PARA MUJERES CASADAS SOLAMENTE� (II)
Historias placenteras
Original de
ANALBO
El para�so del Placer, ha quedado inaugurado con la entrada
victoriosa de la primera adulta al ed�n que segrega esencias er�ticas en todos
sus ambientes. Desde el Portal de ba�os con enormes cargas de lujuria, al
Claustro de deliciosos masajes en manos de expertas Geishas, cuya peculiaridad
es el amasamientos de las zonas apetitosas m�s erotizados de la estructura
f�sica femeninas, �nicamente por ellas conocidas y desde all� al Atrio de la
delectaci�n, la satisfacci�n, y
Delicias del gozo maravilloso en las virtuosas ofertas de
los �rganos sexuales del Magnifico, que con solamente pensarlo vuelve
intemperante e inmoderada la libidinosidad de la hembra cuya vulva HUMEDECIDA
expele feromonas, cuyas emanaciones envuelve el ambiente, excitando la
sensualidad del macho en oferta y el furor uterino de la compradora. Ella
tiembla. �l sonr�e:
�Miedo?...
�No!... Verg�enza�
�primera vez?...
Si� Jam�s pude hacerlo� - y se quebr�. Gir� sobre s� y se
abraz� al Magnifico. Este no se atrevi� a acariciarla. No estaba en sus
requerimientos. Ella tom� la iniciativa, acariciando los oscuros vellos de
los pectorales masculinos�
�Puedo?...
Sin fronteras� sus deseos son �rdenes � reiter� - �Acepta
usted mis caricias?... �Ella, tom� la suave mano del hombre y la llev�
lentamente hacia sus senos. �l, qued� inm�vil. Sinti� el endurecimiento de
los pezones y la respiraci�n agitada de su paciente. Se atrevi� y movi�
lentamente sus largos dedos sobre la blanca y ardiente piel de la mujer, que
se convulsion� como una adolescente y mordi� con sus u�as sin filos, las
carnes hirvientes y velludas del Portentoso, que intentaba ignorar la
situaci�n, pensando en todo el trabajo que le restaba a�n hasta el final de
las tres sesiones comprometidas para ese d�a.
��Ahhhhgggg!!... � gimi� regode�ndose en un delirio que
magnificaba su extrema estrechez y necesidades sexuales -� �Por favor!!...
�No soporto m�s �sta tortura!...- suplic� la incontenible sensualidad de esa
mujer derriti�ndose en el fango de la �ntima deshonra. La suave imploraci�n
de la dama denotando avidez, ansias� un sibaritismo inconsolable, que tras
un segundo y avergonzado orgasmo subi� sus labios hacia los del Magnifico,
quien gir� su cabeza neg�ndose a besarla. Ese movimiento exasper� un
salvajismo refinado de la hembra en celo, que corri� su mano izquierda hacia
la pelvis masculina donde tropez� con un monumental t�tem. Se detuvo.
Asombrada, subi� el tul que cubr�a sus grandes ojos verdes y mir�
maravillada al macho inm�vil. �l, le sonri� casi con crueldad, entabl�ndose
entre ambos un encarnizado y salvaje friccionamiento con tal impiedad, que
sus labios y dientes mordieron la boca negada hasta sangrarla�
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El Portentoso, no soport� la implorante mirada de esos ojos.
El rostro de la dama se merec�a por su belleza y juventud escondida tras una
piel magistralmente trabajada por sus Geishas, la devoluci�n de su mirada,
permiti�ndole levantar su antifaz, enfrent�ndose sus ojos negros con los verdes
de mar brav�o de ella, que volvi� a suplicar:
- �Por favor, se�or!� no me haga usted avergonzar� - lujuria,
obscena, imp�dica, licenciosa, libertina, nada le importaba. Su incontinencia
desenfrenada lubric� al m�ximo sus cavidades sexuales, al punto de sentir sus
esf�nteres clamar una piadosa penetraci�n, cosa que jam�s hab�a hecho y a su
�tero morderse a s� mismo. El Magn�fico, con sus piernas llev� las s�banas hacia
un costado. Desat� la cortinilla que cubr�a su bien m�s preciado. Su enorme
m�ntula se parec�a al Faro del Fin del Mundo, con el brilloso y morado Glande
expuesto a lo que ella decidiera. Con suavidad la quit� de su imparable fricci�n
de su vulva sobre su rodilla izquierda e hizo que observara. Ya con mirada
viciosa la mujer comprob� que la oferta en el rubro 59, era una realidad�
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Agazapada como una gata, hundiendo sus dedos en las carnes
duras y musculosas del Magnifico, imp�dica e inmoral la mujer se arrastr�, hasta
que tom� con ambas manos el enorme miembro deseado enf�ticamente, mientras
remolcaba su sexo sobre el est�mago masculino dejando un sendero de secreci�n
vaginal. Sinti� por primera vez esos dedos de hierro que la tomaban de las
caderas levantando su bello trasero. Ella, mientras, no quer�a abandonar el m�s
grande falo jam�s tocado y aprisionado entre sus manos, intentando bajar el
prepucio de semejante pr�apo, para dejar al descubierto una calva y olorosa
cabezota de tal �rgano genital que comenzaba a erupcionar las primeras gotas
seminales. Los labios carnosos, al rojo vivo, gem�an por engullir esa virilidad,
mientras sus orgasmos se reprodujeron en ristras, cuando la lengua, enorme,
gruesa y adhesiva de �l, juguete� con su ano virgen logrando la perfecta
lubrificaci�n, al tiempo que un suave y empapado dedo en crema, se introdujo
sutilmente en el punto negro de la sierva del placer, que al sentir c�mo se
abr�a paso un segundo y extra�o objeto, separ� sus labios al m�ximo, segundos
que aprovech� el Portentoso para empujar su pelvis hacia arriba e introducir su
incre�ble pene en tan peque�a boca, la que esforz� demasiado ya que un hilito de
sangre comenz� a correr por sus comisuras. Tanto fuego solamente pudo ser
apagado por gruesas descargas de esperma que inund� la desacostumbrada cavidad
bucal de la mujer que en su apasionado degustar de tan rico manjar, le falt�
aire, quedando semi asfixiada, atragantada por tan espeso l�quido.
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Enredados en la cama, �l sac� su m�stil de esa peque�a
cavidad, la que al tomar aire, aspir� profundamente tosiendo luego de sendas
arcadas, quedando extenuada abrazada a semejante monumento al placer, que tal
como lo anuncio del peri�dico, la enorme medida era una realidad. Se recost�
sobre la alfombra renegrida del pubis masculino como no queriendo abandonarlo
por nunca jam�s y sollozando implor�:
- � Por favor� la necesito toda, toda� no me niegue el placer
de aplacar el inmenso r�o de fuego que corre dentro de m� -una suave m�sica,
acompa�ada por una voz casi celestial, por lo suave, interrumpi� el ruego de la
hembra que lloraba l�grimas de pasi�n:
- �su turno est� finalizando en 15 minutos, por favor a las
duchas!�
- ��Nooo� todav�a no!! �- implor� -� necesito una hora m�s�
- �Es mi hora de descanso!... � musit� el Magnifico, mientras
la tomaba de las piernas y la alz� hac�a �l hasta tener su boca en los labios de
la vagina que manaba excelente aromas ardientes, introdujo su boca y le bes� sus
belfos, mordi�ndolos con suavidad, luego penetr� su lengua descargando un
torrente de l�quidos espesos que gustoso sabore�, mientras ella imploraba
convulsionada totalmente:
- �Por favor� una hora y pago por dos!�- volvi� a
contorsionarse desenfrenadamente, como queriendo golpear al hombre que le estaba
negando el principio de un placer no recibido�
- �Marita!�- alz� la voz el magnifico - � ya ha escuchado a
la paciente, agregue las pr�ximas dos horas como ocupado� abonar� al retirarse�
- volvi� a la vida la Ardiente y ya casi pervertida dama. Denota un ardor
desenfrenado, sinti�ndose ya esclava del Portentoso. Girando en el lecho busca
la boca del hombre y le absorbe sus propios l�quidos. Dando comienzo as� una
encarnizada lucha entre ambas lenguas. Era una guerra sin cuartel. El Magnifico,
no pod�a hacer lo que estaba haciendo, de tal exigencia, pod�a llegar a no
cumplir con otros compromisos. Pero la dama, adem�s de ser limpia y de buena
salud, lo hab�a enardecido convirti�ndolo en un licencioso libertino. Al
sentirla al borde de la humillaci�n, no quiso aceptarlo. No soportaba que la
mujer se rebaje a tanto y entonces entr� a acariciarla y a hablarle, hasta
sacarla del estado de apetencias sin frenos. Not� que ella de pronto reaccion�
como saliendo de una alucinaci�n, tras el deslumbramiento que �l le produjo por
seducci�n, despertando desde sus profundidades un irrefrenable apetito gen�sico
que la obnubil� convirti�ndola en una cautiva del sexo hasta morir. Se
tranquiliz� y habl� habl� mucho, tal vez sin pensar en lo que dec�a pero
expresaba en sus palabras un profundo dolor: La insatisfacci�n. El Magnifico,
intent� comprender, ella se dio cuenta. Lo cree imposible. Ella volvi� sobre el
tema:
- �Se�or, si quiere saber mi verdad� usted tiene la llave
para llegar a ella� - se abri� de piernas y dej� penetrar los gruesos dedos
encremados del hombre. Pero �l noto algo extra�o. La vagina no se dilataba.
Agreg� un tercer dedo y ella gimi� de placer. �l sinti� un enorme orgasmo y otro
pedido suplicante con los ojos cerrados:
-�Por favor� pen�treme! No tenga compasi�n� si grito o me
desmayo, contin�e� ��Por favor, se�or� por favor!!... � �l moj� con crema su
enorme falo y cubri� la entrada ardiente de la dama. Coloc� la cabeza mis�lica
de su verga en la puerta que lat�a como si fuera a explotar. Empuj� suavemente.
No estaba autorizado a proseguir. Ella gimi� - � �Por favor, no se detenga!�.
��Asiiii� as�... m�s, por favor� sin compasi�n��Toda mi vida esper�ndolo!... �
un profundo suspiro. Mordi� sus labios y lo �ltimo que se le escuch� fue un
desgarrador gemido y sus u�as penetrando las carnes de esa musculosa espaldas
que entr� a sangrar -� ���Ahhhhgggg!!!... � afloj� su cuerpo desvaneci�ndose, el
hombre ducho en su placentero trabajo, de inmediato tom� una peque�a botellita y
la destap� debajo de sus fosas nasales, cuyos vahos, la volvieron en s� con una
sonrisa angelical que demostraba una inmensa felicidad. El Magnifico, sin sacar
de esa estrecha profundidad su elemento. Continu� con un "pone y saca" lento y
con fuerza. Los gestos de la dama, motivaron al macho acelerar lentamente el
ritmo hasta que ella grit� un - ��� Maaaassss!!... � �l, not� que la hembra se
relaj�, en ese instante todo el cuerpo, sus m�sculos se ablandaron, cerr� los
ojos jadeante, hab�a partido hacia el Para�so entre largos suspiros fatigosos y
un contenido llanto, que jam�s hab�a visto en tantas mujeres que pasaron por �l.
Sinti� el camino liberado. Su miembro hab�a logrado penetrar una cuarta parte.
Se sinti� exaltado, pocas veces hab�a entrado en semejante cl�max, e
impiadosamente arremeti� como nunca, es que �l estaba entrando en plena
convulsi�n, cuyo arrebato lo llev� en segundos a tal sobreexcitaci�n, que le
abri� las puertas de la glorificaci�n en una eyaculaci�n que no quiso detener.
Al golpear ambas pelvis sinti� que hab�a llegado al �tero de la mujer que
acababa de de demostrarle que era una ninf�mana incipiente. Por primera vez �l,
que era el encargado de dar placer, gozaba m�s que quien le hab�a pagado para
ello. El monumento F�lico, estuvo descargando torrentes de esperma durante
interminables minutos, manteniendo su erecci�n dentro de la hembra, aprisionado
por sus piernas. Un susurro de la dama, muy dulce y agradecida, le lleg� a lo
m�s profundo de sus sentimientos:
- �Se�or!� �Gracias, usted me ha desflorado!� �El hombre que
fue mi esposo, en doce a�os de casada no ha consumado el matrimonio!��� Hace
tres d�as el Juez declar� la nulidad del mismo!!... � esa voz son� a un canto de
�ngeles. El Magnifico se retir�, dejando a la mujer en el t�lamo nupcial, ba�ada
en sangre, con una rictus de tristeza en su boca. Mirando la c�mara oculta sobre
el lecho, dijo por lo bajo con la voz estrangulada:
- �Marita�ahora que se retira la paciente, no le cobre y
adem�s desvu�lvale lo que ha abonado. Que venga para asearla� - y se retiro su
toilet privado�
FINAL DE LA PRIMERA JORNADA DE "EL MAGNIFICO"