Relato: Adulterio incontrolado





Relato: Adulterio incontrolado

ADULTERIO INCONTROLADO




Han pasado casi tres a�os pero recuerdo perfectamente cada
detalle el d�a que vino a nuestra casa un buen amigo de mi ex-novio Roberto que
se llamaba Miguel. Se present� casi de repente, pues sin haber avisado nos llam�
desde el aeropuerto. Resulta que ambos hab�an estudiado juntos en la universidad
y hac�a m�s de 3 a�os que no se ve�an. Seg�n me cont� Roberto, eran dos grandes
amigos que vivieron muchas cosas juntos.


Fuimos a buscarle al aeropuerto y cuando Roberto me se�al�
quien era cuando bajaba la escalerilla del avi�n, me qued� estupefacta. Era un
chico no muy alto, pero muy muy atractivo, moreno de piel, con barba muy corta y
cuidada, pelo arrubiado, con un cuerpo bien formado y muy musculoso, unos ojos
negros muy penetrantes y unos labios que ped�an ser devorados. Llevaba unas
gafas de sol y vest�a una camiseta blanca y unos vaqueros ajustados que
remarcaban un hermoso "paquete".


Al acercarse, pude notar en un primer instante como me sent�a
atra�da por �l. Cuando estuvo a nuestro lado, se quit� las gafas de sol y me
dedic� una linda sonrisa. No pude evitar un estremecimiento por todo mi cuerpo y
como los latidos de mi coraz�n se aceleraban. Que tonta, nunca me hab�a pasado
nada parecido con solo mirar a un chico.



- "Hola t�o, �como te va?" - le dijo Roberto mientras se
daban un abrazo.



- "Tirando" - contest� Miguel con una voz ronca que me
result� muy varonil.



Despues Roberto nos present�, nos dimos dos besos y mi piel
se puso de gallina, not� como un chispazo. Le sonre� y el me gui�� un ojo.


Yo llevaba un vestido corto que ense�aba mis piernas y mi
escote y �l no dej� de observar toda mi anatom�a. Llegamos a casa, nos pegamos
todos una ducha (por separado), pues el d�a era muy caluroso, decidimos ponernos
comodos y me vest� con una camiseta fina de tirantes, sin sost�n y un pantal�n
gris de algod�n que utilizo para hacer gimnasia muy ajustado, de esos que se
adaptan al cuerpo. Miguel baj� con una camiseta sin mangas y un pantal�n de
deporte corto. Ten�a un cuerpo magn�fico muy musculoso y todo el cuerpo lleno de
vello rubio, estaba buen�simo. Cuando nos vimos nos observamos de arriba a
abajo, los dos nos gust�bamos mutuamente y lo not�bamos, no s� si Roberto se dio
cuenta pero no nos quit�bamos ojo de encima.


Durante toda la velada nuestras miradas se cruzaban y
observ�bamos nuestros cuerpos, los dos nos ibamos excitando m�s y m�s.


Los chicos empezaron a contarse aventuras durante un buen
rato, pues como dec�a no se ve�an desde hac�a mucho tiempo, hablaron de todo un
poco, incluso de sus muchas aventuras con las chicas. Prepar� unos canap�s y
unas cervezas y charlamos hasta bien entrada la noche. Su conversaci�n era muy
divertida, ya que era muy simp�tico, adem�s no se hac�an aburridas sus historias
de estudiantes tal y como �l las contaba. Prepar� una cena sencilla y mientras
Roberto pon�a la mesa, Miguel se acerc� a la cocina para "ayudarme".



- �sabes que eres una rubia impresionante?. - me dijo al o�do
sin cortarse un pelo.



Me qued� un poco extra�ada por su descaro, pero tampoco le di
demasiada importancia, pues me gusta que me digan cosas bonitas, sobretodo
viniendo de un chico tan atractivo como aquel.



- Gracias - contest� con cierto rubor.



- En serio, eres una mujer preciosa, me encantas. - volvi� a
decirme cuando me agarraba por la cintura.



Aquello se estaba convirtiendo en un problema y tuve que
cortarlo de inmediato.



- Anda, ay�dame a llevar estos platos al comedor. - le dije
para evitar problemas.



Cenamos los tres, entre bromas y charlas sobre sus aventuras
en la universidad. A las 12 de la noche nos fuimos a dormir. Recuerdo como esa
noche Roberto y yo echamos un polvo monumental, ya que yo me hab�a excitado
mucho durante todo el d�a. Me sent�a extra�a, como si me hubieran sorbido el
seso, estaba totalmente "enganchada" de Miguel.



El d�a siguiente era domingo y nos dedicamos a ense�ar a
Miguel toda la ciudad y sus alrededores. Fuimos viendo la parte antigua y
despues las zonas m�s tur�sticas. Como Miguel es fot�grafo profesional y trabaja
para una agencia de publicidad no par� de hacer fotograf�as de todo. Despu�s nos
fuimos a comer a un restaurente muy acogedor. La tarde la dedicamos a visitar
alg�n museo y a ver escaparates por la ciudad. Por la noche, despues de cenar,
salimos a tomar unas copas por la zona de ambiente y llegamos a casa sobre las 2
de la madrugada. No pod�a evitar mirar a Miguel cada dos por tres, me encantaba
todo de �l, sus movimientos, su forma de hablar, su expontaneidad y desde luego
su impresionante f�sico. Esa noche Roberto y yo volvimos a hacer el amor con
ganas, pues Miguel me encantaba y hab�a conseguido que me pusiera algo mojadita
en m�s de una ocasi�n con sus miradas o sus gestos hacia mi.



A la ma�ana siguiente yo me estaba duchando, cuando not� que
alguien me espiaba detr�s de la mampara de la ducha, cuando sal� toda confianda
creyendo que se trataba de Roberto, me qued� de piedra al ver a Miguel. Me vi�
desnuda durante un par de segundos, hasta que me tap� con una toalla
rapidamente, por lo que creo apenas tuvo tiempo de verme bien.



- � Miguel, por favor ! - le dije haciendole entender que
saliera del ba�o cubri�ndome con la toalla.



- Perdona, no me d� cuenta. - dijo como respuesta poco
creible, mientras sonre�a, al mismo tiempo que cerraba la puerta tras de si.



�l sab�a de sobra que era yo la que estaba en la ducha, asi
que no pod�a disimular, y lo peor de todo es que Roberto estaba en el cuarto
contiguo, supongo que dormido y me imagino que se hubiera mosqueado bastante si
le hubiera pillado all�, pero Miguel era un t�o con mucha cara. Debo reconocer
que yo me sent�a muy atra�da por �l a pesar de eso.


Cuando estaba en mi cuarto sec�ndome y Roberto segu�a
dormido, Miguel entr� en el cuarto nuestro sin llamar a la puerta, asomando la
cabeza. Otra vez me pill� en pelotas, aunque me di la vuelta en seguida :



- Oye no encuentro las toallas �Puedes darme una? - me dijo.



- Si claro, ahora voy. - dije tap�ndome otra vez con la
toalla.



Me puse un albornoz y sal� tras �l en direcci�n al ba�o para
decirle donde estaban las toallas. Nada m�s salir de mi habitaci�n, me volv� a
quedar helada, ya que Miguel estaba completamente desnudo esperandome en el
pasillo.



- Oh, perdona, no sab�a... - dije algo ruborizada.



- No te preocupes, no tengo nada raro �no?.



No contest�, no s� que me pas�, pero no le quit� la vista de
encima, pod�a haber vuelto la cabeza, en cambio no lo hice. Miguel era un chico
perfecto, con una cara que me encantaba y un cuerpo muy musculoso, se notaba que
hac�a deporte, ten�a dos fuertes brazos, unos muslos muy anchos, un torso bien
marcado al igual que sus abdominales, unas manos muy bonitas y una polla que
aunque en reposo, me pareci� bastante grande y hermosa. Ten�a el pecho cubierto
de pelo rubio, igual que sus brazos y piernas. �l se di� la vuelta y camin� en
direcci�n al ba�o y yo le segu�, sin perderme detalle de su preciosa anatom�a:
grandes espaldas, un cuerpo muy bien proporcionado y un culo duro y apetitoso
que temblaba a cada paso que daba delante m�o. Me fu� excitando por momentos,
pues no se ven tios as� todos los d�as.



Entr� en el ba�o y all� estaba esper�ndome de nuevo de
frente, a pocos cent�metros de m� tal y como su madre le trajo al mundo. Mi
coraz�n se iba acelerando y pod�a notar las gotas de sudor en mi espalda, las
piernas me flojeaban, mis mejillas ard�an... Segu� observ�ndole medio atontada,
sobretodo sus atributos, que me parecieron muy bonitos. Un sonrosado glande
sobresal�a de la piel de su pene, bastante grueso, a pesar de estar fl�ccido.
Ten�a su miembro rodeado de un vello arrubiado casi rojizo, as� como todo el
vello de su cuerpo. Las gotas de agua se resbalaban por su piel. Su pelo mojado,
su hombros brillantes y una gota se deslizaba desde su ombligo hasta llegar a la
punta de su glande, qued�ndose all� como invit�ndome a que la secara con mi
lengua. Pero �que me estaba pasando? �estaba fuera de mi?, pero si mi chico
estaba en el cuarto de al lado, �hab�a perdido la consciencia?, �estaba
hipnotizada por ese chico?, desde luego no era due�a de mis actos. El caso es
que no cambi� en mi actitud de observarle con detenimiento, todo lo dem�s no
parec�a importarme en ese momento.



- �Te has quedado un poco sorprendida? - me pregunt�.



Volv� a la realidad, tras oir su pregunta.



- Si, lo cierto es que no esperaba verte as�...



- �desnudo?



- Si.



- Bueno es algo natural, al menos a mi me lo parece �no?



- Si, pero...



- �Acaso no te gusta verme as�?



- No, pero es que...



- �No te gusto?



- Si, claro, osea, quiero decir no, perdona... mira, aqui
est�n las toallas. - le dije muy nerviosa.



Me puse colorada como un tomate, le di las toallas y sal�
como un cohete de all�. Al llegar a mi cuarto, me apoy� en la puerta intentado
recuperar la respiraci�n y mis pulsaciones que sin duda se hab�an puesto a m�s
de 100. Roberto segu�a durmiendo. Me despoj� del albornoz y mis pezones estaban
duros como piedras, al tocarme uno de ellos not� un escalofr�o por todo mi
cuerpo. Al acariciar mi cintura, notaba en mi sexo los latidos de mi coraz�n, me
palp� la rajita y estaba muy h�meda. Me hab�a puesto cachonda de ver a Miguel
desnudo y la situaci�n de haberse producido estando Roberto tan cerca, creo que
me excit� a�n m�s. Introduje un dedo en mi chochito y comenc� a masturbarme de
espaldas a Roberto. Mi respiraci�n se aceleraba, pero no quer�a hacer demasiado
ruido para no despertarle. Me sent� en el borde de la cama y continu� toc�ndome
las tetas y meti�ndo un dedo en mi mojado sexo, hasta que pronto me vino un
orgasmo prolongado, lo que me hiz� solt�r alg�n gemido, aunque procur� apagarlos
tapando mi boca con el albornoz . Me hab�a masturbado pensando en Miguel y mis
pensamientos me ofuscaban pensando en hacer el amor con �l, en sentirme atrapada
entre sus potentes brazos, en enga�ar a mi novio y dejarme arrastrar por el
placer.



Despues de desayunar, salimos los tres a dar una vuelta y
fuimos al mercado a comprar las cosas para la comida, pues Roberto quer�a
obserquiar a su amigo con una buena paella (era su especialidad). Al volver a
casa, yo me puse un vestido estampado corto de verano sin mangas , Roberto
tambi�n se acomod� con unos pantalones cortos y una camiseta y Miguel me
sorprendi� de nuevo al bajar al comedor con tan solo su ba�ador, mostr�ndome su
desnudo y atl�tico torso.



- � Que sexy est�s con ese vestido ! - me pirope�.



- Gracias. - contest� agradecida, aunque mi pulso comenz� de
nuevo a acelerarse.



Mientras Roberto preparaba la paella, Miguel y yo pon�amos la
mesa. En un momento, cuando yo estaba estirada apoyada sobre la mesa colocando
los platos, Miguel se peg� a m� por detr�s, juntando su pelvis a mi culito, lo
que hizo que todo mi cuerpo sintiera un escalofr�o. Asi permaneci� unos segundos
y yo no hice nada durante ese tiempo, me estaba calentando por momentos y me
gustaba sentir la dureza de su miembro en mi culo. Como aquello no le pareci�
suficiente, sus manos agarraron mi cintura y subiendolas lentamente acarici� mis
pechos por los costados de mi vestido. Fu� entonces cuando me separ� de �l.



- �estas loco t�o? - le dije con enfado.



- �acaso no te ha gustado? - prengunt� con iron�a y con cara
de vicio.



- Definitivamente, estas loco.



- Vamos preciosa, se que te gusto y que estas cachonda.



Vaya descaro y vaya morro que ten�a el t�o. Lo cierto es que
lo que dec�a era verdad, estaba muy encendida, casi fuera de mi y lo que m�s
deseaba era ver su polla a tope y sentir sus manos sobre mi piel, meterme su
aparato en la boca o sentirle entre mis piernas. Lo sab�a el muy cabr�n. Pero no
pod�a ser, mi novio estaba en la cocina con la puerta abierta, no pod�a ser, era
una locura.



- Miguel no insistas por favor, �quieres que se lo diga a
Roberto? - le dije de nuevo a modo de amenaza con la intenci�n de que abandonara
su actitud.



- Venga, no seas tonta, es lo que te apetece, ni�galo sino...



No lo negu�, pero tampoco dije nada. Me apoy� semisentada en
la mesa esperando su nueva reacci�n . Se coloc� frente a mi y me pregunt�:



- �Quieres verme desnudo otra vez?



- No Miguel, por favor, Roberto puede verte...



- Mejor a�n, me encanta el morbo de poder ser descubiertos.



- Pero Roberto es mi novio y es tu amigo...



- Y t� eres una preciosidad y te deseo, lo dem�s no importa,
adem�s noto como est�s de caliente...� no te gustar�a ver mi cuerpo otra vez ?



Como lo sab�a el muy cabr�n, yo estaba caliente, muy
caliente. Miguel cumpli� sus palabras y se baj� el ba�ador qued�ndo nuevamente
desnudo frente a mi. Esta vez su polla se mostraba a pleno rendimiento ( y que
rendimiento ) , era un aparato m�s grande de lo normal. Su capullo brillaba
igual que mis ojos que no apartaban la vista de �l.



Me qued� inmovil, en la misma posici�n con mi culo apoyado en
la mesa del comedor.



- Miguel por favor... - le supliqu� aunque en el fondo me
maravillaba verle as�.



Se acerc� hasta mi, me agarr� por la cintura, me separ� las
piernas y se apretuj� contra mi, al principio yo me dejaba hacer, no sab�a lo
que me pasaba, pero no era due�a de m�, la locura hab�a llegado al m�ximo. �o
a�n no? Se meti� entre mis piernas y gracias a la altura de la mesa su sexo
qued� a la altura del m�o, percibiendo su calor y la dureza de su pene desnudo
sobre mi chochito a traves de la tela de mi vestido y mis ya mojadas braguitas.
Le separ� de nuevo empuj�ndole por el pecho.



- Para ya por favor, Roberto esta ah� mismo...



Por un momento mir� a la cocina, aunque mi novio parec�a
estar muy ocupado con su paella, se le o�a trastear con los cacharros. Miguel
volvi� al ataque peg�ndose a mi de nuevo y me acariciaba las tetas por encima
del vestido y yo evidentemente me entregu� a sus caricias, era algo contra lo
que no pod�a luchar y era lo que m�s deseaba. Comenz� a besarme primero en
cortos y suaves besos sobre mis labios y que acabaron siendo apasionados, cuando
nuestras lenguas se juntaron en nuestras ardientes bocas. Yo estaba a tope, sin
importarme nada, es m�s, me excitaba mucho la idea de poder ser descubierta por
mi novio, y claro, lo que era inevitable es que mi novio tuviera un amigo as�,
que una no es de piedra y eso Roberto deber�a saberlo.



Me fue quitando despacio los botones de mi vestido, hasta que
mis tetas saltaron fuera de �l pues no llevaba sujetador y �l sigui� con el
chupeteo sobre mis tetas pellizcando mis pezones con sus dientes, a mi me
encantaba, estaba alucinando, un gusto tremendo me invad�a. Despu�s me despoj�
por completo de mi vestido, qued�ndo solo con las braguitas. �l parec�a estar
disfrutando igual que yo con la situaci�n. Se agach� frente a m� e intent�
bajarme las bragas. Yo me resist� agarr�ndolas fuertemente y tirando de ellas
hacia arriba.



- No, no, por favor, me vas a desnudar... - le dije en voz
baja, sintiendo aquello como algo que no parec�a tener remedio.



- Schsssssss - me hizo callar volviendo a bajarme las
braguitas lentamente por mis muslos observando detenidamente mi co�o.



- Mmmmmm, est� bien recortadito como a mi me gusta. Me
encanta ese hilillo de pelos alrededor de ese precioso co�ito.



No se hizo esperar y meti� su cara entre mis piernas
devorando literalmente mi sexo, mis ingles, mi cl�toris. El gusto me fue en
aumento y yo estaba como una moto. Yo abr�a las piernas inconscientemente para
que pudiera llegar mejor a todos los rincones de mi sexo.



Me estaba dando un gusto fuera de lo normal, sus labios
jugaban con mi co�o y sus manos pellizcaban mis pezones. Se incorpor� de nuevo y
colocando su polla frente a mi chochito y pas�ndola arriba y abajo por mi
rajita, intentaba ir meti�ndomela, pero yo a�n sent�a cierta culpabilidad a
pesar de estar muy caliente y le agarraba por el tronco de su pene separ�ndole
de m�.



- No, por favor, no hagas eso, Miguel.



�l insist�a e intentaba por todos los medios introducirse en
mi interior. Yo segu�a resisti�ndome y volv� a agarrarle de su precioso miembro
y empuj�ndole por el pecho.



- No me la metas, por Dios, no, no. - dije nerviosa, aunque
lo que m�s deseaba era tenerla dentro de mi, parti�ndome en dos.



Otra vez sus intentos para entrar en mi y otra vez mi
resistencia aunque cada vez con menos intensidad.



- No, no, no, Miguel... por favor...



Me insert� de golpe casi la mitad de su poderoso miembro. Yo
me mor�a de gusto.



- Ohhh, Dios, no, no, no.... ohhh, si, si, si.... - gem�a yo
entrecortadamente.



Volvi� hacia atr�s sacando casi por entero su enorme polla,
hasta introduc�rmela por completo. Asi permanecimos unos segundos. Sent� un
gusto incre�ble cuando estaba completamente metida y eso que parec�a que no me
iba a entrar. Miguel me sonri� y comenz� a moverse alante y atr�s meti�ndomela
con fuerza, hasta que sus huevos chocaban contra m� culo. Su enorme miembro se
adapt� a mi mejor de lo que esperaba y el t�o, adem�s de estar como un tren,
follaba de miedo. Sab�a mover las caderas como nadie, sab�a buscar y
proporcionar el m�ximo placer. Estabamos all� contra la mesa del comedor,
sudando con nuestros desnudos cuerpos y mi chico a apenas 5 metros de nosotros.
Le agarraba del pelo y le susurr� al oido.



- Sii, siiiiii, siiiiiiii, que bien, que bien, que gusto...



No tard� en notar la proximidad del orgasmo cuando volvimos a
besarnos y a mordernos los labios, fue entonces cuando el gusto invadi� mi
cuerpo, lleg�ndo desde mi cl�toris hasta cada cent�metro de mi piel, viviendo un
orgasmo incre�ble, aunque no pod�a expresar mis gritos de gozo, ni mis jadeos,
pero fue incre�ble. Al rato Miguel, tras sonre�rme otra vez, cerr� los ojos,
aceler� el ritmo, chocando contra m� con mucha fuerza y de pronto par� en seco
con toda su verga dentro de mi, inund�ndome con su leche. Pod�a notar como a
cada espasmo de su pene, su semen ba�aba mis entra�as. Tuvo que apretar su boca
contra una de mis tetas y apaciguar el ruido con ella, pues tambi�n pareci�
tener un buen orgasmo.



Nos quedamos unidos un rato, sin saber muy bien lo que me
hab�a pasado. Por un lado me sent� en la gloria, pero por otro no pod�a remediar
un sentimiento de culpabilidad y sentirme como una zorra.



- �Ya habeis puesto la mesa? -nos pregunt� Roberto de pronto
desde la cocina.



Aquello me hizo volver a la realidad y precipitadamente
contest�.



- Si cari�o, ya casi est� lista.



A toda prisa volv� a ponerme las braguitas y el vestido, pero
en cambio Miguel se tom� su tiempo mientras me sonre�a y me miraba
detenidamente, no parec�a importarle nada ni nadie. Al fin se puso el ba�ador.



Apenas dos minutos despues sali� Roberto de la cocina con la
paellera entre sus manos. �Por los pelos !



Yo apenas pude hablar nada durante la comida, me encontraba
mal, me sent�a angustiada, abochornada y sucia, en cambio Miguel como si nada,
es m�s, mir�ndome f�jamente a los ojos y a modo de broma le dec�a a Roberto:



- Oye, est� buen�sima, hac�a tiempo que no me com�a algo tan
rico...



Roberto entendi� que lo dec�a por la paella, pero yo sab�a
que no era eso exactamente a lo que se refer�a. Insisti� con su iron�a.



- Que rica est�, mmmmmm, esta muy sabrosa,



- �Te gusta en serio?



- �Que si me gusta?, pero si est� de vicio, como sabes
cuidarme amigo.



Que sinverg�enza, yo me encontraba echa polvo y �l como una
rosa, acababamos de hacer algo incre�ble tan cerca de Roberto, en cambio Miguel
estaba restreg�ndoselo a su amigo, aunque �ste no se diera cuenta. Sent� odio
por �l y por mi misma. Me sent� fatal.



Prepar� el caf� y a�n me temblaban las piernas, no s�
exactamente si por el hecho de haber follado o de haber pecado.



Mientras serv�a los caf�s, Miguel me miraba con descaro las
piernas y el escote y Roberto se daba perfecta cuenta, pero no parcec�a prestar
demasiada importancia a ese hecho, sobretodo porque deb�a conocer bien a su
amigo �o quiz�s no?



Mis pensamientos me torturaban, pues a pesar de sentirme mal
por lo que hab�a hecho, deseaba tener un nuevo encuentro con Miguel y que me
poseyera de nuevo. Mis sentimientos de culpabilidad se debilitaban para
convertirse en unos deseos irrefrenables de volver a hacer el amor con Miguel,
hab�a perdido la cordura.



Por la tarde fuimos al cine y yo me sent� entre los dos, algo
que en principio parec�a una casualidad, aunque creo que el instinto me
traicionaba, pues sab�a que algo iba a pasar y ya lo creo que pas�.



Cuando comenz� la pel�cula, de la cual no recuerdo ni el
t�tulo, Roberto me agarr� de la mano y Miguel con cierto disimulo acariciaba mi
rodilla con la parte exterior de su mano, poco a poco sigui� subiendo su mano
hasta la mitad de mi muslo, justo donde comenzaba la tela de mi minifalda. Otra
vez not� un escalofr�o, mi coraz�n palpitaba y mis pezones se endurec�an. Estaba
cometiendo de nuevo un error que pod�a ser fatal, pero eso era muy excitante y
ten�a un morbo incre�ble, era superior a mis fuerzas.



La mano de Miguel lleg� a tocar mi teta derecha por encima de
mi camiseta y se recreaba con la dureza de mi pez�n. Yo miraba de reojo a
Roberto pero estaba concentrado en la proyecci�n. Miguel segu�a muy atareado con
mi teta, pero no parec�a tener bastante y su otra mano, esta vez sin tanto
disimulo y aprovechando la oscuridad, se col� entre mis piernas que yo entreabr�
para facilitarle la labor y continu� subiendo por la parte interior de mis
muslos hasta llegar a mis braguitas y acariciar mi rajita, al rozarme el sexo,
d� un peque�o respingo, que alert� a Roberto, pero le dije que no me pasaba
nada, que me sent�a algo mareada. Me levant� y me dirig� al ba�o con una
calentura de campeonato.



- �Te acompa�o? - me pregunt� mi novio.



- No cari�o, no hace falta, enseguida vuelvo.



Al llegar a los servicios me mir� al espejo, mis mejillas
estaban coloradas, me lav� con abudante agua fria para apagar mi calor. Todo mi
cuerpo ard�a y no ten�a agua suficiente para enfriarlo. Mientras observaba mi
cara en el espejo me repet�a una y otra vez: "No esta bien lo que haces, eres
una ni�a mala", pero cuando Miguel me tocaba no pod�a remediar entregarme a sus
caricias y a todo lo que me quisiera hacer... Una l�grima se desliz� por mi
mejilla.



Cuando estaba sec�ndome la cara con unas toallas de papel,
alguien me abraz� por la cintura tras de m� y peg� su cuerpo al m�o bes�ndome en
el cuello, cuando me volv� bastante asustada, comprob� que era de nuevo Miguel.



- Pero, �que haces aqui? - le pregunt� con cara de susto.



- Quiero estar cerca de ti, ya ves que no te dejo sola ni un
momento.



Mientras dec�a esto me acariciaba las tetas por encima de la
camiseta y me besaba en el cuello y me mord�a el l�bulo de la oreja.



- No Miguel, por favor..., puede entrar alguien.



Sin contestar me agarr� de un brazo y me llev� hasta una de
las puertas de los inodoros. Nos encerramos y all� volvi� a abrazarme y a
hacerme sentir la dureza de su miembro entre mis piernas.



- �Y Roberto?, se puede mosquear estando los dos fuera del
cine. - le dije.



- No te preocupes, le dije que iba a por palomitas de maiz.



Sigui� besando mi cuello, cosa que hizo que cerrara los ojos
para sentirle mejor, cuando quise darme cuenta me hab�a despojado de la camiseta
al igual que la falda, en un visto y no visto me quit� las braguitas qued�ndome
completamente desnuda. En cuesti�n de segundos el hizo lo mismo y nos quedamos
ambos en pelotas en aquel reducido espacio. No se como pudo hacer tan r�pida
aquella operaci�n, pero bati� todos los records. Coloc� la tapa del water y se
sent�, yo no pude resistir la tentaci�n y ante la vista de su tiesa y preciosa
polla, me arrodill� entre sus piernas y en un acto inconsciente, de un bocado me
la met� casi entera en la boca como una posesa, empez�ndo a succionarla primero
despacio y luego a mayor velocidad haci�ndole una buena mamada a aquella enorme
tranca, chupando y rozando con mi lengua toda su longitud, haciendo girar mi
boca sobre ella y emitiendo ruidos como si estuviera comiendo un caramelo,
parec�a una ni�a sabore�ndo una piruleta.



- Siii, sigue, sigue, sigue as� - jadeaba �l.



Segu� con mi labor de chuparle pero mi chochito ped�a a
gritos ser perforado y levant�ndome me coloqu� sobre sus piernas orientando su
polla a la entrada de mi cueva. Me sent� lentamente sobre su erecto pene,
sintiendo su calor a cada cent�metro que se iba colando con alguna dificultad en
mi interior. Mi estrecha vagina se adaptaba con cierta dificultad al poderoso
tama�o de su garrote. Sosteni�ndome a las paredes de los costados sub�a y bajaba
sobre su tiesa daga y no parabamos de gemir y jadear llenos de gusto. No tard�
en llegarnos un orgasmo incre�ble, primero �l y yo unos segundos despu�s.



Miguel sab�a follar como nadie, nunca me hab�an dado tanto
placer, sintiendo un gusto fuera de lo normal y el a�adido de ponerle los
cuernos a mi novio, tan cerca de nosotros, me hab�a convertido en una esclava de
Miguel. Cada minuto que pasaba le deseaba m�s y m�s. Era un chico guap�simo y
que estaba m�s que bueno, algo a lo que cualquier chica d�bil como yo no hubiera
podido resistirse, sobretodo por su gran habilidad para dar placer a una mujer.
�l fue el primero en volver a la sala con las palomitas y a decirle a Roberto
que me hab�a visto, me hab�a preguntado como estaba y que yo le hab�a contestado
que mejor, que estaba lav�ndome la cara.



Cuando volv� yo al patio de butacas, Roberto me pregunt�
preocupado:



- �Est�s mejor cari�o?



- Si, ahora estoy mucho mejor - le contest� ( si el
supiera....pensaba para mi)



Al d�a siguiente aprovechamos para ir a la playa. Yo me hab�a
puesto un bikini diminuto tipo tanga que tapaba lo justo y Roberto se mosqueaba
bastante pues se le notaba celoso y Miguel no se cortaba un pelo observ�ndome,
cosa que a Roberto parec�a irritarle a�n m�s. Yo adem�s me insinuaba toda
provocativa haciendo movimientos sensuales, cosa que agradaba a Miguel y
molestaba a Roberto. Cuanto m�s enfurecido ve�a a Roberto m�s me excitaba y m�s
deseaba follar con Miguel. Por otro lado yo quer�a que no volviera a ocurrir
nada, pero mi deseo por Miguel iba creciendo m�s y m�s. Era una sensaci�n
extra�a, pero muy placentera.



Estuvimos ba��ndonos los tres durante un rato en el agua y
Roberto sinti� frio y volvi� a la arena, pero Miguel y yo continuamos en el mar,
lo que aprovechamos para acariciarnos bajo el agua, tocar nuestros cuerpos,
introducir nuestros dedos bajo la tela de nuestros ba�adores y darnos gusto
mutuamente. Yo estaba loca por Miguel y cada cosa que hac�a me gustaba m�s
sobretodo si era algo desorbitado. Roberto nos observaba desde la orilla con
cierto mosqueo, pero evidentemente no pod�a ver lo que suced�a.



Al d�a siguiente, Miguel y yo segu�amos tan encendidos como
el d�a anterior y busc�bamos como locos la ocasi�n para volver a follar como
lobos. Alg�n encuentro fortu�to en el pasillo nos serv�a, para meternos mano,
darnos un beso, una caricia... a todo esto, Roberto segu�a en la luna.



Aquella tarde decidimos hacer una excursi�n en bicicleta los
tres por un bosque cercano a la ciudad. Cada dos por tres Miguel se paraba para
hacer fotograf�as de todo. En un descuido en el que Roberto y yo nos adelantamos
con las bicis, Miguel se retras� demasiado y decidimos volver a buscarlo, pero
no hab�a manera de encontrarlo. Tem�amos que se perdiera, pues a pesar de ser un
bosque no muy grande, faltaban un par de horas para que anocheciera. Como
Roberto y yo conoc�amos bien la zona, decidimos separarnos por diferentes
caminos para buscarle.



Miguel se lo hab�a montado de miedo y lo que hac�a era
esperarme para encontrarse de nuevo conmigo. Escondido tras un �rbol me di� un
aviso desde lejos y yo me acerqu� cuando Roberto segu�a llam�ndole y buscando
desesperademente por otro lado. Nos tumbamos en uno de los claros del bosque y
volvi� a despojarme de mi ch�ndal, haciendo �l lo mismo con su ropa. Volvimos a
abrazar nuestros cuerpos desnudos, a acaricarnos, a besarnos, a llenar nuestros
lujuriosos cuerpos con besos y caricias. Miguel se tumb� y volv� a regalarle una
nueva mamada, apretando mis labios con fuerza sobre su glande y jugando con mi
lengua alrededor de todo su miembro y acarici�ndole los huevos con mis dedos, �l
hac�a lo propio y rozaba mi rajita con su mano y con la otra me acariciaba las
tetas, luego volv� a sentarme sobre su dura y enorme polla y cabalgu� de nuevo
con ganas. Tan concentrada estaba en el polvo, que una de las veces, mi novio
pas� a tan solo dos metros de nosotros y casi nos descubre, por suerte unos
�rboles nos tapaban. Yo puse mi mano sobre la boca de Miguel para que no hiciera
ruido y cuando Roberto se alej� un poco, seguimos con la cabalgadura, follando
con pasi�n. �l acaricaba mis tetas y no paraba de decirme lo que me deseaba, lo
guapa que era y lo bien que follaba. Eso me encantaba y tuve de nuevo un
prolongado orgasmo. Me sal� de su tronco y volv� a chuparlo con ah�nco, el sabor
de su dura polla mezclada con mis propios fluidos me sab�a delicioso, hasta que
pasados unos minutos descarg� todo su semen dentro de mi boca. No dej� escapar
ninguna gota, trag�ndome toda su leche que estaba riqu�sima. Nunca antes me
hab�a tragado el semen, pues sent�a cierto asco, con Miguel era diferente,
estaba totalmente entregada a �l, digamos que le pertenec�a. Volvimos a abrazar
nuestros cuerpos desnudos tumbados sobre la hierba. Despu�s nos vestimos y por
diferentes caminos llegamos disimulando hasta donde se encontraba Roberto.



- �Donde te hab�as metido t�o? - le pregunt� Roberto.



- Se me sali� la cadena, pero con unos cuantos meneos ha
vuelto a su sitio. No te creas, pero he tenido que apretar fuerte para que no se
me volviera a salir - contest� con esa iron�a que le caracterizaba.



Yo tuve que mirar a otro lado para que no se notara mi
sonrisa. Al final se nos hizo muy tarde y antes de llegar a casa paramos en una
especie de taberna de la carretera a cenar. Despues continuamos nuestro camino
hasta casa con nuestras bicicletas. Todos estabamos sudorosos y nos pegamos una
ducha (otra vez por separado). Quedamos en vernos los tres en sal�n a tomar una
copa antes de acostarnos.



Yo me puse una bata china muy cortita con unos dragones
estampados en la espalda que ense�aba todos mis muslos y con un generoso escote
que mostraba el canalillo de mis tetas, por cierto, no llevaba nada debajo.



- �No vas muy descocada? - me pregunt� Roberto al verme.



- �No te gusto as�? - le dije sabiendo como le pon�a esa
bata.



- Claro que si, pero �no bajar�s as� al sal�n?



- �Por qu� no? - le pregunt� con inocencia.



- Porque Miguel se puede sentir inc�modo.



- No creo tonto, adem�s �no quieres que agrade a tu amigo?
�acaso no te gusta lucirme como tu dices?



- Si claro, pero no tanto.



Sus primeros indicios de celos me estaban poniendo a cien,
sabiendo que Miguel y yo hab�amos hecho toda clase de cosas y era Roberto el que
ahora se escandalizaba por una bata m�s o menos cortita.



El caso es que baj� as� al sal�n y evidentemente Miguel se
qued� encantado vi�ndome. Roberto se qued� con cara de mosqueo pero se tuvo que
aguantar, sab�a como me gustaba provocar a los chicos aunque a veces a �l le
sentara a cuerno quemado (nunca mejor dicho lo del cuerno... ja ja ja ja).



Me sent� en el sof� junto a Miguel, que llevaba unos vaqueros
cortados a tijeretazos por encima de su rodilla y sin camisa. Mirando de reojo a
Roberto, Miguel no quitaba ojo de mis piernas y de mi escote. Roberto se coloc�
de espaldas a nosotros en la barra del sal�n preparando los cubatas, cuando muy
sensualmente le susurr� al oido a Miguel:



- �sabes que no llevo nada debajo de la bata?



Miguel me mir� excitado, percat�ndome de su erecci�n bajo el
vaquero.



- Yo tampoco llevo nada bajo el pantal�n. - me contest�.



Mi cuerpo empez� a entrar en calor (�o es que nunca me hab�a
enfriado desde que lleg� Miguel?). Una de sus manos comenz� a acariciar mi muslo
mientras me sonre�a y se pasaba la lengua por los labios. Yo quer�a morirme,
pues ten�a a Roberto de espaldas a nosotros, pero estaba como una loba en celo,
esperando con nerviosismo como se desarrollar�an los acontecimientos.



- No me creo que estes desnuda bajo esa bata - me dijo Miguel
desafiante.



Me levant� y sin dudarlo un momento, me puse frente a �l,
mir� de reojo por si Roberto se hubiera dado cuenta, pero segu�a preparando las
copas. Tal y como estaba me solt� el nudo del cintur�n de la bata y la abr� de
par en par para que Miguel observara mi desnudez. As� estuve unos segundos. La
mano de Miguel se acerc� hasta mi pubis y lo acarici� con delicadeza. De pronto
me abroch� la bata de nuevo pues era muy peligroso y volv� a sentarme junto a
Miguel. Roberto segu�a de espaldas.



Miguel sigui� acarici�ndo mis piernas hasta llegar incluso a
tocar mi sexo bajo la bata, �que locura!, Roberto pod�a darse la vuelta en
cualquier momento...



Al fin se di� la vuelta con el tiempo justo de que Miguel
retirara su mano de mis piernas. No pareci� darse cuenta, pero cada vez
est�bamos m�s cerca de ser pillados en plena faena. Tras una breve charla nos
subimos a las habitaciones para acostarnos a eso de la 1 de la madrugada. Antes
de irnos a la cama mientras sub�amos por la escalera y Roberto apagaba las luces
del sal�n, tuve tiempo de comentarle en voz baja a Miguel:



- Te espero en la cocina dentro de una hora. No te duermas.



- Ah� estar� - me contest� acariciando mi culo por encima de
la tela de la bata.



Mientras Roberto se acostaba, hice tiempo en el ba�o para que
se quedara dormido. Me llam� desde la cama.



- �vienes cari�o?



- Voy a depilarme las piernas - le ment� para que se cansara
de insistir y se durmiera.



- �A estas horas?



- Si �que pasa? - le grit� desde el ba�o de nuestro
dormitorio.



El tiempo pasaba lentamente y Roberto no acababa de dormirse,
le o�a pasar las hojas de una revista, por un momento pens� que mi plan se iba a
venir a abajo. Afortunadamente se durmi� a la media hora. Me cepill� los
dientes, me pint� suavemente los ojos y los labios e impregn� todo mi cuerpo con
un perfume muy agradable de olor a vainilla. Me puse la bata china y baj� las
escaleras sigilosamente hasta la cocina. All� estaba esper�ndome Miguel apoyado
contra el frigor�fico con sus cortos vaqueros. Al llegar, pude notar como su
cara cambiaba convirtiendose en puro placer y vicio. Me agarr� por las axilas
con sus fuertes brazos y me sent� sobre la encimera de la cocina como si no
pesara nada.



- Estas como un tren, preciosa. - me dijo observ�ndome.



A continuaci�n su lengua borde� mis labios, mis mejillas, mi
nariz, mi cuello, el l�bulo de mis oreja, fue bajando por el canalillo que
formaban mis tetas mientras que con sus manos soltaba el cintur�n de la bata muy
despacio, recre�ndose en como se deslizaba mi bata hasta quedarme desnuda por
completo.



- Vaya polvo tienes... - me dijo admirando todo mi cuerpo.



Despu�s, tambi�n con parsimonia se fue soltando los botones
de su vaquero uno a uno con lentitud y con mucho erotismo. Coloc� sus manos en
sus caderas y baj� su pantal�n hasta sus tobillos en una imagen que me llen� de
placer, ver como su tieso miembro sobresal�a de su pantal�n sin ropa interior.
Una vez desnudos, continu� dandome peque�os mordiscos en los labios mientras
nuestros sexos se apretujaban uno contra el otro. Le agarr� su polla con una
mano y comenc� a masturbarle.



- Como me gustas y como me gusta tu polla. - le dije con
susurros.



Aquello le hizo sentir m�s placer y me sonri� diciendo:



- �quieres ver como esta espada se introduce en su funda?



- Si, por favor - le supliqu�.



Agarrando la base de su dura estaca, la orient� hacia mi
cueva, �l hizo un movimiento brusco con su pelvis y me penetr� de golpe
sintiendo como ese gran trozo de carne se hund�a dentro de m�. Sent� cierto
dolor por su fuerte embestida, pero el placer super� con creces al dolor. Me
volvi� a follar como nadie, en un ritmo suave e intenso, llegando a sacarla casi
por completo y volvi�ndola a meter hasta el fondo. Estabamos gozando como locos,
en un ritmo lento al principio y m�s fren�tico despu�s. No tard� en correrse
dentro de mi llen�ndome de semen. Alguna vez pod�amos oir los ronquidos de
Roberto desde mi dormitorio. Creo que fue eso lo que hizo que yo tambi�n tuviera
un orgasmo, algo apagado pero agradable, muy agradable. Continuamos
acarici�ndonos, bes�ndonos, toc�ndonos durante largo rato hasta que decidimos
irnos a la cama.


Un nuevo d�a y yo me sent�a resplandeciente, hab�an
desaparecido de mi mente toda clase de complejos y de culpas y estaba deseosa de
que llegara otro momento de intenso placer, lo buscaba con ah�nco, estaba
deseosa de que llegara la hora de volver a hacer el amor con Miguel.


Esa ma�ana me encontraba en la terraza regando las plantas
con un minishort de lycra y una blusa amplia. Roberto al que ve�a perfectamente
desde la terraza, estaba lavando el coche en la calle y Miguel te�ricamente
durmiendo. Pero en una de esas, al estar regando mis rosas rojas, not� como
alguien me despojaba del short y de mis braguitas dej�ndo las dos prendas a la
altura de mis tobillos. Ni siquiera me volv�, sab�a que era Miguel al ataque y
me dej� hacer, no tarde en lubricarme, pues estaba supercachonda en esos d�as.
Me ech� sobre la jardinera para que Miguel tuviera mejor linea de tiro mientras
Roberto me sonre�a y me saludaba desde la calle. Miguel estaba desnudo y me pas�
su miembro por el culo, despu�s inspeccion� mi h�meda rajita y aprovech� para
lubricar mi otro agujerito que aunque debo decir no me gusta demasiado que me
follen por detr�s, esa vez sent� un gusto mayor que nunca. Primero introdujo un
dedo para irse abriendo camino, luego dos... Sus manos se agarraron a mis tetas
bajo la blusa y su gran polla se abr�a paso en el reducido agujero de mi culito.
Lo hac�a con suavidad, intentando adaptar la entrada de su poderoso aparato y
lentamente se fu� adaptando a los m�sculos de mi ano con suma facilidad, hasta
notar como el glande hab�a conseguido pasar. De pronto entr� la mitad de su
tronco de golpe y lanc� un peque�o grito, pues me hizo bastante da�o.



- Ahhhh.



Roberto mir� hacia arriba extra�ado:



- �Que te pasa? - me pregunt� mi novio desde la calle
mientras Miguel ten�a metida la mitad de su estaca en mi culito.



- Nada, nada, cari�o, me he pinchado con una rosa. -
disimul�.



Desde all� pod�a ver la cara de gilipollas de mi novio,
mirandome con extra�eza. Miguel no dejaba de follarme el culo con maestr�a
introduci�ndo cada vez m�s adentro su potente pene. Todav�a sent�a algo de
dolor, pero intentaba controlar mis gemidos y mis gritos, el placer era a�n m�s
intenso y la habilidad de Miguel hac�a que aquello fuera maravilloso, �l giraba
mis caderas con sus manos y entrando en mi culo con delicadeza, saliendo
despacio y volviendo a entrar con lentitud en mi dolorido culo. Tuve mi primer
orgasmo que apagu� cerrando los ojos y mordi�ndome el labio inferior. Al rat�
fue Miguel el que se vino dentro de mi acompa�ando el ritmo con una fuerte
respiraci�n. Al sacar su polla de mi agujerito, me volv� y le sonre�. Me dej�
all� con mis pantaloncitos y braguitas en los tobillos, las piernas temblorosas
y un escalofr�o por todo mi cuerpo. As� permanec� un rato captando en mi
interior los espasmos del placer. Nunca hab�a sentido nada parecido al follarme
por el culo y nunca nadie hab�a conseguido darme tanto gusto de esa forma.
Roberto no pod�a imaginar lo que hab�a ocurrido.



Miguel y yo buscabamos por todos los medios posibles volver a
tener m�s y m�s agradables encuentros, intentando que Roberto estuviera cerca,
pues aquello era algo que nos daba un morbo terrible y nos excitaba sobremanera.



Esa misma tarde fuimos a unos grandes almacenes ya que yo
necesitaba comprarme algo de ropa. Ya hab�amos quedado Miguel y yo en vernos en
la secci�n de lencer�a y ba�adores a una determinada hora. La cosa la
organizamos de tal manera que Miguel se qued� en la secci�n de fotograf�a y mi
novio me acompa�� a la secci�n de lencer�a. Me met� en el probador con dos bodys
y unas cuantas braguitas y sujetadores, que fui prob�ndome mientras Roberto me
esperaba al otro lado de la cortina sujetando las prendas que ya me iba
probando. Lleg� la hora se�alada con mi c�mplice y le dije a mi chico:



- Cari�o, en las estanter�as del fondo hay un conjunto negro
muy sexy que he visto antes, �podr�as tra�rmelo mientras me pruebo estos?



Roberto sab�a bien lo que me gustaba (y lo que a �l le
gustaba ) en cuesti�n de ropa interior y obedeci� mi solicitud yendo a buscar lo
que le hab�a pedido. A los pocos segundos, Miguel, que estaba al acecho se col�
rapidamente dentro del probador conmigo intentando que nadie le viera entrar. Se
qued� observ�ndome y me hizo un gesto a modo de ok, ya que el conjunto de
braguitas y sost�n de color negro parecieron gustarle bastante. Se puso detr�s
de m� y me abraz� acariciando mi cintura, mis brazos, mis pechos por encima del
sost�n...



Al momento se oy� la voz de Roberto al otro lado:



- Cari�o, �es este el conjunto que me ped�as?



Agarr� la cortina y asom� solo la cabeza. A todo esto Miguel
continuaba magre�ndo todo mi cuerpo.



- Si este es, gracias. - le respond� a mi novio, sacando una
mano por la cortina y cogiendo el nuevo conjunto.



- �Quieres que entre contigo? - me pregunt� de pronto
Roberto.



Tragu� saliva, pues en ese momento la excitaci�n y el peligro
estaban en su m�ximo explendor.



- No, mi amor, no entres. Prefiero sorprenderte luego en
casa.


- Vale, como tu quieras.



- Adem�s quiero que me vayas trayendo cosas �vale?.



Miguel hab�a soltado el corchete de mi sujetador y �ste cay�
al suelo. Me volvi� a abrazar por detras acariciando mis tetas, pellizcando mis
pezones. Yo estir� los brazos por encima de mi cabeza y le acariciaba su pelo
arqueando mi espalda para que pudiera acariciarme sin problemas desde detr�s de
mi. Su mano se introdujo dentro de las braguitas y roz� mi vello p�bico, intent�
apagar un gemido como pude. Roberto estaba a medio metro tan solo separados por
una cortina. Miguel me despoj� de las braguitas, deslizandolas con lentitud por
mis piernas mientras su lengua recorr�a mi culo, mis muslos, mis pantorrillas...
El gusto que sent�a era enorme y emit� alg�n peque�o gemido.



- �Que te pasa? - me pregunt� intrigado mi novio desde el
otro lado.



- Nada, nada... - disimul� como pude.



- �Quieres que te ayude? - pregunt� de nuevo Roberto.



- No, no cari�o, yo me arreglo sola.



Miguel se desvisti� por completo y le susurr� al o�do:



- Est�s loco, cabr�n.



- Y tu estas gozando a tope �no? - me contest� en otro
susurro.



No contest� aunque era evidente mi calentura. Puse una pierna
sobre el taburete y Miguel se agach� chup�ndo la parte interior de mis muslos y
acariciando mi culo. Su habilidosa lengua volvi� a darme un gusto incre�ble
jugando con mis labios vaginales y mi cl�toris. Como no pod�a reprimir todos mis
jadeos le ped� a Roberto que me trajese m�s modelos, moment� que aprovech�
Miguel para cambiar las posiciones y sentarse en el taburete. Me met� en la boca
su duro miembro y lo succion� como si no hubiera comido en varios d�as,
trabajando con mi lengua por su capullo y saboreando sus dulces jugos. Ten�a la
polla dura como una piedra y sin dudarlo me sent� de espaldas a �l sobre su
verga meti�ndomela hasta lo m�s hondo de mi ser. Empec� a cabalgar sobre el
tieso falo de Miguel y mis tetas bailaban al comp�s. �l respiraba con dificultad
y apoyaba su boca en mi espalda para no hacer ruido.



- Ya estoy aqui - dijo mi novio al otro lado del probador.



Por un momento nos quedamos parados por el susto de oir su
voz, pero a continuaci�n seguimos follando con ganas.



- Espera un momento... - le dije a Roberto con la voz
entrecortada debido al bamboleo.



- �Que te ocurre? - pregunt� con preocupaci�n mi novio.



- Nada, que no este modelo me entra justo y me roza un poco -
le contest� imitando la iron�a de Miguel, que intentaba aguantarse la risa.



Seguimos follando y emitiendo peque�os gemidos, pero gracias
a la musica ambiental no deb�a oirnos nadie.



Extend� mi mano por el hueco de la cortina recogi�ndo el
nuevo conjunto que ten�a Roberto y le ped� ir a por m�s. Miguel estaba a punto
de correrse y gir� la cabeza para ver su cara, fui yo la que me adelant�
sintiendo un orgasmo maravilloso, a los pocos segundos Miguel se corri� en mi
interior sintiendo como la fuerza de sus chorros de semen ba�aban mi interior.



Asi permanecimos unidos durante un rato, hasta que su pene se
hab�a quedado bastante flojo, pero yo no quer�a separarme de �l, quer�a
permanecer unida a �l, estaba en la gloria y quer�a que aquello no acabase
nunca. Al final nos separamos, �l se visti� y yo hice lo mismo. Le entregu� a
Roberto varios conjuntos por el hueco de la cortina y le ped� que fuera a
pagarlos a la caja momento que aprovech� Miguel para desaparecer y yo me dirij�
a la caja con Roberto. Cuando ambos abandonamos el probador, unas chicas que
estaban fuera nos miraron con cara de asombro y cuchichearon algo entre ellas.
Nosotros nos sent�amos en la plenitud y deseosos de que llegara otro momento de
ardiente pasi�n para volver a unir nuestros cachondos cuerpos.



Miguel y yo aprovech�bamos cualquier momento para tener alg�n
nuevo roce, por ejemplo una ma�ana cuando Roberto estaba en la ducha, Miguel
entr� desnudo en mi habitaci�n. En cuanto le v�, me envolv� en su juego y era
presa de �l. No dud� un momento en despojarme de mi camis�n y esperarle desnuda
sobre la cama con mis piernas abiertas. Se o�a el agua caer en la ducha y
Roberto silbaba una canci�n , el pobre no era consciente de lo que ocurr�a en su
propia habitaci�n.



Miguel practicamente se abalanz� entre mis piernas y me hizo
una comida de co�o bestial, esta vez yo no reprim� mis jadeos y mis gemidos pues
sab�a que Roberto no pod�a oirme. Miguel jugaba con mi cl�toris y me sobaba las
tetas con fuerza. Despu�s subi� hasta ponerse sobre mi. Con su mano sujet� su
polla y la orient� de nuevo sobre mi rajita con la intenci�n de penetrarme, pero
el ruido de la ducha ces� y Miguel tuvo que salir por pies de mi habitaci�n.
Roberto entro en el cuarto unos segundos despu�s con una toalla rodeando su
cintura y me mir� extra�ado al verme desnuda sobre la cama todav�a con las
piernas abiertas.



- �que pasa cari�o? �me estabas esperando? - me pregunt�
Roberto ignorante de lo que acababa de ocurrir.



- Si cari�o, estoy muy cachonda. - contest� disimulando.



Se quit� la toalla y se abalanz� sobre mi. Me bes� en el
cuello, y acariciaba mis tetas. Yo cerraba los ojos e imaginaba que era Miguel
el que ten�a encima. Roberto coloc� su polla entre mis piernas y de un golpe me
penetr�. Sent� bastante gusto, pero sin apartar de mi mente a Miguel, segu�a
imaginando que era �l quien me follaba. En apenas unos segundos me corr� con
cortos gemidos. Abr� los ojos y Roberto segu�a moviendo su culo y foll�ndome con
fuerza, desde luego con menos estilo que Miguel, aunque las comparaciones nunca
sean buenas. Cuando gir� la cabeza hacia la puerta, all� estaba Miguel desnudo
observando como hac�amos el amor mi novio y yo y me lanz� una picara sonrisa.
Aquello hizo que involuntariamente tuviera otro orgasmo, cosa que hizo a Roberto
correrse enseguida y dejar caer todo su peso sobre mi, bastante agotado. Miguel
sigui� desnudo en la puerta acariciando su polla y sonri�ndome. Despu�s sali� de
nuestro cuarto.



Asi fueron pasando los d�as, hasta la vispera del viaje de
regreso de Miguel. Hab�amos hecho de todo, en todas las posiciones, en todos los
lugares, incluso en los m�s arriesgados y excitantes, practicamente con Roberto
al lado, pero Miguel quer�a probar algo m�s morboso y excitante. Estabamos de
nuevo solos viendo la tele y Roberto nos preparaba la cena, la verdad es que la
cocina se le daba muy bien, cosa que aprovechabamos para desfogar nuestros
instintos.



- �Que te parece si hacemos un tr�o? - me pregunt� de repente
Miguel.



- �Queeee?



- Si, un tr�o, Roberto, tu y yo.



- Pero, �has perdido el juicio?



- No tonta, lo haremos sin que �l se entere, como siempre.



Me qued� mir�ndole sorprendida, pues sus palabras me
desorientaban, �realmente hab�a enloquecido ? �o es que ya era un loco desde el
principio ?


Intent� aclararmelo:



- Ver�s, esta noche es nuestra �ltima noche y quiero hacer la
mayor locura. Cuando vayas a tu habitaci�n con Roberto le dices que quieres
hacer algo nuevo y le atas al cabecero de la cama y le vendas los ojos, despu�s
entrar� yo y lo dem�s saldr� rodado.



Mis ojos se sal�an de las �rbitas. Desde luego era la mayor
locura, pero me excitaba solo de pensarlo.



- No Miguel, creo que eso es demasiado.



- �No te atreves? - pregunt� desafiante.



- Si, pero me parece muy arriesgado...



- �No ha sido todo arriesgado hasta ahora?



Era cierto, hab�amos cometido las mayores locuras tan cerca
de mi novio y no hab�a pasado nada, asi que aquello a pesar de ser una bomba,
pod�a ser el m�ximo del placer.



- No s�... - le dije con dudas.



- Quiero que seas la reina de la noche y disfrutes con dos
hombres a la vez, como tu te mereces, eres toda una mujer y quisiera darte ese
regalo, aunque nos juguemos el tipo...



Le bes� en agradecimento y quedamos en cumplir ese tortuoso
plan.



Despu�s de cenar y tomar algunas copas, decidimos irnos todos
a la cama. Primero se fue Miguel, luego yo y el �ltimo Roberto.



Cuando entr� en la habitaci�n, yo le estaba esperando con un
camis�n semitransparente que sab�a que le encantaba, donde pod�an verse
claramente a trav�s de la tela mis rosados pezones y la linea de vello de mi
pubis. Roberto, como yo esperaba, se qued� embobado mir�ndome.



- Estas preciosa as� tumbada en la cama con ese camis�n... -
me dijo.



- Soy toda tuya. Toda entera para ti. - le contest�.



Se acerc� a m� y me acarici� las caderas, la cintura y las
tetas por encima de la tela del camis�n. Se qued� mir�ndome fijamente y me
pregunt�:



- Miguel te pone cachonda �no?



Me qued� muda por un momento, pues no me esperaba eso.



- �que dices? - contest� como si no le entendiera.



- V�mos, se que te gusta, est� bueno �no?. Siempre ha gustado
mucho a las mujeres. De hecho �l ligaba siempre antes que yo, adem�s ten�a mucha
habilidad para conquistar a las chicas.



- Bueno, yo... si, me gusta, pero... - le dije un poco
confundida



- Vamos cari�o, estos d�as te he observado y he visto como le
mirabas y le devorabas con los ojos y �l a ti. Si no hubiera estado yo cerca
seguro que la hubierais liado �a que si?



Aquello me son� como una explosi�n, pero seguro que no sab�a
nada de nada, tan solo hab�a notado alguna mirada, alguna sonrisa y nada m�s.



- Eres tonto Roberto... le contest� sonriendo.



Sus frases me hab�an dejado helada, pero al mismo tiempo me
sent�a m�s excitada que nunca con la idea de que se iba a producir algo
incre�ble.



Tal y como hab�amos planeado Miguel y yo, consegu� convencer
a Roberto para hacer algo m�s excitante la cosa. Le quit� toda la ropa, le situ�
boca arriba en la cama, le at� ambas manos en los extremos del cabecero de la
cama con dos pa�uelos y le tap� los ojos con otro pa�uelo.



Puse una m�sica ambiental tranquila y relajante, pero con un
volumen bastante alto, para que no se oyera ning�n ruido comprometido. Me sent�
sobre el est�mago de Roberto y a �l le gustaba sentir el calor de mi sexo sobre
su tripita. El suave camis�n rozaba su piel. Le bes� en la boca y dibuj� con mis
lengua su barbilla, su nariz y el contorno de sus labios... Me gustaba la idea
de tenerle bajo mi poder.



Al rato entr� Miguel, tal y como hab�amos quedado y se sent�
al borde de la cama vigilando mis movimientos y los de Roberto. Estaba desnudo y
acariciando su pene con su mano.



- �que habr�a pasado si me hubieras visto follando con
Miguel? - le pregunt� de pronto a Roberto y mirando a mi c�mplice.



Mi novio se qued� silencioso durante un rato.



- No s�, quiz� os hubiera matado a los dos - me dijo
riendo...



Miguel se aguantaba la risa.



- Pero, no dec�as que me notabas cachonda con �l, quiz�s en
el fondo eso te excita a t� tambi�n �no?



Volvi� a quedarse callado unos segundos.



- Si, pero una cosa son unas miradas m�s o menos lascivas y
deseosas de sexo y otras llegar a follar los dos delante m�o. - contest� al fin.



Yo sonre� sabiendo que no se hab�a percatado de nada de lo
ocurrido.



- Pero, si hubiera sido al rev�s, osea, si una amiga m�a, por
ejemplo Nuria, se hubiera presentado en casa y se te hubiera insinuado, seguro
que te la follar�as...



- Si, pero eso es distinto...



- �distinto? �por qu�?



- Pues... no s�, los hombres somos m�s d�biles en ese sentido
y Nuria est� muy buena, si se me insinuara, quien no hubiera caido en sus
redes...



Me qued� observ�ndole e imaginandole follando con mi amiga.



- Eres un machista y un cabr�n. - le dije con tono celoso.

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Relato: Adulterio incontrolado
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