Una tarde estaba sentado en mi silla de extensi�n que ten�a
ubicada en el patio de la casa, estaba descansando, pues hab�a llegado del
trabajo y sentado esperaba la brisa de l a tarde para refrescarme un poco pues
la tarde se presentaba bastante calurosa.
En eso aparece mi perro que ven�a del fondo de la casa de la
vecina, la se�ora Maria. Ven�a atravesando la cerca que divide las dos casas y a
trav�s de ella, como la cerca ten�a mucho tiempo de construida presentaba huecos
y tablas corro�das, rotas y fuera de lugar.
Por uno de esos huecos apareci� Sult�n moviendo su colita,
era un perro de tres a�os de raza cacri (callejero criollo) y era de pelaje
blanco. Sult�n tra�a sujet�ndolo con los dientes un lorito muerto. Cuando lo vi
me llev� asombrado las manos a la cabeza, me enderec� de la posici�n que ten�a
en la silla y mirando con los ojos desorbitados al perro le grit�:
-�Sult�n! �Qu� hiciste? �Le mataste el lorito a la se�ora
Maria!
Y diciendo esto acerque las manos al perro que ya estaba mi
lado y suavemente retir� el lorito de la boca del perro. El perro como era d�cil
abri� la boca, le saqu� el lorito y el se alej� de all� con el rabo entre las
piernas quiz�s actuando como si hubiera hecho algo malo.
Con el loro muerto entre las manos no hallaba que decir ni
que hacer. �Qu� explicaci�n le dar�a a la se�ora Maria por el mal comportamiento
que tuvo Sult�n donde perdiera la vida el lorito? �C�mo subsano esta situaci�n?
�Lo tendr� que pagar o tendr� que buscarle otro lorito?. Todas estas y otras
preguntas sin respuestas llegaban a mi mente y las estaba procesando
r�pidamente. De pronto surgi� en mi mente una idea que no estaba considerando:
lo colocar�a dentro de la jaula nuevamente, muerto, pero tendr�a que hacerlo en
un momento en que nadie se diera cuenta de esa acci�n y eso ser�a en la noche
entre las nueve y diez de la noche, momento en que toda la familia esta reunida
frente al televisor viendo las telenovelas. De esa manera no me culparan a mi y
a Sult�n mucho menos.
Dicho y hecho. Esa noche como a las nueve y treinta minutos,
agarr� el lorito, salt� la cerca que separa las dos casas, llegue hasta la
jaula, abr� la puerta y coloqu� al lorito muerto en el piso . Cerr� la puerta de
nuevo y volv� a mi casa, entr� a mi cuarto y me puse a mirar la televisi�n por
un rato y luego me dorm� satisfecho por lo que hab�a hecho y seguro que nadie me
hab�a visto.
Al siguiente d�a me levant� como a las ocho de la ma�ana y
despu�s de ir al ba�o y hacer mi aseo personal, me llegu� hasta la cocina y pude
observar a trav�s de la ventana, que en la casa de la se�ora Maria se hab�a
aglomerado gran cantidad de personas entre ellos vecinos y familiares, que
lloraban y conversaban . Esto me caus� extra�eza pues supuse que algo grave
hab�a sucedido y desde mi puesto de observaci�n no pod�a precisar que era.
Termin� de tomarme el caf� que ya hab�a preparado y me acerqu� hasta la cerca
con la intenci�n de preguntarle a alguien que hab�a sucedido.
La que estaba all� m�s cerca era Carmen, la hija de la se�ora
Maria. La llam�:
-Piiiis. Carmen,�Hazme el favor, ven ac�!
Carmen se acerc� a la cerca toda triste.
-Carmen, Buenos d�as, �Qu� paso? �le pregunt�
-Ay se�or Juan, �que mam� se muri� se�or Juan! � me dijo con
los ojos todo llorosos.
-�Pero no puede ser!- le dije todo asombrado- Si apenas ayer
yo la vi y estaba tan bien, inclusive hable con ella.
-Si se�or Juan, pero fue que mam� muri� de un susto esta
ma�ana cuando se levant�.
-�De un susto? �C�mo que de un susto?- le pregunt�.
-�Lo que pas� fue que a ella se le muri� el lorito ayer en la
tarde y ella lo enterr� en el patio, y hoy le amaneci� en la jaula otra
vez!!!-dijo Carmen.