Relato: EL SECRETO DE ANIBAL



Relato: EL SECRETO DE ANIBAL

EL SECRETO DE ANIBAL


Cuando conoc� a An�bal pens� que hab�a conocido al hombre de mi vida, me enamor� perdidamente de �l, un joven respetuoso, dulce, atento, carilindo, trabajador, lo que toda joven busca.
A mis padres le encant� desde el primer momento, se hizo muy amigo de mi hermano y yo tambi�n ca� muy bien en su familia, su padre me quer�a como a una hija, adem�s An�bal ten�a unos sobrinos hermosos que derret�an mi coraz�n y despertaban mis deseos de ser madre.
Todo fue bonito, todo fue perfecto, todo fue un cuento de hadas, decidimos casarnos.
Y todo sigui� maravillosamente bien, nuestro matrimonio fue la prolongaci�n de nuestro noviazgo y los primeros a�os fueron fant�sticos�
�ramos buenos amantes, al menos eso cre�a, desde mi percepci�n de las cosas hac�amos todas las locuras imaginables.

Con el primer lustro de convivencia conyugal empezaron a aparecer las primeras grietas, los primeros desacuerdos, sin darnos cuenta, los que eran nuestros problemas se transformaron en �sus problemas� y �mis problemas�, nuestros proyectos se transformaron en �sus proyectos� y �mis proyectos�, nuestro placer en �su placer� y �mi placer�.
No estuve de acuerdo, pero no le import�, compr� ese velero que tanto quer�a y los S�bados y Domingos se dedicaba a navegar, es cierto que el me invitaba pero no pod�a dar el brazo a torcer, soy terca, adem�s mucha gracia no me causaba no estar en tierra firme.
Me fui acostumbrando a pasar los fines de semana sola, cada vez m�s sola�
No entend�a que era lo que pasaba, de pronto el amor parec�a haberse esfumado y cada uno hac�a su vida, casi no ten�amos sexo y cuando lo hac�amos ya no lograba excitarme.

Comenc� a sospechar que me enga�aba, seguramente otra mujer estaba en nuestro camino, por lo que agudic� mi instinto y me transform� en su detective secreto, cosas que antes me parec�an normales ahora las analizaba con cautela.
Pero no estaba preparada para descubrir lo que descubr�
Hab�a comprado un excitante conjunto de ropa interior, era celeste, transparente, una peque�a y delicada tanga, lo hab�a comprado para m�, para verme bien, para sentirme bien, porque el casi ni me miraba, pero lo perd� antes de estrenarlo, lo busqu� por todos lados pero ni rastro de �l, mi sospechas apuntaban a que el, seguramente se lo hab�a regalado a su amante solo para provocar una pelea conmigo, por lo que no le dije nada, �quer�a atraparlo con las manos en la maza�

Pero una cosa llev� a otra, algunas actitudes de An�bal, algunas reacciones, ese faltante en esa prenda tan femenina me llev� a armar el rompecabezas, en oportunidades me hab�a parecido encontrar mi caj�n de ropa interior revolcada, cosas desacomodadas, incluso en mi placar, soy muy met�dica y detallista con mis prendas de vestir, y record� cuando al ponerme unas medias de nylon estaban �misteriosamente� corridas, o cuando un l�piz labial apareci� �misteriosamente� quebrado. Mis sospechas apuntaban entonces a otro lado, pero deseaba equivocarme�
Hab�a algo que hacer, cuando mi marido estaba trabajando fui hasta el muelle y logr� colarme en su velero, empec� a revisar, por ac�, por all�, una caja mediana de primero auxilios, me llam� la atenci�n que estuviera cerrada con candado, hice palanca hasta zafarlo y llegu� al final del camino, mi conjunto de ropa interior, prendas de mujer, peluca, maquillajes, juguetes sexuales�

Volv� a casa con la prueba en el asiento del acompa�ante, me costaba manejar porque mis ojos se llenaban de l�grimas y mi cerebro se preguntaba una y otra vez con qu� clase de monstruo estaba, como hab�a podido enga�arme tanto tiempo, como hab�a sido tan ciega�
Esper� a mi esposo, con la caja sobre la mesa, envuelta en angustia y llanto, hab�a descubierto su secreto�
Cuando lleg� An�bal se vio sorprendido, no imaginaba este mazazo, directo entre los ojos�
Solo mir� al piso, respir� resignado, se sent� a mi lado y me mir� fijamente, con mis ojos inquietos e hinchados por el llanto esper� su explicaci�n, el intent� tomarme las manos, pero las retir� con premura, dej�ndole ver que no quer�a siquiera que me rozara.

An�bal entonces cont� su secreto, me confes� que siempre le hab�an atra�do ambos sexos por igual, hac�a a�os que �l se acostaba tanto con mujeres como con hombres, pero conforme pasaba el tiempo se sent�a cada vez m�s gay, que no pod�a evitarlo, me dijo que nunca lo hubiera entendido, me jur� que nunca quiso hacerme da�o, que el realmente se hab�a enamorado de m�, pero hab�a parte de �l que no pod�a ocultar, estaba viva en �l, y �l era as�
Era tarde, me fui a dormir para acomodar mis ideas, �l se qued� en el sill�n.
En la ma�ana, con la salida del sol, ya m�s tranquilos empezamos a evaluar c�mo seguir adelante, el divorcio era la primera opci�n, f�cil, r�pido, sencillo, pero convenimos en que los dos perder�amos demasiado, el su exposici�n p�blica, familiar, laboral, si es que yo habr�a la boca, y suponiendo que pudiera probarlo, y yo, la posibilidad de quedar como una mentirosa y adem�s perder todo mi bienestar econ�mico, porque para ser honesta An�bal era quien manten�a todos mis caprichos.

Pensamos variantes y en una semana hab�amos llegado a un acuerdo, puertas afuera ser�amos el matrimonio perfecto, enamorados, dulces, cari�osos, puertas adentro como perro y gato, cada uno har�a su vida.
Por un tiempo An�bal y yo seguimos compartiendo la cama matrimonial, pero pronto sent� que me repugnaba, solo imaginarlo con otro hombre, hasta me molestaba que solo me tocara, o sentir cerca su respiraci�n, decidimos que se mudara al cuarto contiguo, donde alguna vez idealic� a nuestros futuros hijos�
Conforme pasaron los d�as nos fuimos acostumbrando a nuestra nueva forma de vida, incluso acordamos que yo podr�a traer mis hombres y �l pod�a traer los suyos, con discreci�n, guardando las apariencias, coordinando los tiempos, el no sabr�a nada, yo no sabr�a nada.


Y la vida sigui� adelante, con nuestro pacto secreto, para m� se me hizo dif�cil, quer�a enamorarme nuevamente, no era solo un tema f�sico, era tambi�n algo del coraz�n, no soy una puta regalada desesperada por un hombre, pero An�bal desfilaba con caballeros, uno m�s bonito que otro, no sab�a de donde los sacaba, solo me llamaba la atenci�n que nunca fuera el mismo, y esto despert� mi curiosidad.
Llegado el momento le pregunt� y el encogi�ndose de hombros, resignado me dijo:

- Los hombres que traigo son hombres pagos, no puedo darme el lujo de enamorarme nuevamente, a�n eres mi esposa, a�n te respeto y a�n a mi manera te sigo amando, aunque t� me odies�

Sus palabras sonaron muy fuertes en mi cabeza, no lo odiaba, esa fue mi primera reacci�n, pero el tiempo curaba las heridas�


La noche se presenta c�lida, An�bal cena con un chico musculoso, rubio de cabellos largos y enrulados a media espalda, de piel bronceada y peque�os ojos verdes, luce unos jeans ajustados que dejan notas sus piernas chuecas, botas tipo texanas y una camisa negra un tanto descolorida.
Soy amable con mi esposo, y tambi�n con Mat�as, el joven con el que �l tendr�a sexo, soy lo suficientemente discreta para no entrometerme y a la vez lo suficientemente provocativa para obtener su atenci�n, la palabras de An�bal hab�an ablandado mi coraz�n y ya era hora de calmar mi instinto animal, no quer�a rob�rselo, quer�a compartirlo�

Todo se da sin palabras, sin permisos, entro al cuarto de mi esposo, hac�a meses que no entraba, su fragancia est� impregnada en el ambiente, me estiro en puntas de pies para llegar a los labios de Mat�as, es un extra�o pero diablos, como me hace falta un hombre!
Sus besos tienen sabor a miel, sus brazos me rodean, sus b�ceps me aprietan, me cuelgo de su cuello, An�bal se interpone y acaricia su pecho, nos miramos con mi esposo como hac�a tiempo no nos mir�bamos, me gui�a un ojo como invit�ndome a compartir el manjar.
La verga de Mat�as est� dura bajo su slip, puedo sentirla pegada a mi cuerpo, entiendo que es algo enorme, An�bal toma mi mano y le conduce a �l, entre ambos la apoyamos de tal manera de compartirla, me arrodillo a sus pies mientras Mat�as termina de desnudarse, su pene es enorme, incre�blemente grueso, la boca se me llena de saliva en deseo�

Mi marido tambi�n se desnuda y se sienta al borde de la cama como espectador de lujo, quiere observar como lo hago, la tomo entre mis manos y la acaricio con placer, desnudo su glande rosado para pasar mi lengua por �l lubric�ndolo con mi saliva, acaricio sus test�culos y lo beso de punta a punta tan largo como es, lo envuelvo con mi mano derecha pero su grosor me impide rodearlo, los ojos de An�bal est�n fijos en mi boca, lo invito a chuparla pero �l niega con la cabeza, solo quiere observar, desnudo entonces mis pechos y rodeo con ellos toda esa barra de carne, los acaricio desde arriba hasta abajo, mis pezones se endurecen y siento mi sexo humedecerse, miro a mi esposo con ternura, arrimo mi cabeza a la suya sin descuidar el tesoro que tengo entre los pechos, nos besamos, como hac�a tiempo no nos bes�bamos, de pronto, la magia parece retornar�

Me tiende hacia �l y termina de desnudarme a m� tambi�n, como en las viejas �pocas, me recuesta sobre la cama y se coloca invertido sobre m�, con nuestros genitales y nuestras bocas juntas, siento entonces su lengua lamer mis labios y mi cl�toris, he olvidado lo que me hac�a sentir cuando me chupaba la concha de esa manera, hago lo mismo con su pija, enterr�ndola en lo profundo de mi garganta, beso sus test�culos, empiezo a chup�rselos todos�
Mat�as se suma al juego, me abren las piernas, me preparo, siento su sable refregar mi cl�toris, al fin apunta en mi agujero y lo introduce hasta el fondo, sin piedad, provocando un dolor en lo profundo que me obliga a contraerme por instinto, pero An�bal me aferra de tal manera que me impide resistirme arrancando gritos mezcla de dolor y placer�

Uno me coge profundo, el otro lame mi cl�toris, me es imposible pensar en otra cosa, cada tanto me dan un respiro, percibo que me dejan descansar y la pija de Mat�as va a parar a la boca de An�bal, en esos instantes tomo el control, apoyo mis manos en los gl�teos de mi marido, los abro y su esf�nter se abre con ellos, supongo que si lo acaricio le gustar�, ensalivo un par de dedos y juego en su abertura amarronada, le gusta, siento que le gusta, casi sin darme cuenta pronto mis dedos se pierden en su agujero, entran con suma facilidad, casi sin resistencia, agrego mi dedo anular, simulo que es un pene, lo muevo en su profundidad, pero pronto la pija de Mat�as vuelve a penetrarme sac�ndome de toda concentraci�n�

Los minutos pasan, la verga de nuestro amante altera entre mi concha y la boca de mi marido, aprovecho para dilatarle su esf�nter prepar�ndolo para una inminente penetraci�n.
Mat�as cambia de lado, me indica el siguiente paso, pasa una pierna sobre mi cabeza y golpea con su pene las nalgas de An�bal, luce enorme, amenazante, lo tomo con una mano y lo guio a la entrada de mi esposo, es demasiado gruesa, pero no lo suficiente para �l, veo desaparecer lentamente el glande, luego, mil�metro a mil�metro el tronco venoso y duro, casi llega a la mitad y parece hacer tope en lo profundo, empieza a bombearlo r�tmicamente y An�bal gime como una mariquita golosa, su verga est� dura, mi mirada se pierde en esa verga enorme penetrando su culo, empiezo a masturbarlo mientras lamo sus bolas, y el vuelve a lamer mi cl�toris desesperadamente�

Mat�as necesita un descanso, evidentemente sus piernas comienzan a acalambrarse, se recuesta y ahora es mi turno de ir sobre �l, pongo mi concha en su boca y su pija en la m�a, es tan larga que me hace quedar un tanto inc�moda, siento sus brazos musculosos rodear mis piernas y sus manos acariciar mis nalgas, su lengua recorre mi intimidad, mis labios, mi cl�toris, sus dedos se introducen una y otra vez en mi argolla jugosa, trato de chupar su pija lo mejor posible, An�bal se une al juego y tambi�n me convida su verga, tomo una en cada mano tratando de no perder el equilibrio, chupo una, chupo la otra, incluso las uno y trato de meter ambas al mismo tiempo.
Mi concentraci�n no dura mucho, siento un calor subir por mi cuerpo, Mat�as lo hace tan bien� no puedo detenerlo, no quiero, me siento explotar entre sus labios, gimo, grito, lloro, mi esposo me acaricia el cabello con una sonrisa placentera, como compartiendo mi placer�
Me susurra al o�do que desea cogerme, como en los viejos tiempos, una rara lujuria se apodera de m�, me acomodo sobre el colch�n, boca abajo, ofreci�ndole mi trasero, viene sobre m�, siento su peso en mi espalda, conduce su pija a mi concha, me penetra, recuerdo en ese instante nuestros d�as de pasi�n, me roda con su brazos abri�ndose camino entre las s�banas hasta llegar a mis pechos que se mantienen comprimidos, sus tibios dedos juegan en mis pezones, me excita, Mat�as toma parte de juego acomod�ndose a su vez sobre mi esposo, aumentando considerablemente el peso que soporto, siento como lo penetra, nos movemos los tres con ritmo, An�bal me coge al tiempo que Mat�as se la da por el culo, nuestros gemidos se mezclan en el ambiente, la cama cruje por el desenfreno, a la lujuria�

Mat�as se retira y casi corriendo se acerca a nuestro lado, veo de reojo como se masturba cerca de nuestros rostros, mi esposo cierra los ojos y casi de inmediato la leche caliente comienza a saltar sobre su rostro, pega en sus p�mulos, en sus labios, en su frente, en su nariz, en sus ojos, puedo verlo en primer plano, la excitaci�n de An�bal es tan grande que pronto su semen caliente invade mi concha, entrego peque�os orgasmos encadenados, uno tras otro.
La leche esparcida en el rostro de mi esposo comienza a caer sobre el m�o, estoy embriagada de placer�

Seguimos cogiendo entre los tres toda la noche, probando un sinf�n de nuevas maravillas�


Mat�as fue el primero de muchos, en esta loca aventura, no s� cu�nto durar�, es enfermizo hacer permanentemente el amor entre tres, una mujer con dos hombres, un hombre que gusta de hombres y un tercero que es solo un extra�o de turno.
No s�, no quiero proyectar a futuro, solo quiero disfrutar el presente�


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