Relato: Un caballo para las mujeres (II)



Relato: Un caballo para las mujeres (II)

As� es, cuando ve�a la situaci�n en la que me encontraba me
sent�a muy mal y completamente humillado, realmente me estaban utilizando como
un animal. Empec� a caminar con ella encima m�o, estaba caminando a cuatro
patas, ve�a muy de cerca la tierra; las manos que antes utilizaba para
actividades cotidianas las ten�a que utilizar ahora para desplazarme, mientras
caminaba pod�a �nicamente ver las botas de la mujer que me montaba, una detr�s
de cada uno de mis brazos, dentro de los respectivos estribos. Sent�a el peso de
ella en mi espalda, se sent�a bastante pesada. Cuando realmente llevas a una
mujer montada sobre ti, aunque la misma sea una persona delgada, el peso que
sientes es bastante ya que por lo general son m�s de 100 libras las que est�s
llevando sobre ti, el peso y la presi�n que sientes sobre tu espalda es
extenuante y doloroso.



Con cada paso que das sientes c�mo la presi�n empuja su
cuerpo hacia abajo, como hundi�ndolo en tu espalda, este movimiento es
constante, con cada paso que das.


Mientras que t� te est�s maltratando y est�s sufriendo, esta
chica va sobre ti de lo m�s c�moda, despreocupada, admirando el paisaje.



Igualmente te sientes m�s dominado porque esta persona lleva
las riendas de tu vida, literalmente. No eres due�o de tu voluntad, debes
desplazarte hacia donde la persona que est� sobre ti quiere que te desplaces.
Apenas salimos de mi establo me hizo doblar a la derecha con un manejo diestro
de las riendas, tensando mi cara y haci�ndome voltear mi cabeza hacia la
derecha. Se notaba que la joven muchacha ten�a experiencia. Con su manejo pod�a
comprender claramente hacia d�nde ella quer�a que yo caminara.



Desde la baja altura a la que me encontraba pod�a ver el
lugar: hab�an dos largas galeras paralelas con varios establos en cada una,
separadas por un patio de tierra (en el cual me encontraba en ese momento)
enorme, lo suficientemente grande como para dar una larga caminata alrededor,
ten�a un di�metro de unos 50 metros, el mismo ten�a una fuente de agua en todo
el centro. Cerrando estas largas galeras, hab�a otra un poco m�s chica que un�a
estas dos galeras haciendo una "U", que supongo eran las instalaciones de las
mujeres, habitaciones, comedores, etc. Quiz� del otro lado de all� se encontraba
la entrada principal al lugar.



Por el lado abierto de la "U" se ve�a una pradera enorme,
hierba y muchos �rboles a lo lejos. Era una propiedad muy grande, quiz� de
varias hect�reas de terreno.



Mientras, sent� un tir�n que hizo levantar mi cara hacia el
frente e inmediatamente otro que me hizo voltear mi cabeza entera hacia la
izquierda, rumbo que tom� de inmediato. Luego escuch� una voz que proven�a de
encima m�o que me dijo: "Est�s obedeciendo muy bien el mandato de las riendas, y
deber�s acostumbrarte a �l porque es el que deber�s obedecer siempre. Cuando los
vendemos a ustedes, nosotras les damos un entrenamiento a sus nuevas due�as
sobre c�mo se les debe tratar y el porqu� se les debe tratar as�, de igual forma
les entrenamos sobre c�mo los deben cabalgar, as� que vete acostumbrando a esto
ya que estar�s en esta situaci�n por mucho, mucho tiempo�"



Estas palabras no me gustaron, tampoco la forma en que lo
dijo. Cuando habl� de mucho tiempo extendi� estas palabras de tal forma que me
hizo entender que iban a ser a�os en esta situaci�n. No era posible, ten�a que
escapar de aqu�, pero c�mo hacerlo? Incluso sent�a miedo, s�, despu�s de esos
duros golpes que me hab�an propiciado en la ma�ana me sent�a un poco temeroso de
aquellas mujeres.



La joven muchacha, M�nica, me mantuvo dando vueltas alrededor
de ese patio por un buen tiempo. Creo que ya iba aproximadamente una hora, pero
yo la sent� eterna. Me dol�a la espalda horriblemente y ni hablar de las
rodillas, se me estaban lastimando much�simo. Es ese momento se abri� otro de
los establos. Sali� la rubia montada sobre un tipo. Era la misma que me hab�a
propiciado los golpes temprano en la ma�ana. Se ve�a majestuosa, estaba erguida
y luc�a elegante y superior montada sobre aquel hombre. Gui� al tipo hacia donde
est�bamos nosotros. Entonces sent� un rudo tir�n de mi cabeza hacia atr�s
acompa�ado de la orden que se le da a los caballos para que se detengan: "Jo�!".
Me detuve al instante.



La rubia se acerco y detuvo tambi�n al hombre, �l s�lo miraba
hacia la tierra. "�C�mo te va con el nuevo animal?" le pregunt� a M�nica
mientras me miraba con desprecio desde su altura. "Bastante bien " �escuch� la
voz sobre m�- "entiende muy bien las �rdenes que le doy, aprende r�pido". La
rubia se hizo acercar un poco m�s hacia m� y dijo: "m�s le vale�", al tiempo
sac� una de sus botas del estribo y apoy� la suela de la misma en mi mejilla y
me empuj� la cara hacia un lado "� por que si no ya sabe lo que le espera". La
rubia redirigi� a su "animal" hacia la pradera. Al ver a ese hombre, con la
espalda semi encorvada soportando el peso de aquella mujer y sirvi�ndole como
animal, pude ver el reflejo de m� mismo. Yo me encontraba en la misma triste
situaci�n, sufriendo, sirvi�ndole de caballo a una mujer.



M�nica dio algunas vueltas m�s sobre m� hasta que lleg� el
momento en que me dirigi� hacia la fuente del centro. "Me imagino que tienes
algo de sed, toma un poco de agua", as� que a�n con ella encima inclin� mi
cabeza dentro de la fuente para poder beber algo de agua. "Muy bien caballito"
�me dijo luego de terminar de tomar el agua, al tiempo que se baj� de m�- "te
voy a dejar aqu� amarrado un rato para que descanses. Solt� una expresi�n de
alivio cuando se baj� de m�, pero la misma fue suficiente para ganarme una
reprimenda: "�Qu� no te dijimos al principio que los caballos no hablan?� Mucho
menos se quejan!" Entonces me pis� una mano con su bota mientras se inclinaba
para amarrarme al centro de la fuente. "Espero que sea la �ltima vez que te lo
recuerdo!" �me grit� mientras me manten�a pisada la mano y la presionaba a�n
m�s- "Tienes ganas de quejare ahora?" Me contuve de gritar de dolor y s�lo hice
un gesto de no con mi cabeza. "As� est� mejor".


Y diciendo esto se retir� hacia el �rea de ellas. La pude ver
d�ndome la espalda mientras se alejaba de m�. Su figura era divina, con unas
nalgas preciosas que dibujaban su ajustado jeans, las mismas que hab�an estado
sentadas sobre m� por tanto rato.



Tom� un poco m�s de agua, y me qued� all�, a cuatro patas,
amarrado y sin saber que hacer. El sol empezaba a calentar. Pude ver que mis
rodillas estaban muy maltratadas, me ard�an demasiado ya que se hab�an lastimado
por el tipo de actividad que hab�a estado realizando. Pens� que deb�a escapar de
all� a toda costa.



Luego de estar all� un rato pude ver que ven�a de regreso la
rubia, montada sobre el hombre que le serv�a de bestia. Llegaron hasta donde me
encontraba yo, la rubia se baj� del hombre y le dijo "qu�date aqu�, y no se te
ocurra moverte!". Camin� al lado m�o y s�lo me observ� sin decir palabra, con la
misma mirada de desprecio de antes. Al ver esto, yo instintivamente baj� la
mirada. Ella prosigui� hacia las instalaciones de las mujeres.



Sabiendo que no hab�a nadie m�s cerca que el otro tipo, le
dije muy bajito: "Oiga, amigo�", el hombre me mir�, ten�a una cara de tristeza
indescriptible.. "Dime" contest�.


"No te han amarrado, ay�dame a desatarme y tratemos de
escapar de aqu�". El hombre s�lo sonri� y movi� la cabeza haciendo un gesto de
negatividad; me dijo: "no se puede". "Pero c�mo que no" �le dije- "debe haber
alguna forma." El hombre me mir� y me cont� lo que le hab�a sucedido: "yo trat�
de hacerlo una vez, pero es algo que no intentar� hacer jam�s. Ellas tienen un
sofisticado sistema de vigilancia, hay c�maras por todas partes. En el �rea de
la pradera todo est� cercado con cercas electrificadas. Yo intent� escapar pero
fui sorprendido. Lo que sigui� fue inhumano."


"�Pero qu� te sucedi�?", le pregunt�.


"Primero me dieron una paliza como nunca antes, me dieron con
palos y me pateaban. La rubia que me montaba hace un rato es la l�der del lugar,
se llama Raisa. Obviamente ella estaba entre las que me propin� la paliza.
Despu�s de eso vino lo peor, ellas tienen un sauna donde van a relajarse y a
charlar. A m� me hicieron sentar en el piso del sauna delante de una de las
silla que tienen all�.


Ataron mi cuerpo a las patas de esa silla y me hac�an tener
mi cabeza inclinada hacia atr�s justo sobre la parte en la que uno se sienta.


Deb�a estar perpetuamente as� para que mi cara sirviera de
silla a las mujeres que se quer�an sentar all�. Ya te imaginar�s el calor que
hac�a all� dentro, yo deb�a estar all� todo el d�a, s�lo me dejaban salir dos
veces al d�a para beber agua, comer algo y hacer mis necesidades biol�gicas. El
resto del d�a all�, en esa posici�n. Incluso ten�a que dormir as� por si durante
la noche alguna quer�a tomar su sauna a esas horas.


Es de lo m�s humillante que he vivido en mi vida, las mujeres
llegaban y se sentaban desnudas sobre mi cara. Las ve�a primero pararse delante
de m� (d�ndome la espalda, obviamente) y luego se iban sentando, ve�a c�mo sus
nalgas y entre pierna se iban acercando a mi rostro hasta que hac�an contacto
con �l, ya no pod�a ver nada y terminaban de sentarse descansando todo su peso
en mi cara. Incluso dificilmente pod�a respirar. Si el peso de una de esas
mujeres sobre tu espalda se hace insoportable, ahora imagina tal presi�n sobre
tu cara.


Ellas se pon�an a platicar o a leer alguna revista mientras
se manten�an sentadas sobre m� relaj�ndose. Ellas, luego de sentarse, pon�an sus
pies sobre mis manos y yo deb�a masajearles los pies mientras que permanec�an
sentadas sobre mi cara. �Puedes creer tal grado de humillaci�n? Creo que todas
las mujeres del establo llegaron a estar sentadas en mi rostro; M�nica, Raisa,
todas. Sus cuerpos sudaban, su sexo y sus nalgas sudaban, y yo all�. Todo eso
sobre m� mientras ten�a que relajar sus pies d�ndoles masajes.



Era un infierno, el calor desesperante durante todo el d�a,
deshidrat�ndome, la posici�n, la presi�n sobre mi cara y el calor en la misma,
la humillaci�n, fue insoportable. Estuve en esa situaci�n durante 3 meses
enteros. Cre� que me iba a volver loco, lleg� el momento en que pens� que en
realidad era una silla o un almohad�n, s�lo me limitaba a observar inerte c�mo
estas mujeres llegaban y se sentaban sobre mi cara de lo m�s tranquilas, sin
determinarme en absoluto. Es por eso que tengo tanto miedo y he decidido aceptar
mi situaci�n de animal. Ya no tengo voluntad, no tengo nada. Me siento como un
simple animal.�"


Las palabras de aquel hombre me dejaron perplejo. �Ser�a
tambi�n mi destino ser un animal para ellas durante toda mi vida?


No hab�a terminado de ordenar mis pensamientos cuando sali�
Raisa de las instalaciones. Su figura era impactante, era una mujer rubia, alta,
con unos ojos verdes penetrantes, capaz de humillarte s�lo con la mirada.



Vino directamente hacia m�, mir�ndome fijo hacia los ojos.
Cuando lleg� me dijo con autoridad: "T� me vas a pasear ahora!". Inmediatamente
solt� la cuerda que me ataba a la fuente y se par� delante de m� con las manos
en la cintura: "B�same los pies, imb�cil!, acaso hay que record�rtelo?" �dijo,
d�ndome un golpe en la cabeza con la mano-, baj� inmediatamente hasta sus pies
inclin� mi cabeza hacia una de sus botas y pos� mis labios en ella, bes�ndosela,
luego hice lo mismo con la otra.



En cuanto lo hice camin� presurosa hacia uno de mis costados
y pas� su pierna por sobre mi espalda y pude ver de reojo cuando la termin� de
poner firme sobre el suelo por el otro lado de mis costados. S�lo le quedaba
sentarse. Y en efecto, se dej� caer sentada sobre mi espalda. Sent� que iba a
caer tendido en el suelo. Como era m�s alta que M�nica, tambi�n era mucho m�s
pesada. Coloc� r�pidamente un pie en el estribo y luego el otro, se acomod� bien
sobre mi espalda y hal� fuertemente la rienda haci�ndome virar mi cabeza hacia
atr�s en direcci�n a la pradera al tiempo que grit�: "Arre!!"


Honestamente me sent� como un caballo de verdad, incluso
instintivamente empec� a caminar con un paso presuroso, que era justamente lo
que Raisa quer�a.


Esta vez, la presi�n por cada paso que daba era mayor ya que
Raisa era m�s pesada, y adem�s que el galope era m�s presuroso lo que la hac�a
hundirse sobre mi espalda a un ritmo m�s frecuente.


Estaba sufriendo como nunca, no s�lo f�sicamente, sino por la
situaci�n indigna en la que me encontraba. ning�n ser humano merec�a ser tratado
as�, ning�n ser humano merece que otro, sinti�ndose superior que �l, se le monte
encima y lo cabalgue cual animal.


Sent�a una pena tremenda, ten�a l�stima de m� mismo al verme
as�, al encontrarme en esta situaci�n.



(�y esta situaci�n iba a continuar por mucho m�s tiempo.
Continuar�)


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