Relato: La amiga ciega
La amiga ciega
Aquella chica era muy agradable, pero era ciega.
Sandra era una compa�era encantadora, todo el mundo de la
clase le apreciaba, habl�bamos frecuentemente de asuntos de la clase y hasta
tom�bamos alguna cerveza con ella en el bar de la facultad. Pero no, no todo era
perfecto, llegado un momento la gente no iba a m�s. Sandra era ciega y tal vez
ese hecho, de forma involuntaria nos retra�a. Nadie lo confesaba, pero en las
excursiones que a veces se hac�an, nunca Sandra estaba entre los presentes,
nadie le invitaba a ir a animar al equipo de rugby de la facultad, y por
supuesto ning�n chico se hab�a atrevido a insinuarse.
Tal vez yo era la persona que m�s contacto ten�a con ella,
pues sol�a coincidir en el autob�s que nos llevaba a nuestras casas, viv�amos
relativamente cerca. En esos casos la conversaci�n siempre se dirig�a hacia
temas docentes, que si este problema ten�a soluci�n o que si era necesario otro
tipo de calculo, Sandra era muy buena con ese tipo de cosas, y eso que no
dispon�a de los recursos que los dem�s ten�amos.
Un d�a, era un viernes oto�al, el autob�s ya estaba en la
parada, vi que Sandra ven�a un poco retrasada y le inste a ir m�s r�pido, que si
no el autob�s se iba. Ella se par� y me mir�, obviamente no me ve�a, pero
claramente me estaba mirando, me acerque a ella con la intenci�n de apremiarla.
Dame la mano, que as� podemos ir m�s r�pido.- Le suger�
Mira, ya estoy harta de ir corriendo a todas partes, hace
un d�a muy bueno, porque no vamos a pasear. No quiero meterme tan pronto en
casa.
Realmente el d�a era magnifico, la tarde era soleada, y los
parques que rodeaban la Universidad estaban preciosos. Una chica guapa quer�a
pasear conmigo, pues Sandra no era fea, y yo felizmente no ten�a otra opci�n mas
que aceptar y dejar que el autob�s se largar� con su carga de fea gente gris.
Fuimos andando, ella se cogi� discretamente de mi brazo, as�
evitaba tener que desplegar el bast�n blanco que sol�a llevar en su bolso. La
estampa era curiosa, un chico y una chica con pinta de universitarios progres,
tal era el atuendo que us�bamos los estudiantes en aquella �poca, cogidos del
bracete como un matrimonio bien avenido.
Intente llevar el tema de conversaci�n hacia las asignaturas
que recib�amos, pero ella sonrientemente me llamaba la atenci�n una y otra vez
sobre las cosas que nos rodeaban, las hojas ca�das, el agradable calorcito de la
tarde, los olores, en fin sobre una serie de cosas que sonaban un poco rid�culas
y t�picas pero que descritas por ella me parec�an nuevas y sugerentes.
Al final llegamos a una zona donde el parque ten�a unas
praderas en fuerte pendiente. Era un sitio magn�fico para tumbarse y tomar los
�ltimos rayos de sol de la tarde. Le dije que se sujetase bien a mi brazo y que
tuviese cuidado. Ella agarr� mi mano de una forma especial, otras veces ya se
hab�a cogido a mi mano, cuando sub�a al autob�s o cosas as�, pero esta vez note
un calorcillo especial y sus dedos transmit�an algo que no quise darme por
enterado. Al final obviamente resbalamos o nos tiramos en la hierba y ella cay�
a mi lado. La sujete por la cintura, me di cuenta que ese cuerpo que tantas
veces hab�a visto, y que tantas veces hab�a ignorado, estaba muy bien. Ten�a una
cintura bastante fina, unas caderas insinuantes, bien marcadas por los ajustados
pantalones vaqueros. Ella se arrim� m�s aun, sus pechos se aplastaban contra mi,
una de mis manos se deslizo hacia su espalda, bajo por su columna y se detuvo en
el culo de mi amiga ciega. Los labios de Sandra recorrieron mi cuello, y la
barbilla hasta que llegaron a mi boca. �Joder! Me hab�a liado con la ciega.
Ri�ndose y contenta ella se sent� encima de mi. Su pubis y mi
bajo vientre estaban enfrentados, y supongo que ella con su aguda sensibilidad
ya habr�a notado el estado de erecci�n de mi pene. Adem�s mientras sus manos
recorr�an mi cuerpo, se met�an por debajo de la camisa, y me sobaba suavemente,
agudizando mi excitaci�n. Las gafas oscuras que siempre llevaba se le hab�an
ca�do, y mi mirada se hund�a en sus ojos, unos ojos normales, casta�os, pero que
parec�an ausentes, como independientes del resto del cuerpo ansioso de Sandra.
Casi me corro en ese momento, que morbo.
La tarde estaba cayendo, y el fr�o se notaba. Sandra y yo
dejamos de meternos mano, bueno de meterme ella mano, era una fiera. Nos
levantamos y agarrado por la cintura y con cara de tontos, nos fuimos para coger
el inevitable autob�s, que nos llevar�a a nuestras respectivas casas. En el
autob�s, sentados juntos, ella no dejaba de intentar meterme mano en el paquete.
No se si daba cuenta que est�bamos rodeados de gente, o a lo mejor si que lo
notaba, pero ella no cejaba en su empe�o. Yo me tuve que poner la chaqueta en el
regazo pues aquello era un esc�ndalo, incluso ya casi me enfado cuando ella
agarro la cremallera con sus h�biles dedos y quer�a baj�rmela.
Le propuse irnos a tomar unas �ltimas ca�as, pero ella salida
como estaba, me invit� a su casa. Sus padres se hab�an ido el fin de semana de
viaje, y estaba sola. Por un momento volv� a pensar en Sandra como una pobre
invidente, y no pod�a concebir como sus padres le dejaban sola, a una pobre
ciega. Un apret�n en mis huevos de aquella obsesa de veinte a�os me despert�,
record�ndome la naturaleza real de mi amiga y me hizo aceptar encantado el plan.
Subimos a su casa, incluso p�caramente estuvimos esperando
medio escondidos en un rellano a que una vecina pasar�.
Es una cotilla esa bruja, y es capaz de contar cualquier
cosa.- Me explico, para luego de puntillas darme de forma certera un beso
mordisco en la oreja.
Entramos en el piso, una casa normal �C�mo son lasa casas de
los ciegos? pues eso normales, hasta con l�mparas, aunque a Sandra no le hac�an
falta, ella me las iba encendiendo en deferencia hacia mi, que me hac�a falta
ver para andar.
Mientras ella met�a una pizza congelada en el horno, y sacaba
unas bebidas, todo mi bonito amor empez� a resquebrajarse. �Qu� estaba
haciendo?�Me estaba liando con ella porque me daba pena? Seguro que la pobre no
hab�a follado nunca. �Ser�a virgen? Yo nunca hab�a desvirgado a una t�a. Las
pocas que me hab�a follado, ya lo hab�an hecho antes. Seguro que esta t�a
despu�s me echa el lazo, y yo toda la vida casado con una minusv�lida. Mi pene
estaba bajo m�nimos ante tan grises presentimientos. Tampoco pod�a salir
corriendo sin m�s, el lunes la iba a volver a ver, ella no me iba a ver pero si
que iba a saber que yo estaba all� y bueno�.que l�o.
La aparici�n de Sandra me quito todas las dudas, la tentaci�n
estaba all�, ante mi. Se hab�a quitado el jersey, la camiseta que llevaba debajo
marcaba unas tetas, que yo ya hab�a sopesado en el parque pero que ahora estaban
dici�ndome que me las comiera, puse mis manos sobre ellas, Sandra me las aferro
por las mu�ecas inmoviliz�ndolas, y empez� a moverse cadenciosamente, sus tetas
eran las que sobaban las palmas de mis manos y no al rev�s, notaba a trav�s de
la tela del sost�n y de la camiseta sus pezones turgentes. No me pude contener,
me libre de sus manos, y la sent� en un sill�n a la par que le intentaba
desnudar. Ella se quito los pantalones y las bragas, me arrodille delante de
ella y hund� mi cara en su pubis, Sandra puso sus piernas, rematadas en unos
pies aun envueltos en calcetines blancos de deporte, sobre mis hombros y
permiti� que mi lengua la explorara.
Lam�a �vidamente su vulva, ol�a su olor de mujer en celo,
sent�a como sus carnes h�medas temblaban ligeramente bajo mi boca, cerr� los
ojos, no hab�a nada que ver, y si mucho que sentir, Sandra emit�a peque�os
gemidos de satisfacci�n mientras sus manos me apretaban la cabeza contra su
co�o, su cl�toris ard�a y yo lo iba a poner en llamas. El olor de la pizza
quem�ndose nos corto el rollo.
Entre risas y arrumacos nos comimos la comida medio
carbonizada, pero la visi�n de Sandra �nicamente vestida con la camiseta y los
calcetines me hizo abreviar la cena. La agarre por el culo, ella trepo a mi como
una cr�a de mono, y medio llev�ndola en brazos, me indico el camino del
dormitorio de sus padres, la cama era m�s grande me dijo. Seg�n entre, sin
encender la luz, me lleve por delante una silla, entre carcajadas de mi chica,
la cual dec�a que no me quejar� que a ella le pasaba varias veces al d�a cosas
similares. Ca�mos cual fardos en el lecho, y ella sin perdida de tiempo me
desnudo. Sus manos me recorr�an incansable, me reconoc�an y exploraban,
encontraba que aquello era excitante, y me tumbe boca arriba dej�ndole hacer su
trabajo. Sus dedos pellizcaban, acariciaban, andaban sobre mi, descubr�an zonas
que me hac�an temblar, y eso que aun la expedicionaria no hab�a llegado a�n a mi
entrepierna. Al final sus manos encontraron mi polla, las yemas de sus dedos la
rozaban tenuemente, notaba como llegaban al glande, el cual deb�a estar
amoratado del calent�n que yo llevaba encima.
Que caliente esta, esta polla. Como se te marcan las
venas, creo que necesita vaciarse, pero a�n vamos a darle un poco m�s de
presi�n- Me susurraba lasciva, llevando sus labios alrededor de mi pobre
miembro.
Yo ya no sabia si eran los labios, los dedos, la lengua, o
las suaves mejillas de Sandra las que me estaban excitando, pero aquello estaba
muy bien. Encima de mi, a poca distancia estaba el cuerpo de mi torturadora, mis
manos acariciaban unas tersas nalgas, y hac�an peque�as excursiones a un
vellosos y h�medo pubis. Logre farfullar-
�Quieres follar? Creo que tengo alg�n cond�n por ah�- La
idea de que tal ser�a lo de desvirgarla por un lado me atra�a y por otra
parte me preocupaba un poco
Ella dejo descansar a mi polla y se dio la vuelta, empez� a
ensalivarme la oreja, mientras me instru�a.
Si, quiero que me folles, y que mientras me follas, me
hables, me llames lo que tu quieras llamarme, quiero o�rte, decirme
guarradas, insultarme-
�Eres una puta virgen, o ya te han jodido antes?- Dije no
muy ingeniosamente, en verdad no se me ocurr�an muchas obscenidades, uno no
tiene mucha imaginaci�n.
Ella se puso, o eso me pareci�, un poco seria, dejo de
babearme la oreja y sobarme el ombligo, que tambi�n estaba siendo atacado.
Bueno, si, un tipejo, era tambi�n ciego, me echo un par
de polvos, pero se corr�a y ya estaba, no fue muy agradable-
Pero �d�nde esta el cond�n? Yo nunca he puesto uno, aquel
tipo me foll� a pelo, y encima estuve acojonada por si me quedaba pre�ada-
Prosigui� ya m�s animada.
Respir� tranquilo, un problema menos, y logre encontrar el
pantal�n donde en alg�n bolsillo un preservativo so�aba el sue�o de los justos
desde hace tiempo, por menos de nada estaba caducado. Bueno, no parec�a estar
mal, ya esta, polla enfundada.
Ella recorri� de nuevo mi pene palpando su envoltura, y su
boca termino de ajustarlo, despu�s su lengua recorri� mis test�culos, nuevas
sensaciones me llegaban, por favor montate, que me corro, pensaba.
Ella se subi� encima de mi, d�ndome la espalda, ya se hab�a
desnudado del todo, por lo que pude tocar, pues segu�amos a oscuras, y casi no
llegaba luz por la ventana. Empez� a moverse suavemente, yo me incorpore un
poco, lo suficiente para lograr alcanzar con la punta de mis dedos sus senos.
Ella se reclino un poco m�s hacia atr�s. El olor de su cuerpo, un olor joven y
caliente me hacia sentirme un canalla, y record� sus deseos.
Que puta,�Te gusta? Fr�tate, fr�tate en mi, hasta que te
corras, luego ya te la meter� por el culo, y ah� si que te reventar�.- Le
susurraba, sinti�ndome un poco rid�culo al decir aquellas frases.
Sandra parec�a estar en la gloria, estaba pose�da de pasi�n,
se tocaba las tetas y se retorc�a encima de mi, casi violentamente, al tiempo
que no paraba de hablar.
Quiero que todos me foll�is, todos, los t�os, las t�as,
los profesores, hasta los bedeles viejos y sucios, quiero que me jod�is, ya
estoy harta, mi co�o quiere rabos.
Yo mientras dejaba que hablase, suficiente ten�a con estar a
la altura de las circunstancias, adem�s me gusta follar calladito, pero desde
luego aquellas digresiones pon�an caliente a cualquiera.
Al final nos corrimos, ella a�n quer�a mas, se agarraba a mi
cuerpo como pidi�ndome que la rompiese en pedacitos. De sus ojos inermes note
como sal�an unas pocas l�grimas, que enjuague con mi lengua. Nos quedamos
dormidos abrazados, mis dedos abarcando uno de sus pezones y mi otra mano en su
vientre.
Cuando ha amanecido, ella segu�a durmiendo, una bonita luz
entraba filtrada por los visillos, esta medio destapada, me he dedicado a
mirarla, sin atreverme a tocar sus suaves curvas, a�n as� ya se me ha puesto
tiesa la polla, no me he atrevido a despertarla, me he ido al ba�o, me he
masturbado pensando en ella, mi mano no es tan agradable como la suya. Sandra
esta tan cerca y tan inaccesible, me he vestido y en silencio me he ido a casa.
All� mis padres cuando he llegado me han mirado con cara de reprobaci�n, al
menos no huelo a alcohol, seguro que preferir�an a que me hubiera emborrachado a
que me haya tirado a una ciega.
La vida contin�o, estuvimos saliendo un tiempo, y follamos
varias veces, bien a gusto por cierto. Ella yo creo que a ra�z de esta historia
fue m�s abierta, se integr� m�s en el grupo, al final sal�a con todos y hac�a
una vida muy normal. Un d�a me dijo que pasaba de m�, que conoc�a otro t�o y que
se hab�a enrollado con �l.
Han pasado los a�os, yo trabajo de profesor en la facultad y
ella esta empleada en una empresa de desarrollo de programas, esta muy
considerada y mejor pagada. Alguna vez hemos coincidido en reuniones t�cnicas o
congresos. La �ltima vez en una pausa entre conferencias se acerco a mi, estaba
esplendida, los a�os a�n la hac�an a�n m�s deseable, mientras tom�bamos un caf�,
ella me confeso que de los hombres con los que se hab�a acostado, y sospecho que
hab�an sido m�s que dos, yo era el que mejor lo hab�a hecho. Una leve esperanza
se ha apoderado de mi, se me han aparecido perspectivas de placer inmenso. Ha
llegado una compa�era de su trabajo, le comenta que la reuni�n va a volver a
empezar, Sandra se agarra a su brazo y su amiga le roza el culo suavemente,
gui�ndola de forma sutil, apart�ndola de m�. Creo que nunca sabr� tocarla de
forma adecuada.
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Relato: La amiga ciega
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