Aprovecho esta oportunidad para decir que me he sentido muy
arropada por los lectores que me han escrito con motivo de mi primer relato
publicado en esta web "playas en serie", espero que este segundo, os guste m�s.
Ya hac�a tres d�as que Eduardo oia por las ma�anas una
peque�a embarcaci�n acercarse a la peque�a cala que se encontraba a los pies de
su apartamento. Le molestaban los visitantes que aprovechaban que no hab�a nadie
para acampar en la arena, ya que era de su propiedad. Se decidi� y se asom� por
la ventana, era una moto acu�tica que estaba en la arena, y una joven que se
preparaba para tomar el sol.
Eduardo tom� los prism�ticos y volvi� a mirar a la chica,
tendr�a unos 18 a�os, de cabello casta�o a media melena, piel morena y
bronceada, buena figura, s�lo llevaba un fino tanga blanco. No le molest� en
absoluto tener esa sirena en su cala, pero sab�a que si esa chica impunemente
pod�a venir, podr�a traer amigos y m�s gente, y eso era precisamente lo que
Eduardo no deseaba, asi que decidi� que deber�a echarla, pero era toda una
belleza, entonces Eduardo pens� que antes de sacarla de su propiedad le dar�a un
escarmiento. Elabor� un perfecto plan.
D�a tras d�a, la chica ven�a sola con su moto aqu�tica la
cala, a eso de las nueve de la ma�ana, y se iba a las once, durante el tiempo
que estaba all� se ba�aba, tomaba el sol, sub�a al pinar que habia m�s arriba,
donde hab�a sombra, leia un libro, hablaba con el m�vil, descansaba y luego se
iba, as� todos los dias. Una vez Eduardo tuvo controlados todos los movimientos
de la chica puso en marcha su plan. Eduardo hab�a sido amo en el club de sado de
su comunidad y construia sus propios artilugios para el castigo y bondage,
construy� lo que en apariencia era una cama de vibromasaje. Ten�a varios cierres
de velcro muy fuertes en diferentes partes, ideales para la sujeci�n, era en
realidad una trampa, y ya habia elegido a su victima.
Lleg� el d�a de la verdad y Eduardo baj� a la cala cuando la chica hab�a subido
al espeso pinar, llevaba consigo la camilla de vibromasajes. La chica lo vio de
lejos acercarse a ella, cuando lleg� �l de forma simp�tica la salud�.
- Hola, �qu� tal?- pregunt� todo sonriente.
- Pues aparte de este calor... muy bien. - contest� ella.
Ella vest�a una camisa verde de manga corta de tres botones,
un tanga y sandalias.
- �Sab�s si este lugar es propiedad privada? No quisiera
tener problemas yendo por aqui,- dijo Eduardo.
- No tengo ni idea, yo vengo aqui cada d�a y nadie me dice
nada, hay una casa arriba pero parece que no vive nadie.
- Claro, y debes estar tranquila.
- Y que lo digas, me encanta este sitio, no viene nadie, s�lo
se oye el mar, me relajo un mont�n.
-�C�mo te llamas?
- Maria del Mar
- Ok, yo Ricardo. - Minti� Eduardo.
- �Y a qu� has venido, Ricardo?
- Pasaba por aqui, he quedado con una amiga.
- Ah, �y esta muy lejos tu amiga?
- Un poco.
Maria del Mar se fij� en la cama de vibromasaje plegable que
Eduardo llevaba en brazos.
- �Qu� �s eso?
- Ah, esto es una camilla de masajes vibratorios. Es muy
relajante, da masajes en la nuca, muslos, brazos...
Maria del Mar escuchaba con mucha atenci�n, le resultaba
interesante.
...el problema de esta camilla es que si quieres usarla
necesitas otra persona para accionar los controles de intensidad de las
vibraciones mientras te relajas... en fin.
- Est� muy bien. - dijo M� del Mar.
- Si, la verdad. �Te gustar�a probarla?
- �Claro! - Eduardo se agach� en el suelo y extendi� la
camilla, hac�a 1,80 de largo por 90 de ancho, con sus cierres de velcro en
varios puntos y la peque�a almohada vibratoria para la nuca, los cierres de
velcro eran tambi�n vibratorios.
- T�mbate boca arriba por favor.
Asi lo hizo la muchacha, acomodando su cabeza en la almohada.
- Mmmm, qu� c�modo que es.- dijo M� del Mar.
- Si, ah, perdona, tienes que colocarte asi...
Eduardo indic� a la chica en qu� posici�n tenia que colocar
sus brazos, doblados en �ngulo recto a cada lado de la cabeza y las piernas
separadas casi hasta el final de la almohada, casi como una X. Puso en marcha el
masaje vibratorio y M� del Mar empez� a sentirse agusto con las vibraciones en
su cuello.
- Qu� bien me siento, mmm. -ella dec�a.
- �S�, verdad? mientras te relajas ir� coloc�ndote los
velcros vibratorios.
- Ok.
Eduardo ajust� a la joven los cierres de velcro vibratorios
en cada antebrazo, mu�eca, muslo y tobillo sin que ella sospechase nada. Ahora
M� del Mar estaba firmemente sujetada e inmovilidada sobre la camilla, pero
estaba demasiado ocupada disfrutando del masaje como para darse cuenta.
- Asi que vienes cada dia.
- Cada d�a.
- �Y nunca ves a nadie?
- Absolutamente a nadie.
- Estas muy morena, �te aplicas siempre crema solar?
- Claro.
- No me extra�a, debes ponerte en bikini y...
- En top less. - interrumpi� ella.
- �En top less? vaya..., �me dejas comprobarlo?- dijo Eduardo
mientras desabrochaba los botones de la camisa de M� del Mar, la cual reaccion�
con sorpresa y rechazo a aquella acci�n, pero se encontr� con que no pod�a
moverse, estaba completamente sujeta y no lo pudo evitar. Abri� la camisa y dej�
al descubierto los hermosos pechos de la chica.
- Oye, no me puedo mover, �qu� pasa aqui?- pregunt�.
En este punto del relato, a vosotros los lectores, os doy
total libertad para continuar este relato de la forma que os resulte m�s
excitante. Mandadme vuestros finales, yo eligir� el que m�s me guste y lo
publicar� como segunda parte del relato.
Besos a todos y todas.