Relato: Mi noviecita





Relato: Mi noviecita

Recoger a mi hermanita en el colegio despu�s de clases no era
mi plan favorito, el calor, la multitud, el hambre. Aun peor cuando por alguna
raz�n desconocida su curso es siempre el ultimo en salir.


La �nica posible ventaja de la diaria aventura era que el
colegio era femenino, por ende las chicas vestidas de colegialas eran el
panorama completo, un mar de faldas azules a las rodillas (o mas arriba seg�n la
muchacha y su edad) ven�an hacia mi desde el fondo del patio donde estaban los
salones apenas el timbre marcaba la esperada hora de salida.


Una que otra vez procuraba cruzar palabra con una de las
chicas, pero desde el primer d�a de clases, una monja que trabajaba en el
plantel sinti� desconfianza para conmigo y desde entonces me persegu�a para
evitar que tuviera contacto alguno con las estudiantes.


Me toc� limitarme a observar las atractivas chicas de los
cursos mayores a las que un joven universitario no les es indiferente, sin
embargo aquello de mirar y no tocar es bastante tedioso. Para completar, la
vestimenta de las alumnas no era para nada sugerente, llevaban un vestido largo
azul claro sobre una camisa blanca, zapatos negros y medias blancas, nada
parecido a la fantas�a casi general de la colegiala.


Pues bien, mi historia comienza un lunes a las 2:00pm, hora
de salida, la eterna espera de ver llegar a mi hermanita de 11 a�os jugueteando
con sus amiguitas cuando el colegio ya se iba quedando vaci�.


Recostado sobre una columna cerca de la puerta del lugar, mis
pensamientos vacilaban desenfrenados entre las desafiantes notas de los
nocturnos de Chopin, y el suave pero poderoso "Claro de luna" de Beethoven.
Ansiado logro de cualquier pianista en desarrollo.


Mi mirada se pos� en el marco de la puerta de madera de tres
metros que daba a la calle, un peque�a de unos 12 a�os apoyaba su hombro derecho
contra este, se ve�a ansiosa, de a momentos asomaba un poco la cabeza y se
aseguraba de que aquel que deber�a ya estar ah�, no hab�a llegado.


Primero no le di ninguna importancia, a miles le ha pasado
ese tipo de cosas, a mi mismo muchas cuando aun cursaba la primaria, mas sin
embargo las lagrimas que de a poco empezaban a escurrir por las mejillas de la
infante me causaron lastima.


Aprovechando que la monja que me segu�a a diario no se
hallaba por los alrededores, me acerqu� a la ni�a, con las mejores intenciones,
eso si.


Unos metros mas cerca pude notar la inmensa belleza que
conten�an esos escasos 1.45cm, la tonalidad canela de su piel me embruj� al
instante, su cabellera negra iba hasta la mitad de su espalda y aunque no se
ve�an muy bien, lo poco que mostraban sus piernas adivinaban una vida en pleno
desarrollo.


Toqu� su hombro y medio asustada giro la cabeza para ver
quien era, sus ojos verdes enlagrimados encajaban perfectos en su rostro
sim�trico, p�mulos grandes y rasgos finos, y unos labios delgados de esos que
llaman a un beso, mas en ese momento solo not� lo triste que estaba.



-�que te pasa, porque lloras?- pregunt�.


-nada, estoy bien-


-no creo que est�s bien, parece que no han venido por ti-



Y entonces se desat� en llanto como si yo le acabara de
aclarar lo que ella pretend�a no aceptar.



-si ves, no estas bien- intervine de nuevo.


-mejor vallase, no puedo hablar con extra�os-


-y me parece muy bien, no es bueno hablar con extra�os,
pero es que mi hermana estudia ac� como tu, solo que su curso no ha salido
todav�a, siempre salen de �ltimos no se porque-


-�que curso es?- pregunt�.


-quinto B...-


-es que ellas se portan mal y las hacen salir mas tarde
casi siempre-


-ahhh, con raz�n...pero si ves, no soy tan extra�o, solo vi
que estabas llorando y quer�a saber si pod�a ayudarte en algo-


-no gracias, solo estoy esperando a mi mam�, nunca se tarda
tanto, no se que pasa...-


-bueno, por lo menos d�jame acompa�arte mientras mi hermana
sale, a mi me ha pasado muchas veces eso de que no me recogen a la hora que es
y se como se siente, mucho gusto, me llamo Ricardo- y le extend� la mano.


-Melissa...- respondi� ella tomando la m�a muy t�mida.



Charlamos por un rato, procur� hacer el momento ameno y
alcanc� a hacerla re�r un par de veces para que olvidara la situaci�n.


Cuando mi hermana apareci� a mis espaldas me lanzo el malet�n
encima y me orden� levantarme para irnos, mientras lo hacia no alcanc� a
despedirme de Melissa porque afortunadamente el auto de su madre apareci�
doblando la esquina y ella corri� a su encuentro.


Pasaron los d�as y no volv� a ver a la atractiva jovencita,
no es que la anduviera buscando, pero me pareci� una personita muy interesante.


Entonces un d�a, cuando la multitud de estudiantes atestaba
la puerta de salida y caminaban a mi alrededor oblig�ndome a esquivar los bultos
con la miraba para poder encontrar a mi hermana, una mano se alzo entre las
cabezas.


Segu� el camino de su brazo y me encontr� con la menudas
formas de Melissa, ahora sonriente y alegre, mucho mejor que aquel d�a en que
solo lloraba. Se acerc� y nos saludamos.



-hola nena, �c�mo estas?- dije.


-bien, gracias, �y tu?-


-yo, muy bien-


-oye, gracias por acompa�arme el otro d�a mientras esperaba
a mi mam�, y disculpa tanta lloradera-


-tranquila, fue todo un placer-



Me sorprendi� la madurez de la ni�a y lo segura que era al
hablar con una persona mayor y de poca confianza.


Desde entonces y a diario ve�a salir a Melissa de uno de los
�ltimos salones, con su malet�n negro, sonriente, desde la lejan�a sus ojos
verde esmeralda destellaban luces de colores, llegaba y me saludaba y de vez en
cuando charl�bamos de cualquier tema. As� me fui enterando de sus cosas, como de
que jugaba en el equipo de voleibol infantil del colegio con mi hermana, que le
gustaban las matem�ticas, que tenia un hermanito menor, en fin...


Ver a Melissa cada tarde a la hora de salida se fue
transformando en una obsesi�n para mi, ya no me fijaba en sus ojos y si en sus
piernas, en su cola cuando me daba la espalda y se iba caminando y en unos
pechos que de a poco se desarrollaban. Me la imaginaba desnuda caminando a
trav�s del patio hacia mi, me la imaginaba en mi cama, me la imaginaba entregada
por primera vez. Me sorprend� un par de veces erecto volviendo a la realidad en
la mitad del patio del colegio.


Casi inconscientemente las conversaciones entre la jovencita
y yo empezaron a tener otros tintes...



-Melissa, no me has contado si tienes novio- dije un d�a.


-...no...no tengo-


-�y porque?-


-porque aun soy muy chica, adem�s no me gustan los ni�os
que conozco-


-�y si te gustara alguno?-


-no se, tendr�a que ver-


-eres muy bonita y yo supon�a que ten�as alg�n novio-


-je je je, gracias...-


-�no te gustar�a ser mi novia?-


-����c�mo?!!!-


-si, es que tu me gustas, �yo no te gusto?-


-si, pero es que... mi mam� no me deja- y sali� corriendo.



Sinceramente esa declaraci�n me pareci� mas un juego que algo
serio, y aunque de verdad me gustaba Melissa, solo quer�a quedarme a solas con
ella, desnudar su cuerpo lentamente y besar su piel canela hasta saciarme, luego
acomodarme entre sus piernas y acercar mi o�do a su boca para atrapar para
siempre sus primero gemidos mientras la desfloraba con amor. Pero no me imagin�
que yo le gustara tanto a ella y que mis palabras iban a desatar entre nosotros
semejante pasi�n.


Pues bien, para mi infortunio no fui informado que aquel
martes mi hermanita tenia practica de voleibol despu�s de clases, llegu� como de
costumbre a las 2:00pm, pero al pasar casi media hora sin verla llegar decid�
preguntar por ella.


Me enviaron al coliseo del colegio donde la encontr� con las
dem�s ni�as haciendo los ejercicios de calentamiento para empezar a entrenar,
tuve entonces que sentarme en las grader�as y esperar.


Mas el tedio desapareci� cuando vi a Melissa acerc�ndose,
record� entonces que ella entrenaba tambi�n, venia sin el uniforme de todos los
d�as, largo y aburrido, ahora llevaba un licra gris que se aferraba a su piel
enmarcando con delicadeza sus piernas, ajustando su entrepierna para luego
colarse �vida en su conchita dibujando una sugerente l�nea entre sus labios
vaginales. Me empalm� en un segundo.



-hola, �c�mo estas?- pregunt�.


-yo bien, �entrenando?-


-si...oye, a lo que me preguntaste el otro d�a...-


-�qu� si quer�as ser mi novia?-


-aja, es que...si-


-�si que?-


-si quiero ser tu novia-



Qued� estupefacto ante la poderosa presencia de Melissa que
me hacia sentir de 12 otra vez, entonces me asegur� de que ni la entrenadora ni
las otras ni�as estuvieran viendo y la bes�. Fui un piquito r�pido pero ella
pareci� derretirse en el instante, yo la traje de vuelta a la realidad y la
envi� a entrenar.


Las dos horas que dur� el entrenamiento mis ojos tuvieron un
banquete con el cuerpo de mi noviecita, cada ejercicio que hacia suger�a su
culito empinado y su entrepierna sudada, la apretada licra no escatimaba en
pudor para meterse en cualquier pliegue del cuerpo de Melissa y yo temblaba de
las ganas.


No era pertinente darle besitos a la hora de la salida, por
el temor a que nos descubrieran en este "romance" secreto ni siquiera nos
d�bamos la mano solo nos salud�bamos y charl�bamos un rato. La monja que me
alejaba de las alumnas not� nuestra frecuente cercan�a pero Melissa de manera
astuta la tranquilizo diciendo que �ramos primos.


Mi noviecita me ped�a tener momentos de novios, mas entend�a
que nadie se pod�a dar cuenta, ella esperaba con ansias que la invitara a salir
a cine y a comer un helado, para darnos besos largos y apasionados como las
otras parejas. Mi apreci� por ella iba mas all� que una amistad, de verdad la
quer�a en otro nivel, pero no la quer�a como mujer y si la deseaba como eso.


Lo �nico que se me ocurri� para tener nuestro momento de
novios, fue que a la siguiente ocasi�n que tuviera entrenamiento me esperara
fuera del coliseo, ella tendr�a lo suyo y yo lo m�o, y cualquier sal�n estar�a
bien.


As� fue, al siguiente martes me estaba esperando fuera del
coliseo donde todas las ni�as ya empezaban a entrenar, se hallaba sentada con
los brazos enlazando sus rodillas y jugueteando con la punta de sus pies,
llevaba la licra gris que dibujaba tan exactas sus formas y al verme se puso de
pie y corri� a mi encuentro.


Nos dimos un corto beso y me abraz�, prens� sus senos
peque�os contra mi abdomen y yo sent� que pronto tendr�a la oportunidad de beber
del manantial que era esa chiquilla, le pregunt� donde hab�a un sal�n alejado y
desocupado donde pudi�ramos estas a solas y ella de inmediato me tom� de la mano
y salimos corriendo.


Como presidiarios nos escabullimos por los corredores e
hicimos el quite a todo el que rondaba amenazante, no sabia que el colegio era
tan grande y pude ver lugares que nunca antes hab�a visto, rincones oscuros en
los que me imaginaba dos alumnas rebeldes de 16 a�os escapadas de clases
explorando la emocionada concha de la otra, gozando de lo prohibido. Tengo buena
imaginaci�n y la situaci�n daba para todo.


Despu�s de un rato llegamos a un sal�n alejado, rodeado de
pasto, con los vidrios sucios y algunos rotos, un lugar olvidado al que
accedimos por debajo del cortante y peligroso filo de la puerta de aluminio casi
a medio caer.


Seguidamente me cercior� de que nadie andaba cerca, entonces
Melissa me asegur� que nunca nadie se acercaba por ah�, pero que como hab�a
estudiado toda su vida en aquel colegio se lo conoc�a todo de arriba abajo,
mientras tanto se sub�a a una mesa impuls�ndose con los brazos e inocentemente
separaba las piernas dejando a la vista su rajita que se mostraba n�tida.


Me acerqu� a ella y comenc� a besarla apasionadamente, no
tard� mucho en entender los movimientos casi instintivos y tambi�n empez� a
revolotear con su lengua entre mis labios. Yo quer�a ir paso a paso para no
asustarla, cosa bastante dif�cil, primero acarici� su espalda y su cabello, le
bes� el cuello y obtuve una respuesta similar cuando me dio de a mordisquitos en
el m�o.


Le daba confianza dici�ndole todo lo que significaba para mi,
le preguntaba si yo le gustaba y entre palabras entrecortadas dec�a algo de lo
que no pod�a entender mas que un "si" de respuesta a mis inquietudes. Coloqu�
una mano sobre su rodilla izquierda y lento fui abarcando su muslo que de a poco
se llenaba de sudor, mientras, mi otra mano bajaba hacia su cola y dio un brinco
al primer apret�n de sus nalgas.


La verdad cada contacto que se iba haciendo mas profundo
generaba en ella un peque�o rechazo, mas le tranquilic� hasta que por fin
acomod� mi mano sobre su conchita, acarici� por encima de la licra su rajita y
me empec� a desvestir.



-espera... mi mam� me va a castigar si supe que hice esto
contigo- dijo.


-ella no tiene porque enterarse, esto es entre tu y yo
linda-


-si, pero es que...-


-�no te sientes rico?-


-si...me siento muy rico-


-y aun no hacemos nada bebe, si me colaboras en esto te
juro que todo va a ser estupendo, solo d�jate llevar-



Y me hizo caso porque de ah� hasta que salimos del lugar no
chist� de nuevo.


Me quit� la camisa y tom� su mano para recorrer con ella mi
pecho, frot� mis pezones con la yema de sus dedos y luego la pos� sobre mi
paquete encerrado entre el pantal�n.


Ella se qued� quieta sosteniendo mi pene en su mano sin saber
que hacer, entonces fui desabrochando cada uno de los botones de su camisa hasta
que se la quit� y encontr� su torso y sus senitos cubiertos por un peque�o
sost�n.


Tom� su licra por el el�stico y segu� con la vista todo el
camino desde su cintura hasta lo delicado de sus tobillos justo donde la prenda
cay� al suelo.


Me retir� un poco para observar la maravilla que tenia para
mi, la inocencia que empezaba a perderse en ese peque�o cuerpo color canela,
sentadita all�, sin decir nada, solo mir�ndome cubierta por su pantie y su
sost�n.


Debo decir que una de las cosas que m�s me gustan para
encender la llama en el previo juego er�tico, es que la chica se quede en tanga
y me haga unas cuantas poses sugerentes, mas con Melissa esto era suficiente.


Me desnud� frente a ella y le mostr� mi pene en toda su
dimensi�n, sus ojos se posaron en �l y perpleja lo inspeccionaba, no por el
tama�o o el grosor o tantas otras caracter�sticas que muchos le ponen a su
miembro, sino porque era el primero que ve�a.



-Melissa, ven ac� y arrod�llate enfrente de m� por favor-
le dije.


-�para que?-


-solo hazlo linda-



Se coloc� de rodillas con mi pene justo a la altura de sus
labios, tom� su cabeza y empec� a acariciarle el cabello mientras me acercaba
para posar mi pene sobre su boca, sobre sus labios tiernos y delgados que
recibieron h�medos y fr�os mi animal.



-abre la boquita...-



Magistral sensaci�n cuando su saliva toc� mi glande, procur�
meterselo tanto como pudiera disfrutando de su lengua roz�ndome y de sus dientes
friccionando contra mi palo a medida que entraba en su boca.


Me rend� tanto a las sensaciones que hund� demasiado hondo mi
pene en la boca de Melissa, la pobre ya daba arqueadas y estaba a punto de
vomitar, entonces con paciencia le ense�� el arte de una buena mamada, mi
noviecita aprendi� r�pido como la alumna mas dedicada y segundos despu�s ya
maniobraba con su lengua en �vidas movidas sobre mi aparato. La jovencita
apoyaba sus deliciosas nalgas sobre sus talones para descansar el cuerpo
mientras me la chupaba, por ende, la tanguita apretada dibujaba la l�nea de su
cola.


La levant� del suelo y en brazos la llev� hasta la mesa, la
acost� sobre ella y me di a la gratificante tarea de desnudarla completamente.


Desabroch� el sost�n en su espalda y aparecieron dos tetitas
de apenas obvio tama�o para su edad, peque�as y tiernas, con unos pezones
rosaditos que empinados en direcci�n al cielo supon�an para mi la calentura de
Melissa.


Se los bes�, los acarici� y los mord�, y escuch� sus primeros
gemiditos ahogados y nerviosos.


Entonces fui en busca de su tesoro, jal� de la tanga por el
el�stico y la llev� hacia abajo hasta que abandon� su cuerpo.


Su conchita era mas que hermosa, pura, sin un vello, dos
labios vaginales gruesitos que encerraban un valle oscuro que me propuse
explorar con la lengua.


Ahora si Melissa se desataba en gritos conforme las caricias
eran mas profundas, prob� el sabor de la peque�a concha virgen y levant� sus
piernas para alcanzar su ano.


Su piel canela nublaba todo mi panorama y cada vez me perd�a
m�s lejos en el negro de su rajita, la misma que empezaba a sudar y a
humedecerse.



-�te gusta esto linda?- pregunt�.



Simplemente asinti� con la cabeza, la ech� para atr�s y cerr�
los ojos.


Me sub� a la mesa y me coloqu� entre sus piernas, la abrac�
metiendo mis brazos por sus axilas y nos besamos.


Con mi mano ayud� a acomodar mi palo sobre su concha y al
primer contacto casi me vengo, trat� de pensar en alguna otra cosa pero me fue
imposible, entonces apresur� el paso. Empuj� hacia ella, mi pene se adentro en
su flor separando ansioso sus paredes vaginales, mas aquel dolor casi inevitable
de la primera vez apareci�.



-���para!!! Me duele mucho- chill�.


-tranquila que ya pronto te deja de doler-


-���no, no!!! Me duele much�simo, s�cala-


-linda, abr�zame fuerte que dentro de un rato me vas a
agradecer-



Se agarr� de mi espalda con fuerza y aguanto la entrada y el
rompimiento de su himen, entre l�grimas se quejaba pero pronto tendr�a la
recompensa a tanto sufrimiento.


Comenc� a bombear dentro de Melissa, su peque�o cuerpo apenas
si aguantaba los enviones atropellados que mi calentura provocaba, la utilic�
para satisfacerme, para saciarme, me olvid� de sus quejas y atravesaba sin
piedad el hueco entre sus piernas, ensaliv� su cuello y su cara y cuando pude me
apoder� de sus tetitas puntiagudas.


De un momento a otro not� que los quejidos ahora eran jadeos
que aumentaban de volumen, la coloqu� en cuatro y me puse de rodillas.


Cada que encajaba mi verga en la concha de Melissa ella gem�a
y la mesa vieja de madera se mov�a hacia delante chillando tambi�n, los gemidos
de la ni�a eran suave m�sica que retumbaba en las paredes del olvidado sal�n en
el fondo del colegio, los testigos de la consolidaci�n de esta aventura eran los
percheros de los que colgaban mapas y graficas del cuerpo humano.


Sostuve su culito y lo manose� tanto como pude, eran unas
nalguitas grandes para su edad, redondas y tersas que bailaban con el comp�s de
fren�tico de nuestro actuar.



-���si, si, si!!!- Gritaba ella mas desinhibida.



Me corr� sobre la l�nea de su espalda, sent� no haberle
entregado mi semen en sus labios, pero ya tuvimos bastante tiempo para ello.


Las dos horas que dur� el entrenamiento de Voleibol
fornicamos como animales, para ella era la primera experiencia y creo que sent�a
lo er�tico de la situaci�n.


Para los minutos siguientes su cuerpo vibraba como ninguno y
se entregaba completa a cada capricho de mi turbia mente. Gritamos, gemimos,
re�mos, lloramos�


Tuve la fortuna de entrar a ese sal�n con una ni�a y sent�
como al salir ya era toda una mujer.


Volvimos al coliseo del colegio justo para cuando las ni�as
salieron del entrenamiento y la mam� de Melissa llegaba a recogerla, y entre
otras cosas la se�ora era bastante atractiva, parecida a la hija.


Desde entonces Melissa no volvi� a los entrenamientos del
equipo de voleibol y me esperaba todos los martes para irnos a escondidas al
sal�n del fondo y hacer el amor una y otra y otra vez.


Por siete meses la vi crecer como mujer sobre esa mesa de
madera, pero nuestra "relaci�n" se acab� porque a la jovencita le pareci�
interesante probar algo nuevo, consigui� otros amigos y supe que goz� de cada
uno de ellos seg�n me cont� alguien conocido.


Lo importante a fin de cuentas, es que es una putita mas para
este mundo�


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Relato: Mi noviecita
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