Esta es una historia que le� hace muchos a�os durante mi
juventud, oh mejor digo, durante mi adolescencia, se llama: "REINA DEL PLACER"
de Regina Valdez, me tome el atrevimiento de transcribirla y ac� estoy enviando
la primera parte de muchas mas...Espero que les guste y espero sus comentarios,
para seguir escribiendo...4444Titan.-
LA INICIACI�N
Sent� que se me enturbiaba la vista, aunque no sabia si tenia
los ojos abiertos o cerrados. Sol sabia que mis labios apretaban con fuerza la
suave piel de su orgullo masculino, a la vez que succionaba con avidez para
recibir su orgasmo.
As� lo habia querido yo esa vez, aun cuando no era la
primera. Mi primo Andr�s y yo llev�bamos varios meses en esos juegos, y siempre
a espaldas de mis padres, en nuestra casa. Lo cual hacia aquello mas excitante.
Esta vez lo est�bamos haciendo en una de nuestras formas
favoritas. El echado de espaldas y yo montada sobre su cuerpo, con mis muslos
roz�ndole las mejillas (69) A Andr�s le encantaba de esa manera. Dec�a que as�
pod�a tener una vista esplendida de mis curvas, llen�ndose las manos con mis
nalgas mientras ve�a la comba de mi vientre y mis pesados pechos balance�ndose
sobre el.
Para mi resultaba igualmente placentero. Cualquiera que sea
realmente una mujer encuentra verdadero goce en dar de vez en cuando a su hombre
una buena succi�n, concentr�ndose por completo en la funci�n de complacerlo.
Andr�s pareci� comprender lo que yo deseaba cuando finalmente
me volv� hacia el. Y eso era lo mejor de mi primo Andr�s. El no era hombre de
recibir sin retribuir. Eso yo lo sabia bien. En el tiempo que llev�bamos de
amantes, el me hab�a ense�ando todas las posiciones, no solo para su placer sino
tambi�n para el m�o. Y aun cuando solo hab�a tiempo en la casa para una sesi�n
brev�sima, el sabia que pod�a contar con una r�pida y satisfactoria succi�n de
mi parte porque me hab�a obligado con las muchas ocasiones en que solo se hab�a
preocupado por darme placer a mi.
Aquel d�a en particular no se trataba de unos pocos minutos
robados a la vigilancia de mis padres y mis otros hermanos. Est�bamos solos en
la casa, y Andr�s se tomo tiempo, prolongando el delicioso acto de devolver mis
atenciones. Luego entro verdaderamente en acci�n.
Si�ntate en el borde de la cama � me dijo � Le obedec� y deje
d�cilmente que me separara los muslos mientras el tomaba posici�n frente a mi.
Seguidamente, apoy�ndose con las manos en el borde del lecho, comenz� a
introducirse en mi con lentitud deliberada.
Poco despu�s, sintiendo que la cabeza me daba vueltas y
vueltas mientras el acomet�a incesantemente como un potro furioso, los dos nos
fuimos al suelo. Ca� con todo mi peso sobre el, insertada en su enhiesto m�stil,
y nos abrazamos para recibir juntos el espasmos final , que corono para ambos
otra tarde inolvidable.
La primera vez que tuve ese tipo de relaciones con mi primo,
Inici�ndome as� como mujer, fue cuando mi madre estaba embarazada de siete meses
con su d�cimo hijo. Son un mont�n de hijos para cualquier madre despu�s de
catorce a�os de casada, aun cuando todos ellos no fueran del mismo marido. Mi
verdadero padre nos abandono despu�s del nacimiento de mi hermana, y yo siempre
pens� que mi madre tuvo los otros ocho hijos r�pidamente para evitar que su
segundo marido hiciera lo mismo. Fue un sacrificio in�til, porque mi padrastro
nos dejo tambi�n; un d�a salio a comprar un par de cervezas , despu�s de una
terrible discusi�n con mama por cuestiones de dinero, y nunca mas volvimos a
verlo.
Mucha gente encuentra dif�cil comprender estas cosas . No
saben lo duro que es la vida para las familias pobres de Virginia. Mi padrastro
era pobre, tanto como mi verdadero padre, y joven adem�s, apenas treinta y cinco
a�os de edad y ya cargado con ocho hijos y dos hijastras. Su �nica diversi�n, en
todos aquellos a�os, hab�a consistido en acostarse con mama. El resto del tiempo
lo pasaba trabajando, pr�cticamente por nada, en una fabrica de muebles del
valle de Shenandoah. Cuando comenzaron a acumularse los hijos, tuvo que trabajar
tambi�n por las noches en una estaci�n de servicio a fin de hacer frente a los
crecientes gastos de la casa. No me sorprende que despu�s de aquella batalla con
mama por un par de cervezas, decidiera largarse en busca de nuevos horizontes.
Yo tenia entonces cartorce a�os y era la mayor de la prole, y
como la mayor�a de las muchachas del sur, hab�a madurado y tenia las formas de
una mujer de veinte. Este ultimo detalle fue quiz�s el que decidi� a mi primo
Andr�s, quien trabajaba entonces en la fabrica de muebles y obtuvo el puesto de
mi padrastro cuando este desapareci�, a mudarse a nuestra casa para ayudar al
mantenimiento de la familia.
Sucedi� una tarde al anochecer, cuando mi madre hab�a salido
para llevar al menor de los hermanos al medico. Andr�s acababa de regresar de la
fabrica y estaba descansando en su cuarto, como era su costumbre hacerlo cuando
mama se demoraba con la cena. Los ni�os estaban afuera jugando.
A mi me gustaban especialmente los anocheceres, porque eran
casi los �nicos momentos del d�a en que pod�a hallarme a solas conmigo misma.
Comenzaba por aquellos d�as a experimentar sensaciones que
nunca hab�a conocido antes, siendo ni�a. Seg�n supe mas tarde, era el despertar
de la adolescencia, por lo cual pasamos todas las ni�as. Pero a mi aquellas
sensaciones fueron particularmente intensas, debido en parte a mi naturaleza y
en parte al notable desarrollo de mi cuerpo.
La tarde en que Andr�s me sorprendi�, yo acababa de tomar mi
ba�o y estaba desnuda practicando mi pasatiempo favorito; contemplarme en el
espejo. Mi mesa de tocador era un mueble antiguo que mis padres hab�an comprado
en el Ejercito de Salvaci�n o en alguno de esos sitios donde pueden comprarse
cosas a precios muy bajos. Yo sabia que Andr�s estaba en casa, pero lo supon�a
dormido en su cuarto.
El se apareci� en el umbral justamente cuando yo estaba
tendida en la cama con el espejo del tocador, que era del tipo oscilante,
volcado hacia mi, observando el efecto que me produc�a apretarme los pechos con
una mano mientras me acariciaba el �rgano sexual con la otra. Sent�a la cabeza
liviana y como d�ndome vueltas, pero aun tenia conciencia de lo que me rodeaba,
porque note el movimiento en la puerta, �Deb� dar un salto de dos metros!.
Me sent� derecha en la cama inmediatamente, tratando de hacer
creer que no hab�a estado pasando nada, y el entro en la habitaci�n. Aun a los
catorce a�os , pude darme cuanta de que algo hab�a cambiado en mi primo cuando
lo vi. frente a mi. Siendo yo la mayor en la casa, y teniendo el diecinueve a�os
, siempre hab�amos sido compa�eros de juegos. El verme denuda no era nada nuevo
par el. Andr�s me hab�a visto as� muchas veces, como yo tambi�n a el . En
realidad, hasta entonces, el �rgano sexual de mi primo era el �nico miembro de
hombre que yo hab�a visto, Mis hermanastros siempre ten�an que vestirse o
ba�arse a puertas cerradas. Ordenes de mama.
Pero cuando ella no andaba cerca, Andr�s iba y venia muchas
veces al cuarto de ba�o completamente desnudo y, por supuesto, aquella cosa que
ele colgaba entre los muslos era motivo de extraordinaria curiosidad para mi.
�ltimamente mi curiosidad hab�a aumentado con los comentarios de otras chicas en
la escuela acerca de lo que ocurre al miembro de un hombre cuando este se excita
con una mujer.
Naturalmente, yo me desviv�a por poner a prueba a alguno de
los muchachos de la escuela, para ver si su miembro se pon�a de aquella manera.
Pero , siendo la mayor, yo tenia que volver inmediatamente a casa para ayudar a
mama en sus tareas, y n o se me hab�a presentado ninguna oportunidad despu�s de
la hora de clases.
Cuando Andr�s, entro en la habitaci�n y se planto delante de
mi, me sent� confundida. Primero, porque estaba segura de que me hab�a
sorprendido en mis juegos �ntimos. Segundo, porque esta vez se mostraba delante
de mi completamente desnudo y me miraba con una expresi�n extra�a, sin dejar de
acercarse.
�Todo sucedi� TAN r�pidamente! Tenia una sonrisa peculiar,
torcida, cuando se detuvo al borde de la cama. Temerosa de descifrar aquella
sonrisa, baje la mirada por su cuerpo. Andr�s tenia un f�sico delgado y fuerte,
con m�sculos desarrollados de tanto acarrear pesados tablones en aquella fabrica
de muebles. Pero mi atenci�n en esos momentos fue atra�da principalmente por su
�rgano sexual. El miembro le colgaba, pero parec�a mas largo de lo que yo
recordaba haberlo visto. � Regina � dijo el, -�Quisieras ayudarme a comprobar
una cosa?
Andr�s estaba parado con las manos en las caderas y su �rgano
sexual colgaba a menos de treinta cent�metros de donde yo me encontraba sentada.
-Claro que si, Andr�s- conteste precipitadamente, sinti�ndome
aliviada por la revelaci�n de que quiz�s no me hubiera sorprendido.
-Creo que se me resinti� un m�sculo en la fabrica- dijo con
voz extra�amente tensa. �T�a no esta aqu� para ayudarme y necesito la
cooperaci�n de alguien mientras yo me estiro bien derecho.
-�Oh,Si? � murmure.
-Si, Aqu� � dijo el, y se�alo su ingle.
Creo que los ojos s�me agrandaron de la sorpresa.
-�Qu�....que tengo que hacer? � pregunte.
Solo apretar aqu�, donde vas a notar como depresi�n. Yo
voy a toser, y entonces me dar� cuenta si me he herniado o no. Aqu�, dame la
mano.
�Que sensaci�n! El me gui� la mano y la apret� contra su
cuerpo, exactamente junto al �rgano sexual, tan cerca que lo roce
involuntariamente con un dedo. Luego me encontr� apret�ndole la ingle mientras
el tos�a ligeramente.
-Creo que no tengo nada � dijo
�Pero el tenia algo! Con cada posecilla el largo de su
miembro se extend�a un poco mas.
Es una conmoci�n para cualquier muchacha contemplar por
primera vez la erecci�n de un miembro masculino. Especialmente trat�ndose de un
joven bien dotado como mi primo Andr�s, y justamente cuando una esta en la
creencia de que el muchacho tiene alg�n problema, como la aparici�n de una
hernia, o algo as�.
Me quede con la boca abierta observando aquello, y por poco
me quedo bisoja cuando, en el termino de tres posecillas, el �rgano creci� �al
doble del tama�o que tenia! La punta estaba recubierta por un repliegue de piel,
y de pronto este comenz� a deslizarse hacia atr�s y pude ver lo que parec�a una
tremenda bellota. � Y estaba enrojecida! �Andr�s se hab�a lastimado y estaba
tratando de ocultarlo!.
-�Si, TIENES algo! �Mira! �Exclame, asiendo el largo
instrumento y tirando hacia arriba para que el pudiese ver como hab�a cambiado
al empezar a toser. - �Algo malo te esta pasando aqu� Andr�s! �Se esta hinchando
todo!.
En ese momento record� s�bitamente la descripci�n que hiciera
una vez las chicas de la escuela acerca de un hombre excitado sexualmente. �Era
eso! �Andr�s estaba sufriendo! �Y Sufr�a por mi! �Por su peque�a prima!.
Levante la mirada a su rostro mientras pasaba la mano
suavemente por el hinchado miembro. Andr�s tenia las mejillas rojas y su �rgano
comenzaba a desviarse del cuerpo, agrand�ndose cada vez mas. La piel de la
superficie era calida y suave como la de un bebe, pero mis dedos empezaban a
sentir la dureza del hierro debajo de ella.
�De pronto se puso r�gido y pulsante, apuntando hacia mi! Me
quede boquiabierta del asombro. La piel se hab�a estirado hacia atr�s desde la
punta, y esta no parec�a mas una bellota, sino una ardiente bola de fuego.
Comprend� que nuestra relaciones nunca volver�an a ser las
mismas. ��ramos mucho mas que compa�eros de juegos ahora! Andr�s quer�a hacer de
mi otra clase de compa�era. Comprend� tambi�n que hubiera bastado una sola
palabra de mi parte para que el saliera corriendo de aquel cuarto. Parec�a
indefenso parado all�, totalmente pendiente de mi. Sent� una gran pena por mi
pobre primo, tan grande, tan fuerte, con aquella tremenda lanza saliendo de su
cuerpo, sometido por completo a mi. No le quedaba otra cosa que dejarme hacer lo
que yo quisiera...
Cuando le apret� el miembro y lo apunte directamente a mi
boca, solo tenia intenci�n de besarlo. Pero , en el instante en que mis labios
se cerraron sobre la ardiente punta y guste aquella carne roja, perd� el
control. Mi, lengua lami� el diminuto ojo de la extremidad y comenz� a
revolverse por toda la corona.
Andr�s echo el cuerpo hacia delante y mi boca se abri� para
recibir completamente la roja puta. En ese momento debimos caenos sobre la cama,
porque al instante siguiente el estaba tendido a mi lado rogandome:
-�Regina, besalo!
En dos minutos yo hab�a dejado de ser una ni�a inexperta, y
en solo dos minutos mas tenia en mis brazos al primer hombre extenuado
dulcemente por mis artes amorosas. Tenia aun en la boca el sabor de aquella
primera experiencia, cuando Andr�s me murmuro juntos a la oreja:
-�Princesita! �Princesita m�a! Voy a tener que devolverte...
Y me lo devolvi�. Por media hora estuvo adorando mi cuerpo
con los labios y los dedos, despertando m�ltiples sensaciones con cada nueva
caricia.
Por ultimo, me separo las piernas. Se Arrodillo entre ellas,
mirando, acariciando, y murmurando: -Princesita...mi princesita...
Y entonces entro en mi. Lenta, cuidadosamente, prob�ndome,
temeroso de lastimar los delicados tejidos.
-�mas! le suplique, enlazando su cuerpo con brazos y piernas.
Estimulado por mis ruegos, el abandono sus precauciones y se
hundi� en mi. Y perd� la cabeza. Nuestros cuerpos estaban aun bastante
separados, de modo que yo sabia que pod�a darme mucho mas placer. Me apret� con
todas mis fuerzas contra el, rode�ndole la cintura con las piernas y gimiendo:
-�Mas, Andr�s! �Mas, mas...!
Fue como un torbellino de sensaciones maravillosas, que me
hizo sentir que todos los placeres de la tierra se juntaban de golpe en mi
cuerpo, en oleadas crecientes. Cuando el oleaje decreci�, me sent� como flotando
en un mar de espuma, cuyas ondas me depositaban poco despu�s sobre una playa.
-Princesita...-susurro una voz. �Tengo que volver a mi
cuarto. Tu madre regresara en cualquier momento.
-Si- dije, sin atreverme todav�a a abrir los ojos, desando
prolongar todo lo posible aquella dulce languidez sobre la playa.
-No le cuentes que estuve aqu� en tu cuarto, �eh? Ser�
nuestro secreto.
-Si, nuestro secreto...- suspire mientras o�a sus pies
desnudos alej�ndose r�pidamente.
Mi madre nunca nos descubri�. A pesar de que Andr�s y yo no
desaprovech�bamos un momento a solas en la casa para entregarnos a nuestro juego
favorito. El siempre tenia algo nuevo que ense�arme en el arte de hacerlo feliz
o alguna posici�n que no hab�amos probado antes y que me remontaba a nuevas
cumbres de placer.
As� pasaron los a�os de la escuela secundaria. A veces me
asaltaba el temor de que Andr�s perdiera el trabajo de la fabrica o que
decidiera marcharse con una u otra excusa, o que sencillamente desapareciera
como era y costumbre en la familia. Nunca se me ocurri� que pudiera ser yo quien
dejara la casa. Entonces mama saco a relucir el tema del colegio superior. Dijo
que deseaba para sus hijos lo que ella y sus maridos no hab�an logrado. Pero
quiz�s estuviese entrando en sospechas de lo que ocurr�a en la casa.
De todos modos, nunca a dijo nada que nos hiciera pensar a
Andr�s y a m� que sospechara algo. Se limito a insistir en que yo deb�a ir a
estudiar en el colegio del estado y convertirme en alguien importante.
-De alguna manera conseguiremos el dinero necesario-
respondi� cada vez que Andr�s se pon�a de mi parte cuando yo manifestaba mi
deseo de permanecer en Shenandoah.
Y ella finalmente "consigui�" el dinero. Lo cual no fue
ninguna sorpresa para mi, sabiendo que nada pod�a detener a mi madre una vez que
se le met�a algo en la cabeza. Una noche, durante la cena, anuncio
orgullosamente .
-Tu padrino Randolfo desea pagarte los estudios en el colegio
estatal de manassas, Regina . Hoy recib� su contestaci�n.
Miro triunfalmente a Andr�s, luego a mi, agitando en el aire
la carta que habia atenido guardada en el bolsillo de su delantal.
-Eso es maravilloso- comento apagadamente Andr�s.
-El quiere que Regina vaya a visitarlos antes de que
comiencen las clases. Su esposa, Victoria, esta encantada con la idea y hasta ha
ordenado redecorar las habitaciones que tendr�n preparadas para ti, Regina.
�Habitaciones! �Yo siempre hab�a tenido que compartir mi
cuarto con dos o tres hermanas, y he aqu� que ahora iba a tener varias
habitaciones par a m� sola! En casa se hab�a mencionado el hecho de que mis
padrinos eran ricos, pero nunca sospeche que lo fueran tanto.
-Y tu padrino Randolfo desea darte algunos consejos- Segu�a
diciendo mi madre, -Ya que el es un hombre que ha tenido su educaci�n y conoce
por experiencia propia la vida en esos colegios.
Pero yo apenas la escuchaba. Mentalmente, me encontraba a
muchos kil�metros de all�. �Mi decisi�n estaba ya hecha! Puesto que el destino
me empujaba a irme, encontrar�a all� a un hombre que hiciera de mi algo mas que
su princesita...
�Me casar�a, y me convertir�a en reina! Naturalmente, que ese
hombre deb�a ser un rey. Inmediatamente borre de mi vida a Andr�s y la pobreza
del valle de Shenandoah. Sent�a que el mundo se abr�a ante mi lleno de promesas.
En eso mundo ya no hab�a lugar para Andr�s, y el pareci� adivinarlo.
-Mira, princesa- me dijo, durante la despedida en la parada
del �mnibus para Roanote, -recuerda solamente que alg�n d�a ser�s la reina de
otro hombre, una verdadera reina. Es tu destino. Por algo llevas el nombre de
Regina. Pero siempre ser�s mi princesita.
Giro sobre sus talones y volvi� a reunirse con el resto de la
familia. La ultima visi�n que tuve de mi primo Andr�s, por la ventanilla del
autob�s, fue la de su brazo rodeando las caderas de mi hermana Cyntia, la que
eme segu�a en edad, junto a el, al borde del camino. �Tuve la sospecha de que
muy pronto el iba a llamarla tambi�n su "Princesita...".!.
<Continuara>