Os hab�a citado en un bar de un centro comercial, no quer�a
que tu mujer desconfiara. Hac�a un tiempo que tu y yo intercambi�bamos correos
sobre lo que te gustar�a que le hicieran a tu esposa, y tras contarte var�as
cosas que se me ocurr�an a mi, decidiste que te encantar�a ver como llevaba a
cabo todo lo que te suger�a en esos correos. A mi la idea me pon�a cachond�simo.
Las fotos que me hab�as enviado de tu mujer mostraban a una hembra bastante
apetecible, a pesar de su embarazo, adem�s de que a mi siempre me han dado un
morbo especial las embarazadas. Eso si, el trato era que tu s�lo mirar�as y que
no te interpondr�as en nada de lo que yo hiciera. Adem�s ella ten�a que ir sin
saber nada, principalmente, porque seg�n tu, ella se hubiera negado.
Cuando llegasteis, ambos os sentasteis en una mesa, como yo
te hab�a dicho, para yo poder observaros antes de presentarme. Ella vest�a con
un vestido de embarazada bastante ancho, lo que no dejaba ver demasiado de ese
cuerpo que en breve ser�a m�o, unos zapatos c�modos, y un abrigo, pues el d�a
estaba bastante fr�o. No me gustaba nada la ropa que se hab�a puesto, pero en
fin, eso era lo de menos, cuando la educara ya se pondr�a las cosas que a mi me
gustasen.
Despu�s de estar observ�ndoos un rato, me acerqu� a la mesa,
junto con mi pareja de ese d�a. Tu te levantaste y nos saludaste, y despu�s nos
presentaste a tu mujer.
- Encantado - dije yo - d�ndole dos besos en la mejilla. Ol�a
muy bien, me gustaba el perfume que usaba, y eso contribu�a a ponerme a�n m�s
cachondo. Os present� a mi compa�era- Esta es Silvia.
Tu mujer nos salud� cort�smente, y observ� que miraba a mi
acompa�ante, la cual ya estaba educada y vest�a como a mi me gustaba, una blusa
roja ce�ida, dejando su ombligo al aire, una minifalda corta, negra, medias
negras y zapatos negros de tac�n de aguja. Por supuesto toda su ropa interior
era un liguero, ya que me gusta que mis chicas vayan siempre provocando. Esto
hac�a que sus pezones se trasparentaran a trav�s de la blusa y sus tetas, aunque
no muy grandes se marcaran y se notaba que no llevaba sujetador.
Ped� un caf�, y estuvimos charlando los tres de temas
intrascendentes, aunque yo me encargu� de que poco a poco la conversaci�n fuera
subiendo de tono, y pude notar que tu mujer se sonrojaba cuando hablaba de
ciertos temas.
Tambi�n la estuve observando y vi que miraba a Silvia
continuamente, con una mezcla de desprecio y de envidia. Despu�s de una hora de
charla mas o menos os propuse que vinierais a mi casa, donde podr�a preparar
algo de cena y donde podr�amos hablar m�s c�modamente. Tu dijiste que s�
inmediatamente, sin dar tiempo a tu mujer a pens�rselo, por lo que los cuatro
nos fuimos. Mi casa es un chalet en la sierra, el cual no tiene vecinos cerca,
por lo que es ideal para llevar a mis conquistas y educarlas en los placeres que
me gusta que me den. All� poco a poco voy doblegando su voluntad y ense��ndolas
a comportarse como autenticas putas, dispuestas a complacerme en lo que sea, eso
si, siempre sin hacerles ning�n da�o. Y para eso est�bamos aqu�, para que tu
mujer aprendiera a dar placer a los hombres y as� poder cumplir todas tus
fantas�as.
Cuando llegamos os ense�� la casa, toda menos el s�tano, nos
fuimos al comedor y all� os ofrec� una copa mientras esper�bamos a que Silvia
nos preparase la cena. Tu esposa se ofreci� a ayudar, pero no la dej�, diciendo
que no, que ella era la invitada de honor, ante lo cual me devolvi� una mirada
extra�ada.
Despu�s de un rato de charla, que yo procur� que tratara
sobre sexo, para ver por donde tiraba tu mujer, cuando ya pude ver que aunque un
poco cl�sica y reprimida en gustos, podr�a en poco tiempo sacar a la zorra que
llevaba dentro, sin demasiado esfuerzo, me dirig� ti.
- �Por que no vas a la cocina y le dices a Silvia que te de a
probar el c�ctel especial que tenemos para los invitados? -
Te dije
- De acuerdo - respondiste - me encantar� probarlo. Ya sab�as
que lo que yo quer�a era quedarme a solas con ella para empezar la doma. Lo que
no sab�as era que el c�ctel especial para ti era Silvia, a la cual le hab�a
dicho que te hiciera una mamada memorable, en lo cual Silvia estaba muy bien
educada.
Cuando me qued� a solas con tu esposa, me sent� a su lado y
comenc� a adularla, a decirle lo guapa que me parec�a y lo atractivo que me
parec�a su hinchado vientre. Ella se sonroj� e intent� apartarse un poco de m�,
pero yo la arrincon� en el sof�, y cog� su mano. Antes de que le diera tiempo a
retirarla, la llev� a mi bragueta, donde mi polla pugnaba por asomarse, y al
mismo tiempo le puse mi otra mano en su nuca, para poder retenerla mejor.
- D�jame - dijo en voz baja - llamar� a mi marido si no me
sueltas.
- Int�ntalo - dije yo con una sonrisa - �l est� ahora ocupado
con Silvia y no creo que pueda venir ahora mismo.
Ella puso cara de espanto, y neg� con la cabeza.
- Que pasa - dije yo - �es que no me crees? �por que crees
que tarda tanto?
Ella me miraba con cara de espanto y se negaba a creerme.
- Adem�s, es el quien me ha pedido que te eduque como a una
putita para que cumplas todos sus deseos, as� que es mejor que colabores y as�
ser� mas f�cil para todos.
- �Yo no soy ninguna puta! - grit� ella - y mi marido ser�a
incapaz de esto.
Yo me re� y me levant�, y me dirig� con ella a la cocina.
Abr� un poco la puerta y dije que se asomara. Entonces su cara se desencaj�,
cuando vio como estabas recostado sobre la encimera mientras Silvia arrodillada
se dedicaba a comerte la polla glotonamente, como yo la hab�a ense�ado.
Tu mujer era incapaz de hacer ni decir nada, cerr� la puerta
y la acompa�� de nuevo al sof�.
- �lo ves? de dije - tu marido quiere que tu tambi�n le comas
la polla as�, lo necesita y cada vez que te lo pide tu te niegas. Yo lo �nico
que voy a hacer es ense�arte a comer las pollas igual que he ense�ado a Silvia y
a muchas otras y as� tu marido no necesitar� a otra para que cumpla sus
fantas�as.
- N ... no - no puedo - dijo ella.
- Claro que si - dije yo mientras me sacaba la polla y la
acercaba a su boca.
- No - volvi� a decir ella - no voy a hacer eso.
- vamos putita - le dije yo - as� tendr�s contento a tu
marido - mientras le dec�a esto la atraje hacia m� y met� mi polla en su boca,
apret�ndole la cabeza para que entrara hasta el fondo.
Ella intentaba retirar la cabeza, pero yo no la dejaba. La
agarr� del pelo y movi�ndole la cabeza adelante y atr�s le follaba la boca, ya
que ella no era capaz de com�rmela como era debido. ella intentaba separarse,
pero no pod�a y balbuceaba quejas que se mezclaban con las arcadas que le
produc�a mi polla cuando llegaba a su garganta.
- Vamos puta - le dije - deja de quejarte y chupa, ya veras
como te gusta cundo me corra y tengas que tragarte todo mi semen.
Ella segu�a forcejeando, aunque cada vez con menos fuerza,
resignada a hacerlo y deseando acabar cuanto antes.
Mientras est�bamos as�, Silvia y tu regresasteis de la
cocina. Los labios de Silvia a�n ten�an un resto de tu corrida, y pod�a ver la
satisfacci�n en tu cara. Cuando nos viste, no te pod�as creer que lo hubiera
conseguido, tu mujer me com�a la polla, algo que tu no hab�as logrado en todo el
tiempo que llevabas con ella.
- �Has visto como chupa la zorra de tu mujer? - Te dije -
Claro que hay que obligarla un poco, pero al final le va a gustar. Espero que te
haya gustado el tratamiento de Silvia.
- Mucho - respondiste t� - pero mas me gusta ver lo que le
est�s haciendo a mi esposa. Ya ten�a ganas de que aprendiera lo que es ser una
esposa complaciente.
Tu mujer no dejaba de protestar, aunque al tener la boca
llena no se le entend�a nada. Despu�s de un rato empujando su cabeza contra mis
huevos me lleg� un orgasmo brutal. Una gran cantidad de semen sali� de mi polla
llenando la
boca de tu mujer. Ella intent� echarlo fuera, pero mi mano la
sujetaba fuertemente y la obligaba a tragarse el semen si no quer�a ahogarse.
- Traga zorra. No quiero que salga nada de tu boca. - le
dec�a yo y mientras pod�a observar como t� te pon�as cachondo y comenzabas a
tener una nueva erecci�n que se notaba a trav�s de tus pantalones.
Cuando hubo tragado le saqu� la polla de la boca. y le solt�
la cabeza. Ella se ech� a llorar y a gemir pregunt�ndote como hab�as podido
hacerle esto.
Tu no dec�as nada, as� que respond� yo.
- Esto te lo ha hecho por tu bien zorra. Debes aprender a
satisfacer sexualmente a tu marido, pida lo que pida, y eso es lo que vas a
aprender en este fin de semana. Silvia - dije - ll�vala abajo y prep�rala.
Yo sujet� a tu esposa, que se revolv�a e intentaba escaparse,
mientras Silvia le coloc� unas esposas, sujetando sus brazos a la espalda y un
collar de perro con una cadena. Una vez atada proced�a a quitarle el vestido que
llevaba. Al tener las manos atadas tuve que romperlo, tu esposa no dejaba de
insultarnos, sobre todo a ti. Despu�s le quit� el sujetador y las bragas,
dej�ndola totalmente desnuda.
- Acost�mbrate, porque a partir de ahora se ha terminado la
ropa interior, este fin de semana no necesitar�s ropa, y cuando acabemos no
volver�s a usar ropa interior salvo que tu marido o yo te digamos lo contrario.
- Le dije.
Silvia tir� de la cadena que llevaba al cuello y se la llev�
escaleras abajo al s�tano.
- Ahora tu y yo nos vamos a tomar una copa mientras Silvia la
prepara - te dije - y despu�s comenzaremos con la educaci�n. Ya sabes que no
debes participar hasta que yo te diga, as� que mientras puedes usar a Silvia a
tu antojo.
Es muy complaciente y har� cuanto le pidas, despu�s ya os
avisar� cuando quiera que particip�is.
Despu�s de unos quince minutos bajamos al s�tano. All�
pudiste ver un mont�n de artilugios, todos ellos preparados para el sexo, desde
una cama hasta un potro, diferentes sitios para atar de diversas maneras a una
mujer u hombre.
Distintos consoladores, y en fin un mont�n de cosas que ni
sab�as que exist�an.
Viste que tu mujer estaba atada a una silla de ginec�logo y
que ten�a un gran vibrador en funcionamiento metido en su co�o. Tu mujer gritaba
en una mezcla de rabia y de placer que le iba produciendo el consolador.
Silvia estaba de pi� a su lado, esper�ndonos.
- Ap�galo Silvia. - Le dije, y ella procedi� a desconectar el
vibrador. - y b�jala.
Baj� a tu mujer de la silla y la at� a un una argolla que
quedaba cerca del suelo, de manera que tu mujer no ten�a m�s remedio que
permanecer de rodillas y con la cabeza apoyada en al suelo. Sus manos segu�an a
su espalda, de forma que no pod�a moverse. Yo me puse detr�s de ella y pas� mi
mano por su co�o, el cual estaba h�medo gracias a la acci�n del vibrador.
- Para ma�ana quiero que este co�o est� totalmente depilado -
Le dije a Silvia - no me gusta comer pelos cuando le como el co�o a una zorrita.
as� que por no llevarlo depilado hoy te quedas sin que te chupe tu co�o de
zorra. - Le dije a tu mujer.
Separ� su vulva con mis dedos, y sin muchos miramientos met�
mi polla que estaba nuevamente preparada dentro de su h�medo co�o. Gracias a su
postura era f�cil met�rsela. Ella comenz� a llorar y a pedir que la dejara en
paz, lo cual me excitaba a�n m�s. Le met� toda mi polla hasta dentro, mientras
ella lo �nico que pod�a hacer era mirar al suelo y sentir como se la clavaba,
mientras mis huevos golpeaban la entrada de su co�o, mis embestidas hac�an que
ella se fuera hacia adelante y diera con su cara sobre el fr�o suelo.
Mientras vi como levantabas la falda de Silvia y empezabas a
comerle su joven co�o depilado.
- Ves zorra - le dije a tu mujer - mira lo que hace tu
marido, el est� disfrutando, y tu debes disfrutar de lo que te hago y de lo que
te har� tu marido. vas a aprender a cumplir sus ordenes y hacer lo que te ordene
sin rechistar.
Yo cada vez bombeaba con m�s fuerza el co�o de la zorra, y
ella poco a poco empezaba a gemir de gusto, no pod�a evitar el estar disfrutando
de la polla que ten�a dentro. Despu�s de un rato la zorra de tu mujer no pudo
evitar correrse.
Solt� un grito ahogado y su co�o solt� los jugos que
demostraban que estaba disfrutando.
- As� que te has corrido zorra. - le dije, tu nos miraste en
ese momento y vi como disfrutabas con lo que le hac�a a tu esposa. Cogiste a
Silvia, la pusiste de espalda apoyada sobre una mesa y empezaste a fall�rtela.
- Yo no te he dado permiso para correrte zorra. - Le dije a
tu mujer - as� que para que aprendas, ten�a pensado dilatarte el culo con un
consolador antes de foll�rtelo, pero por correrte sin permiso te lo voy a follar
ahora mismo, y voy a usar tus propios jugos como lubricante.
- No por favor - grit� tu mujer - el culo no. Hazme lo que
quieras pero el culo no.
- Veo que vas aprendiendo. As� que lo que yo quiera. Pues
mira zorra - le dije - lo que quiero es tu culo, y como tu no tienes nada que
decir aqu�, te voy a follar el culo ahora mismo.
Tu mujer comenz� a llorar de nuevo, mientras yo pasaba mi
mano por su co�o y llevaba todos los jugos hacia la entrada de su virgen culito.
Se ve�a un agujero estrecho, nunca antes utilizado, y a mi me encanta desvirgar
culos. as� que sin esperar escup� en el agujero para que la saliva ayudara ,
apoy� mi glande sobre el agujero y cuando tu mujer empezaba a gritar que no lo
hiciera entre gemidos, empuj� y met� mi capullo en ese estrecho culo. El grito
de tu mujer fue muy fuerte, pero no eso solo me animaba m�s a seguir. volv� a
empujar y otra porci�n de mi polla entr� en el culo,
abriendo el agujero hasta ahora virgen. Empec� a bombear
hasta que mi polla se perdi� por completo en el culo de tu mujer y empez� a
entrar y salir con facilidad. Ella no paraba de llorar, yo sab�a que le estaba
haciendo da�o, pero que poco a poco empezar�a a gustarle. Tu viendo como
enculaba a tu mujer no aguantaste m�s y te corriste en el co�o de Silvia,
llen�ndola de semen. Ella, que estaba bien ense�ada, se dio r�pidamente la
vuelta para lamer los restos de semen de tu polla y dejarla limpia. Yo mientras
segu�a follando ese estrecho culo, que estaba tan apretado que enseguida me hizo
correrme, llenando de semen por primera vez el culo de tu mujer.
Saqu� la polla de su culo, desat� la correa del suelo y la
obligu� a hacer lo que Silvia hab�a hecho contigo, me met� la polla en la boca y
la hice limpiar todo el semen y los restos de su culo y co�o que hab�a en mi
polla. Tu mujer estaba rendida y destrozada, tanto que no pele� cuando met� la
polla en su boca.
Una vez limpias nuestras pollas le d�a tu mujer un vaso de
agua, y le dije a Silvia que la llevara a la habitaci�n para pasar la noche. El
d�a siguiente iba a ser muy largo y deb�a estar descansada. Su educaci�n no
hab�a hecho mas que empezar.