JUICIO A UN RETRASADO MENTAL (Parte 1- Su Vida)
Retrasado . adj. Dicho de una persona que no ha llegado
al desarrollo normal de su edad.
Esta es la historia de un juicio que no debi� existir nunca,
en todo caso todos los personajes que intervienen deber�an ser juzgados y
algunos condenados, el �nico inocente espera sentado incomodo en un banco de
madera que se dicte la sentencia (aunque �l no lo sabe).
Juan existe, aunque los hechos narrados son exclusivamente
producto de mi imaginaci�n.
El Comienzo
El golpe, fuerte, seco, transmiti� su fuerza a trav�s de la
vieja corteza, el gigantesco �rbol se tambaleo y como en c�mara lenta se inclino
a la derecha y comenz� a caer con un ensordecedor ruido a madera rota, mas que
ruido, le pareci� un grito de agon�a del bosque mutilado.
El muchacho se enderez�, una mueca de satisfacci�n se dibuj�
en su rostro quemado por mil soles. Gotas de transpiraci�n empapaban todo su
cuerpo, el torso musculoso, brillaba y reflejaba los rayos de luz en aquella
ma�ana de verano.
Juan era hachero, era un joven de 19 a�os, era fuerte y
trabajador, era muchas cosas al mismo tiempo, pero b�sicamente era feliz.
Nunca hab�a conocido a sus padres, viv�a con su abuelo en la
vieja caba�a al borde del r�o Tala, ese mismo r�o que lo refrescaba y que hab�a
sido su �nico compa�ero de juegos, juguete y fuente de diversi�n cuando ni�o y
ahora lo ayudaba a transportar la madera que �l enviaba todos los d�as al
aserradero distante 25 kil�metros r�o abajo.
Lleg� silbando una melod�a inventada y repetida durante a�os,
limpi�, engras� y guard� el hacha y el cuchillo de monte, de un salto se
zambull� en el r�o, recogi� arena del fondo y se frot� el cuerpo vigorosamente
durante varios minutos, rode� con su mano el grueso pene y masajeo los grandes
test�culos, desde ni�o hab�a descubierto el placer que le proporcionaba lavar
sus partes, con la sensaci�n de estar limpio sali� y entr� en la caba�a.
Lo primero que not� fue la falta del olor a comida, su abuelo
yac�a inm�vil sobre el viejo sill�n, su rostro reflejaba paz, Juan supo de
inmediato que estaba muerto, acarici� su gran cabeza sin pelos y se permiti�
besarlo, aunque se amaban profundamente, jamas hab�a existido entre ambos una
muestra de afecto semejante, el Viejo hab�a criado a Juan desde el momento mismo
del parto, cuando su hija Norma muri� al dar a luz.
El padre biol�gico ni siquiera llego a conocerlo, hab�a
trabajado 2 meses en el aserradero, enamorando con sus grandes ojos azules a
varias muchachas y violado a Norma, cuando el Viejo se enter�, degoll� sin mas
tramites al forastero. Nadie lament� ni reclamo su muerte y los grandes pumas
del bosque se encargaron de ocultar para siempre cualquier vestigio de su
existencia.
Juan era un muchacho simple, al igual que sus estados de
animo y emociones, nunca hab�a llorado, ni se hab�a enojado, reconoc�a y
expresaba solamente estados extremos, producidos por el hambre, la sed, el sue�o
y el dolor. Al ver a su abuelo comprendi� que sent�a tristeza y una sensaci�n de
perdida se apoder� de �l, aunque solo dur� un instante, el nuevo sentimiento fue
reemplazado por un voraz apetito que le reclamaba alimentarse de inmediato.
Don Anselmo era la �nica persona que visitaba la caba�a,
hab�an pasado 3 semanas desde la muerte del Viejo, al entrar quedo petrificado
por el espect�culo que se le presentaba, Juan afilaba tranquilamente el hacha y
a sus espaldas, tapado prolijamente, yac�a sobre su cama, el cad�ver putrefacto
de su viejo amigo Antonio.
La Mudanza
Don L�zaro, el boticario del pueblo, hab�a le�do alguna vez
que los Estados Unidos deb�an gran parte de su riqueza, al trabajo gratuito de
millones de esclavos durante los largos a�os de la esclavitud. Porque no podr�a
beneficiarse �l mismo con el trabajo del muchacho retrasado?, en la modesta
ceremonia de inhumaci�n de los restos del Viejo, asumi� la responsabilidad por
el cuidado del pobre muchacho.
As�, sin ser consultado y sin ninguna explicaci�n, Juan fue
llevado con sus pocas pertenencias a la casa de Don L�zaro. Su nuevo hogar seria
el pa�ol de herramientas, situado en la parte trasera de la estancia, su primer
trabajo fue sacar y quemar los muebles apolillados, retirar las viejas
herramientas de campo herrumbradas, limpiar y ordenar el lugar. Una cama
desvencijada con un viejo colch�n eran todo el moblaje de la peque�a habitaci�n.
Juan estaba acostumbrado a trabajar duramente, las nuevas
actividades que le fueron asignadas lo entreten�an, Do�a Elsa la esposa del
boticario le sonre�a con afecto y le preparaba exquisitas comidas que �l
devoraba vorazmente, la mujer tenia 40 a�os, la hab�an casado con L�zaro a los
15, jamas pudo darle un hijo a su marido y �ste pronto reemplaz� la escasa
actividad sexual entre ambos por largas horas dedicadas a inventarios, charlas
con amigos y beber hasta quedar profundamente dormido.
Aquella tarde, Juan hab�a limpiado de malezas el amplio fondo
de la casa y cambiado las tejas del dormitorio principal, cansado se sumergi� en
el tanque y comenz� alegremente su rutina de higiene personal, desde la cocina
Elsa contemplaba al muchacho jugar inocentemente en el agua, se pregunt� si
podr�a entregarle todo el amor de madre que nunca tuvo, cuando vio como el joven
se jalaba el enorme pene mientras se acariciaba los test�culos, contuvo la
respiraci�n, y sinti� por primera vez un delicioso dolor en el estomago que se
extend�a hasta su bajo vientre, llevo su mano a su entrepierna y comprob� que su
bombacha estaba mojada, sus labios vaginales se abr�an y cerraban despidiendo un
jugo pegajoso que bajaba por sus muslos. Sin pensarlo tomo un pedazo de jab�n y
camin� hasta el tanque con su coraz�n golpe�ndole el pecho, sonriendo
nerviosamente comenz� a enjabonar la cabeza del muchacho quien le devolvi� la
sonrisa sin dejar de acariciar su pene.
Espera Juan, debes lavarte lentamente, d�jame a m� que te
ense�o como.
Tomo el sexo del muchacho entre sus manos y comenz� a
enjabonarlo con mucho cuidado, recorr�a con sus largos dedos el tronco hasta la
base y continuaba con los huevos, sin poder sacar los ojos de aquel formidable
pene, sinti� como crec�a y se endurec�a entre sus manos, corri� la piel hacia
atr�s, descubriendo la cabeza grande y color ciruela, Juan emiti� un suspiro
ronco mientras tensaba los fuertes m�sculos de sus piernas y dejaba caer su
brazo en el agua salpicando a Elsa, quien reaccion� como si despertara de un
extra�o sue�o.
Vamos Juan ya es suficiente, sal del agua y ven que voy a
secarte.
Sentada en el borde de la cama matrimonial, mientras secaba
la musculosa espalda aprovechaba para recorrer con su fino dedo la columna
vertebral hasta llegar a las nalgas, sigui� bajando y hundi� su mano entre las
piernas hasta acariciar los test�culos del joven.
As�, voy a darte mucho amor, mi peque�o, te gusta que te
acaricie esa hermosa pija?
Tom�ndolo de las caderas lo hizo girar, quedando el pene
apunt�ndola a escasos cent�metros de su boca. No era ella cuando abri� la boca y
comenz� a chuparlo como enloquecida.
Mi chiquito que hermosa poronga que ten�s, te la voy a chupar
toda y te voy a sacar toda la lechita que guardas en esos enormes huevos, mamita
te va a ense�ar a usar tu hermoso cuerpo, vas a ser m�o.
Como una pose�da escuchaba sus propias palabras y no le
importaba nada, solo tenia conciencia de la tremenda calentura que sent�a, su
mano tenia vida propia y empu�aba fuertemente el tronco del pene mientras le
corr�a una tremenda paja, el muchacho permanec�a inm�vil, eran demasiadas
emociones desconocidas que se produc�an al mismo tiempo.
Mira mi vida como te voy a chupar la pija, dame toda tu
lechita ahora ....
De pronto el joven arqueo el cuerpo y sinti� como deliciosas
convulsiones sub�an de su bajo vientre y explot� derramando su semen en la boca
de la mujer. Elsa sinti� el liquido caliente y espeso y tuvo su primer orgasmo,
apretaba fuertemente sus piernas, como queriendo retener todo ese delicioso
placer, mientras segu�a pajeando al joven con sus labios.
La rutinaria vida de Elsa cambi� de la noche a la ma�ana, se
despertaba ansiosa, contenta, rejuvenecida, revoloteaba alrededor de Juan
pendiente de cada actitud del muchacho, aprovechaba cualquier momento para
rozarlo, tocarlo, jugaba con su pelo, lo abrazaba por atr�s mientras el chico
trabajaba. Como si fuera un animalito Juan disfrutaba de caricias que nunca
antes hab�a tenido y cuando sent�a la mano de la mujer sobre su sexo, se
abandonaba a recibir esas maravillosas sensaciones que culminaban cuando
descargaba su semen en la boca de Elsa.
Aquella noche Elsa se despert� sobresaltada, se sent�a como
afiebrada, gruesas gotas de transpiraci�n corr�an por sus pechos, su excitaci�n
le dol�a en todo el cuerpo, de reojo vio a su esposo dormido y como un aut�mata
se dirigi� al cuartito del fondo.
Juan dorm�a profundamente, en la calurosa noche su cuerpo
completamente desnudo brillaba bajo el tenue reflejo de la luna llena. Elsa se
arrodill� como una devota y lentamente acerc� su cara al sexo del joven
aspirando el varonil olor, hundi� su nariz en los espesos rizos mientras que con
la lengua recorr�a los huevos del muchacho, el juvenil pene se endureci� al
instante, y semi dormido Juan rodeo con sus manos la cabeza de Elsa
introduciendo aun mas su miembro en la boca tibia y h�meda, mientras acompa�aba
con sus caderas los movimientos de la mujer.
De pie bajo el dintel de la puerta, L�zaro trataba de
entender el cuadro que tenia enfrente moviendo la cabeza de un lado a otro,
cuando finalmente las piezas encajaron en el rompecabezas, el hombre se retir�
silenciosamente.
Mire Dr. G�mez yo no puedo tenerlo en mi casa, es una
verdadera pena porque el muchacho vale oro, trabaja de sol a sol, no se cansa
nunca, no protesta, siempre esta bien predispuesto, el problema es que mi esposa
no esta bien, quiero mandarla a la casa de su hermana en la ciudad para ver si
cambiando de ambiente unos meses mejora su estado de animo, y no podr�a dejar al
pobre muchacho solo en la casa.
En cambio usted podr�a aprovechar al muchacho para cuidar su
granja, se le podr�a ense�ar a sembrar y cosechar, aprende muy r�pido, inclusive
podr�a cuidar a sus peque�as hijas, es muy cari�oso, a prop�sito cuantos a�itos
tienen las mellizas ?
Ya est�n grandecitas el mes que viene cumplen 12 a�os, y en
cuanto al muchacho, creo que tiene raz�n, voy a llevarlo a casa, no pierdo nada
con probar y siempre da gusto hacer una buena obra.
Continuara...
Tengo en mente toda esta historia, quisiera saber que les
parece esta primera parte a todos los que la han le�do, con gusto recibir�
cualquier critica y prometo contestar todos los mensajes recibidos en mi correo
POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO
Gracias.
Santi