(Una experiencia real)
Hacía poco que la había
hecho descubrir el enorme placer que su delicioso cuerpo escondía.
Cuando no estábamos besándonos o acariciándonos, nos
dedicábamos a estudiar ¿O era al revés?. Bueno, el
caso es que disfrutábamos de andar por la calle abrazados, ella
estrechándome con sus brazos, con más fuerza que antes. Se
podía decir que había ahora en ella un sentido de posesión
y de pertenencia. Nuestras manos, sin tocar zonas íntimas, transmitían
mucho, las sensaciones eran tan excitantes como cualquier toque íntimo
que nos pudiéramos procurar.
Recuerdo que tan solo mi forma
de acariciar sus manos la podían poner a cien por hora. Dejaba escapar
unos suspiros que fácilmente podían hacer voltear la cabeza
de cualquier persona alrededor.
Clásicamente nos encontrábamos
antes de clases en la universidad, nos sentábamos juntos en todas
las clases, salíamos juntos a almorzar, la mayoría de veces
en compañía de amigos y luego por la tarde o la noche la
acompañaba en el autobús a su casa.
Solíamos sentarnos juntos
o si yo quedaba de pie, ella se aseguraba de sentarse a mi lado para poder
abrazar mis piernas o mi cintura. Yo disfrutaba maliciosamente de excitarla
solo acariciando su cabello negro, su rostro, su nuca o sus hombros. Mis
caricias eran muy sutiles, no llamaban la atención de nadie, pero
ella comprendía perfectamente lo que significaban. Sabía
que al llegar a su casa irremediablemente la tomaría entre mis brazos
y la haría perderse junto a mí.
Algunas veces cuando mi mirada se
clavaba en sus ojos color caramelo, ella procuraba esquivarme, pero yo
persistía mirándola, hasta que con un hilo de voz y sonrojándose
diría - No me sigas mirando así por favor...
Por qué? - interrogo adivinando
la respuesta.
Me pones nerviosa- dice sin mirarme-
me haces sentir que me traspasas.
Conociendo mi influencia sobre ella
continúo mirándola - Y eso te hace sentir nerviosa? -sigo
mirándola sin parpadear.
Me haces sentir... como si estuviera
desnuda - contesta tímidamente excitada.
Y abrazándome, hunde acomoda
u cabeza en mi hombro para cubrirse de mirada. Puedo sentir claramente
su respiración agitada y el latir acelerado de su corazón
contra mi pecho.
Era increíble sentir ese
poder. Podía excitarla a mi antojo, en cualquier momento, en cualquier
lugar. Cuando alguna vez me dijo que mis ojos y mi presencia varonil le
llamaron la atención cuando me conoció, nunca imagine que
esa mirada sería capaz de actuar como un gatillo para encenderla.
Gracias a Dios eso no ha cambiado un ápice a pesar de los años.
Nos bajamos a duras penas del tumultuoso
bus. Yo detrás de ella para prevenir que algún payaso se
sobrepase tocando sus generosas nalgas. Al apearnos, ella me mira agradecida
por mi gesto de caballero. Sonrió pensando en que soy yo el que
quiero sobrepasarme con ella. Tan inocente, pero tan arrebatadora. Si tuviera
la menor idea de como me hacer perderme...
Llegamos finalmente a su casa y
bajo el portal oscuro nos entregamos a las caricias. Poco a poco nuestras
manos se atreven a llegar más allá, a explorar nuevos límites.
De pie, pegado a ella beso su cuello, su escote, mientras mis manos se
meten por debajo del brassiere y su apretado pantalón. Sus glúteos
tiemblan bajo mis dedos y sus manos estrujan mi espalda, mi pecho bajo
la camiseta. Me toca con efusividad. Su tacto ya no es tan tímido
como antes. Toca mostrando con pleno derecho, como una ama pasando revista
a sus posesiones. Yo gozo de ello y adrede tenso mis músculos bajo
sus dedos. Una sonrisa se nota en sus labios a pesar del profundo beso,
yo sonrío también.
Ahora, cuando queremos frotar nuestros
cuerpos para darnos mutuo placer, no nos andamos con rodeos. Buscamos el
apoyo de una pared, los ángulos de nuestros cuerpos, las piernas
entrelazadas los apretones furiosos tratando de compensar la barrera que
significan nuestras prendas. Mi mano desciende descaradamente por debajo
de su pantalón deslizándose a lo largo de la raja de su culo.
La mano me duele por la incomodidad causada por la prenda, pero continúa
su inclemente avance. En el preciso momento que estoy besando su pezón
que he logrado descubrir por encima de la copa de sus brassiere, mis dedos
tocan por primera vez la humedad de su entrepierna rodeada de vellitos
sedosos. Ella se sobresalta, pero restriego mi pierna con firmeza contra
su pubis. Ella se abandona a las sensaciones, moviendo rítmicamente
su pelvis contra mi muslo. Prácticamente la tengo suspendida en
el aire contra la pared fría. Podría introducir mi dedo medio
en su vulva jugosa y caliente... pero me contengo y simplemente acaricio
los labios menores suavemente. Sus jadeos se hacen incontrolables, lo cual
me enerva aún más. Me aprieta más hacia ella. Mi dedo
está alojado a lo largo de la hermosa rendijilla que dejan los labios,
precisamente cubriendo la entrada a su virginal florecilla pero sin penetrarla.
Ella lo sabe, entiende que no deseo invadir su intimidad así, y
me lo agradece, y confiando en mi, frota su vulva a lo largo de mi dedo.
Puedo sentir que al retroceder su culo hacia mi mano la punta de mi dedo
medio choca con su clítoris turgente, ella de sobresalta y repite
el movimiento, la incito a que continúe y así lo hace. El
vaivén ansioso esparce sus jugos por toda la palma de mi mano derecha.
Hago una nota mental de empezar a usar el reloj en la mano izquierda de
ahora en adelante...
Ahora es el turno de ella. Sigue
frotando la vulva contra mi mano bañada en sus secreciones. Siento
sus labios congestionados y su ano apretadito sobandose contra mis dedos.
El calor de sus nalgas quema mi mano. Su ritmo se acelera. Sus dientes
muerden mis labios. Se cuelga de mi cuello y me enreda con una pierna.
Entonces sucede... su cuerpo se
aprieta a mí con fuerza, con desesperación. Sus caderas se
mueven ahora con grandes espasmos, sus muslos aprietan mi pierna como si
fueran de hierro... su respiración se entrecorta.
Mientras que la tengo estampada
contra la pared, me doy cuenta que soy su único sostén en
este momento glorioso. Ella no se esta sosteniendo por si misma, solo me
abraza y se frota contra mi, contra mi mano, en enérgicos espasmos.
Ohhhhhh, aaaahhhh-jadeando palabras
inteligibles.- MMMMmmmmmmmm, uuuuhhmmm
Puedo notar claramente como se contiene
de gritar, su familia no vería de buen grado esta menuda situación.
Mioooo, eressss mioooo, mi machoooo.-
dice mientras su cuerpo sigue convulsionándose.
Si, soy tuyo y tu eres mía,
mi deliciosa hembra- Y cubro su boca con la mía para acallar los
fuertes gemidos.
Si, mi vida, soy tuya - mientras
que lentamente los espasmos se atenúan.
Mis piernas están agarrotadas
por sostener el peso de ambos. Mi mano lentamente sale de su pantalón
no sin antes frotar mis dedos humedecidos a lo largo de su deliciosa raja...
Al incorporarnos me abraza por
la cintura y observa mis dedos cubiertos de secreciones que crean filamentos
brillosos que se extienden al separar mis dedos.
Lo siento- me dice con cierto pesar,
visiblemente avergonzada.
Que dices! Esto es hermoso, mi vida
- le digo sonriendo maliciosamente
Me acerco la mano al rostro y huelo.
Mmm, delicioso aroma de mujer, me digo
Esper...-trata de decirme cuando
ve que introduzco los dedos en mi boca. Tal vez pensando que me iba a asquear
al saborear sus jugos.
Se equivoca...simplemente sabe
a néctar glorioso. La prueba inequívoca del placer que le
di a mi mujer.
Es delicioso,- le digo - y quiero
que siempre me des más, OK?
Me sonríe al ver que chupo
cada uno de mis dedos. Le doy un beso.
Sientes el sabor?-preguntó
Es ligeramente salado - dice sorprendida
Es riquísimo, - digo, acercando
un dedo aún mojado a su boquita.
Ella lo recibe y succiona tímidamente
al inicio, luego con más avidez.
Luego me sonríe mientras
lentamente se acomoda las ropas entre beso y beso.
Shogun
(POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO)
continuará>>>