El favor a la maestra 1 (Ariadna 11)
(Nuestra Lolita, para hacerle un favor a su maestra y al
profe, al que vuelve a follarse, seduce como una puta a un macho a la antigua).
Luego de que Laila nos contara su versi�n de aquella noche en
el sal�n de dibujo, le ped� a Ariadna que me contara el favor que le hizo a la
maestra. Es este:
Los dos meses de vacaciones estuvieron llenos de fiestas
privadas entre Luis, Xavier, Marisela y yo. Lencho, mi t�o, se com�a los restos
alguna noche. Pero todo termina y lleg� septiembre y con �l, las clases de
tercero. Con las clases, quedamos de vernos, otra vez, nada m�s los mi�rcoles,
para mejor suerte de Lencho.
Pero antes de contarte el favor a la maestra, y para que lo
entiendas, debes saber c�mo volv� a coger con el Loco, o sea Ramiro, el profe de
f�sica. El segundo d�a de clase ten�amos f�sica a pen�ltima hora. Yo ve�a al
profesor con otros ojos: recordaba lo bien que me lo hab�a pasado y luego de dos
meses, tuve ganas de tenerlo otra vez. Empec� a fantasear maneras de ech�rmelo
al plato y apenas not� que termin� la clase. Iba saliendo de la clase cuando
dijo:
-Ariadna, espera un momento.- Salieron los dem�s y �l sac� de
su portafolio... la pa�oleta que yo llevaba en mi disfraz de gitana, aquella
noche famosa. Pregunt� con voz neutra y cara inocente:
-Por casualidad, �no olvidaste esto tu el d�a de la tardeada?
Como es de seda y muy bonita...- se call� y me mir�.
-Pues claro que lo olvid�... en el taller de dibujo. Pero
tambi�n olvid� otras cosas... �no las tendr�s en tu coche?
-Si... si- tartamude�.
-Pues deber�as d�rmelas dentro de hora y media en la esquina
de Pipi�n y Cunegunda, �te parece?
-Si... est� bien.
-Pues vale. Me voy.
Y me fui: pensaba que hab�a bastado con desearlo y que ya lo
ten�a, que �l hab�a dado el primer paso.
Hora y media despu�s me sub� a su coche. Hab�a pasado al ba�o
de un super donde me sub� la falda hasta medio muslo y me quit� las bragas, y al
subirme, en aquella esquina siempre sola, lejos de mi parte de la ciudad, cerca
de la salida a XXX, la falda subi� a�n m�s. Le di un beso en la mejilla y tom�
su mano, poni�ndola en mi muslo, hasta arriba. El la recorri� un poquito y
sonri� al sentir que no hab�a nada.
-Es que no tengo... �te acuerdas? Los dej� en el sal�n de
dibujo- dije.
Mis pensamientos y sus caricias me ten�an a mil y le dije:
-No quiero que me vean-. Y me agach� sobre su regazo.
Ten�a un chevy nova ya viejo, con un asiento delantero muy
amplio y de una pieza y vidrios polarizados: muy naco, pues, pero potente: sus 6
cilindros arreaban que daba miedo.
Antes de que terminara de bajarle el pantal�n y los calzones
lo suficiente como para que su cipote apareciera, ya hab�amos salido a
carretera. Manejaba por la autopista mientras yo le chupaba la tranca y al rato
tuve que beberme su leche, que es algo que nunca me ha gustado.
Poco despu�s se meti� en un camino secundario, meti� el coche
bajo unos �rboles y me hizo el amor en el asiento trasero del coche, con la
misma maestr�a que la primera vez, dej�ndome cansada y satisfecha. En el camino
de regreso me cont� de sus macabros planes:
-Veo que eres como esperaba, Ari, una chica como hay que ser,
que goza el momento lo mismo que lee bien y es mala en la escuela. Y s�lo por
eso me atrevo a pedirte, en mi nombre y el de mi adorada Laila, un favor enorme.
-D�melo.
-Laila se quiere divorciar porque ya no soporta al hijo de la
chingada de su marido, es un tipo terrible y atroz. Pero teme, y con raz�n, que
le quite a sus hijos y la deje en la calle, as� que necesitamos un argumento
contundente que lo obligue a doblar las manos. El tipo se coge todo lo que ve y
es un verde, sabes, y aqu� es donde entras tu.
-Ya entiendo �le dije-. �Pero es guapo?..., �y yo que gano?
-Si, es guapo, y ganas nuestra eterna gratitud y...
-Bien, me gusta la idea, �qu� hay que hacer?
Y me gustaba: era morboso y maligno. Me daba un poder
inimaginado y me prend�a fuertemente el cr�neo. La idea fue que yo ser�a
invitada con frecuencia a casa de Laila, quien se saldr�a alguna vez con uno u
otro pretexto, hasta que el cabr�n y yo fu�ramos amantes y, una vez as� las
cosas, ese mismo s�bado fui a aprender a dibujar.
No te voy a cansar con la larga espera, que dur� cinco
semanas: basta ponerlos un viernes en la tarde, yo vestida de la misma forma que
el d�a que foll� por segunda vez con Ramiro. Ya me hab�a paseado por delante del
Diputado y hab�a descubierto sus miradas lujuriosas y su evidente gana. Me daba
un poco de miedo porque el tipo era robusto y med�a como 1.90. G�ero, de pelo
corto y bigote, s� estaba muy cogible, pero por poco que su verga se le
pareciera me dol�a s�lo de pensarlo.
As� estaba yo, en la mesa del comedor, mientras el diputado,
con un vodka en la mano, ve�a televisi�n en la sala, a unos doce metros de m�,
cuando ella se par� y le avis� a su marido que iba a casa de su hermana "a
recoger a los ni�os". La hermana viv�a del otro lado de la ciudad: media hora de
ida y media de vuelta, por lo menos, as� que el momento era llegado.
No fue dif�cil porque decid� portarme como una verdadera
puta, pues en verdad iba a actuar por vez primera como tal as� que, aprovechando
que me daba la espalda, me quit� los zapatos, la falda y la blusa, dej�ndome las
calcetas escolares hasta la rodilla, mis braguitas y una breve camiseta blanca,
de tirantes, que llevaba ese d�a en lugar de sujetador.
Descalza, me mov� sin ruido hasta quedar detr�s de �l y ah�
deslic� mis manos sobre sus hombros y dije:
-Licenciado... �no me regala un traguito de vodka?
Debo decir que el tipejo debe seguir recordando con gusto la
escena, debe pajearse a�n a mi salud, a pesar de lo que pas� despu�s, pues
�cuantos de su cala�a han visto alguna vez a su espalda a una n�nfula
semidesnuda, bella y precoz, pidiendo guerra?
-�De vodka o de verga, putita?- Pregunt� el tipejo.
-De vodka y de verga, papi �le dije.
-Ser� de verga y vodka- dijo.
Me jal� hacia �l con cierta brusquedad, me bes� y me llev� en
vilo hasta su rec�mara donde, con fuerza, me tir� sobre la cama. Se desnud�
r�pidamente y se movi� hacia donde yo estaba, un poco asustada, en bragas y
camiseta.
-�Sabes chupar, putita?- Pregunt�, poniendo a mi lado una
verga grande y gruesa, ya bien parada. Demasiado grande y gruesa para mi gusto.
Yo no contest�. Me hinqu� sobre la amplia cama y me met� su
larga verga, haciendo lo que se hacer... sab�a a mujer: ten�ael inocultable
sabor de una verga que ha estado metida en un co�o. El murmuraba "as�, putita,
as�". �l mismo me empuj� y se abalanz� sobre mi cuando se sinti� a punto. Me
arranc� las braguitas y me hundi� la verga haci�ndome un poco de da�o, no tanto
por el tama�o (mayores las he tenido) sino porque �l estaba caliente pero yo no
tanto. De hecho, eso ayud�, porque pens� que, si no era virgen, si era bastante
inexperta salvo para mamar.
No la meti� f�cil, pero cuando la tuve dentro empec� a
segregar jugos, de manera que cada entrada era m�s sencilla, m�s sabrosa. El
tipo pesaba bastante y se recargaba en mi sin consideraci�n, pero la escena era
morbosa: con su 1.90 o m�s, sus m�s de 100 kilos, su larga verga, las arrugas,
su calva incipiente, parec�a un verdadero fauno cogi�ndose a una ni�a, porque yo
era, soy, siempre he sido chiquita y delgada. A mi el sexo me encanta y empec� a
gozar su furia, su olor de hombre y por fin, su leche.
Luego quedamos tendidos sobre la cama. Me acarici� y yo le
dije ya tute�ndolo:
-Quiero m�s, pero no hoy, porque ya no debe tardar tu
esposa... �y a qui�n te cogiste hace rato?, sab�as a hembra.
-Si de verdad quieres repetir puedo dec�rtelo: a mi
secretaria, que est� m�s buena que el pan. B�scame, nena, en mi oficina... ah�
estoy a tus �rdenes.
(Continuar�...)
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