Relato: Los calzones de aquel ni�o Los calzones de aquel ni�o.
Era s�bado por la tarde al oscurecer, casi a las ocho de de
la noche, me encontraba en mi casa lavando la camioneta, mi esposa hab�a ido a
visitar a su mam� que vive a tres cuadras de nuestra casa, como todos los
sabados por la tarde, y yo saldr�a con mis amigos a tomar unas copas en la
cantina del pueblo, debo decirles que soy casado, me case hace dos a�os, hoy
tengo 21 a�os de edad, vivo en un pueblo llamado Atoyac el cual se encuentra en
el estado de los hombres machos y las mujeres hermosas, aunque los hombres no
somos muy machos que digamos y realmente no se si las mujeres son hermosas o no
porque yo a todas las veo igual, por ning�n lado les veo lo bello, me refiero al
famoso estado de Jalisco, yo me cas� no por amor sino como dicen ac� en mi
pueblo por taparle el ojo al macho, pues siempre me han gustado los hombres y no
las mujeres, no me cost� mucho trabajo conseguir mujer que se casara conmigo,
porque no soy mal parecido adem�s de tener una posici�n econ�mica desahogada,
fruto del trabajo de mi padre. Mi padre es muy macho y como ya se rumoraba que
yo era medio jotito, y tem�a que llegara a o�dos de mi padre por tal motivo
apresur� la boda para alegr�a y placer de mis padres, pues para ellos seria una
verg�enza tener un jotito en casa.
Mi pueblo natal es chico y aqu� como en todas las poblaciones
peque�as todos nos conocemos, aqu� se acostumbra que los fines de semana los
hombres nos emborrachamos, tanto solteros como casados y ya cuando somos casados
como yo las mujeres no dicen nada, porque pobres de ellas si dicen algo, putazos
les vuelan por el hocico, y es que como digo, aqu� somos muy machos y en general
en M�xico entero, sino que va a decir la gente.
A mi desde peque�o siento que me llaman la atenci�n los
hombres, y que yo tambi�n les atraigo a ellos y aqu� hay para escoger, bueno
pero como les dec�a al principio yo me encontraba lavando mi camioneta cuando
pasa Fernandito el hijo menor de Don Poncho, Fernandito es un muchachito que
tiene 14 a�os cumplidos, es moreno claro, delgado y estatura mediana, me saluda
amablemente, comenzamos a platicar, se nota desde lejos lo candente que es
Fernandito, comenzamos con platicas sanas pero poco a poco surgi� el tema del
sexo, notando que eso le entusiasmaba bastante, ser�a por la edad o porque ya
sab�a mi secreto que no es tan secreto porque todo el pueblo lo sabe.
El tiempo pas� rapidamente y cuando menos lo esperamos ya
eran casi las nueve de la noche, pero mientras le echaba agua por aqu� a la
camioneta y le secaba por all� no falto el tall�n y el repeg�n sin querer
queriendo con Fernandito, incluso en repetidas ocasiones me acarici� las nalgas
y otras tantas mi verga que estaba mas dura que un palo de encino. Ya no
aguant�bamos la calentura, pero en mi casa no pod�amos quitarnos las ganas as�
que decidimos ir a su casa aprovechando que sus padres hab�an ido a Guadalajara
a visitar unos parientes y tal vez llegaran tarde. Como siempre cuid�ndome del
que dir�n primero se fue el y enseguida yo atr�s de el, Fernandito vive a la
orilla del pueblo como a cinco cuadras de donde yo vivo, su casa es grande como
casi todas las de este pueblo, es una casa que en la parte de atr�s hay una
parcela sembrada de ma�z. Precisamente por la parte de atr�s entre yo, de
inmediato nos dirigimos a su recamara, es una recamara amplia y con ciertos
lujos, pues ellos tambi�n viven bien econ�micamente.
Empezamos con la acci�n, el andaba s�per caliente, de
inmediato me plant� en candente beso que me dej� perplejo, no se si por la
intensidad y emoci�n que le brotaba hasta por la piel o porque yo siempre
deseaba hacerlo con el, pero ah� est�bamos desesperados por tener sexo el uno
con el otro, como dos gallos de pelea, se notaban las ganas de amar y ser
amados. Con furia me quit� la camisa, yo me dej� porque el que a mi me quiten la
ropa me mata de emoci�n, se arrodillo y me baj� el pantal�n y los calzones, se
meti� mi verga en su boca, le daba unas enormes mamadas como ni�o hambriento.
Despu�s mi quit� completamente el pantal�n, los calzones y los tenis,
aprovechando esto el se desnud� tambi�n en un dos por tres, ya ambos
completamente desnudos, se me abalanz� y ca�mos entrelazados en su cama, primero
nos besamos ampliamente, despu�s hicimos el 69, parece que le encant�, porque se
retorc�a de placer, hicimos el beso negro al ritmo de la m�sica de la Banda
Cuisillos, posteriormente el me penetr� como nadie hasta hoy lo ha hecho, con la
emoci�n de un gallo y la fuerza de un toro, fue algo fenomenal sentir su leche
calientita dentro de mi, pero para mi sorpresa acabando el me ofreci� su culito,
apretadito no se si por su edad o por el poco uso que aun tenia.
Lo tom� de la cintura y le puse mi verga en la entrada de su
culito, me cost� trabajo penetrarlo, ya que no deseaba lastimarlo, porque me
interesa que nuestra relaci�n dure mucho tiempo, adem�s siento quererlo y cuando
se quiere a una persona lo que menos deseas es lastimarla, el trabajo fue
meterle la cabecita, ya de ah� en adelante empez� el con un movimiento entre
circular y hacia delante y atr�s que parec�a licuadora, que forma de moverse de
este ni�o, parece un experto, o tal vez ya lo sea. Est�bamos en la faena cuando
tocan la puerta de su recamara que por suerte estaba con seguro.
Abre la puerta hijo, soy tu mami, ya regresamos, ven para
que veas lo que te traje, pero bajale a tu m�sica parece que estas sordo.
Es mi mam�, r�pido vistete y sal pronto por la ventana,
despu�s nos vemos.
Esta bien adi�s.
Le di un beso en la boca y me vest� r�pido, saliendo por la
ventana rumbo a la parcela que se encuentra atr�s de su casa, corr� rumbo a mi
casa, serian como las diez de la noche, a esa hora en mi pueblo ya no hay ni una
alma por las calles, pero mi miedo no era que la gente me viera sino que Don
Poncho anduviera en el patio trasero de su casa y se diera cuenta de lo
sucedido. Corr� como loco, hasta llegar a mi casa, entre a la casa y ya mi
esposa se encontraba acostada. Sorprendida me pregunt� que porque llegue tan
temprano a lo que le respond� que porque hoy no tenia ganas de tomar, pero como
que no me crey�, y me pregunto que porque venia corriendo, dici�ndole yo que
porque me venia siguiendo el perro de Federico el de la tienda. No muy
convencida me dijo -ahora si me vas a cumplir, porque todos los s�bados llegas
borracho y nom�s no. Al tiempo que levanta la sabana y deja ver todo su suave
cuerpo completamente desnudo, no teniendo mas remedio me quit� la camisa sentado
en la cama, no muy convencido pues aun pensaba en Fernandito. Me quite los
tenis, los calcetines, despu�s el pantal�n, y al quitarme el calz�n que sorpresa
la m�a eran color leopardo, eran los calzones de aquel ni�o.
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Relato: Los calzones de aquel ni�o
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