Empezaban las vacaciones cuando mi madre decidi� contratar
una muchachita que le hiciera las labores de su casa, pero la quer�a de planta
amenos hasta que pasaran las vacaciones.
Despu�s de unos d�as de haber puesto un anuncio de se
solicita sirvienta, toco una chava como de 18 a�os la puerta pidiendo el empleo,
seg�n ella venia desde Guadalajara y para sostener sus estudios en M�xico se le
hab�a hecho buena idea trabajar ese verano y mi padre acepto darle el puesto.
Yo soy un joven de 24 a�os y pues trabajo administrando una
empresa, y llego a mi casa como a las 9 de la noche, su uniforme era una falda
aunque no muy corta pero dejaba ver ese par de piernas maravillosas que tenia.
Se llamaba Ang�lica, era delgada, aunque no lo crean de piel
blanca y su pelo era casta�o claro, con unas caderas bien paraditas y unos senos
muy bien formados y redonditos, sus ojos eran color miel y lo mas hermoso eran
sus piernas bien torneadas y con unos chamorros incre�bles era una delicia esa
mujer.
Siempre la espiaba cuado sal�a de ba�arse o cuando se
cambiaba en el cuarto que le hab�amos asignado, cada vez la deseaba mas, deseaba
tener esas caderas botando en mi pen� y esas hermosas piernas apretando mi
espalda.
Un d�a llegu� tarde porque me hab�a quedado a una junta de
trabajo, al entrar le� de mis padre que dec�a que hab�an salido a ver una t�a
que estaba mala y que no estar�an todo el fin de semana.
Me preparo la cena Ang�lica y se retiro a dormir, yo acabe de
cenar y justo cuando iba a mi cuarto escuche la regadera y fui a espiar mi deseo
hacia ella era enorme solo pensaba en penetrarla y bombearla hasta mas no poder
fue cuando me decid� a decirle lo que sent�a por ella.
Despu�s de decirle que la deseaba con todas mis fuerzas no
respondi� mas, despu�s se abri� la puerta y sali� ella solamente enredada en una
toalla y me dijo debo marcharme, pero en ese momento la sujete y desprend� su
toalla.
Pude ver su hermoso cuerpo, era maravilloso y escultural
comenc� a besarla como un loco a pesar de sus forcejeos y lloridos, la lleve
r�pidamente a mi cuarto y como no dejaba de resistirse le di dos bofetadas.
Ella comenz� a ceder con unas lagrimas en sus ojos y suplicas
para que la dejara, comenc� a desvestirme y cuando lo hice me tumbe sobre ella
como un salvaje y comenc� a manosearla por todas partes pero en especial esas
deliciosas piernas.
Coloque mi pen� en su vagina y comenc� a introducirlo
r�pidamente, ella lanzaba gritos de dolor que nadie escuchar�a, empec� a
bombearla fuertemente mientras chupaba sus senos, poco a poco sus gritos de
dolor se convert�an en gemidos de placer.
Despu�s de bombearla varias beses la cambie de posici�n y
sujet�ndola amarre su manos a mi cama a modo que quedara boca abajo y le tape la
boca con una mordaza, fue cuando aprecie sus hermosas caderas mismas que manosee
hasta cansarme.
Despu�s introduje mi pen� poco a poco en su ano, su
resistencia era fuerte pero no pod�a hacer nada mas que llorar ya que hab�a
cubierto su boca lo que le imped�a gritar, cuando logre penetrarla totalmente
comenc� a bombearla como un loco.
El placer que sent�a cuando rozaba mi abdomen en sus caderas
el inmenso, era una mujer muy bien formada y yo me la estaba cogiendo, mis
bombeadas cada vez, mientras apoyaba mi mano en su abdomen para que la
penetraci�n fuera mas profunda.
De las embestidas tan fuertes y de la sensaci�n de sus
caderas en mi abdomen eyacule dentro de su ano, todo se me puso en blanco y ella
dejo de moverse, quede recostado sobre ella.
A la ma�ana siguiente al despertar tenia mi pen� dentro de su
ano erecto nuevamente y comenc� a bombearla con todas mis fuerzas, pero antes de
eyacular, la desate y como estaba muy d�bil no me fue muy dif�cil introducirle
mi pen� en la boca para descargar ah� todo mi semen.
Me Vesta y le dije que si dec�a algo ella perder�a su empleo
y que adem�s la har�a sufrir mucho a lo cual entendi�, ahora me la cojo donde
quiero, cuando hace mi cuarto, cuando lava y cuando trapea la casa, incluso
cuando cocina la hago m�a, es mi esclava sin suelto lista en todo momento para
cumplir todas mis fantas�as. �Realidad o Ficci�n?