a maravilloso, perfumado, apuesto, elegante y yo lo recib� casi desnuda, fui directo a apretarle la verga, pero �l me separ�, haci�ndome entender que iba muy r�pido.
Me pregunt� si a�n conservaba el juguete, que quer�a ver como lo usaba, as� que fui al lugar donde lo ten�a escondido y volv� con �l para sentarme frente a frente, Feliciano entonces vino a mi lado y sac�ndose la corbata me dijo:
- Cierra los ojos
Tras lo cual pas� la seda por mi cabeza, ajustando el nudo por atr�s, de manera que mi vista quedara totalmente anulada, el notarme totalmente privada de mi visi�n hizo que mis otros sentidos estuvieran en alerta, que oliera diferente, que escuchara diferente, tratando de adivinar cada paso, me excit� de tal manera que mi intimidad se mojaba de repente, luego agreg�
- Quiero que imagines que soy yo, quiero que me muestres como lo lames�
Le hice caso, no sab�a d�nde estaba, ni que hac�a, solo sab�a que me miraba con atenci�n, as� que tom� el juguete y le di la mejor lamida que pude, en mi mente yo chupaba su verga, pasaron unos pocos minutos, yo ard�a en llamas, sent� sus pasos alejarse y luego abrirse la puerta del refrigerador, no dije nada, me intrigaba. Luego sus pasos volvieron a m�, sent� su mano sobre mi quijada y mientras segu�a lamiendo el juguete dej� colar un delgado hilo de leche fr�a, ah� descubr� que buscaba en la heladera�
- Te gusta? � pregunt�
Excitada asent� con la cabeza, entonces dej� caer mas y mas, intencionalmente la hizo rebalsar, el fr�o l�quido corri� por mi piel, por mi garganta, por mi pecho, por mi vientre, sent� mojarme toda, sent� la delgada tela de mi sost�n y de mi tanga adherirse a mi piel, imagin� traslucir mi intimidad, el estar�a notando mis pezones endurecidos por el fr�o a trav�s de la tela, mis labios depilados seguramente estar�an visibles, escalofr�os corr�an por mi cuerpo, me congelaba por fuera, herv�a por dentro, casi susurr�ndome al o�do dijo:
- No dejes de chuparlo, quiero ver c�mo te masturbas, acaricia tu piel, juega con tus pezones, toca tu entrepierna�
As� lo hice, con mi mano libre acarici� mi piel, jugu� con mis pezones toqu� mi entrepierna�
Mi piel estaba mojada, mis pezones eran dos botones ocultos por el sost�n, los liber� sabiendo que �l estar�a mirando mis pechos, abr� mis piernas, mi mano se deslizaba ahora bajo el frente de la tanga, mi cl�toris parec�a estallar, me masturb� con frenes�, con dos dedos en el interior de mi concha, apretando r�tmicamente mi botoncito con la palma de la mano, grit�, explot�, tuve un terrible orgasmo y el pr�cticamente no me hab�a tocado, sencillamente solo eso ya era mas de todo lo que propon�a mi marido�
Me tom� del brazo, a ciegas supe que me condujo al dormitorio, algo hizo, le tom� unos instantes, luego sac� mi sost�n y mi bombacha, qued� ciega y desuda, a su merced, solo con mis zapatos de tacos altos, estaba caliente esperando su nueva propuesta, me estremec� cuando sus labios sellaron los m�os, cuando su lengua se entrecruz� con la m�a, cuando sent� su piel caliente apoyando a la m�a, cuando mis pezones sintieron su pecho desnudo, cuando mis nalgas recibieron las caricias de sus grandes manos, cuando mi mano se pos� sobre su duro miembro�
- Necesit�s un hombre de verdad � volvi� a susurrarme
Fueron sus palabras mientras me hac�a flexionar mis rodillas de manera que estaba bajando mientras hac�a equilibrio sobre mis tacos, me ten�a de �l, a ciegas me notaba torpe, insegura, hasta que mi concha desnuda top� contra algo, lo tom� con mi mano y entend�, el consolador estaba adherido al piso, lo acomod� y el presion� suavemente haciendo que se introdujera en mi concha, entr� hasta donde pude flexionar, hasta que mis mulsos tocaron contra mis pantorrillas�
- Abr� las piernas, acariciate esa concha pelada y movete sobre el juguete
Era perverso, me hac�a desear y me encantaba, sent� su aroma �ntimo, su verga estaba muy cerca de mi olfato, pod�a olerlo, hice lo que me pidi�, mi boca ser�a sorprendida con su carne caliente, realmente era grande, demasiado grande, me costaba hacer todo al mismo tiempo, comer el juguete mientras hac�a equilibrio sobre los tacos, masturbarme y lamerle la verga�
El me acariciaba el cabello, su pija era terrible, apenas pod�a rodearla con mis labios, estaba hecha una perra, gem�a con la respiraci�n entrecortada, sub�a y bajaba mis caderas con ritmo penetr�ndome con el consolador, me sent�a invadida por ambos lados, mi sexo clamaba un segundo orgasmo, mi lengua h�meda percibi� el sabor inicial de su esperma, ese juguito previo, se la quer�a seguir lamiendo pero �l se retir� dej�ndome confundida, pronto mis pechos recibieron su leche caliente, hirviendo, quemando mis piel, con una mano apret� mis pezones mientras �l segu�a largando semen, con la otra apret� mi cl�toris y me sorprend� al tener mi segundo orgasmo de la ma�ana, era impensado para mi tener dos orgasmos seguidos y era la primera vez que lo consegu�a en esa extra�a posici�n�
Mis piernas cedieron, me hab�a acalambrado, las gotas de transpiraci�n brotaban de mi cuerpo, el me tom� de la mano y me tir� sobre la cama, tomando una posici�n activa me cogi� nuevamente, se verga era hermosa, impresionante, me llenaba por completo y a pesar de que hac�a instantes me hab�a llenado de leche estaba nuevamente dura como piedra.
Luego de varios cambios y que mi concha largara interminables orgasmos el insisti� que para que me tocara nuevamente, segu�a sin poder ver, estaba entregada a ese hombre.
Me coloc� sobre �l, con mis pechos sobre su pecho, con mi concha llena de su carne, con mi cola hacia el techo, un escalofr�o corri� por mi espina dorsal cuando lo sent� aplicar gel fr�o sobre mi ano, adivin� sus intenciones, pens� que me la quer�a dar por la cola, pero volver�a a sorprenderme�
Con una mano me sosten�a por la espalda, con la otra jugaba en mi colita, solo que lo hac�a con el juguete
- Par�! Par�! No quiero� es muy grande�
- Shhh! tranquila, confi� en mi� no ir� mas lejos de lo que t� me permitas, solo jugar� en la puerta�
- No! no! par� me duele� despacito�
Lo cierto es que era muy dulce, acall� mis reproches llevando mis labios contra los suyos, me cog�a tan rico!. El presionaba con calma, pero con insistencia, al principio iba bien, pero me daba cuenta que no cejar�a en su intento, mi esf�nter iba cediendo, me dol�a, me encantaba, conten�a la respiraci�n, exhalaba con fuerza, su verga me llenaba y por m�s que trataba de frenarlo insist�a con el juguete, mi culo se dilataba como nunca antes, al fin el maldito se sali� con la suya, apenas pas� la cabeza la pija pl�stica se enterr� hasta el fondo, clav� mis garras en su pecho arque�ndome de placer�
Ya no ten�a fuerzas, ya no ten�a orgasmos para regalar, lo dej� hacer, cogi�ndome por delante con su verga, cule�ndome por detr�s con el juguete, era la primera vez que me sent�a doblemente penetrada, era la primera vez que mi esf�nter ten�a juego sexual�
Feliciano explot� en mi interior, su miembro pareci� estallar, su leche me inund�, fue el placer supremo�
Hab�amos terminado, el retir� la corbata que cubr�a mis ojos, volv� a la realidad, nos besamos apasionadamente por largos minutos, pero hab�a cosas que hacer y el tiempo pasaba, mi concha y mi culo estaban adoloridos, la cama estaba toda revuelta y el piso del comedor lleno de leche, el me ayud� y cuando todo estuvo en orden me despidi� con un beso.
No hab�a tiempo para una ducha, me higienic� lo mejor que pude, me puse perfume para tapar mi pecado y retom� mi d�a.
Escucho a Pablo acurrucarse a mis espaldas, me abraza, finjo estar dormida, la imagen de su rostro se presenta en mi mente, tambi�n la de mi amiga Priscila, me acusan, soy mala amiga, mala esposa, es duro ser infiel�
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Relato: FELICIANO
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