Relato: Wilsilor (17: Me hice mujer en el bus- II Parte-)





Relato: Wilsilor (17: Me hice mujer en el bus- II Parte-)

WILSILOR XVII



Me hice mujer en el bus


(Parte II)



Por Silfa



El fin de semana fue terrible, porque Ricardo y yo casi nunca
coincid�amos en nada. En la semana �l trabajaba sus horas completas en las
tardes y estudiaba toda la ma�ana, adem�s, de noche daba talleres y trabajaba
hasta muy tarde. Yo, estudiaba medio turno, pero me dedicaba el resto del tiempo
a hacer talleres o a ayudar en la casa.


En el caso de Ricardo, �l estaba obsesionado con tener dinero
para darse una buena vida y salir adelante, por eso nunca perd�a clases y jam�s
sal�a a divertirse. Yo me molestaba porque los fines de semana, podr�amos vernos
y salir, pero �l, estaba trabajando.


No lo entend� al principio, pero a los tres meses de novios,
me pidi� en matrimonio y habl� de todos sus proyectos para conmigo.


Cuando cumpl� diecinueve a�os, �l ya ten�a una casa hermosa y
grande en Caracas, funcionaba bien su grupo de artes, estaba por graduarse y
ten�a mucho dinero.


Nos casamos poco despu�s y yo comenc� a trabajar tambi�n. Hoy
como ya saben, tenemos una vida bien estable y nos damos ciertos lujos.



Pero antes de todo eso, solo nos quedaba llamarnos por
tel�fono y esperar a que se hiciera el siguiente d�a para vernos en el bus. El
lunes siguiente, empezando la tercera semana de novios, volvimos a turnarnos
para pajearnos o hacernos sexo oral. Durante los dos d�as siguientes, me
acostumbr� a chupara y a tragarme su leche y ya ni siquiera se me revolv�a el
est�mago y, cuando com�a en la universidad, sent�a que nada era m�s sabroso que
desayunar como yo lo hac�a.


Pas� minutos interminables meti�ndome al ba�o y pensando en
que me gustaba disimular que dorm�a en las piernas de mi novio, cuando en
realidad hac�a otra cosa, pero �y los que tambi�n dorm�an en las piernas de sus
novios o novias, no estar�an tambi�n en lo mismo? Quiz�s yo era una simple
pendeja prejuiciada, por eso, no me cohib� m�s de darme mi gusto ma�anero.


El viernes, ya yo estaba dispuesta a irme con �l a donde me
pidiera, pero Ricardo estaba empe�ado en cumplir sus dem�s labores como lo
mandaba la ley para as� darme una mejor vida. Ese d�a, el destino nos brind� una
gran oportunidad. Resulta que por problemas pol�ticos y revueltas populares,
casi nadie amaneci� en las paradas y apenas muy pocas personas, se subieron al
bus. El chofer dio muchas vueltas ese d�a tratando de recoger pasajeros, pero
todo fue in�til. Lo cierto del caso, es que el asiento contiguo estaba vac�o y
por lo tanto, Ricardo y yo, ten�amos mucha libertad.


Entre besos y caricias. Entre pajeadas y metidas de mano,
deliciosas, esa ma�ana no le practiqu� el sexo oral, porque las cosas se
salieron de su cauce. Ese d�a llev� una falda de jean con botones, sandalias y
llevaba una blusita de rayas azules horizontales tan ce�ida al cuerpo que se me
marcaban claritos los pezones. Ya casi no usaba sost�n, sino estrictamente lo
necesario y dejaba que todo el mundo me admirara.


Yo no era tan echada pa� lante como otras nenas que se auto
proclamaban buenas amantes, sino m�s bien, algo recatada, pero algo estaba
cambiando en m� desde adentro. �Qu� co�os me importaba el que dir�n? Mi vida era
mi vida y yo hac�a de mi culo una perinola si me daba la gana.


Otras mujeres no usaban sost�n y hasta llevaban sus espaldas
descubiertas a la universidad; algunas usaban strechs tan cortos que cuando se
sentaban se les notaban las marcas de los trajes de ba�o, se les sal�an las
pantaletas y llegu� a verle la rajadita del culo a m�s de una y confieso que
pas� horas tratando de averiguar quien llevaba pantaleta y quien no.


No es que yo me sintiese lesbiana entonces, creo que yo
miraba a las otras chicas por un asunto de querer ser como ellas y de liberarme.
Yo era una carajita que a sus dieciocho a�os a�n era virgen en un ambiente de
putas y de bisexuales a granel, donde todos andaban pensando en rumbas,
cigarros, drogas y tirarse unos a otras. M�s de una vez vi a mis compa�eras
besarse, dizque por jodedera. �No joda, esos no son juegos!


Muchas veces las escuch� bromear acerca de que cuando se
met�an al ba�o, se bajaban los calzones y se pajeaban juntas, que m�s de una vez
se tiraron a un tipo entre dos o tres y terminaban meti�ndose manos entre ellas.


Que asco, pensaba yo, porque no andaba en eso, pero de que
quer�a tirar, quer�a. Quer�a convertirme en una de esas putas de las pel�culas
XXX y hacerle de todo a mi hombre (a mi �nico hombre: Ricardo, a nadie m�s).


Por eso, esa ma�ana, luego de enfrascarnos en una deliciosa
marejada de caricias y besuqueos, termin� con las trabillas de la blusa bajada
hacia los lados y con las tetas afuera, hinchadas de tanto placer y humedecidas
por tanta saliva. Ricardo tambi�n ten�a por fuera su verga. Las caricias en mi
cuca o en mi culo eran cada vez m�s deliciosas y h�bilmente, Ricardo, me met�a
sus dedos adentro y yo sent�a que me estaba empatucando la pantaleta con mis
propios jugos y que iba a oler mucho en el d�a. Sent�a como �l se refregaba en
mi culo con su verga o se apretaba con fuerza. Estaba enloquecido. Me fue dando
y dando y yo sent�a como se me enchinaba la piel de tanto gusto.


Yo estaba hacia el lado de la ventana y �l me abrazaba con
fuerza. En unos segundos, me vi con la falda bien subida y sent� como la verga
chocaba contra mis nalgas. Una y otra vez sent� la cabecita tratando de romper
mi pantaleta o de traspasarla, no s�. Y era cierto, porque entre besuqueos y
caricias, lo que quer�a Ricardo era cogerme por primera vez.


Santo Dios, sent� como la cabecita, el glande, echaba a un
lado la tela y se met�a entre mis nalgas. Recuerdo que las apret� y �l suspir�
al sentir la presi�n. Sigui� empujando y yo recordaba las veces que mis amigas
hablaban de c�mo sus novios se las hab�an cogido por el culo. Record� revistas
que hab�a visto en mi adolescencia de mujeres en cuatro patas con un tipo
peg�ndoselas por detr�s. Co�o, mi turno, hab�a llegado.


Yo siempre pens� que las tipas que hac�an eso eran
rolitrancos de puta, pero en ese momento, entend� que era algo delicioso, �y que
m�s puta que yo dejando que un carajo me metiera mano y hasta me desayunaba su
verga cada d�a?


Pensaba en eso y sent� mi coraz�n acelerarse cada vez m�s con
una mezcla de miedo, ardor y ganas locas de sentir a ese inquilino en mi
vivienda posterior. El glande chocaba y chocaba contra mis nalgas y lo sent�
poco a poco pegar contra mi ano, que era como una de esas grandes puertas de los
castillos antiguos, tratando de ser derribada por un grueso tronco.


Ya no hab�a vuelta atr�s. Con la pierna izquierda levantada,
sent�a cada vez m�s como esa cabecita s iba metiendo y metiendo en mis adentros.
En unos minutos, ya ten�a varios cent�metros dentro y cre� que era demasiado.
Sent� mucho dolor, pero no quer�a parar. Adem�s, creo que mis propios jugos, que
estaban chorreados por toda mi cuca y empapando mi culo, ayudaban a que la verga
se deslizara m�s r�pido.


Solo mis dedos o los de Ricardo hab�an entrado all�, y
confieso que solo uno por vez, pero ese bicho eran como los diez dedos de la
mano entrando juntitos al mismo tiempo. Creo que ya me estaba metiendo por lo
menos diez cent�metros y yo me estaba muriendo de dolor, pero una corriente de
placer era m�s fuerte y me manten�a abierta para todo. Co�o, los movimientos
eran cada vez m�s intensos, aderezados con besos en mi cuello, con manoseos en
mis tetas o mordiendo mis orejas.


La verdad es que sent�a que se me estaban reventando los
intestinos y llegu� a pensar que me cagaba. Dios, ese lugar �no era para eso,
para defecar? �Qu� co�os, hac�a yo con una barra de carne metida all�?


La excitaci�n era muy grande y me vine varias veces,
sintiendo que mi entrepierna estaba bien empapada y gozando del hecho de saberme
cogida por primera vez, aquella ma�ana, en ese bus casi vac�o y con algunas
personas que roncaban y hablaban tonter�as de forma muy bajita a nuestro
alrededor.


Estaba con la ropa remangada y sintiendo gran parte de la
verga entrar y salir de m�, ahora con mayor rapidez y facilidad. Mi culo estaba
abierto y con tantos jugos, cualquier cosa se deslizaba f�cilmente.


Muchos minutos despu�s, ya casi llegando a Caracas, sent� que
Ricardo temblaba y me apretaba con mayor vehemencia y supe que estaba por
acabar. Tuve miedo y pens� que lo mejor ser�a sacarlo y que acabara en mi boca.
Pero no me lo permiti�. Al contrario, sigui� cogi�ndome hasta que sent� sus
contracciones y el chorro de esperma explotar en mis entra�as.


Yo ten�a ganas de pegar un grito, pero me conform� con pegar
mi cara al vidrio fr�o y apretar los dientes para resistir los �ltimos embates.
Fue doloroso, pero me gust� el que me cogiera as�.


Cuando sac� su pene, yo tom� un pa�uelito y me limpi� un poco
las nalgas porque estaba chorreando mucha leche y no quer�a mojar el asiento ni
mi falda. Luego, me ech� en las piernas de Ricardo y le mam� su vaina por un
rato hasta que se lo dej� limpiecito. Sab�a a su semen, pero con otro sabor,
quiz�s el sabor de mi culo.


Cuando me baj� del bus, yo me sent�a bastante inc�moda. Por
un lado sent�a que el culo me palpitaba y me vibraba mucho, porque qued� con la
sensaci�n y, por el otro, estaba chorreando mucha leche de adentro y mis propios
jugos. Es decir, que ten�a la pantaleta bien mojada. Era tanta mi incomodidad
que cuando me mont� en la camioneta para llegar a la universidad, me fui de pie
y al final del pasillo. No deseaba sentarme y manchar la falda y tampoco que
nadie me oliera.


Creo que ten�a alg�n tipo de psicosis y pensaba que ol�a muy
fuerte y que se me derramaba la leche por los muslos. Cuando llegu� a la
universidad me fui al ba�o, me saqu� la pantaleta y en efecto, estaba
empapad�sima, �demasiado!


Record� todo lo vivido y me excit� tanto, que me sent� en la
poceta y me masturb� efusivamente, pas�ndome la pantaleta por la cara, oli�ndola
y chup�ndome sus jugos.


Cuando termin�, me lav� la entrepierna y fui hasta el
lavamanos. Aprovech� que a esa hora nunca hab�a nadie y lav� presurosa la
pantaleta, la exprim� bien y luego la met� en una bolsita. Por supuesto, eso
significaba que estar�a rueda libre todo el d�a, sin nada debajo. Me lav�
la cara empegostada, me puse perfume y sal� hacia el cafet�n.


Me sent� all� con algunas compa�eras que iban llegando y una
de ellas me dijo en broma:


-�Oye, tienes una cara de contenta!


-�Por qu�?- pregunt� contrariada.


-Tienes pinta de haber tenido rumba anoche- dijo-. Cara de
amanecida y hueles raro.


-No. Solo que el viaje fue largo y con tantos problemas que
hay horita por lo de la pol�tica- respond� nerviosa.


Me dio arrechera que me dijera eso, pero era la verdad. �A�n
ol�a a aquello? Vaya, ese olor es caracter�stico, hoy en d�a lo s�.


Esa ma�ana suspendieron las clases y yo solo quer�a irme a
casa para ponerme otra ropa. Sent�a mis pechos exuberantes y los pezones bien
marcados. Sent�a que todo el mundo me miraba y, que el fr�o se me met�a bajo la
falda. No me gustaba andar rueda libre, pero �qu� iba a hacer?


Decid� que era problema m�o si andaba por las calles sin ropa
interior y me gust� tanto la idea, que comenc� nuevamente a mojarme a tal punto
que tuve la sensaci�n nuevamente de que se me chorreaban los muslos.


Llam� por tel�fono a Ricardo y le dije que no ten�a clases.
Para mi sorpresa, �l tampoco y como las escuelas suspendieron tambi�n, nos
citamos para vernos. Por lo menos ese d�a lo pasar�amos juntos.


Nos fuimos al Parque del Este, el m�s grande de Caracas y
poco concurrido ese d�a. Yo no era de esas, pero si Ricardo me hubiese pedido ir
a un hotel, le fuese dicho que s�. Yo he estado en ese parque muchas veces y no
me parec�a un sitio para m�s nada que para unos simples beso y unas caricias
fogosas, de hecho, siempre escuch� y vi muchas veces en otro parque (el de los
Caobos), cerca del Ateneo de Caracas y el Teatro Teresa Carre�o, que all� las
cosas si que eran candela, y en �l, se hab�an montado muchas barrigas de
la ciudad.


Lo cierto es que estuvimos all�, caminando y mirando a los
animales durante un buen rato y hablando de lo que hicimos esa ma�ana en el bus.
La conversaci�n era cada vez m�s comprometedora y mi franela, mostraba mis tetas
bien paradas ya y los piquitos seductoramente. No le dije nada a Ricardo por
pena, pero sent�a un fr�o inmenso que se met�a bajo la falda y mi entrepierna
estaba bien hinchada ya y me temblaba mucho.


Nos sentamos en un mirador donde se ve�a un estanque lleno de
tortugas y nos besamos mucho, pero eso no era lo que quer�amos de hecho, le
toqu� disimuladamente la entrepierna a Ricardo y co�o, si que estaba duro ya.


Resolvimos seguir caminando y encontramos un paraje bastante
solitario donde hab�a muchas plantas. Ricardo me tom� de una mano y me meti�
entre ellas, en pleno jard�n. Yo estaba asustada, �y si nos descubr�an? No tuve
tiempo de pensar mucho, porque ya Ricardo me estaba comiendo a besos y me
manoseaba las tetas deliciosamente.


Est�bamos acostados entre las matas y ya Ricardo me ten�a las
tetas afuera y me las mamaba y mord�a con vehemencia. Supongo que estaba �vido y
desesperado por tenerme as�. Yo sent�a sus dientes en mis pezones y su lengua
pasar por todas partes de mis bolas de carnes y solo sent�a ganas de gritar.


Ricardo fue bajando poco a paco y me levant� un poco la
blusita para dedicarse a besar mi est�mago. Pas� momentos deliciosos en mi
ombligo hasta que comenz� a subirme la falda. "��Y eso?!", me dijo cuando vio
que no llevaba pantaleta. "�Es que me la mojaste mucho esta ma�ana y tuve que
lavarla!". S� que eso lo encendi� mucho y no h�spero m�s, para abrirme las
piernas a casi 180� y dedicarse a mamarme la cuca.


Yo estaba mojad�sima ya y botaba mucho l�quido. Ricardo se
devoraba mis carnes y yo, gozaba un mundo al sentir su lengua dentro de m�, sus
besos y hasta sus mordidas. Me excitaba ver a veces su lengua impregna y
chorreando mis jugos. Para ese entonces, yo chillaba quedamente y mov�a mi
pelvis para arriba y para abajo sin ning�n recato. �Acaso ese no era mi hombre?
�El que tantas veces me hab�a mamado, al que yo le mam� el g�evo muchas veces y
que precisamente es d�a, me hab�a cogido por primera vez por el culo?


Se escuchaban los pajaritos trinando y revoloteando por todas
partes y una que otra conversaci�n de los transe�ntes que pasaban por all�. Si
tan solo se hubiesen imaginado que all�, entre las matas, estaban dos personas
tirando, �no joda, se hubiese revolucionado el parque!


Yo no s� cuantos habr�n tirado en ese mismo parque y me
gustar�a saberlo, pero lo cierto es que yo estaba all�, disfrutando de ser ya
toda una mujer. Ricardo se baj� el pantal�n hasta las rodillas y por fin vi su
verga completa. Era muy grande y me provoc� com�rmela toda. Hicimos un 69 fogoso
y yo, m�s que mamar, estaba era inspeccionando cada parte de ese g�evo que
deseaba fuese m�o para siempre. Le lam�a las bolas, sent�a sus vellitos en mi
cara, lam�a su cabecita y me encantaba ver como emerg�a de entre su piel y
chorreaba sus primeras gotitas de leche que no dud� en chupar.


Ricardo estaba abajo y yo, sobre �l, refregaba mi cuca contra
su cara y me dejaba abrir las nalgas. M�s de una vez me meti� un dedo en el culo
o la lengua y cre� que me iba a cagar en su cara. Mi falda y la blusita estaban
remangadas en mi cintura, as� que de la cintura para arriba y para abajo, estaba
desnuda.


Ricardo no acab� por m�s que lo baje�, al contrario, me puso
en cuatro patas, meti� sus dedos en mi cuca, extrajo mis jugos y me empap� con
ellos el culo. Me estaba lubricando para a continuaci�n cogerme por all�. Era la
segunda vez en el d�a que sent�a a ese duro inquilino entrar en mi casa trasera
y co�o, solo deseaba gritar y gritar, de dolor, de pacer, de lo que fuese, pero
�gritar!


Mi novio ya solo estaba en franela y mientras se mov�a tras
de m� me apretaba la cintura, rascaba mi espalda o me halaba los cabellos. Yo
estaba bien sudada y pensaba que Ricardo me iba a reventar la blusa por tanto
manoseo.


Se escuchaban a las personas gritando o conversando, cerca y
lejos, y eso me excitaba m�s. Ricardo me cog�a con tanta fuerza que me desesper�
tanto y le ped� que me lo sacara. No me hizo caso y sigui� d�ndome duro. Co�o,
me estaba matando de dolor, pero eso a �l parec�a gustarle. Me puse dura y trat�
de alejarme, pero me apret� con m�s fuerza y sigui� con el mete y saca. Yo
estaba gimiendo ya como una loca y tem�a que me escucharan. "�S�calo!", rogaba,
pero nada. Al contrario, Ricardo solo me remang� m�s la blusa y no s� como, pero
termin� sac�ndomela.


Sent�a que me iba a cagar y que terminar�a desmayada.
Entonces, Ricardo explot� y volv� a sentir su leche en mis entra�as. Ahora si
que me estaba cagando por Dios. No fue as�, aunque destilaba litros y m�s litros
de semen de mi culito herido y amoratado.


Yo estaba un poco molesta y frustrada por el dolor y porque
Ricardo no me hab�a hecho caso; pero �l me bes� y me acarici� tan lindo, que se
me olvid� todo. Enseguida ya era presa otra vez de sus designios y entonces lo
vi, buscar algo entre su pantal�n. "�Qu� buscas?", le pregunt�. "Esto", me
respondi� al mostrarme un paquetico que yo solamente hab�a visto en las clases
de sexualidad de la escuela. "Es un cond�n", dijo.


Enseguida se lo puso y not� que le quedaba justo y no le
cubr�a en totalidad su verga. Luego, me acost� boca abajo, me levant� las
piernas, las abri� y me dijo "te va a doler un poco, pero tranquila, es normal".


Sent� ese pedazo de carne entrar poco a poco en m� y
reconozco que si me doli�, adem�s era extra�o, por la sensaci�n de pl�stico en
mi interior. Un escalofr�o se apoder� de mi cuerpo y un temblor desesperante,
pero rico. Toda mi piel estaba erizada y sudaba fr�o al sentir como era invadida
por all� abajo y goc� un mundo sintiendo ese bicho (que era como un dedo, pero
como el de un gigante).


Me imagin� que mi primera vez ser�a al casarme y en nuestra
luna de miel, pero all� estaba, tirada en medio de un jard�n en un concurrido
parque, apenas en falda y sandalias. No s� cual ser�a la diferencia entre una
cama y esa grama donde est�bamos tirados, pero lo cierto es que ese momento fue
especial y goc� un chorro.


Abrazaditos all�, bes�ndonos, semidesnudos y escuchando el
trinar de los p�jaros, sus revoloteos, escuchando a las personas que pasaban, a
los aviones del aeropuerto, tuve un gran orgasmo y sent� que me desmayaba. No me
dol�a el ser cogida por all�, al contrario, me hubiese gustado estar pegada a mi
novio por el resto de la eternidad.


Cuando Ricardo explot�, sent� abultarse su pene en mi vagina
y jade� tanto que cre� que nos iban a escuchar. As�, pasamos minutos deliciosos,
abrazaditos y movi�ndonos lentamente hasta que ya, comenzamos a calmarnos.
Cuando sac� su verga de m�, estaba el cond�n mojad�simo de mis jugos y muy lleno
de su esperma.


Ese fue uno de los d�as m�s especiales de mi vida y cojimos
tantas veces en ese lecho insospechado; en ese jard�n ed�nico en medio de ese
infierno que es la ciudad de Caracas.



Nos fuimos a casa como a las cinco de la tarde, luego de
comer algo s�lido y de pasear un rato. Caminando hacia el Terminal, Ricardo me
abrazaba con fuerza y me apretaba de vez en cuando mis caderas desnudas
disimuladamente y yo me excitaba mucho, especialmente cuando entre juego y
juego, me tocaba el culo. Me sugiri� que lo tocara a �l. Me negu� porque hab�a
mucha gente en la calle que iba y ven�a, pero al final, termin� m�s de una
ocasi�n, lanzando mi mano y tocando por "accidente" su bulto.


El bus estaba m�s o menos lleno y a�n la luz del d�a
alumbraba las calles. A�n as�, luego de rodar un rato, cuando ya �bamos por la
v�a, nos dimos algunos besos y nos acariciamos con disimulo. Como mi falda
estaba abrochada por botones, Ricardo puso su bolso en mis piernas, meti� su
mano debajo, desabroch� un bot�n y dej� que una mano se colora debajo. Fue f�cil
meterme mano porque a�n iba rueda libre, y ante la visi�n de los montes a los
lados de la carretera, de las personas que dorm�an en el asiento contiguo, me
dej� hacer y llegu� a sentir muchos orgasmos.


Esta vez, solo goc� yo, porque ni por el co�o me atrever�a a
meter mi mano bajo el pantal�n de Ricardo y hacerle lo mismo. �Qu� no? Pues,
verga, �l insisti� tanto, que decid� hacerlo. Nos cambiamos de puesto y �l me
dijo que se lo mamara. Yo quer�a hacerlo, pero �y si los tipos de al lado se
despertaban y nos pillaban?


-Disimula que vas dormida. Yo vigilar� y si se despiertan, te
doy una palmadita en la cabeza- sugiri� Ricardo.


Me ech� en sus piernas, baj� el cierre, muy nerviosa y vi, en
la abertura, su barra de carne entre la mara�a de pelos. Pas� mi lengua por la
carne y le apret� las bolas sobre el pantal�n. Saqu� la cabeza y se vino gran
parte del bicho. As�, me dediqu� a lamer a mamar y a pajearlo por un buen rato,
sintiendo que depend�a de �l, que si se descuidaba nos iban a cachar.


All�, sin pantaleta ni sost�n, cogida y mam�ndome un g�evo de
tama�as dimensiones, me sent� como la peor de las putas. Hoy, no tengo nada que
envidiarle a la Tracy Lord, a Ginger Ling o la mism�sima Linda Lovelace se
quedar�a pendeja por mi garganta profunda. "Si ser puta se siente as�,
�que vivan las putas!", pens� mientras sent�a unas ganas inmensas de que Ricardo
me cogiera por delante y por mi culo paradito en aquella posici�n.


Ricardo me dio una palmadita y me asust� mucho. Me qued� con
la boca pegada al pene tratando de disimular la parte, pero luego, me susurr� al
o�do: "falsa alarma, sigue". Mi coraz�n se calm� un poco y segu� mamando hasta
que lleg� el momento deseado en el que todos sus fluidos se vertieron en mi boca
y me aliment� como una ni�a reci�n nacida chupando su biber�n.



Ese d�a fue especial para m�, y gracias a problemas entre
gobierno y oposici�n, fui desvirgada formalmente por el que ser�a mi esposo poco
despu�s.




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