WILSILOR XVI
Me hice mujer en el bus
(Parte I)
Por Silfa
Hola, soy Silfa, la amante y amiga de las hermanas Wilsilor.
Esas ni�as me han hecho muy feliz y con ellas me he atrevido a tanto al igual
que con mi esposo. Son muchos los e-mails que he recibido de ustedes, fotos e
historias que me gustar�a publicar, por lo pronto, quiero contar mi propia
historia y de c�mo comenc� a deambular por este t�rrido camino, lleno de
satisfacci�n y de amor.
En estos momentos estoy sentada a un lado de la cama,
escribiendo estas l�neas en mi laptop y recordando lo feliz que he sido durante
en estos casi cuatro a�os de conocer a mi esposo y de compartir los �ltimos
meses con las hijas de nuestros vecinos.
Ricardo, mi esposo, as� lo llamar�, est� all�, acostado boca
arriba, durmiendo pl�cidamente luego de tener una jornada sexual extenuante,
pero divina con Wilsi y Lor en el s�tano de la casa ese lunes de carnaval, que
ya mor�a al despuntar la media noche. �l est� completamente desnudo y su pene,
aunque dormido tambi�n, se le cae hacia un lado como una gruesa tripa o como una
hermosa tragavenado que se convert�a al tocarla en una descomunal anaconda.
Yo estoy orgullosa de �l y de sus bolas; pero no solo por
eso, sino por todas las cosas que puede hacer, por sus �xitos y por lo mucho que
me cuidaba. Wilsi y Lor tienen raz�n cuando dicen que su bicho es grande (mide
exactamente 28 cms de largo y 6 cms de �), pero he visto fotos de carajos que lo
tienen m�s grande todav�a.
Sinceramente, no me imagino una verga m�s grande entrando en
mi boca, en mi culo o en mi vagina, la verdad, prefiero que la tenga as� y que
me pueda meter un buen trozo, porque en las fotos y videos que he visto, las
tipas apenas si se pueden meter la cabecita y un trocito porque si no se
revientan. Yo estoy bien as� y considero que las hermanas Wilsilor tambi�n.
Adem�s, creo que un pene del tama�o que lo tiene mi esposo tampoco es nada
peque�o, �o s�?
�l duerme como un angelito y yo, lo observo, apenas vestida
con una pantaleta y un sost�n de marca muy fina.
Recuerdo que empec� a estudiar en una universidad pedag�gica
a�n sin cumplir la mayor�a de edad. Yo ten�a un poco m�s de diecisiete y quer�a
ser maestra de preescolar, as� que comenc� a estudiar educaci�n. Yo viv�a con
mis padres en un pueblito del interior y me paraba todos los d�as a las tres de
la madrugada para salir a las cuatro en el bus hacia Caracas.
Yo hab�a tenido dos novios ya, uno a los quince y otro a los
diecisiete. Con el primero aprend� a besar y duramos trece meses y, con el
segundo, la pas� muy bien hasta que comenz� con los manoseos buscando acostarse
conmigo. La verdad yo no deseaba regalarle la virginidad a alguien as� como as�.
Tal vez si �l hubiese sido m�s cort�s y menos apabullante, le hubiese dado hasta
el alma, pero no se lo merec�a.
Fue una ma�ana de septiembre, cuando apenas cumpl�a los
dieciocho, en que vi a Ricardo haciendo la cola tambi�n. �l estaba delante, pues
siempre llegaba primero que yo. La verdad siempre estuvo viajando desde que yo
comenc�, pero jam�s repar� en �l y ni siquiera me llamaba la atenci�n. Pero no
s� por qu�, esa madrugada lo vi y me gust�.
Me sub� al bus que me tocaba y lo dej� all�, en la cola
hablando con otras chicas. Me dio como una especie de envidia y confieso, que
aprovech� que los vidrios eran oscuros para mirarlo. Que tonta, pens�, �l ni
siquiera se dio cuenta de que existes.
Al siguiente d�a lo volv�a a ver y cruzamos una mirada que
tal vez no signific� nada. Me mont� nuevamente en el bus y esta vez lo vi
subirse tambi�n. Delante de �l ven�a dos personas m�s: una se�ora y un gordo. Me
estremec� y le rogu� al cielo que el muchacho se sentara conmigo. La se�ora
intent� sentarse, pero sigui� de largo. Uff, que alivio, pero �co�o, el gordo
desgraciado se sent� a mi lado, sonri�ndome entupidamente! El muchacho pas�, me
ech� una mirada y sigui� de largo.
Me sent� decepcionada y con ganas de matar al gordo co�o e�
su madre, pero me tuve que calar que me apretara y sus ronquidos todo el camino.
Al siguiente d�a fue casi lo mismo. Me sub� en el bus, se
subieron dos se�ores, el mismo gordo y detr�s ven�a el muchacho. Uno de los
se�ores se sent� delante, el otro sigui� de largo, y al gordo, le vi las
intenciones de sentarse otra vez conmigo.
-Est� ocupado- le dije.
No tuvo m�s remedio que seguir. Entonces el muchacho lleg�
hasta m�, nos miramos un segundo que dur� una eternidad y me pregunt� con voz
delicada:
-�Est� ocupado?
-No. Lo apart� para ti- le dije, sabiendo que so era una
se�al de que me gustaba o por lo menos me agradaba un poco-, pero no pienses que
es porque me gustas o algo as�.
-Gracias- dijo �l-, pero s� por qu� lo hiciste. Si no me das
el puesto a m�, te hubieses tenido que calar al gordo ese otra vez, �no?
-Vaya, eres muy perceptivo.
-S�, pero te confieso que yo si quer�a irme contigo. Ayer me
sub� para sentarme a tu lado, pero el gordo se me adelant�, as� que me tuve que
conformar con recordarte desde mi asiento.
Me gust� que tuvi�semos intenciones afines y fue tanto as�
que no paramos de hablar pajas durante todo el trayecto, susurrando con la luz
apagada. As� me enter� que �l estaba terminando un post grado en mi universidad
y que ya estaba en el octavo semestre de teatro en otra. Ya daba clases y ganaba
bien, pero estaba ahorrando para comprarse una buena casa en la capital y
expandir sus horizontes.
Yo era simplemente una ni�a que depend�a de sus padres
econ�micamente y con muchas inclinaciones art�sticas y para la docencia. El
compartir con �l me dio un gran placer y me enamor� perdidamente.
Durante una semana, la pasamos deliciosamente, hablando y
conoci�ndonos y yo solo esperaba que �l se me declarara para darle el s�. No
estaba segura si lo har�a, pero yo estaba deseosa de besarlo y de ir m�s all� si
el quer�a. Y as� fue. Justo a ocho d�as de conocernos, luego de un fin de semana
largo y tedioso, me pidi� la ma�ana del lunes, que fu�semos novios. Yo acept� de
inmediato y vinieron los primeros besos y las primeras caricias, all�, en pleno
bus, acaparados por la media luz de la madrugada.
Fueron d�as felices e inocentes, porque no hicimos nada m�s.
�l y estaba acostumbrado a tener relaciones sexuales y hasta vivi� con una
mujer, pero yo, era solo una carajita que ni siquiera hab�a pasado de besos y
caricias.
Pas� otra semana y, el d�a martes, nos est�bamos besando
deliciosamente. Recuerdo que su lengua se atornillaba a la m�a y nuestras
salivas ya eran tan confusas y tan nuestras. Sus manos acariciaban mis mejillas
y mis brazos sobre el su�ter y justo all�, sent� como me mord�a los labios, me
besaba la barbilla y comenz� a lamerme el cuello. Eso me excit� mucho y m�s
cuando una de sus manos, que jugueteaba con mis brazos, choc� con uno de mis
senos.
En vano le susurr� que no lo hiciera, pero no pude, �no
quise!, evitar que me apretara y me masajeara divinamente. Sab�a que yo le
estaba dejando la puerta abierta, as� que sigui� con los besuqueos y ahora me
estrujaba las dos tetas y yo miraba nerviosa para todos lados, �y si alguien nos
pillaba?
�Qui�n iba a vernos? Las personas de al lado iban, dormidas
profundamente, igual los de adelante y no s� si los de atr�s, pero los asientos
eran tan grandes, que no pod�an ver nada. Me dej� hacer, sabiendo que la luz la
iban a prender llegando a Caracas, �por qu� no aprovechar esos minutos?
Ricardo sigui� toc�ndome sobre el su�ter, pero luego, su mano
baj�, levant� la gruesa tela y se col� por debajo. Sent� sus dedos fr�os tocar
mis caderas, mi ombligo desnudo y recorrer presurosos mi panza bajo la franelita
hasta llegar hasta el sost�n. Nadie, aparte de m� misma, me hab�a tocado las
tetas, pero all�, a esas horas, estaba un hombre metiendo sus dedos bajo el
sost�n y amas�ndome y pellizcando mis pezones erectos.
Yo estaba tan excitada y deseba verlo a �l, �c�mo ser�a
desnudo? Deseaba salir corriendo de all� e irnos a una casa, a un parque, a un
hotel, lo que fuese, pero solo nos quedaba aprovechar la autopista. Ten�a ganas
de gritar y de gemir m�s fuerte, pero solo me dediqu� a morderme los labios, a
apretar los dientes y a respirar aceleradamente mientras mi novio me apretujaba
mis senos turgentes.
Llegamos a Caracas y �l sac� su mano y nos dimos algunos
besitos finales, antes quedarnos en nuestras respectivas paradas. Esa ma�ana
llegu� bien temprano a la universidad y me fui directo al ba�o. Siempre lo hac�a
para orinar, pero se d�a, me baj� el pantal�n, la pantaleta y me sent� sobre la
poceta para hacerme la manuela. Dej� que una mano se metiera en mi vagina
y me masturb� por un buen rato, pensando en Ricardo y en lo excitada que me
dej�.
Ese d�a fue pat�tico y desesperante. Tuve que salirme varias
veces de clase en el transcurso del d�a para meterme al ba�o y hacerme una buena
paja.
Al siguiente d�a Ricardo y yo volvimos a aprovechar esa hora
de viaje para darnos gusto. Fui en jeans y con una chaqueta de cierre de color
negro. Luego de besarnos y de dejarme acariciar los senos sobre la chaqueta,
Ricardo baj� el cierre un poco y not� que yo llevaba una top debajo, lo hizo a
un lado y me sac� una teta. En plena oscuridad se la meti� en su boca y comenz�
a mam�rmela. Eso me produjo un placer enorme, especialmente cuando me la
succionaba o me mord�a el pez�n. Hizo lo mismo con el otro seno y, mientras me
mamaba uno, me acariciaba el otro.
Mis tetas eran muy grandes y eso a �l le gustaba. Era la
primera vez que me besaban all� y tambi�n en que alguien me ve�a as�. A�n en la
oscuridad yo sent�a que Ricardo me miraba perfectamente las tetas y, claro,
cuando la luz de alg�n carro alumbraba, se ve�a clarita la cabeza de �l pegada a
mis pechos y supongo que �l ve�a perfectamente las poderosos razones que
lo manten�an pegado a m�.
Fantase� en la idea de tener a un ni�o con �l y que me
chupara las tetas como estaba haciendo su pap�.
Sin dejar de chupete�rmelas, Ricardo baj� una mano y me
apret� la entrepierna. Lo dej� hacer porque eso me produjo una deliciosa
descarga el�ctrica. Enseguida sus dedos estaban remangando mi pantal�n y
trataban de meterse bajo �l. El que invent� los pantalones jeans, los strechs,
sab�a lo que hac�a. Estas telas a las caderas, eran tan el�sticas y f�ciles de
meterles las manos. Sin mucho esfuerzo y sin desabrochar el calz�n, la mano
izquierda de Ricardo se meti� bajo �l y se agazap� bajo la pantaleta y as�, por
primera vez, sent� una mano ajena hurgar en mi intimidad.
Fue una delicia sentir esos dedos rascando mis vellitos y
masajeando mis labios y entrando en esa cueva virgen que esperaba ser poblada.
Yo estaba que gritaba de gusto, pero solo me quedaba abrazar con fuerza a mi
novio y apretar fuertemente mis dientes para resistir las ganas de relinchar
como una yegua en celo.
Ricardo me agarr� la pantaleta y la hal� con salvajismo hacia
arriba. Me doli� un poco cuando sent� que se me met�a entre los labios, pero
despu�s cuando el comenz� a estirarla, como queriendo romperla, casi me vuelvo
loca. �l halaba con fuerza y yo ve�a vagamente como me sacaba la tela del
pantal�n y pens� que la iba a romper. El roce de la tela en mis labios o en mi
culo me encend�a gozosamente y sent� que se me estaban alborotando todos los
sentidos.
Pero no todo dura para siempre y, cuando ya estaba casi
llegando a un delirante orgasmo, la luz del bus se encendi� y �mierda!, nos
dimos cuenta que hab�amos llegado a Caracas. Con rapidez y disimulo, Ricardo me
tap� para que me arreglara la pantaleta, me metiera los senos en el sost�n y me
subiera el cierre de la chaqueta.
-Ma�ana vente en falda- me dijo al despedirnos.
-OK- le respond� yo, sabiendo que as� ser�a m�s f�cil
tocarme.
Deliciosa forma de empezar el d�a. Un d�a que por cierto no
fue mejor que el anterior, porque tuve que pasarme varias jornadas en el ba�o,
acarici�ndome a solas.
Esa noche apenas pude dormir. Me pas� minutos interminables,
masturb�ndome en mi cuarto. En la madrugada fue igual, a�n el agua caliente de
la ducha no me pudo calmar. Necesitaba ver a mi novio y entregarle a �l toda mi
verdad.
Esa fr�a ma�ana yo iba en falda de jean, sandalias y una
camisa manga larga de color blanco, amarrada con un nudo por delante. Mis
cabellos iban recogidos en una pa�oleta y llevaba amarrado a mi cintura un
su�ter.
El bus arranc�, el colector cobr� los pasajes y apag� las
luces. Enseguida comenzamos nuestro rictus amatorius, como siempre lo
hac�amos. Entre beso y beso, se intensificaron las caricias y Ricardo me fue
desabrochando uno a uno los botones de la camisa hasta dejar solo el nudo. Ese
d�a se devor� mis tetas con mayor pasi�n y estaba como desesperado.
Me tom� la mano derecha y me la llev� hasta su entrepierna
para que tocara su bulto, y acept� que sent� un miedo horrible al tocar algo tan
duro y grande. �Qu� ven�a despu�s? �Se lo iba a sacar y me obligar�a a
toc�rselo? No es que yo no tuviese curiosidad por hacer algo as�, pero me daba
miedo llegar a tanto en ese lugar.
Sab�a de gentes que hac�an el amor o ten�an sexo en los
buses, sin ning�n descaro; pero yo no era de esas y adem�s, asumo que estaba
asustada. Entonces, hice algo de fuerza y retir� mi mano de su bulto.
Ricardo sigui� con las caricias, pero esta vez me toc� las
piernas suavemente y fue corriendo sus dedos hasta que chocaron contra mi falda.
Enseguida ya ten�a una mano bajo la tela y sent�a sus dedos chocando contra mi
d�cil pantaleta. Por instinto quiz�s, cerr� mis muslos para apretarle la mano y
no permitirle seguir. �D�jate hacer!, me susurr� al o�do y llevada por las
ganas, abr� las piernas un poco.
En un segundo, los dedos franqueaban las murallas de la
pantaleta y comenzaban a presionar mis carnes secretas. Nadie aparte de m�, me
hab�a tocado all�, pero esto era delicioso. El coraz�n me lat�a muy aprisa y ya
esos dedos rascaban mis vellitos o comenzaban a hundirse en mis adentros.
Se me eriz� toda la piel, recuerdo, y ya no pude evitar que
esos dedos se metieran m�s y m�s adentro, haci�ndome tan feliz. Ese hijo e�
puta, ya era un hombre hecho y derecho, de veintinueve a�os de edad y estaba
siendo no precisamente un profesor moralista y de buenas costumbres, sino todo
un perverso.
Como sea, me estaba ense�ando a amar y yo, gimiendo
calladamente, lo apretaba con todas mis fuerzas, tratando de no mover mi cintura
como me ped�a mi cuerpo para no levantar sospechas. Me enamor� de esa mano
d�ndome su primera masturbada y supe que ese ser�a el hombre que me acompa�ar�a
el resto de mi vida.
Al carajo con todo aquello de que una se�orita debe darse su
puesto y llegar virgen al matrimonio. Si hubi�semos estado en otra parte le
hubiese dado hasta l culo si me lo hubiese pedido.
Ricardo disimulaba colocando su bolso sobre su mano y mis
piernas por si acaso alguien de al lado no echaba una mirada y yo, me estaba
enloqueciendo con las ganas de gritar.
Creo que tuve varios orgasmos y sent� que mi vagina estaba
empapad�sima. Ricardo sac� su mano y meti� sus dedos en mi boca para que me
chupara mis propios jugos. Yo lo hab�a hecho muchas veces cuando me masturbaba,
pero era la primera vez que me chupaba mi miel extra�da de mi panal por dedos
extra�os.
Me sigui� besando los senos, el ombligo y luego, baj� su
cabeza y bes� mis piernas. Eso fue riqu�simo, pero lo mejor fue cuando sigui� su
curso entre besos y caricias y, con gran habilidad �empez� a meter su cabeza
entre mi falda!
Yo mir� a m� alrededor y not� que todos dorm�an
desatendidamente. Ricardo parec�a que dorm�a sobre mis piernas, pero no, estaba
estirando su cabeza hasta que sent� su nariz chocar contra mi pantaleta mojada
justo en mi bulto. Por Dios, su lengua penetr� en mi vagina y comenz� a lamerme
placenteramente.
Eso si que no lo hab�a sentido nunca porque mi propia lengua
no llegaba hasta all� abajo y con miedo y todo, fue algo que no quise evitar que
pasara.
Abr� un poco m�s mis piernas para hacerlo m�s c�modo y mand�
al diablo a todo aquello que dice que la educaci�n estar� a cargo de personas
de comprobada moralidad, porque all�, estaba un profesor siendo amoral seg�n
las leyes sociales y yo, que ni siquiera trabajaba todav�a, ya me estaba
comportando como la propia puta abri�ndole las piernas a un hombre en un lugar
p�blico.
Ya est�bamos cerca de Caracas, as� que me fui abotonando la
camisa mientras me dejaba llevar por un sin fin de orgasmos vehementes. Cuando
�l lleg� a su parada, me dio un rico beso y sali� con su bolso delante,
disimulando el gran bulto que se le marcaba en el pantal�n.
Yo segu� sola los �ltimos minutos hasta llegar a mi parada y,
disimuladamente, aprovech� la penumbra para hacerme una paja muy fugaz.
Al d�a siguiente no fui en falda, sino con un jean pescador
de muchos bolsillos, zapatos deportivos de color azul y medias cortas. Llevaba
tambi�n un su�ter corto de color gris azulado, y como era cuello barco, estaba
descotado de tal manera, que llevaba mis hombros descubiertos.
Aprovechamos cada segundo para dar rienda suelta a nuestro
encuentro ma�anero y lo disfrutamos al m�ximo. Goc� un mundo con su mano
apretando mi entrepierna sobre el pantal�n y m�s a�n, con sus dedos dentro de
m�, bajo la tela de la tanga.
Fui muy dichosa cuando me baj� el su�ter, me sac� las tetas
del sost�n y se dedic� a mam�rmelas como nunca. Creo que ese d�a estaba m�s
enloquecido que de costumbre y me cont� que se hab�a hecho no s� cuantas pajas
esa semana.
Mientras me besaba o me mord�a las tetas, sus manos
jugueteaban con mi sost�n y entend� que sus intenciones era sac�rmelo. Trat� de
evitarlo, pero sus dientes mord�an mis pezones o los chupeteaban tan divino, que
no pude impedir que terminara pasando sus manos alrededor de mi espalda para
desabrocharlo, y �zas!, me lo arranc� por completo.
Le ped� que me lo devolviera, pero abri� su bolso y lo guard�
all�. "Me lo llevar� para pajearme durante el d�a", me dijo y yo me excit�
mucho, aunque me sent� inc�moda.
Luego, durante varios minutos estuvo hablando sobre que ya
era hora de que lo pajeara a �l. Me resist� hasta donde pude, pero logr�
convencerme de cambiar de puesto para hacerlo mejor. Lo hicimos y �l se sent�
hacia la ventana. �Mira!, me dijo y lo vi bajarse el cierre y sacar con cierta
dificultad su orgullo. �A joder, era la primera vez que yo ve�a una cosa de esas
y me imagin� que si as� de grande se ve�a, a�n sin bajarse el calz�n, �c�mo
ser�a verlo completo?!
Ricardo me tom� una mano y la coloc� en su verga. Yo sent� su
cabeza algo fr�a, algo caliente, pero bien h�meda y palpitando. Tuve miedo, no
solo de que alguien nos viera, sino de pensar en lo que se pod�a hacer con tan
grande monumento. Yo no sab�a bien que hacer, pero �l me fue guiando y me indic�
como deb�a acariciarlo. En unos minutos ya me estaba gustando la vaina de
bajarle y subirle la piel y la cara de mi novio, estremeci�ndose de gusto.
Yo pens� que si a m� me gustaba tanto que �l me masturbara
all� abajo, �no ser�a lo mismo con �l? Supongo que s�, y eso era lo que m�s
gust� de ese momento, el verle la cara de satisfacci�n y sus gemidos ahogados.
-Dale un beso- me pidi� despu�s.
Yo no quer�a hacerlo, m�s temor que por no querer. Hab�a
escuchado a mis amigas decir muchas veces que se lo hab�an mamado a sus novios o
amigos y que era algo rico, pero yo no estaba segura de querer hacer eso all� en
ese lugar.
Era tanta la insistencia de Ricardo que me decid� a hacerlo.
�l me convenci� de acostarme sobre sus piernas, como si estuviese durmiendo y
que no pensara tanto, porque llegar�amos en unos veinte minutos a Caracas.
Me ech� en sus piernas y segu� masturb�ndolo, ol� su carne y
not� su humedad. Ese olor me estaba embobando y aunque me resist�a a empezar,
porque siempre es dif�cil dar el primer paso, Ricardo me empujaba la cabeza para
que lo hiciera ya.
Estaba profundamente excitada y me hubiese gustado pasar m�s
tiempo all�, en contemplaci�n, pero se acababa el tiempo. Saqu� mi lengua y me
atrev� a lamer la gruesa cabeza. Ese extra�o sabor me encendi� mucho. Lam� y
bes� el cuerpo durante unos segundos, pas� mi lengua en su cabecita y not� que
estaba botando algo de l�quido salado.
Y entre beso y beso, ni cuenta me di cuando ya parte de su
glande ya estaba en mi boca y yo lo chupaba con mucha avidez, dejando con cada
chupada que el pene entrara m�s y m�s en mi boca. Yo sent�a el temblor del
miembro y de todo el cuerpo de mi novio y me sent�a tan puta, all�, echada a sus
piernas practic�ndole sexo oral.
Ricardo me empujaba y me sub�a la cabeza, algunas veces suave
y otras con fuerza, como queriendo que me metiera toda su vaina. Yo hab�a
escuchado a mis amigas decir que cuando ellas mamaban, se met�an casi todo en su
boca, algunas aseguraban que se lo met�an todo; pues debieron ser salchichitas,
porque yo estaba acostada mamando uno, y no me met�a ni la mitad en mi boca. Eso
si que era un salchich�n.
Ricardo me cont� despu�s, que le excit� no solo el ver mi
cabeza pegada a su pelvis, sino adem�s, sentir como el hoyo negro de mi boca
se tragaba a su astro gigante. Me cont� que fue muy placentero el verme
acostada sobre sus piernas y de lo lindo que se ve�a el su�ter cuando dejaba mis
caderas y mi cintura descubiertas; que goz� acarici�ndome la espalda (y debi�
ser as� porque cuando pasaba sus dedos, bajo mi su�ter, co�o, se me paraban
todos los pelos, y hablo de todos).
Ricardo me dijo que le excitaba tocarme disimuladamente las
nalgas y halarme el pantal�n y verme la pantaleta y que eso, le produc�a unas
ganas irresistibles de bajarme los calzones y cogerme por el culo. Yo no s� que
se sent�a ser cogida de ninguna forma, pero mi culito palpitaba y se me
constre��a, deseoso de aprender.
Mis amigas contaban de lo rico que era chupara y mamar las
bolas de un hombre, pero esa madrugada, yo ni siquiera hab�a acabado la
totalidad del pene de su pantal�n. Sent� a Ricardo estremecerse con mayor locura
y a guiar con violencia mi cabeza y no entend� que estaba pasando.
Fue entonces cuando sent� que algo sal�a de su pene y se
regaba en mi boca. �El hijo de puta, �se est� orinando?! Pens�. Trat� de alejar
la cabeza y escupir, pero sus manos me manten�an pegada al pene. �Co�o, esos no
eran miaos! �Era salado y caliente!
Ricardo me indic� que me lo tragara y yo record� en esos
segundos, que mis amigas dec�an que el hombre botaba como una leche que conten�a
a sus hijitos. �Hijo de madre, ten�a en mi boca un poco del famoso semen
masculino! �Yo pens� que eso sal�a de otra forma, pero solo eran mariqueras de
carajita inexperta!
Solo hab�an pasado unos segundos y aun segu�a bajando y
subiendo mi cabeza sobre su entrepierna, pero pegando bien mis labios para no
dejar escapar ni una sola gota, �qu� tal si le manchaba el pantal�n? Y si
escup�a, �el colector no se iba a dar cuenta? Para entonces �bamos a estar muy
lejos y como cada ma�ana ven�a un bus diferente, �Cu�l era el problema?
Tantas cavilaciones en menos de un minuto y con el coraz�n
acelerado, perd� el rumbo y termin� con toda la leche resbalando por mi garganta
y llegando a mi est�mago. Yo siempre desayunaba al llegar a la universidad, pero
luego, de ese "abreboca", no com� en todo el d�a.
Quiz�s les parecer� tonto porque hay quienes maman y cogen
sin problema alguno, incluso desde la primera vez, pero yo no estaba
acostumbrada a eso.
Esa ma�ana al llegar a la universidad, me pas� casi media
hora en el ba�o, como con ganas de vomitar y sintiendo a�n el sabor de mi
"desayuno" en la garganta y el paladar. Por otro lado, el no tener sost�n y que
se marcaran mis pezones grandes me produc�a mucha incomodidad y tambi�n placer.
Seg�n yo, todo el mundo me miraba. Tal vez si lo hac�an, pero
creo que era m�s por el producto de mi imaginaci�n. Comenc� a ver a las otras
chicas y not� que la gran mayor�a, no usaba sost�n tampoco. A algunas se les
marcaban los pezones m�s que a otras; algunas se ve�an con picos grandes, otras
peque�as, pero ciertamente, yo no era la �nica, entonces, �cuales eran mis
pajas?
As� que m�s bien, me dediqu� a caminar y a sentarme m�s
derecha para sacar m�s pechos de los que ya ten�a, y la verdad, eso me hizo
mojar mis pantaletas tantas veces que cre� que se me iba a manchar el pantal�n.
Que bien se siente tener una vida secreta y hacer lo que yo
hac�a en la oscuridad del bus ma�anero.
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