DURMIENDO CON EL ENEMIGO 2
Por: Horny
I
Daniel estaba fuera de si. Tras su mirada no pod�a ver al
Daniel de siempre, con el que hac�a tan solo un par de horas estaba cenando. Me
sent�a turbada, culpable por haberle puesto los cuernos a Carlos mi marido y m�s
a�n porque el tiro me hab�a salido por la culata.
Despu�s de haber amarrado mis brazos a la altura de las
mu�ecas y mis pies en los tobillos con bastante firmeza, me tom� en brazos y
comenz� a subir las escaleras para dirigirse al parecer a su alcoba. En este
momento entr� en p�nico y trat� de defenderme utilizando como pod�a mis pu�os,
intentando morderlo, pero todo era in�til, estaba en franca desventaja en todos
los aspectos.
Mi mente trabajaba a mil en esos segundos mientras Daniel
sub�a sin prisa los escalones, pero por mas que pensaba no lograba encontrarle
soluci�n posible al problema en el cual estaba metida.
Llegamos a la habitaci�n. Una enorme cama digna de un
monstruo como �l, ocupaba la mayor parte del espacio decorado con gusto y
sencillez. Daniel me arroj� sobre la cama como si me tratara de un bulto y a
continuaci�n encendi� una l�mpara de mesa a medida que dec�a que quer�a verme
bien, cada porci�n de mi cuerpo, detallarme, marcarme con sus dientes pues a
partir de ese momento yo era de su propiedad. Yo palidec� al escuchar esas
palabras, ten�a ganas de morirme o al menos de desmayarme. Hasta ayer mi vida
era perfecta, un esposo que me amaba, un trabajo decente, un amigo especial� y
ahora ese mismo "amigo" hab�a convertido mi vida en una pesadilla.
Solt� mis pies e inmediatamente amarr� mis brazos a los
pilares superiores de la cama. Hac�a unos minutos me hab�a ultrajado sin
necesidad de amarrarme pero ahora ten�a la certeza que si no lo hac�a podr�a
intentar algo. Separ� mis piernas a todo lo que daban y se instal� de rodillas
entre ellas; yo trataba de pensar en otra cosa mientras sus manos sub�an
acariciando tobillos, pantorrillas, rodillas, cada cent�metro de mi anatom�a
inferior. Pensaba en Carlos mi esposo, trataba de imaginar cerrando los ojos que
era �l quien me acariciaba, pero la tosca manera de tocarme de Daniel hac�a que
volviera a la dura realidad una y otra vez, me abstra�a de mis dulces sue�os
donde hac�a el amor con Carlos�.
Los minutos pasaban dolorosamente lentos y Daniel continuaba
sob�ndome, hac�a rato en el sof� hab�a descargado sus ganas primarias de poseer
mi cuerpo de inmediato. Ahora quer�a estudiar con detenimiento su presa, su
trofeo, pues eso era yo, un simple objeto, poco m�s que una mu�eca inflable.
Juguete� un poco con los pelos de mi concha y continu� su
exploraci�n manual hacia el norte, pasando por caderas, abdomen, tetas� all� se
detuvo un buen rato, observando las reacciones que mi rostro trataba de
disimular. Sigui� por mi cuello, hombros, axilas, brazos, acariciando con su
palma, con sus dedos, intentando a lo mejor ser suave sin lograrlo pues a mi ese
juego de posesi�n poco o nada me gustaba, al menos Daniel hubiera podido tener
la delicadeza de preguntarme si quer�a jugar o no.
Sus manos bajaron de nuevo. Sab�an de memoria hacia donde
ten�an que dirigirse: a mi centro de placer, mi cueva, de modo que fueron all�
directamente, bajando de la misma suave manera que hab�an subido. Mis labios
estaban ligeramente irritados por la abrupta irrupci�n de instantes atr�s con su
miembro para nada despreciable; los acarici�, humedeci� sus dedos en esa mezcla
de flujos vaginales y semen que yac�a all�. Posteriormente comenz� un mete-saca
sin tregua. El parec�a divertido mirando como sus dedos entraban y sal�an, cada
vez m�s h�medos, yo solo quer�a que todo acabara, que me penetrara de una vez si
era lo que quer�a pero que me dejara ir.
Sac� los dedos minutos despu�s, cuando me ten�a al borde del
orgasmo, cuando no pod�a evitar peque�os gemidos y un ligero sudor en mi
espalda. Meti� sus dos manos bajo mi cadera para elevar la misma y aplicar su
boca a mis labios vaginales. Con el solo contacto de su lengua en mi cl�toris me
corr� como una cualquiera, espasmo tras espasmo en la mism�sima cara de Daniel.
El bes� mi conchita durante los segundos que dur� ese orgasmo y se incorpor�
acercando su rostro a mi cara. Yo estaba extenuada, ese fort�simo orgasmo me
hab�a dejado sin fuerzas, con un cosquilleo extra�o en mi bajo abdomen, con
sentimiento de culpa por la situaci�n en la cual lo hab�a tenido.
Trat� de volver el rostro para evitar mirarlo a los ojos pero
el me oblig� a mirarlo tom�ndome por la mand�bula con fuerza. Me plant� un beso
fuerte, alocado, d�ndome a probar mis propios flujos. A continuaci�n se
incorpor� y se arrodill� a ambos lados de mi cuerpo a la altura de mi pecho, su
verga, a escasos cent�metros de mi rostro. La orden era muy clara, la punta ya
rozaba mis labios, golpeando para entrar. Me lanz� una mirada fulminante que a
las claras quer�a decir: "abre la boca y ni se te ocurra morderme o la pagar�s
caro". A buen entendedor pocas palabras, abr� mi boca y el comenz� a introducir
su miembro en ella. Cuando ya no cab�a m�s segu�a empujando y posteriormente
comenz� a follarme la boca sin ning�n tipo de contemplaci�n. Yo ten�a los ojos
medio salidos de sus �rbitas y el segu�a empujando, parec�a no importarle que yo
estuviera al borde de la asfixia, con l�grimas escurriendo por mis mejillas.
II
Volv� a mi casa con la moral por el piso. Lo que me hab�a
parecido d�as hab�a durado en total 3 horas. Estaba a punto de llorar mientras
hab�a estado con Daniel (o mas bien mientras Daniel hab�a estado conmigo) hab�a
procurado no quebrarme, no mostrarme d�bil para no darle gusto. Sent�a rabia con
Daniel pero m�s conmigo misma, por haber sido tan est�pida. Evit� llorar todo lo
que pude hasta que me cercior� que mi marido no estaba en casa, por suerte era
temprano, tardar�a un par de horas. Fue entonces que me tumb� en mi cama
matrimonial, boca abajo, y llor� a mares. Un pensamiento me detuvo: mi esposo no
me pod�a ver en ese estado. Entr� en p�nico, me puse de pie de un salto y me
met� al ba�o. All� me desnud� por completo y el espect�culo no era nada
halagador: morados por todo el cuerpo, los labios vaginales inflamados, la
rajita completamente abierta y h�meda, los pelitos cubiertos por una capa
tostada de semen y flujos vaginales� y mi rostro� en el se le�a la angustia, los
ojos inflamados, los labios mas inflamados a�n por los mordiscos que Daniel me
hab�a propinado. Me apoy� en el espejo tratando de negar lo que ve�a y llor� de
nuevo, luego me met� en la regadera y me dispuse a tomar un largo ba�o de agua
caliente.
Tom� la esponja enjabonada y la frot� a conciencia por todo
mi cuerpo, sollozando a�n a medida que el agua ejerc�a su efecto medicinal. Poco
a poco me fui calmando, al menos f�sicamente aunque mi mente no ten�a paz,
segu�a reviviendo escena a escena lo ocurrido con Daniel.
Recordaba como se hab�a derramado directamente en mi garganta
y en mi rostro despu�s de haber abusado de mi boca durante m�s de diez minutos
hasta casi hacerla sangrar, hasta irritarme el paladar y la comisura de los
labios. Luego cuando casi me ahogo con su semen y tuve que escupirlo sobre la
cama se enfureci� de tal manera que cre� iba a golpearme. Por suerte no lo hizo
y tampoco comprend� el motivo. Era violento si, me hab�a forzado, pero por
suerte no me hab�a golpeado, un golpe suyo no solo habr�a dejado un rastro
imposible de ocultar sino habr�a podido ser mas grave, hasta llevarme a perder
el conocimiento o algo similar.
Tom� un poco de gel de ba�o y lo esparc� por mi dolorida
conchita. El fr�o del gel fue un alivio, poderme quitar la suciedad de Daniel
mucho mas. Me dol�a mucho, el cuerpo y el alma. Tom� la regadera de mano (ducha
tel�fono) y la apliqu� directamente a mi conchita, luego a mi culo. La presi�n
del agua all� me hizo dar un respingo.
Record� entonces cuando Daniel, no contento con haberme
follado vaginal y bucalmente hab�a tanteado mi culito. Le supliqu� que no, que
las escasas veces que lo hab�a hecho con mi marido me hab�a dolido un poco
siendo la verga de �l de normal tama�o, que con una verga mas grande como la
suya seguro me doler�a m�s. Hizo caso omiso, lubric� la entrada con mis flujos y
para adentro, sin miramientos, sin contemplaciones, al contrario, el verme
sufrir era su goce, cuando yo gritaba el aceleraba sus movimientos hundiendo mas
y mas su estaca hasta el fondo de mi ser, parti�ndome en dos, castig�ndome por
qui�n sabe que cosas. All� no dur� mucho, lo apretado de mi canal lo excitaba al
m�ximo, se corri� bramando y temblando y de nuevo, como en el sof�, se desplom�
sobre mi cuerpo.
Hab�a sido doloroso pero por fortuna breve. Se tumb� a mi
lado en la cama, d�ndome la espalda y despu�s de desatarme los brazos me pidi�
que me fuera. Cada cosa que dec�a o hac�a me sorprend�a, no sab�a cual iba a ser
su pr�ximo movimiento y tampoco me detuve mucho a meditarlo, salt� de la cama y
corr� a buscar mi ropa, segu� corriendo y no me detuve hasta tomar un taxi que
me llevara a casa, a mi hogar, el �nico lugar en el cual me sentir�a a salvo
despu�s de esa pesadilla.
III
Y all� me encontraba, en el ba�o frotando mi cuerpo,
consintiendo mi piel maltratada aunque nada pudiera ya borrar el enorme da�o que
Daniel me hab�a causado.
Sal� de la regadera cuando la piel se me arrug�. Limpi� el
vapor del espejo y me contempl� de nuevo. La situaci�n no hab�a cambiado en lo
m�s m�nimo, cada morado segu�a en su lugar y como una ni�a me sorprend�a por
eso, como si un simple ba�o pudiera borrar el horror de las pasadas horas.
Trat� de llorar de nuevo y las l�grimas no me sal�an. Sequ�
mi cuerpo con cuidado y me puse una pijama larga, hasta m�s debajo de las
rodillas, de mangas largas y cuello alto, muy suave, de algod�n, sin ropa
interior que pudiera irritar m�s lo ya irritado. Me acost� sollozando e hipando
tratando de organizar mis ideas. No pod�a ser que nada me saliera bien, muchas
personas eran infieles y sal�an bien libradas y justo a mi me ocurr�a una cosa
de esas. Apagu� la luz dejando �nicamente la l�mpara de mesa.
Pens� en ese momento que odiaba a todos los hombres, eran
unos asquerosos, todos eran� no, todos no, mi esposo era diferente, era un
hombre maravilloso, tierno, dulce, celoso en extremo si, pero un buen hombre. Me
calm� pensando en �l, pensando que yo hab�a tenido mi merecido castigo por haber
pensado en serle infiel. Hab�a pagado caro y con mi propio cuerpo.
Sent� entonces, en medio de esas divagaciones, la llave en la
cerradura e inmediatamente apagu� la l�mpara. Era mi marido que llegaba de un
coctel de trabajo seg�n me hab�a dicho por tel�fono en la tarde. En su trabajo
era habitual este tipo de reuniones, por lo general llegaba no muy tarde, sin
hacer ruido, la mayor�a de las veces yo lo esperaba mimosa, desnuda, con ganas
de hacer el amor. Obviamente esta no era una de esas ocasiones.
Cosa rara en esta oportunidad entr� haciendo bastante ruido,
lo escuch� en la sala, caminando para un lado y para otro. Trat� de escuchar
mejor para saber que hac�a, su comportamiento era diferente, sin haberlo visto
lo sent�a extra�o, �ser� que hab�a tenido problemas en la oficina o en la
reuni�n? Lo sent� aproxim�ndose a la habitaci�n y cerr� los ojos. Entr�
tambale�ndose, estaba borracho y para colmo con una copa de licor en la mano,
hab�a bebido toda la noche en la dichosa reuni�n esa.
Se acerc� a la cama, justo a mi lado, sent� temor, Carlos
ten�a problemas con el alcohol, se pon�a bastante pesado, hac�a a�os no beb�a y
justamente hoy� �qu� hab�a pasado? No pod�a pensar, ten�a la mente nublada por
el suceso con Daniel y ahora Carlos� estaba a mi lado, pod�a ver claramente su
silueta como a un metro de la cama� se fue acercando, tambale�ndose. Mis ojos
trataron de enfocar su rostro pero no lo lograba, solo ve�a un bulto negro
movi�ndose en zigzag cada vez mas cerca.
Dej� la copa por ah� comenz� a quitarse la ropa en silencio
hasta quedar completamente desnudo. Mis ojos se hab�an acostumbrado a la
oscuridad y pude ver su cuerpo desnudo, c�mo me gustaba� pero despu�s de lo de
Daniel no pod�a ni ver un pene. Apart� la vista� �l segu�a acerc�ndose, el
trayecto desde la puerta hasta la cama parec�a eterno, con esa manera de
caminar, parec�a que no iba a llegar nunca� hasta que lleg� a mi lado.
De un manotazo levant� las cobijas que me cubr�an, de mi boca
sali� un gritito casi imperceptible pero no me mov�, deb�a hacerme la dormida.
Pero estaba ebrio, era otro hombre, no era mi esposo de siempre, era simplemente
un borracho.
Yo continuaba con los ojos cerrados, la habitaci�n en
silencio, sin saber que estaba haciendo Carlos, si iba a acostarse o que diablos
iba a pasar.
Mi pregunta pronto fue contestada, Carlos se abalanz� sobre
m� buscando mi boca. Su aliento apestaba a licor, sus movimientos eran bruscos y
la presi�n de su cuerpo me dol�a pues el m�o estaba muy maltratado. Fingir que
a�n dorm�a era in�til, deb�a fingir despertar e intentar quit�rmelo de encima.
Carlos � comenc� a decirle � que haces mi amor, detente,
acu�state, no est�s bien.
Estoy divinamente � dijo a media lengua.
Vamos Carlos � dije � acu�state, descansa, este no es el
momento.
�Que no es el momento? � pregunt� subiendo la voz � yo
decido cual es el momento para estar con MI MUJER. Llego cansado del trabajo
y lo �nico que quiero es SEXO.
Carlos � le dije nerviosa � no hables as�, hace mucho no
me hablabas de esa manera� (efectos del alcohol pens� yo).
Yo hablo como se me de la gana � prosigui� subiendo a�n
mas la voz � estoy en mi casa, en mi cama, con mi mujer y lo �nico que
quiero es meter mi verga en su co�o, �eso es mucho pedir?
No amor � dije tratando de ser conciliadora � pero no en
ese estado, tal vez ma�ana�
�Ma�ana? �las pelotas! � dijo ya gritando, enfurecido �
�acaso soy de esos hombres que van por ah� buscando prostitutas? No, por eso
al llegar a casa quiero a mi mujer caliente esper�ndome, as� que abre las
piernas.
No Carlos � le dije como �ltimo intento, tratando de
hacerme la digna � no quiero hacerlo.
Camila � dijo � ya no se trata de si quieres o no, lo
haremos con o sin tu consentimiento.
�Pero que les hab�a pasado a Daniel y a Carlos hoy? (pens�)
�c�mo era posible que mi propio esposo fuera a tomarme por la fuerza? �No pod�a
haber escogido un peor d�a? Sonaba como un mal chiste, como una pesadilla de la
cual quer�a despertar.
CONTINUAR��
Horny